sábado, 11 de mayo de 2013

NOTAS SOBRE EL FASCISMO (17)

EL NACIONAL - Lunes 01 de Diciembre de 2008     Nación/4
Tras la fingida armonía
WILLIAN LARA
guarico47@hotmail.com

Ilusión de armonía. He aquí el sutil y refinado ropaje con que el pacto de los cogollos se recubre en la instrumentación de una puesta en escena en la que su ideología rabiosamente capitalista neoliberal se manifiesta como una sonrisa de glamour y beatíficas intenciones. Lo aprendieron del Hollywood de Walt Disney, el más grande propagandista del imperio estadounidense, cuyas técnicas del disimulo, la apariencia, el engaño y el fingimiento alambicado y de ensoñación lograban las más de las veces que pasara desapercibido el objetivo de persuadir, convencer, socializar con valores, modos y estilos de vida, creencias, actitudes, hábitos a los espectadores para convertirlos en militantes del american way of life, una de cuyas expresiones actuales es la adoración capitalista sostenida tras las palabras de fingida fraternidad de gobernadores, alcaldes, dirigentes partidistas, dueños de medios y opinadores de la derecha interna, tan exógena en su ideología como el propio George Bush. Baratijas para ilusos es todo ese discurso conciliador que elude la realidad de las causas de los conflictos nacionales, los cuales –en conjunto– constituyen manifestaciones de la injusticia estructural económica, social, política, cultural en la que se han debatido las mayorías nacionales, ahora en proceso de redención en el contexto del proceso de cambios democrático revolucionarios. Mayorías cuyos logros son otra vez amenazados por grupos fanatizados, ebrios de rencor y supremacía social.
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Los mismos que discursean parloteando con palabras al uso sobre el reconocimiento del otro, probablemente seleccionadas en forma previa por los creativos que se creen con derecho a pensar por los demás, son los que amparan a militantes fanatizados en los programas contra los médicos de Barrio Adentro, los estudiantes de la Unefa o de la Misión Sucre, en una reedición al calco de sus hazañas del 11 y el 12 de abril de 2002. Recuérdese el asedio a la embajada cubana; toda una síntesis de la épica fascista desplegada sin frenos y con adrenalina a reventar. "Fraternidad", dicen, mientras con su silencio aplauden la imposición del terror en los municipios donde los votos del revanchismo le dieron cargos. "Respeto a la Constitución", exclaman a la vez que pisotean la carta magna pateando los derechos que la misma consagra para todos, especialmente para los pobres de los barrios, e intentan vulnerar la soberanía nacional tratando de reimplantar el Plan Bratton de Alfredo Peña, aquel que pasó de alcalde a prófugo mayor y vive como rey en el exilio dorado con los reales del pueblo.
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Más allá de la apariencia de las frases fraternas tipo el hipócrita perfecto, en el repliegue más oscuro de la más pestilente neurona de estos burgomaestres, gobernadores y demás especímenes de la derecha se esconde, como una garrapata hambrienta de sangre de pueblo, el águila imperial del fascismo. Su más alta querencia es el golpe del 11 de abril de 2002. Acarician el sueño de repetir aquellos sucesos. Su obsesión, el empecinamiento que les mueve, la fuente de su fijación: despacharse a Chávez, a los demás dirigentes revolucionarios y sus seguidores, y volver a hacer de Miraflores el negocio de este mundo, el más lucrativo, el más rentable, el de las ganancias millonarias para la élite de los amos del valle, de la tecnocracia, de los negocios sin licitación pero con padrino, del reparto de contratos, comisiones y cobro de sobornos, del tráfico de influencias, pues ...
Composición gráfica: http://fidelernestovasquez.wordpress.com/2013/05/08/cuantos-compatriotas-tienen-que-morir-para-saciar-la-sed-de-sangre-del-fascista-asesino-hcapriles/

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