lunes, 13 de mayo de 2013

... QUIZÁS BARATONES

Oposición parlamentaria
Ox Armand


Hubo mucho entusiasmo en los comicios parlamentarios  por el acuerdo unitario de los partidos, los nombres exhibidos y el propio regreso a las lides electorales en 2010, que se fue esfumando hasta que hubo la demostración de valentía en los sucesos de violencia harto conocidos. Ignorada por buena parte de los venezolanos que son consultados en las encuestas, los más avisados miraron hacia la Asamblea Nacional con un gesto de reconocimiento y de esperanza, porque muy bien saben lo que significa actuar en el mismo hocico del lobo, como no lo hacen los más bulliciosos dirigentes que tienen por peligroso escenario los estudios de televisión.  Paradójicamente, aunque la gran prensa no se ocupa de ellos, nos enteramos que también los hay legitimados por el voto popular que dicen algo más desde sus asediadas curules. Sin embargo, también hay preocupación.

Preocupación porque la oposición parlamentaria luce todavía desorganizada, por muy diligentes que sean sus jefes de fracción.  Demasiado pocos, por razones biológicas y por curiosidad histórica, conocen y aprecian la tradición parlamentaria que, desde posiciones encontradas, todavía hace inimitable al viejo Congreso Nacional. Ante las desbarajustadas y procaces intervenciones de los diputados oficialistas, hoy también asistimos a otras muy semejantes de los diputados opositores que no valoran el escenario donde se encuentran. A pesar de las exigencias del trabajo, sumado el problema de los recursos económicos que les impide prolongar su estancia en Caracas, deben redoblar sus esfuerzos por una mejor intervención en las sesiones plenarias que son las que frecuentemente se ven, porque las sesiones de las comisiones permanentes de trabajo únicamente son difundidas cuando convienen al gobierno.

Debo hacer tres rápidas observaciones sobre las tareas excepcionales que la oposición está realizando que no niegan la labor ordinaria que deben ejecutar probando sus cualidades o virtudes.  Por una parte, la elaboración de las leyes. Ya sabemos que su discusión no constituye una gesta del sosiego ni una hazaña de la tranquilidad, pero – por ejemplo – nos asombra que la mentada Ley Antiterrorista que está aplicando el gobierno, y les va a aplicar a ellos, fue debatida en la cámara con la aprobación pasiva de la oposición porque no la estudió ni se animó a desafiar esa mayoría del PSUV con oportunas intervenciones que sólo requerían de sentido común. Cuando ví la transmisión de esa sesión, me alarmé por la resignada conducta de los diputados que se suponen preparados para legislar. Por si fuera poco, le dieron el visado a una ley que es toda una espada de Damocles cernida sobre sus cabezas.

Lo otro, el evidente ausentismo y el sálvese quien pueda, porque la televisión siempre retrata un desierto de las curules opositoras y, por mucha trampa que haga con las imágenes ANTV, es demasiado evidente que no todos acuden a las esiones y, si van, se marchan muy temprano por muy delicada que sea la situación y ni decir de la solidaridad que no se presta al compañero que es objeto de las recurrentes agresiones verbales de la junta directiva. Acá observamos dos cosas adicionales: acuerdo entre partidos al fin y al cabo, dependiente de los votos constantes y sonantes puestos en la mesa de las negociaciones, hay principales pero también suplentes muy brillantes que no tienen ocasión de incorporarse, por una parte: como si fuesen absolutos propietarios de las curules, de asistir se marchan temprano (incluso) jefes de los partidos como Guanipa de Primero Justicia o Barboza de Un Nuevo Tiempo. Existen suplentes de un calibre y de una especialidad en materia económica y presupuestaria, como Leonardo Palacios, o alguien de atrevimientos como Walter Márquez, a quienes no le dan la oportunidad los principales de Lara o del Táchira.  Pero agreguemos, por otra parte, que si algún miedo los reúne a todos es que el propio oficialismo publique las cifras de inasistencia y la indolencia de los opositores a quienes no los molesta ni los ocupa la pertenencia a las comisiones permanentes.

Finalmente, ya se asoman de nuevo las amenazas contra la estabilidad parlamentaria al anunciarse sendos allanamientos de la inmunidad de quienes no encuentran siquiera un buen consejo de sus colegas opositores. Claro que hay temor del gobierno en publicar los videos de la riña que promovió y ejecutó tan diligentemente en el hemiciclo, pero también lo siente una oposición en la que no todos se defendieron y dejaron (además) que golpearan a María Corina Machado, por muy hombres que se digan. Así como sienten un espinoso culillo frente a la golpiza física, escondiéndose por los recovecos como puede muy bien dejar constancia Mario Silva (si se le ocurriese un mejor veneno),  se convierte en un sorpresivo ataque de hemorroides cuando arden la barba del vecino que no sabe si goza hoy o gozará mañana de la indispensable inmunidad parlamentaria. Por si fuera poco, los pleitos personales que entabla amargamente la junta directiva de la cámara, pertenecen a los diputados opositores de segunda o tercera, porque (con la excepción de María Corina) los llamados jefes nunca tocan con el pétalo de una rosa a los atacantes y se reservan la palabra para esas intervenciones que requieren de un cierto argumento formal, preferiblemente jurídico, como los viajes presidenciales que fueron tan ilustrativos. Hasta se dan el caché de diligenciar solitariamente el diálogo con el gobierno, viajar por aquí y declarar por allá, pero todavía no responden el por qué de los conocidísimos actos de violencia verbales y físicos que desploman ese discurso dialoguista. Huelga comentar la situación de los desertores que esperan su correspondiente premiación por sus vergonzosas traiciones. Quizás salieron baratones.

Fotografía: Capitolio Federal, 1926.

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