domingo, 24 de marzo de 2013

SACERDOCIO

NOTITARDE, Valencia, 24 de marzo de 2013
"Caminando con Cristo"
La Semana Santa: Pascua de Cristo (LC. 24, 14-23,56)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

Muchas personas desconocen el sentido de lo que los cristianos católicos llamamos "la Semana Santa", que tiene su origen en la Pascua inaugurada por Cristo con su Pasión, Muerte y sobre todo su Resurrección. La Pascua de Cristo coincidió con la Pascua o fiesta pastoril de los judíos que duraba siete días y en la cual se ofrecía o inmolaba un cordero ante el altar, cuya sangre derramada simbolizaba el perdón de los pecados y la bendición para el pueblo; además, se celebraba en esta semana la cena pascual. Dicha semana se celebraba a partir del 14 de Nisán (que es el primer mes del calendario religioso judío, correspondiente a nuestro marzo-abril. Del 14 al 21 de Nisán se celebraba la fiesta de pascua). Cristo en la Última Cena (celebrada el Jueves Santo) unió la pascua judía con su propia Pascua; porque ahora no será la sangre de un animal la que salvará de los pecados o traerá la bendición al pueblo; sino que ahora su sangre derramada en la cruz, de una vez para siempre, librará a la humanidad de todos los pecados; traerá la bendición perfecta de Dios Padre. La Cruz será la mayor prueba de amor de Dios por la humanidad que fue capaz de entregar a su propio Hijo, siendo inocente, para rescatar al ser humano que era y es esclavo del pecado; ese ser humano que lleva y experimenta dentro de sí la división entre el bien y el mal, entre vida y muerte, entre esclavitud y libertad, entre virtud y miseria. Por eso, a partir de aquel Viernes Santo, en que Cristo entrega su vida por la vida del mundo y de cada ser humano de ayer y de hoy; se nos sigue ofreciendo la Salvación y así, en nuestro aquí y ahora, cada persona que crea y acepte a Cristo como Dios y Hombre verdadero, que crea que Él es el "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" y viva de acuerdo a su Palabra que se resume en amor, que se acerque con fe al Sacramento de la Eucaristía y de la Confesión, ese hombre recibe la libertad, la liberación de sus pecados, actualiza en su vida aquello que Jesús hizo y celebró de una vez para siempre. Por tanto, Cristo con su Pascua superó al cordero inmolado por los judíos, estableció en la Cruz y con su Resurrección una Nueva Alianza centrada en el amor y dejó como memorial la Eucaristía, actualización del mismo sacrificio realizado en la Cruz.
La Semana Santa, es también para la Iglesia Católica, la fiesta por antonomasia, la fiesta sobre todas las fiestas. En ella celebramos el paso de Cristo por este mundo (eso significa la Pascua = paso), que con su pasar de la muerte a la vida, nos señala nuestra nueva situación; no estamos condenados al pecado, a la oscuridad, a la muerte eterna, sino que estamos llamados a la gracia, a la luz, a la vida sin fin que Él nos conquistó con su Pasión, Muerte y Resurrección y que cada hombre o mujer va asimilando en la medida que pasa del pecado a la vida en Cristo; es decir, a vivir de acuerdo a la fe, la esperanza y el amor; sobre todo esto último, porque quien ama cumple la ley entera y vive el mensaje central del cristianismo y el amor no tiene límites ni fronteras e implica la donación y entrega total, sin reservas, sin discriminación; como lo hizo y nos sigue enseñando Nuestro Señor, Jesucristo.
Toda celebración de la Iglesia Católica es celebración del misterio pascual; es decir, tiene su raíz, su fundamento en lo que Cristo realizó de una vez para siempre, tiene su centro en aquella primera Semana Santa y que ahora llega a nosotros por la fe, por los sacramentos que actualizan, sobre todo en la Eucaristía celebrada cada domingo, lo que Cristo realizó. Por eso, cada día es pascua, paso del Señor por tu vida y mi vida, oportunidad para cambiar, para aceptar a Cristo como único Dios y Salvador.
La Semana Santa celebrada litúrgicamente, como la hacemos desde hoy con el Domingo de Ramos, nos recuerda e introduce en la Pasión de Nuestro Señor, Jesucristo, el Jueves Santo celebramos la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, el Viernes Santo recordamos la Muerte de Cristo y el Sábado Santo o de Gloria, entonamos Aleluya, Gloria, porque Cristo ha resucitado y nos garantiza así nuestra futura inmortalidad.
IDA Y RETORNO: Aprovechemos esta Semana Santa para acercarnos a Cristo, para vivir el encuentro con los hermanos, para ayudar a que otros se acerquen a Dios y para orar por nuestro país y nuestra Iglesia en Venezuela.
Desde ya quiero felicitar a nuestro Arzobispo y a todos los hermanos sacerdotes y diáconos, que el próximo Jueves Santo celebraremos el día del sacerdocio entorno al pueblo fiel; ocasión para orar unos por otros y vivir la fraternidad y nuestro compromiso con el pueblo cristiano. Los invito a seguir orando por sus pastores y a pedir más vocaciones y la perseverancia de los buenos seminaristas.

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