miércoles, 7 de noviembre de 2012

A PROPÓSITO DE UN PASO PERDIDO


Hay personas que no leen a Jorge Luis Borges por un (presunto) prejuicio de izquierda, y también las hay que no leen a Julio Cortázar por un (presunto) prejuicio de derecha. Algo parecido ocurre con Alejo Carpentier, quizá celebrado en su estadía caraqueña por unos que intentaban socialmente relacionarse con el culto publicista, amigo de los íconos de la alta clase, por llamarlo de alguna manera, a pesar de por entonces temática narrativa, mirado el extranjero con recelo por otros en la trama de la clandestinidad; probablemente, otros, lo detestarán al que volvió a Europa, vía La Habana, calificado de ingrato, a la vez que lo declaman sus antiguos detractores. Empero, expresándolo según el canon, la literatura y los literatos trascienden toda coyuntura cuando son - sencillamente - buenos.

He acá una importante faceta de don Alejo: el cine. Nada más atractivo que levar su novela, "Los pasos perdidos", al cine. No sabemos todavía si ocurrió, pero - sin lugar - sería una gran película.  Tuvimos ocasión de indagar sus pareceres cinematográficos, tiempo atrás. En su momento, vivimos una breve fiebre sobre la obra de José Carlos Somoza, recomendada por el librero de la "Macondo", Pedro Pérez. LLamándonos la atención "La Ventana", sin darnos cuenta, tomamos algunas notas. Incursionamos, inexpertos, en la crítica y nos sorprendieron las crónicas de Guillermo Cabrera Infante, descubrir cómo también hacía lo propio Fausto Masó a su llegada a Venezuela, y - por supuesto - Carpentier. Pareciera no sólo que éste, como Octavio Paz, fuese capaz de inquitarse por los más variados asuntos, tratándolos con solvencia, sino que hubiese una escuela crítica cubana que, por inautenticidad, aunque digan , lo contrario, naufragó con la pretendida revolución. De la consulta, con una que otra observación, en unos días feriados, surgió un modesto e imperfecto texto que tuvo a bien publicarnos la revista "Espéculo" (http://www.ucm.es/info/especulo/numero26/ventana.html), ya desactualizada en línea.

Un fotógrafo de planta toma a Julio Barroeta Lara con Carpentier, a propósito de unas declaraciones sobre la reciente muerte de Tyrone Power, peldaño importante de un proyecto perdido. En medio de la profesión informativa sobre la campaña presidencial, incluyendo la publicidad, declaraba y escribía sus artículos, como también Antonio Aparicio, quien posiblemente pensaría que muy pronto volvería a la España, caído Franco: acostumbrados siempre a leerlo, en la esquina del venidero año ya estaría haciendo maletas para ir de tránsito a La Habana.

LB

Fuente: El Nacional, Caracas, 16/11/58.

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