domingo, 30 de diciembre de 2012

LA INQUIETUD GASTRONÓMICA (4)

EL NACIONAL - Lunes 10 de Diciembre de 2012     Opinión/11
Ricardo de Da Guido
CLAUDIO NAZOA

Me encanta ir a restaurantes buenos, no importa si son lujosos o no, siempre me verán por allí probando y repitiendo por años los que considero excelentes. Podría nombrar muchos, pero hoy, serruchándole el puesto al profesor Alberto Soria, querido amigo y sabio sibarita, me tomo la libertad de nombrar tres de mis preferidos: El Mesón de Andrés, en Chacao; El Tizón, en Bello Campo, y el que hoy nos ocupa, el tradicional y parte de la familia de asiduos comensales, el inimitable y espectacular Da Guido de Sabana Grande. Sé que hay otro Da Guido en Altamira, allí no he ido, no por nada malo, sino porque me daría mucho miedo que no sea igualititico al eterno Da Guido donde, literalmente, han nacido y crecido mis hijos Daniel y Valentina. Al primero lo llevé hace 30 años y a Valentina, hace 9 en la barriga de su mamá. Ella ya es parte de Da Guido Sabana Grande, allí aprendió a comer aceite de oliva con parmesano, se hizo fanática del pesto, del pasticho, del mejor pato a la naranja de Caracas y, cuando hay, de la mejor langosta.
Por culpa de los conocimientos culinarios que mi hija ha adquirido en Da Guido, probablemente yo termine en la ruina.
Es increíble la cantidad de momentos felices que he vivido a lo largo de los años en ese sitio único y mágico. No encontraremos en Da Guido Sabana Grande trampas que ha tratado de imponer la moda, como espumas, cocciones criogénicas, picantes de bachaco, mousse de arañas monas ni ninguna de esas cosas absurdas y ridículas parecidas a la comida.
La cocina de Da Guido la consolidó la bella e inolvidable Eddy Peserico de Olivieri, esposa de mi simpático y caballeroso amigo Guido Olivieri.
Eddy, con sueños y ganas de trabajar, logró reunir a un lujoso grupo de cocineros que siguen preparando recetas como lo que ellos son, auténticos maestros. Allí están el gordo Giovanni Parra, José y Felipa Silvera, héroes de esta cocina, quienes, junto con otros ayudantes, se fajan como los buenos para hacernos felices.
Uno de los grandes secretos del restaurante Da Guido, aparte de la comida, es la amabilidad sincera de los mesoneros, quienes atienden con un profesionalismo y cariño pocas veces visto en Venezuela. Quiero destacar mi admiración y especial aprecio por el señor Ricardo Carrera, de quien he tenido el honor de seguir su carrera por 30 años.
El señor Ricardo es una escuela de buen servicio y educación, de esto pueden dar fe sus cientos de clientes fanáticos.
No puedo dejar de nombrar a mis otros estimados amigos que con pasión y cariño nos reciben en Da Guido: el apuesto Alirio Bergara, Tonino Tangredi, quien además de ser simpatiquísimo y eficiente es un excelso intérprete de ópera, con la que, para nuestro deleite, obsequia a comensales y amigos. También están Manuel Palencia, Germán Márquez, Jorge Cornejo, Jesús Gamboa, Fernando Lafi y Henry Eslorche, hombres que merecen este y otros reconocimientos, porque en un país donde nos estamos acostumbrando a que nos pateen en algunos restaurantes y cafeterías, personas de la calidad humana de estos servidores, no merecen menos que admiración y respeto.
Cuando visiten Da Guido Sabana Grande, fíjense en lo bellos que son los mesoneros, es impresionante el cutis perfecto de todos ellos, no sé si será un premio que Dios les dio por su amabilidad y eficiencia, o es algo misterioso que el gordo prepara en la cocina y se lo echan en la cara. Si quieren ver tanta belleza en persona, pasen por Da Guido y me los saludan.

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