sábado, 11 de mayo de 2013

NOTAS SOBRE EL FASCISMO (3)

EL NACIONAL - DOMINGO 31 DE OCTUBRE DE 1999 / DEPORTES
Fascismo en las gradas
Juan Carlos Santaella

Cuando muchos ya habían olvidado las atrocidades y los crímenes cometidos por las huestes hitlerianas con su macabro saldo de millones de muertos en toda Europa, pareciera que dicho fenómeno vuelve a resurgir, encubierto ahora bajo diversos ropajes ideológicos. El visible ascenso del fascismo, ocupa buena parte de la atención pública en muchos lugares del mundo y sus efectos devastadores alcanzan verdaderos niveles de repugnancia, al tiempo que las autoridades parecen estar indefensas ante el renacimiento de lo que se denomina la escalada "neo nazista".
La aparición de las bandas neo nazis en Europa y también en América, se remonta a unos cuantos años atrás. Cada vez con mayor empuje, su violenta presencia en ámbitos como la política, la música rock, el esoterismo de la "nueva era" y otros ámbitos de la cultura de masas, expresa elevados grados de aceptación principalmente circunscritos en los medios juveniles.
Este revitalizado fantasma que recorre al mundo, haciendo profundos alardes de destrucción, segregacionismo, racismo, xenofobia y un gran odio hacia lo "extranjero", apela hoy a todos los símbolos, a todo el arsenal ideológico y a toda la iconografía que, en su tiempo, desplegó, con las consecuencias ya probadas, el nacional socialismo alemán, junto a las muecas grotescas del fascismo italiano y, por supuesto, la estupidización al que fue sometido el pueblo español bajo el estandarte obsceno del falangismo franquista. La ideología fascista no ha muerto. Ella continúa activa y es culpable, en los actuales momentos, de desaforadas y criminales conductas, de cuyo macabro esquema los partes policiales reportan asesinatos, golpizas, violaciones y ofensas a la dignidad humana.
Nuevos tiempos oscuros se aproximan con el surgimiento de facciones políticas y sociedades secretas, amparadas sobre la base de criterios ideológicos que huelen a sangre y al más puro desprecio racial. Sólo en Europa, la organización "S.O.S. racismo" reporta, anualmente, miles de casos en los cuales se han violado los derechos humanos. En Estados Unidos y en América Latina, la explosión de estos grupos neo nazis tiene una presencia y una capacidad de respuesta ideológica similar a la de sus pares alemanes, franceses y españoles. De modo, pues, que estamos en presencia de un fenómeno casi indetenible y de efectos desconocidos en el espíritu de las actuales sociedades.
Al fútbol le gusta jugar a los nazis
Los sociólogos y todos aquellos que suelen estudiar el comportamiento humano a partir de los rasgos inmediatos que se producen en cualquier contexto social, no alcanzan a comprender todavía la fuerza ideológica desplegada en los escenarios multitudinarios del espectáculo futbolístico. Si quisiéramos trazar un perfil deportivo amplio y heterogéneo, hallaríamos en el fútbol una extraña excepción con respecto al comportamiento de sus fanáticos, jugadores e hinchas. El fútbol, por encima de cualquier deporte, es la única disciplina que ha logrado ideologizar al máximo sus prácticas en el propio campo de juego. Hablar de fútbol es referirse, por otros medios, a las pasiones políticas, a los odios raciales y a las pugnas fratricidas entre equipos que comparten algo más que el interés por ganar un campeonato.
Lo político y lo ideológico transformaron al fútbol en un verdadero campo de batalla, cuyas manifestaciones pueden ser vistas, durante cada juego, en la conducta atroz que expresan ciertos grupos delirantes y violentos. El fútbol como sutil metáfora de la política, ha ido más allá de lo posible, ha traspasado las fronteras racionales del juego en cuestión, para proponer una tribuna sustentada en diabólicos odios raciales y en inmorales propagandas de corte netamente fascista. En este aspecto, habría que referirse, en estricto sentido, a una especie de transmutación simbólica de dicho deporte, en el cual anidan y prosperan actitudes que tienen un objetivo claro. Un partido de fútbol no es sólo un partido de fútbol. Es la puesta en escena de dramáticas y odiosas posturas ideológicas nacidas al calor de una competencia y al abrigo de un específico club. Detrás de los colores de una camiseta se revelan otros símbolos, se expresan otros lenguajes y convergen conductas deplorables. La iconografía contemporánea del fútbol apela a la cruz gamada y a otros pertrechos célticos; banderines con raras inscripciones haciendo clara alusión a los odios raciales y al desprecio por las minorías, casi todos inmigrantes africanos y "sudacas".
Skinheads, Ultraboys, Ultra Sur, Hoolingans y Tifosi
Los "Skinheads", conocidos popularmente como "cabezas rapadas", configuran la imagen más fidedigna del militante neo nazi. En Europa suelen ocupar el "fondo sur" de los estadios y, desde allí, arremeten contra los hinchas del equipo contrario. Pero su radio de acción no se detiene ahí. Salvajes, groseros y muy violentos, no escatiman en dar fieras palizas a quienes ellos consideran "negros", asiáticos, árabes o latinoamericanos.
El prontuario policial de estas bandas nazis es terrorífico. Después de los partidos de fútbol destrozan todo lo que a su paso se les atraviesa, no quedando ningún ser vivo alrededor. También al lado de los "skinheads" conviven, en el mundillo del fútbol o en sus bajos fondos, las famosas y tristemente célebres "peñas" futbolísticas. En España, concretamente, las "peñas" cumplen un papel aterrador intimidando, con todos los medios, a los seguidores de los equipos contrarios.
Una peña futbolística es el brazo armado del equipo en cuestión. Así ocurre, por ejemplo, con las peñas que pertenecen al Real Madrid, al Barsa, las Brigadas Blanquiazules del Espanyol, las del Real Oviedo, el Atlethic de Bilbao, las Juventudes Verdiblancas del Rácing de Santander, Biris del Sevilla, Peña Catali del Albacete Balompié, Riazor Blues del Deportivo de La Coruña y así sucesivamente.
Según Mariano Sánchez Soler, autor de un importante y reciente libro titulado Descenso a los fascismos, los miembros que integran estas agresivas peñas provienen de barrios marginales, desempleados y toda clase de resentidos sociales. Ellos son, literalmente, unos cazadores. Van en busca del adversario, lo acosan, le destrozan la cara y lo insultan hasta el cansancio. Algunos de sus lemas son: "La caza del seguidor del equipo contrario, del visitante, se practica antes y después del partido" o "es nuestro enemigo todo aquel que no apoya incondicionalmente al Real Madrid, incluso los viejos, a los que insultamos y nos enfrentamos. Llevamos navajas para defendernos de los que nos atacan".
Todos ellos tienen en común el hecho, bien claro, de auspiciar actitudes neonazis y racistas de todo orden, despreciando, con el pretexto deportivo, lo que es distinto a la condición europea. Su odio racial ha quedado documentado en artículos como los que publica la revista Ultras Sur, donde se puede leer lo siguiente: "Es realmente triste cómo este equipo (el Barca) se ha convertido en una auténtica tribu de mandingas, compuesta en su mayoría por jugadores que no han nacido en nuestro país". Agregan luego que "lo que está sucediendo en el fútbol es un reflejo de lo que tarde o temprano sucederá en otros ámbitos de nuestra sociedad, que si no se pone remedio, se verá invadida por una legión de extranjeros, que lo único que conseguirán es que España pierda su identidad y muchos españoles pierdan su puesto de trabajo".
¡Fascistas de todos los partidos: uníos!
De todos los países de Europa, España parece haber desarrollado la mayor conducta neonazista y, en consecuencia, los resultados se observan hoy a la luz de las posturas ideológicas manipuladas a través del fútbol. El odio racial, la xenofobia llevada a sus últimos extremos, la violencia callejera, la desesperación y el fracaso individual estructuran un caldo de cultivo peligroso en el cual se buscan salidas desesperadas a la inconformidad. Un fascismo "revisitado", un culto inaudito a los símbolos que otrora fueron santo y seña de las bandas armadas de Hitler y grupos económicos que apoyan con grandes sumas los desafueros de las cabezas rapadas, nos hace pensar en el advenimiento de tiempos oscuros, radicales e intolerantes.
¿Cuál será el destino del mundo si llegasen a prosperar, otra vez, los implacables fundamentos de la ideología nazi? ¿Por qué el fútbol concentra e irradia todos estos odios? ¿Se convertirá este deporte en una vergonzosa estrategia política, dejando a un lado los principios rectores que animan su espíritu?
Es obvio que el nuevo fascismo difiere del viejo fascismo hitleriano, pues son nuevas las circunstancias históricas que alientan al mismo. Hay, por supuesto, razones políticas, económicas y existenciales que pudieran estar incidiendo en el florecimiento de un fascismo de cara al próximo siglo. Por lo pronto, allí están sus expresiones mejor acabadas: en el fútbol, en la música, en el culto que manejan algunas sectas religiosas y en otros espacios de la vida pública.
Imagen: Brian Oldham.

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