sábado, 20 de octubre de 2012

ELLA

EL NACIONAL - Sábado 20 de Octubre de 2012     Opinión/9
Marx y Lenin
VÍCTOR RODRÍGUEZ COA

Simone es el primer nombre que le puso la mamá barinesa. Su padre, el coronel José de Santa Bárbara, comunista de uña en el rabo, la bautizó de seguidas Marxylenin.
Ella, ya con cinco dedos de frente y con uso de razón, a los 18 años de edad, que ya podía con su lata de agua, argumentó en un juzgado que el funcionario descocado que tomó notas para su partida de nacimiento se confundió con la explicación del viejo rojo. La jueza comprendió y aceptó que era una pesada nomenclatura para una criatura estilizada y bonita, y la autorizó como Simone Marleni.
Así consta en el registro oficial y en su orgulloso título de la UCV recibido en tiempos del Chema Cadenas instalado cerca de la Tierra de Nadie.
Yo la conocí cuarenta eneros atrás en el bar América, sucursal de la FCU ucevista, en Los Chaguaramos, barra que alternábamos con las de El Viñedo y La Bajada en Sabana Grande como trasnochados estudiantes de la bohemía y destacados pasantes de la República del Este dirigida por Manuel Alfredo Rodríguez, Caupolicán Ovalles, Salvador Garmendia, Adriano González y tantos otros amadrinados por nuestra inolvidable Mary Ferrero.
Entonces éramos parte del 6% histórico consagrado por José Ignacio Cabrujas y sus tormentos para medir la superficie y la periferia del MAS en sus inicios. Pero ¿saben? en los setenta, para un "movimiento de movimientos" con ángel y tino, el numerito era suficiente. No ganaríamos ninguna elección más allá de las universitarias, pero qué contentos militábamos en un partido de mirarse el ombligo.
Un día Simone Marleni parió un muchachote de padre conocido, y con él a cuestas y una rocola en la cartera continuó en busca del gran amor de su vida. Y decía como Pilar Romero, de paso por la dramaturgia venezolana y ahora en el exterior: "Mientras lo consigo ­al grande­ he ido llenando mi vida de pequeños amores". Pues, mija, ni que Caracas fuera Nueva York. De la militancia en este partido de la diversidad muchos hicimos un credo.
En su búsqueda, Simone Marleni de los Milagros (por su abuela materna) de Santa Bárbara conoció un hombre bueno, moreno y dulce como un papelón margariteño, Juan Paúl, y con él se casó de verdad. Nada raro, al poco se estaba divorciando. La dulzura del ex marido se elevó y enfermó.
Y ella, como una carmelita descalza de tacones altos y falda de surtidos y encajes rosados, se puso pendiente y regresó a dedicar parte de su existencia a cuidarlo. Tanto que Manuel Caballero, antes de diluir su espíritu en la neblina de las montañas que utilizó Rómulo Betancourt para desaparecer, y conocedor de la pareja, destacó su entrega: Como esposa, Simone terminó siendo un fiasco; pero como ex, ¡qué Teresa de Calcuta! Lo cuento porque Simone, cual doña Bárbara de Gallegos, pero devoradora de libros y de joven muy jaranera, como el don Guido de Antonio Machado cantado por Serrat, está por cumplir 60 ruedas y recordé que hace 40, en la misma fecha friolenta, aparecí en su casa de Los Chaguaramos, cerca del tenebroso edificio Las Brisas sede de la policía política del momento, que se llamó Disip y ahora Sebin con sede en el Helicoide, con 2 docenas de rosas de felicitación. Casi me las sacudió en la cabeza. ­Tú sí tienes bolas. Yo sin desayunar ni almorzar, sin plata y tú con ese ramo inútil, despilfarrando. ¿No podías traer pollo y verduras? 2 décadas más tarde llegué a su casa con un kilo de queso picadito envuelto en papel de regalo. ¿Qué obsequio se le puede dar hoy a doña Simone la sesentona y sus 100 maridos, por los 12 lustros que cumple de gitana? ¿Cómo pueden amarse o estar juntos 2 seres que se ven cada 20 años y sin memoria? Que algún tío barinés me conteste.

Cfr.
http://es.wikipedia.org/wiki/Antroponimia
http://es.wikipedia.org/wiki/Onom%C3%A1stica

Fotografía: Simone de Beauvoir, tomada de la red (aunque la invertimos horizontalmente).

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