domingo, 23 de diciembre de 2012

DECIDIDAMENTE, ÁGRAFOS

La Lectura de Daniel Torrealba
Luis Barragán


La historia de un país también se condensa en la de sus libreros y librerías, por más que haya pasado velozmente de la cultura predominantemente oral a la digital, apenas estacionada en la de los impresos. Vanidosa o bulliciosa, modesta o discretamente, es también la de su clientela regular deseosa de una interlocución que deja atrás la vulgar compra de una obra por sus kilogramos, llamada a completar algunos metros cuadrados de exposición hogareña u oficinesca.

El cierre de tamaños referentes y oportunidades para la consulta y el diálogo que todavía no logran las grandes cadenas o libródromos, acaso un pálido reflejo del debate político que simulamos o pulverizamos, constituye una tragedia imperceptible y aparentemente gratuita. Quizá sea el único renglón comercial que amerita de la experiencia de la palabra precisa, lentamente conquistada  como una celebración de la madurez que acierta en sus adquisiciones.

Son varias las librerías que, en los últimos años, buscan una definitiva sepultura. La encontrarán cuando  ocurra con el último de sus clientes, asiduos y mirones, Sin embargo, la misa de réquiem tarda largamente, pues, así como hay quienes sienten todavía nostalgia por las librerías La Española, Cultura o Cruz del Sur del siglo XX caraqueño, no sorprende la viva y admirada evocación que los más jóvenes rinden ante un librero y una librería que identificaron a algo más que el  Centro Comercial Chacaíto.

Contando con Sebastián de la Nuez como tutor, Daniel Torrealba se ha convertido en comunicador social gracias a una tesis de título nada vacilante: “Walter, auge y ocaso de un maestro librero. Semblanza sobre Walter Rodríguez Pilatti, librero de Lectura” (UCAB, Caracas, 2012).  Y es que, creada cuando ni remotamente había planeado su nacimiento biológico, retrotraído a la añeja librería y sus circunstancias, se apoderó de ellas para contraponerse a la ciudad, “cuyo pasatiempo favorito es desmemoriarse y olvidar”.

Después de zanjar la obvia perspectiva metodológica y hasta epistemológica que el trabajo reclama, la semblanza del librero nos coloca en el país que secretamente deseamos no haber abandonado, arrepentidos ante sus esqueletos. Así lo deducimos al concluir el trabajo académico, pues, promesa baldía mediante, la pérdida de las librerías prestigiosas, confiables  e independientes, es un síntoma del pasado detestado que no halla todavía el futuro que dijo literalmente adivinar.

Vale decir, yendo al inevitable campo político, algo que ojalá nos dispense el joven autor, supusimos que todo, absolutamente todo, iba a mejorar una década atrás, por una cosa del azar. Al colapsar o quebrar una librería, sin que algo mejor la reemplace, quiebra y desaparece un vivero del pensamiento, demasiado semejante a una universidad acreditada a la que le niegan sus legítimos recursos.

Surgida en 1951, en el Centro Comercial Arta de Chacaíto, bajo la dirección de  Bronislawa Bogan, Stephan y Silvia Gold, la librería Lectura ocupó un local en el Centro Comercial Chacaíto, inaugurado en 1968,  nada más y nada menos que con un concierto de Aldemaro Romero. Más adelante, el trío tuvo la necesidad de contratar en el exterior a un maestro librero, un dato revelador de aquellos tiempos, y se trajeron a Walter Rodríguez del Uruguay, quien adquiriría años más tarde la firma y le daría el definitivo y exitoso perfil que Andrés Boernsner caracterizó como más elitesco y formal, en contraste con la distensión de la Suma de Raúl Bethancourt, propensa a una clientela de izquierda; o Enrique Viloria Vera, trazó como parte de un itinerario por el centro comercial que reunía a los astronautas de COPEI, contando con el OVNI y la librería La Mancha en el croquis de sus dubitaciones.

Torrealba contextualiza al librero en el país de las galopantes crisis que poco a poco lo  redujeron y arrinconaron, abultándose los proyectos que antes fueron iniciativas sobradamente cumplidas. Por ello, luce inevitable mencionar la inocente apuesta que hizo Walter por Chávez Frías que, nada personal, ascendido y consolidado en el poder, lo enganchó al carro de unas políticas que temen a la franqueza de una crisis descomunal.

Ojalá editaran la tesis en cuestión, genuino y plausible reconocimiento a un gran librero, cuya empresa no ha merecido tal suerte, pues, si bien es cierto que las librerías no son infinitas, en todo caso deben diluirse y no sufrir la decapitación: luego de dos años de desocupado, sigue el local mudo y cerrado en el citado centro comercial.  Por lo demás, que un muchacho dedique su más importante ejercicio académico a una librería tan meritoria, sin dudas constituye una suerte de involuntario escrito de cargos contra los verdugos de la burocracia ahora intergaláctica, a falta de una mejor denominación.

Post-data navideña: Atravesamos circunstancias complejas y difíciles, pero no debemos renunciar a la reflexión y al compromiso que suscita la Navidad,  aun no siendo creyentes. Deseamos a nuestros gentiles lectores que Dios Todopoderoso los bendiga y que 2013 sea escenario seguro de mejores realizaciones.

Referencias:
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=731002
http://lbarragan.blogspot.com/2011/01/embaladura.html
http://lbarragan.blogspot.com/2011/01/cierre.html

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