sábado, 11 de mayo de 2013

NOTAS SOBRE EL FASCISMO (13)

EL NACIONAL - Miércoles 22 de Julio de 2009     Opinión/9
Hora Mundial
El rojo y el pardo
DEMETRIO BOERSNER

En su interesante monografía Making Sense of War: The Second World War and the Fate of the Bolshevik Revolution (Princeton, 2001) el profesor estadounidense Amir Weiner demuestra que durante su gran guerra patria contra el nazi-fascismo invasor, el pueblo soviético y el Partido Comunista recibieron impactos sociológicos e ideológicos que, paradójicamente, los aproximaron un poco al enemigo que combatían. La guerra entre naciones prevaleció sobre la lucha de clases, el patriotismo ruso resultó más fuerte que el internacionalismo proletario; surgió un nuevo liderazgo calificado por su papel en la guerra más que por su convicción revolucionaria; los contactos con el enemigo y con poblaciones influidas por éste hicieron que en los corazones de los soldados rojos anidasen actitudes y prejuicios reaccionarios e incluso fascistas y racistas.
Por reflexión propia señalamos que, incluso antes del gran conflicto, durante los dos años del Pacto Hitler-Stalin, habían ocurrido acercamientos entre los dos totalitarismos, el nazi y el estalinista, que se estudiaban recíprocamente. Sobre todo entre la Gestapo y la GPU (predecesora del KGB) existía una colaboración e intercambio de experiencias. En la década de los años noventa, después del colapso de la URSS, los comunistas y los fascistas de Yirinovski se aliaron y hubo agrupaciones "rojipardas" que reunían a neoestalinistas y neonazis.
Por lo demás, el fascismo siempre tuvo sus "alas izquierdas", fundamentalmente pequeño-burguesas con algún apoyo obrero, y adversarias de la alianza del fascismo de derecha con el gran capital oligárquico. Esto existió entre los "squadristi" italianos, en el sector nacionalsindicalista del falangismo español, y en las disidencias anticapitalistas encabezadas por el capitán Röhm y los hermanos Strasser en el seno del Partido Nazi alemán.
Los fascistas de izquierda, ciertos comunistas y algunos nacional revolucionarios del tercer mundo se sienten unidos. Reaccionan con violencia contra las injusticias del capitalismo, contra el neocolonialismo arrogante, contra un liberalismo y una socialdemocracia que les imponen el reto de la responsabilidad individual y contra un cosmopolitismo que los acompleja culturalmente. De país en país, se encuentran y se entienden. Han inyectado su mezcla de dogmas bolcheviques y neonazis en mentes castrenses latinoamericanas que combinan la denuncia del imperialismo y de las oligarquías con la referencia a una "raza de víboras".
Imagen: Bill Wadman.

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