lunes, 13 de mayo de 2013

DE UNA INDUSTRIA SIN CHIMENEAS

De la reindustrialización política
Luis Barragán


Todavía inconclusa, los consabidos hechos acaecidos en la Asamblea Nacional apuntan a una necesaria y urgente reivindicación no sólo de las fuerzas de oposición, sino de toda la institucionalidad parlamentaria. Y, más allá, a la recuperación del tejido social y reconstrucción del circuito institucional de los partidos, sindicatos, condominios y asociaciones vecinales, gremios profesionales y empresariales, entre otras de las legítimas manifestaciones de la llamada sociedad civil, luego de catorce años de lesiones y cortorcuitos  que hoy los caricaturizan.

Regresando de la premodernidad que nos asfixia, la reindustrialización política del país supone el reconocimiento de las más variadas y creativas expresiones de la vida pública que, al  realizar convincentemente la democracia interior que tanto se reclama exteriormente, sea capaz de innovar las fórmulas de participación y de representación, comenzando por recobrar aquellas extraviadas que, paradójicamente, se mostraron mejores que las ahora proclamadas.

Así como la policía no garantiza la persecución del delito que la desborda, confundiéndose con él hasta generar la desconfianza hacia el Estado mismo, existen entidades de naturaleza y características muy definidas que se desenvuelven artificialmente, acelerando la descomposición de los espacios colectivos.  Lo peor es que no encuentran una vigorosa interpelación y contrarrespuesta en la sociedad que las sufre, como poco o nada logran los observatorios ciudadanos de la criminalidad u, otro ejemplo, la supuesta contraloría social que afronta el seguimiento de una empresa tan compleja y especializada como PDVSA.

Negada su conformación a través del voto universal, directo y secreto, la colosal simulación de un poder popular escasamente abona a la posibilidad de otros ámbitos reales de participación y representación, pues, las juntas comunales apenas perfeccionan los mecanismos clientelares y lucen condenadas a servir de sendos comités de defensa de la revolución que las financia. Por cierto, muy lejos de las instituciones que espontánea y eficazmente se daría la clase obrera, añadidos los consejos de fábrica, según Gramsci.

Una nota importante del retroceso institucional que hemos experimentado, reside – además – en la afectación de las relaciones personales de los dirigentes de signos encontrados, pues, sorprendentemente, los oficialistas  exteriorizan el odio gratuito hacia los opositores, llegando a la más absurda y brutal violencia que los avale, promueva y jerarquice en los deslealmente competitivos elencos del poder. Responde a un fenómeno más generalizado o global, como el de la políticamente desindustrializadora imposición de las relaciones de simpatía o antipatía personales, sumado el campo opositor, restándole sentido y dignidad al ejercicio cívico.

Sospechamos que los personeros oficialistas ignoran algunas de las circunstancias que también explican nuestro historial republicano, pues, a modo de ilustración, les sorprendería que un líder comunista de amplia y sacrificada trayectoria como Eduardo Machado, asistiese a la celebración de un aniversario de COPEI, cumplimentando a sus dirigentes (2001, Caracas: 14/01/1981). O que, luego de la grave división de los arsistas que peleaban por ser reconocidos como la legítima Acción Democrática de Oposición,  en un año de dramáticas turbulencias, aceptasen reunirse con el Presidente Betancourt que defendía a la Acción Democrática de Gobierno, así no llegasen a acuerdo alguno (Élite, Caracas, 11/05/1963, nr. 1963).

Suele pasar, cuando la intolerancia llega a los actuales extremos, intentando prefabricar una polarización que es propensa al suicidio político, prosperan las complicidades soterradas. Por ello, el insólito y enfermizo rencor se traduce en un colaboracionismo de cotizaciones que varían, alimentado por el oportunismo y la traición, orgulloso de su orfandad ética.

El resarcimiento institucional que nos merecemos, ha de guardar correspondencia con una cultura política alternativa, capaz de vencer la mentalidad rentista que nos agobia. Empero, no habrá desarrollo político con un liderazgo que, desde las distintas aceras, lo convierta en un simulacro.

http://www.noticierodigital.com/2013/05/de-la-reindustrializacion-politica/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=966041

Fotografías: El Presidente Betancourt se reúne con los líderes de AD-Oposición, Raúl Ramos Giménez, Marcial Mendoza Estrella y Ramón Quijada (1963). Y Eduardo Machado expresa su salutación aniversario a la dirigencia copeyana (1981).

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