domingo, 17 de marzo de 2013

DESEMBOVEDAMIENTOS

EL NACIONAL - Domingo 17 de Marzo de 2013     Papel Literario/4
Arte
Una mirada a los salones privados de arte primigenios en Venezuela
BEATRIZ SOGBE

Como nace la palabra "Salón" El siglo XVII es un siglo innovador en la práctica comercial del arte. Se origina la denominación "Salón" e hizo posible que París se convirtiera en el centro del arte mundial hasta los inicios del siglo XX. Veamos la historia. El pintor Antoine Watteau (1684-1721) recibe el encargo de pintar un óleo que representara la tienda de objetos parisina del comerciante en arte y antigüedades EdmeFrancois Gersaint (1694-1750) ­quien era amigo y vendedor de las piezas de Watteau. Este pinta el lugar recreando un sitio con personas interesadas en los objetos exhibidos. Gersaint, con gran olfato comercial, utiliza ese cuadro como cartel publicitario de su negocio. Y así nace el primer anuncio de publicidad de una galería.
El local ­que aún existe­ se ubica en una estrecha casa en el Pont Notre Dame. Y a este hombre visionario también se le ocurre hacer el primer catálogo, con texto crítico, de unos grabados de Rembrandt. Viendo que las personas al leerlos mostraban más interés por las obras y las adquirían, decidió editar catálogos. Y constata que los artistas también se interesaban en exponer y ofrecer allí sus piezas ­pues así les quedaba un testimonio de la muestra.
Comienza entonces en París un gran auge en el comercio del arte. Se crean nuevos coleccionistas y aparecen más galerías.
El coleccionista más grande de su tiempo ­que no provenía de la nobleza­ fue Pierre Crozat (1661-1740), que tenía unos 19 mil dibujos y 400 pinturas. No hay que extrañarse de la afición, ya que Monsieur Crozat era el Tesorero Real. Suponemos que tantas adquisiciones no siempre provenían de sus fondos personales ­aunque se decía que su fortuna personal era muy cuantiosa. No lo dudamos.
Este auge inusitado de compradores incentivó a que se realizaran las primeras grandes exposiciones de arte y la Real Academia de Arte ­que son también un invento del siglo XVII francés. Las exposiciones organizadas nacen por primera vez en 1665, a las que inicialmente sólo podían asistir cortesanos. Pero, a partir de 1765, se abren al público en general.
Igual sólo asistía gente allegada a la corte.
A fines del siglo XVII se montó ­con gran éxito­ en la Grande Galerie del Louvre la primera exposición. Y, a partir de 1737, en el contiguo Salón Carré. De ahí se impuso la denominación "Salón" para las exposiciones de artistas, ya en el siglo XIX. Paralelamente, los marchand de arte comienzan a llamar galerías a sus comercios de arte por el mismo motivo.
Salones privados de arte en Venezuela Nos propusimos hacer un rescate de los salones privados en Venezuela. Una misión que se volvió un reto. Aunque parezca increíble en el archivo del Centro de Información Nacional de las Artes Plásticas (Cinap) en la GAN, la carpeta de los Salones Planchart no existe. Así que tuvimos que empezar por indagar partiendo de cero. Así nos percatamos que estaba a punto de olvido una parte importante de la memoria plástica reciente del país.
¿Por qué ese empeño de rememorar los salones privados? Porque ellos fueron la apertura de la abstracción en Venezuela y significaron el lanzamiento de los nuevos maestros venezolanos.
Salon Planchart ¿Qué pudo llevar a los esposos Anala y Armando Planchart a fundar un salón de arte, en 1948? Las crónicas de la época relatan que Armando Planchart tenía dos amigos consuetudinarios: Antonio Edmundo Monsanto y Manuel Cabré. Es muy probable que Monsanto le haya inducido a realizar el 1er Salón Planchart de arte, que se inauguró el 31 de octubre de 1948, en la Sede de A. Planchart & Cía. Sucrs C.A., en Puente Mohedano (hoy demolida).
Planchart comienza como humilde mensajero hasta instalar su célebre venta de automóviles en una bella exhibición de vehículos en un edificio Art Decó en Puente Mohedano, al Este de El Conde ­que fue demolido para construir la Torre Este de Parque Central. Al Norte se ubicaron los tenebrosos espacios de la Seguridad Nacional. Al Sur, la venta de vehículos de Sucre & Cía., quienes posteriormente comprarían las acciones de A. Planchart & Sucrs, C.A. Se dice que fue Planchart quien popularizó la venta de vehículos en Venezuela.
Planchart y su esposa Anala, fueron ­en su tiempo­ el fiel ejemplo de la tenacidad y el compromiso con la sociedad que puede tener un privado.
Hombre conocido por la extrema generosidad y por su casa El Cerrito, diseñada por el arquitecto Gio Ponti. Al inicio de los tiempos del dictador Marcos Pérez Jiménez se pusieron de moda los vehículos que vendía: Cadillac y Chevrolet. Cadillac para los más adinerados. Chevrolet para los emergentes.
Los premios en metálico de los salones Planchart eran demasiado atractivos para su tiempo. Un primer premio de 5.000 bolívares (equivalente actual a 60.000 bolívares). Un segundo premio de 2.000 bolívares.
Un tercer premio de 1000 bolívares. Y un premio popular de 1.000 bolívares ­por votación del público asistente. El cuadro favorecido con el primer premio pasaba a ser propiedad de la firma promotora. Esos cuadros actualmente están prácticamente desaparecidos.
En este primer salón de arte, con un jurado integrado por Doña Ana Luisa Planchart, Bernardo Monsanto, Armando Lira, Carlos Eduardo Frías y Alfredo Boulton, la participación de los artistas fue sorprendente. Luego de una selección previa quedaron cincuenta obras. Los ganadores de la primera edición fueron Juan V. Fabbiani, Rafael Monasterios, Armando Barrios y el premio popular lo obtuvo Tomás Golding. Sorprende que entre los importantes participantes fueran ignorados por el jurado artistas como Marcos Castillo, Francisco Narváez y Armando Reverón. Quisiéramos ver esas obras para analizar las premiaciones.
Hay indicios interesantes de aceptación de las nuevas tendencias, ya que en 1956 se le otorgó el tercer premio a Carlos Cruz-Diez, este fue el primer reconocimiento que se le otorga a una obra abstracta en Venezuela.
Los salones d’Empaire La historia de Carlos Julio d’Empaire, en el Zulia, daría para un libro. Y con muchas migas. Descendiente de una familia francesa, que llegó a Maracaibo desde Lyon pasando por Saint Thomas, en el siglo XIX, Carlos Julio fue desde mensajero hasta exitoso agente viajero.
Y no uno convencional. Fue el primero en llevar un carro desde Maracaibo, en una piragua, hasta la zona oriental del Lago.
Estos automóviles, "todos abollados, pues más que carreteras lo que existía eran unos caminos empedrados y polvorientos, los llevaba hasta el estado Táchira", donde le vendía los carros a Eustoquio Gómez.
Golpeados, con bastantes kilómetros a cuestas y suponemos que nada económicos, pero como todo asunto comercial: no había más. Carro era carro, en un país de mulas y carretas.
Fue así que Carlos Julio se volvió un empresario muy próspero. Fue de esas personas que donde otros ven problemas veía oportunidades. Su venta de carros en Maracaibo, llamada Carlos J. d’Empaire & Cia., fue la primera que tuvo aire acondicionado en Maracaibo. Fue tan extraño el asunto, que la gente no quería entrar pensando que se enfermarían.
Rápidamente Carlos vendió el enorme aparato que le producía un bajón en las ventas.
Su hijo mayor no estaba para esas cosas. Lo habían enviado a estudiar Administración en Estados Unidos para que continuara el negocio familiar. Pero Oscar d’Empaire sólo quería ver arte y disfrutarlo. Después nacería el artista. Estaba a punto de aparecer el primer promotor cultural del Zulia. Le insiste a su padre en realizar un salón como el Planchart en Caracas. Y exhibirlo en la venta de vehículos. Su padre acepta. Acababa de nacer el Salón d’Empaire.
Para 1956 ya hay una profesionalización del salón marabino con la inclusión de un jurado nacional. En ese salón obtienen los primeros premios Víctor Valera y Oswaldo Vigas, con obras abstractas. Lo que ocurre, en forma paralela, con el Salón Planchart. En 1963 obtiene el primer premio Francisco Hung. Al año siguiente obtendría el primer premio en el Salón Oficial y, el siguiente, el premio adquisición en la Bienal de São Paulo. En 1969 obtiene el primer premio de escultura Víctor Valera, esa fue el primer reconocimiento a una escultura abstracta. Un asunto que causó no pocas polémicas en los diarios locales ­que no entendían la premiación a "una horrenda máquina de escribir". Los salones d’Empaire significarían el lanzamiento de los futuros maestros de la plástica nacional: Francisco Hung, Renzo Vestrini, Lía Bermúdez, Alberto Brandt, Luis Guevara Moreno, José Antonio Dávila, Fernando Irazábal, Roberto Obregón, Mercedes Pardo, Maruja Rolando, Elsa Gramcko o Humberto Jaimes Sánchez. Lo demás ya es historia.
NOTA
La autora agradece a Oscar d’Empaire, Rafael Sucre, Maitena de Elguezabal, Gladys Yunes y a Román García Machado.

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