martes, 16 de octubre de 2012

CUADERNO DE BITÁCORA

Recientemente, acudimos a la novísima sede del Museo Nacional  de Arquitectura (Musarq). Por fin, logramos escaparnos a un lugar solitarísimo del domingo próximo pasado.

La inicial impresión es la del estorbo,  yendo desde la estación La Hoyada del Metro de Caracas (parecía riesgoso ascender desde la estación del Nuevo Circo), pues tapa el coso taurino. Podrá argumentarse que éste no tiene una inédita y significativa nobleza de diseño y materiales, pero - en todo caso - indudablemente que la alcanza visto el resto de la ciudad de una precariedad serializada, por no mencionar la supervivencia misma de la obra.

Por cierto, la mirada del Nuevo Circo ha podido ser mejor desde los ventanales del museo. La vista parcial es parcial, porque las hay aquellas que ejemplifican y enriquecen la total. La fachada y la estatua ecuestre de César Girón, no bastan. Empero, llama la atención el pendón de un ¿partido o movimiento? llamado REDES que, cuidadosamente orbitado, prueba que el sitio está bajo dominio del otrora alcalde expropiador: Juan Barreto.


Nos parece que el museo pudo ser de un diseño más ambicioso, ya que - valga el antojo - sus inatrevidas  plantas  lucen como dos o tres galpones aéreos, tal como el régimen concibe sus centros comerciales que, llamados de economía popular, imitan la actividad buhonera. No todo es negativo, al destacar el cincelado funcional de las o con su rápido juego cinético; la limpia y ¿minimalista? sencillez de los espacios que sirven de auditorio que, agreguemos, advierten la plasticidad interior del galpón; los ductos de aire que, a diferencia del diseño de otros espacios comerciales del sector privado (¿Pollos Arturo's, Macro?), salen a la calle contando con una llamativa y característica prestancia escultórica que tienta a buscar el nombre del artista como una humorada. Observaciones que no demeritan el acompañamiento que ha hecho Juan Pedro Posani de lo que puede desembocar comouna burda vitrina de las obras públicas del régimen, divorciada de la inquietud y el pensamiento histórico y arquitectónico de la metrópolis venezolanas.

Apenas aficionados a la materia, entregaron un tríptico alusivo a la iniciativa que, entrelíneas, habla de un extravío conceptual en materia museística. Nos atrevemos a esta observación, porque - en síntesis - procura contrastar el modelo "revolucionario" al frío, inconsulto y diletante "burgués". Nada nuevo en el horizonte, sumamos el rol comunal, menos que ciudadano, asignado como una suerte de sucursal del llamado Poder Popular que es comunalismo y, en última instancia, insigne e interesado financista, adscripción y culto al mandatario nacional ¿indefinidamente? reelecto.


Probablemente, por lo cual subrayamos su trascendencia, si de la arquitectura oficial tratásemos, el mejor museo está en la Torre de David o de Confinanzas que los hechos y la resignación, la práctica y el consentimiento, consagraron por todos estos años. Una estética del mal gusto que es el más fel testimonio de la transubstanciación - término giordanesco - del socialismo rentista en curso, el modelo concluyente.

La soledad del lugar es comprensible, aunque injustificable. Obviamente, el temor a la delincuencia priva, y el privilegio publicitario del Estado está centrado en el proselitismo infinito no de su jefatura, sino de su jefe en una distinción importante de matices.

Ojalá que los escolares, cursantes de arquitectura y carreras afines, hicieran suyo el Musarq. El régimen no promueve una distinta riqueza cultural, sino apunta a una pobreza que le es favorable, y - por ello - la iniciativa será candestina excepto alguna universidad oficialista ostente una opción profesional afín y haga suyo los locales para exaltar al pretendido Benefector de las Artes, pues, valga la coletilla, no hay novedad en el enfoque y propulsión de sus empeños culturales.


Insistimos en una tarea inaplazable, debido a la cambios experimentados por la Venezuela metropolitana que son propios de la precariedad galopante: es necesario fotografiar masivamente nuestras ciudades, dar cuenta de sus detalles. Inmuebles y vialidades que no pueden borrarse de la memoria colectiva, lenta y constantemente en mutación, merecen la atención de la muchachada que ha de salvaguardar su herencia histórica, al alimón con los especialistas que la reflexionan e intentan rescatarla.

Se dirá, no hay mejores lugares expositivos que la red de redes, y podría hacerse divertido para la muchachada tamaña contribución.  Y hasta posiblemente, el Musarq, acoja tamaño esfuerzo  de inscribir su pedagogía en la órbita de las inquietudes, preocupaciones, sugerencias y propuestas ciudadanas.

Se hizo larga la nota, aunque - creemos - relevante. Nos disponemos a la acostumbrada actividad de los días, procurando consignarla para evitar que la postergación se hiciera olvido.

Posiblemente, nos equivocamos, pero son las impresiones consecuentes de una obra que, inaugurada hace menos de un mes, se nos dijo, estaba agendada en medio de las vicisitudes de los consabidos comicios presidenciales. Hoy y quién sabe hasta cuándo, está ocupada por la Misión Vivienda que, seguramente, deparará sorpresas sobre los inspirados vuelos del estilo farruquero, disparándolo más allá de Caracas, e - incluso - La Carlota que los vecinos deben adivinar a diario respecto a los planes, planos, proyectos y programas cernidos sobre el aeropuerto.

LB

Fotografías: LB, Caracas (14/10/12)

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