lunes, 8 de abril de 2013

CHIVOS EMISARIOS Y EXPIATORIOS

Trágico MIR
Ox Armand


Carlos Ramírez Faría publicó en 1978, un libro llamado “La democracia petrolera. De Rómulo Betancourt a Carlos Andrés Pérez” (El Cid Editor, 1978). Abanicó la primera etapa del puntofijismo, como fue costumbre en la Venezuela de antes, en la el que un analista y, a la vez, activista político, independientemente de su importancia dirigencial, ensayaba una mirada de conjunto, aunque no fuese rigurosamente historiador. O, siéndolo, se atrevía a esa mirada, como ocurrió con Domingo Alberto Rangel, Rodolfo José Cárdenas, y – más acá – Gerónimo  Pérez Rascanieri, profesional de la investigación, pero con una postura política definida (tiene tres tomos recientes). Por cierto, Ramírez Fría es hijo de Carlos Ramírez  McGregor, ya desaparecido, quien fuese propietario de la revista “Momento”: aquél, radicalizado como marxista; éste, en sentido contrario.

El caso está en que Ramírez Farías da cuenta un poco de las nuevas generaciones adecas de la clandestinidad antiperezjimenista que se apoderan (SIC) del aparato partidista, como Simón Sáez Mérida, Silvestre Ortíz Bucarán, Isabel Carmona, Jesús Villavicencio, Alfonso Salazar y Armando González. Le agregaríamos, Américo Martín. Y, al volver la vieja guardia (y la intermedia), al país, por 1958, encontrará a los muchachos que, por ejemplo, en el caso de Sáez Mérida, secretario general de Acción Democrática, personalmente no conocen.

Muchachada que, al triunfar Fidel Castro en Cuba, levantando entusiasmos, va radicalizándose y, si bien es cierto que la vecindad con el PCV ayuda, no menos cierto es que viven un proceso propio de reflexión política que apunta al viejo y presunto propósito adeco de arribar al socialismo, habida cuenta que estuvieron a la merced de las circunstancias de la dictadura, acatando buena parte de las directrices del liderazgo en el exilio, con una autonomía tal que no se sospechaba de correctivo disciplinario o reorientación ideológica alguna. Esto no lo dice Ramírez Farías, sino es nuestra hipótesis, porque – entre otras cosas – su versión es la del propagandista político con aspiraciones de profundidad  en el análisis. Pero retrata la crisis social y económica que abonaba a esa independencia del carácter y la conducta política con la emoción de la Sierra Maestra. Por algo, en este único volumen que le hemos visto, termina con un capítulo llamado “Betancourt y el subdesarrollo”.

NACE EL MIRISMO, MÁS QUE EL MIR

Realizados los comicios generales de 1958, AD surge como el principal partido del país hasta alcanzar la presidencia de la República, mas son varios los partidos en uno. Y los muchachos, término que empleamos por comodidad, se alzan con Domingo Alberto Rangel y Simón Sáez Mérida, diputados principales al Congreso Nacional, a la cabeza.

El nacimiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), en el seno de Acción Democrática, no se decreta. Es parte de un proceso de confrontación con la guardia más vieja y la intermedia (como Raúl Ramos Giménez).  Algunos analistas de opinión e historiadores de oficio, les falta consultar más a Giovanni Sartori, por no hablar del clásico Mauricio Duverger, para apreciar cómo surgen, se mueven, perfeccionan, diluyen o mueren las tendencias partidistas. La alianza gubernamental con partidos de derecha y sectores empresariales, o el caso de las transnacionales del petróleo y el más sonado de la Reynolds que, si mal no recordamos, explota el ramo metalúrgico, eleva la protesta de los muchachos que tienen voto constante y sonante en el parlamento (con Jesús María Casal, Villavicencio, entre otros).  Ese proceso tan lleno de contradicciones, tiene un doble catalizador: la política económica de inicios del gobierno de Betancourt, traducida en una crisis social, y el ejemplo cubano. Así, un 8 de abril de 1960, con un mitín celebrado en Maracaibo, no una reunión de cafetería, emerge el nuevo partido sobre los hombros de la muchachada adeca. Y ya para el 10 de julio de ese año, está formalizado teniendo por cabeza a Antonio Delgado Lozano y Domingo Alberto Rangel, con una dirección en la que, entre otros,  figuran Sáez Mérida, Pedro Elías Hernández, Gumersindo Rodríguez, Carmelo Laborit, Jorge Dáger,  Ortíz Bucarán, Martín, Isabel Carmona de Serra, Casal, Lino Martínez y Rómulo Henríquez.  Gumersindo viene de ejercer la Secretaría Juvenil de AD y Martín es uno de los más destacados líderes estudiantiles que, a la vuelta de la esquina, presidirá la FCU-UCV (cuando ella era importante, porque importantes eran sus dirigentes: valga la cuña).

El del MIR es un ultraizquierdismo afín al proceso cubano, con un romanticismo de efímera existencia, debido – de un lado – a la cruel, dramática y cruda realidad de la insurgencia, y, por el otro, a sus tempranísimas deserciones. Algo que constituye todo un fenómeno, el del mirismo como sinónimo de un demencial voluntarismo que contrastará con la ortodoxia y tradición del PCV, y la paciente estrategia cívico-militar, infiltradora del ejército, del douglismo.

NOTAS DE INTERÉS

No vamos a prolongarnos sobre la historia de este partido, sino a señalar cuatro notas de interés:

•    Se declarará marxista-leninista y, contribuido financiera y políticamente por Cuba, competirá con el PCV por liderizar las guerrillas, sobre todo después de la famosa editorial de su semanario “Izquierda”, clamando por la insurrección.  Y, luego de recibir todos una decisiva derrota en las elecciones de 1963, en la que creyeron fervientemente en una abstención que no se dio, se hará definitivamente el partido fidelista por excelencia hasta que deba competir en este terreno con Douglas Bravo, para enfrentarse al PCV en 1967 ante y a favor de … Castro.

•    Irremediable, se dividirá en el curso de la época y, a pesar de valerse de las ocasiones subversivas, como a finales de los sesenta, a propósito del llamado Movimiento de Renovación Universitaria, distorsionándolo (Agustín Blanco Múñoz dixit), va diluyéndose. Ido desde hace rato Rangel,  contando con desertores (unos volverán a AD, arrepentidos: sin alusiones personales),  y, líderes presos, en 1973 es legalizado de nuevo con aspiración  a las curules.. Apoyarán a José Vicente Rangel y ensayarán con Martín (“Manos limpias al poder”) en las presidenciales de 1978.

•    Ya hay dirigentes del MIR que hacen vida parlamentaria en los setenta y, aunque confrontan duramente con el MAS en las universidades, campo que les parecía exclusivo, en los ochenta se fusionan.  Y, más allá de Chávez Frías, definitivamente languidecen. Pocos dudan de la vocación parlamentaria y de la reciedumbre que también imprimieron al MIR líderes de la talla de Martín y Moisés Moleiro, incluso, intelectuales con obra publicada. Éste último, merecedor de un homenaje convencional de reciente data en la Asamblea Nacional, cuando nunca le faltó el reconocimiento del adversario en la “cuarta república”, se hizo más escéptico en los últimos años de su vida: inteligentemente escéptico, diríamos. Sin embargo, la siguiente de esta rápida nota apunta al problema de las personalidades históricas del MIR.

•    La más destacada al iniciarse, fue Domingo Alberto, un inmejorable publicista que siempre creyó que la historia del país la partió en dos el partido. Sorprende su más esperanzado proselitismo mirista, en el que invirtió toda su fogosa imaginación. Cae preso en 1963, se va del país luego de liberado, y, como si hablase de un tercero que amerita del análisis, mas no del dirigente fundador, a lo sumo, se aleja de todas las vicisitudes de la militancia política y no ha pasado nada. Volverá finalizando la década a dar clases en la UCV, algunos lo acusan de traidor, haciéndose partidario de la abstención. No colocamos un referente expreso de sus opiniones sobre el MIR, porque casi toda su obra está bañada de las alusiones al  partido, más nada, señalando de entreguistas a Martín y Moleiro, por ejemplo.

¿POR QUÉ SÓLO GUMERSINDO?

Al respecto,  en la consideración histórica del MIR, que nació en condiciones auspiciosas y escasamente repetidas en nuestra historia política, que no pondera suficientemente Ramírez Faría, por ejemplo, como la existencia de cuadros juveniles duramente experimentados e ideológicamente inquietos, desde el principio se impuso la denuncia, el señalamiento y la descalificación de sus desertores, traidores, incosecuentes, en la propia etapa de la fundación. Y son largos los párrafos, haciendo escuela que los del PSUV repiten, sin saber de esas circunstancias, Gumersindo Rodríguez es el emblema recurrente de Rangel. Y, por ello, pidiendo disculpas, cuando nos ha tocado elegir una fotografía decidora, Rangel y Gumersindo se convierten en nuestra pequeña galería de ilustración.

Gumersindo es quien escribe la famosa editorial de “Izquierda” en 1960 y, a falta de fuero parlamentario, la autoría es asumida por Rangel. Desatados los demonios,  de repente desparece del mapa, con una beca oficial para un postgrado en asuntos económicos, en Londres. Más nunca se quitará el señalamiento de encima, actualizado cuando – ganador Carlos Andrés Pérez, en 1973 – ocupa el decidido ministerio sin cartera de Coordiplan, pariendo el V Plan de la Nación, junto a otros antiguos miristas.

Por 1963, cuando está de nuevo en el país, integrante del Consejo Supremo Electoral, le dirá a la periodista Ana Mercedes Pérez: "Domingo Alberto, mi inspirador, ahora es un desecho y ni siquiera sabe escribir. Creo que está loco".  Será con Agustín Blanco Múñoz (1989) que dirá que nunca estuvo de acuerdo con esa división de AD, lo agarraron los acontecimientos y, antes de la división, ya hacía maletas para irse a estudiar. Además, el acto de fundación no tuvo las masas que dijeron, la editorial significó un pleito con Rangel, quien arrastró al partido a la violencia. Por si fuese poco, inmaduro, incurrió en un error que no cometieron González Navarro, Simón Alberto Consalvi y Octavio Lepage.

González Navarro se quedó y será más tarde que se vaya para el MEP de Prieto Figueroa, mientras que Consalvi le confesará a Ramón Hernández (2011) que se fe a una embajada para atemperar los ánimos, con la paternal comprensión de Betancourt. Y Lepage se quedará provechosamente, aunque Rangel aseguró que era integrante del MIR clandestino de AD, en un discurso pronunciado en la Cámara de Diputados del 23/05/62 (Diario de Debates, nr. 28), ocasión en la que confirmarán la inhabilitación del MIR y el  PCV.

Otra figura es Jorge Dáger, quien en la sesión de la misma Cámara del 25/02/62 (DD, nr. 29),  se declaró independiente, asegurando que todos sabían por qué no continuó: “Me salí del MIR porque tenía que ser. Por último, porque me dio la gana. Y yo sí asumí mis responsabilidades”. Por lo menos, fue respetable y honesta la decisión, pero – ya para finalizar esta nota reminiscente -  lo que queda del MIR, a nuestro modesto entender, fue la culpa echada a terceros por desleales, traidores y desertores.

¿Por qué debe pagar Gumersindo Rodríguez los platos rotos? Por ello, para entender a cabalidad el mirismo, es necesario hacer una lista de sus fundadores que hasta magistrados de la Corte Suprema de Justicia fueron, en menos de un lustro de su fundación. Y hasta uno que le dio un escupitazo a Carlos Andrés Pérez en el Congreso, después fue su ministro….

Fotografías: Sesión del Consejo Supremo Electoral. Fotografía: Scotto. Elite, Caracas, nr. 1951 del 16/02/63. Y Domingo Alberto Rangel (1960).


http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/14677-tragico-mir

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