domingo, 27 de enero de 2013

SABOTAJE

Largo y extenuante post-perezjimenismo
Luis Barragán


Incapaces de hacerlo en los eventos oficialistas, donde realmente peligrarían sus vidas, un piquete de muchachos intentó el sabotaje del acto de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en defensa de la “era de oro” del perezjimenismo, según los pendones exhibidos. Y, aunque no logró empañarlo, la sola tentativa merece la  atención preocupada y dolida de los venezolanos en constante retroceso hacia etapas que se creyeron superadas, tal como lo advertimos un año atrás (http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=834334).

El perezjimenato, como régimen, generó  - al caer – el perezjimenismo que se hizo tal, como movimiento político y social, con los resultados electorales de 1968 hasta diluirse irremediablemente, ante todo  por el desinterés y la comodidad de su presunto fundador. Pocos imaginaron una etapa postrera de aparente resurrección, por subatómica que fuere, acaso para demostrar la propia supervivencia del pensamiento positivista en Venezuela.

Décadas atrás, siendo otras las condiciones sociales y económicas que dificultaron su definitiva inserción, contó con un elenco dirigencial que, en lugar de apostar por su desarrollo político, lo hizo con algunas de las circunstancias que - únicamente fortuitas - les fueran favorables. Finalizando la década de los sesenta y principiando la de los setenta, animándolo, las dictaduras  dijeron renovar el pretorianismo en el continente, a raíz del proceso vivido en el Perú de Velasco Alvarado y el sensacional regreso de Perón a Argentina.

El perezjimenismo que se hizo electoralmente competitivo en un estelar y primer instante, no supo interpretar y canalizar las demandas de los sectores urbanos todavía impactados por las facilidades y promesas de la masiva migración que su régimen produjo, provenientes de los más lejanos rincones del país. Desprovisto de la convicción, paciencia, habilidad y oportuna contundencia respecto a sus más variados adversarios, en el curso de una recomposición política que todavía distaba del bipartidismo, optó por una sistemática perturbación ambiental, esperanzado en el regreso heroico de Marcos Pérez Jiménez, cuya teledirección – digamos – no impidió que algunas individualidades intentasen sobrevivir - a través de las concesiones y prebendas - por cansancio: “La Moraleja”, hogar madrileño del otrora dictador, fue construida a prueba de todo desastre nuclear, por lo que – era de esperarse – la política doméstica y sus amarguras no hallaban domicilio en ella.

Sabotaje parlamentario

El perezjimenismo logró una alta votación en los comicios generales de 1968, traducida en innumerables curules parlamentarias y edilicias. Pérez Jiménez conquistó la senaduría por el Distrito Federal, sin obtener los sufragios necesarios para la diputación del estado Táchira: una simultánea nominación que tuvo por problema fundamental que no se inscribiese en el registro electoral y, menos, ejercierse el voto.

La instalación del Congreso de la República en marzo de 1969, se hizo sorteando los inconvenientes ocasionados por una distribución muy variada de fuerzas a la que todavía faltaba un distinto correlacionamiento, habida cuenta de los contratiempos provocados por la instalación de la legislatura del año y período anterior.  No se trataba sólo de elegir y juramentar a la directiva parlamentaria, sino de llegar a los acuerdos básicos para designar a los integrantes del Consejo de la Judicatura, el Contralor y el Fiscal generales de la República, abriéndose las negociaciones entre los representantes de COPEI, MEP, FDP e, inicialmente la única organización perezjimenista, Cruzada Cívica Nacionalista (CCN) que, a juicio de su novel diputado J.M. Gómez Velutini, incluía el reconocimiento de la senaduría del tachirense (Últimas Noticias Caracas, 16/10/69).

La calificación senatorial de Pérez Jiménez, estuvo en suspenso hasta que su elección fue anulada por una decisión de la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia (09/04/69), dictada en medio de las desaveniencias que provocaba la designación de los altos funcionarios aludidos (Casto Coll, Deslinde, Caracas, 04/69). Recordemos, aún no existía pacto institucional alguno, ofreciéndose el primer gobierno de Caldera como una novedad que era la del reacomodo del sistema político.

La Comisión Especial del Senado para la referida calificación, presidida por un perezjimenista, poco o nada hizo después de la sentencia, encrespándose cada vez más los ánimos. La exasperación llegó al sabotaje efectivo de la sesión de la cámara alta del 27/10/69 (Diario de Debates, Acta nr. 52), en la que – por cierto – ocho taquígrafos hicieron también una breve crónica de los incidentes.
Hubo una importante movilización del perezjimenismo para plenar las barras del hemiciclo, provocando un constante desorden, abucheos e insultos que hizo caso omiso a los llamados del senador José Antonio Pérez Díaz, quien presidía el Congreso y negó al diputado Acero todo derecho de palabra, desde el palco, perteneciente a otra cámara. Los periodistas Luis Rojas Vásquez y Lyon Pérez (Últimas Noticias y El Nacional, Caracas, 28/10/69), destacaron el conato de riña colectiva que se produjo, las agresiones personales contra los parlamentarios que añadió el lanzamiento que hizo María Oquendo de un aparato telefónico sobre la humanidad del senador Vicente Emilio Sojo, luego que forzaron la entrada hacia las curules que treparon y caminaron.

Algarabía y entonación del Himno Nacional que no impidió la declaratoria del receso parlamentario, llevó al desalojo de los saboteadores por la Policía Municipal, la significativamente encargada de la custodia del Palacio Legislativo por un número pequeño de agentes. Alrededor de 300 personas esperaron a los senadores y diputados perezjimenistas en las afueras, movilizadas por Luis Damiani (h), improvisando un mitin estelarizado por el diputado Pablo Salas Castillo.

Los diputados, en su sesión del día 29/10/69 (Diario de Debates, Acta nr. 61),  escucharon la defensa que procuró Salas Castillo, quien enfatizó su condición parlamentaria, alcanzada por el prestigio de Pérez Jiménez, mientras que su compañero de bancada, Erwin Burguera, pretextó que la presencia de sus colegas en el hemiciclo del Senado tuvo por intención la de calmar los ánimos. En un comunicado de prensa posterior, CCN señaló que, al desconocer la condición senatorial del tachirense,   los adversarios “hirieron los sentimientos del pueblo caraqueño” que lo votó, intentando después una movilización semejante que halló acordonado el Capitolio Federal por la fuerza pública (Últimas Noticias, 29 y 30/10/69).

Un largo post-perezjimenismo

Más allá de los reproches políticos y morales que individualmente pueden hacerse, las divisiones inaugurales del movimiento perezjimenista que estaba representado por la CCN, no tardaron (Ignacio Villalobos, Élite, Caracas, 12/07/69; s/a, Deslinde, 01/07/69). Y, como puede ocurrir con el resto de los partidos hasta la presente fecha, los expedientes abovedados en el Consejo Nacional Electoral pueden bien  ilustrar fielmente las distintas y sorprendentes vicisitudes que decretaron un largo período de mudez.

Son ya variados y notables, los estudios académicos que ha suscitado el gobierno de Pérez Jiménez, reemplazando a aquellos más genéricos y decididamente  testimoniales, pero falta todavía una relación pormenorizada de un itinerario ulterior legitimado por el superviviente imaginario social de los cincuenta. Incluyendo, como partida de defunción, los halagos y hasta la misma invitación que le hizo Chávez Frías para que asistiera a su primera y bulliciosa ascensión al poder.

Habrá quien diga de la existencia de un neo-perezjimenismo, por la tentativa de sabotaje en la que incurrieron algunos jóvenes en el reciente acto de la Unidad Democrática. Fallido esfuerzo de notaría, ya que muy pocos se han enterado del perfomance, por el intercambio que hemos sostenido con dos o tres de ellos en las redes sociales, solamente hacen propaganda de un dictador al que jamás estudiaron, huérfanos de toda actualización del mensaje.

Angustioso, revela un déficit de ideas, idearios e ideales alternativos al chavezato que los lleva a apelar a lo encuentren, siendo muy fieros fuera del ámbito natural, como el universitario, y cuidadosos de manifestarse en otros donde saben que no serán agredidos. Por lo demás, si el actual oficialismo se empeñara en inflarlos, pueden convertirse en el modelo de fascistas que tanto desea en la acera del frente.

Post-data

Valga señalar que el maestro Vicente Emilio Sojo, Senador de la República, no sólo fue agredido en marzo de 1969, sino también fue víctima de una deplorable escena en marzo del año anterior con motivo de la difícil instalación de la cámara. Vaya viejo atravesado, pues, definitivamente aleccionador.

Fotografías:
Vicente Emilio Sojo entra al hemiciclo y "no pudo tomar posesión de su curul". Fotografía de Justo Molina para un reportaje de Gonzalo Alvarez sobre la instalación del Congreso los días 2 y 3. Momento, Caracas, nr. 609 del 17/03/68.
"Así se consumó el asalto", reportaje sobre la agitación en el parlamento promovida por los perezjimenistas. Semana, Caracas, nr. 87 del 30/10 al 06/11/69.
El periodista Efrén defiende a su padre: Vicente Emilio Sojo. "Así se consumó el asalto", reportaje sobre la agitación en el parlamento promovida por los perezjimenistas. Semana, Caracas, nr. 87 del 30/10 al 06/11/69.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2013/01/largo-y-extenuante-post-perezjimenismo/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=937188

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