jueves, 18 de octubre de 2012

¿ASCENSOS Y DESCENSOS PREFABRICADOS? (1)






¿Propio de todo resultado electoral? ¿Inherente a las consultas de la voluntad popular? ¿Secuela natural del sufragio ciudadano? Lo cierto es que, luego del 7-O, la exigencia es la del reencuentro, la concordia, la reconciliación quese supone zanjada ya por los comicios presidenciales. No obstante, sobrevive el malestar.

Sobrevivencia que parte de una constatación: la mitad más uno, llamada a dictaminar, monopolizar y ejercer el destino de la totalidad de los venezolanos. Lo peor, siguiendo la argumentación de Francisco Plaza, en un título que más adelante comentaremos ("El silencio de la democracia", Caracas, 2011), es que los ocho millones y tantos de votos, convierten a Chávez Frías y sus adláteres en dueños de toda la soberanía popular, a pesar de la corajuda disidencia de seis millones en la acera del frente (por no mencionar la cobardona, en su propia acera).

Una básica concordia, una necesaria reconciliación, un aesencial consenso, es el llamado. Sobre todo, porque es el régimen que, promoviéndola sedicentemente, ha sacudido desde lo más alto esa amenaza a la guerra civil que nadie quiere. Guerra que falta por formalizarse, pues alguna la hay  - como refiriera la Conferencia Episcopal - en los términos del hampa desbordada y, por omisión, consentida desde las alturas del Estado; o cuando la parlamentaria oficialista María León le responde con obsesiva saña a lo  que argumentó la parlamentaria opositora María Corina Machado, en reciente sesión plenaria de la AN.

Parecido al que empuñó literalmente una cruz, el 14 de Abril de 2002, todo el oficialismo asume esa conducta subrepticia y perversa de decir una cosa y hacer concretamente otra. No encuentra mejor fórmula para quitarse del medio a candidatos temibles, incluso, significativamente disidentes, que maniobrar - citamos un término de Francisco - a través de la coalición de los títulares de los órganos del poder público: invectivas  oportunistas de naturaleza electoral, administrativa y probablemente penal que les permita tramposamente ganar donde - sincillamente - no tienes votos.

La reconciliación es un desafío, una esfuerzo, una tarea harto dficultosa, pues ha de evidenciarse como una necesidad inaplazable, a pesar de  la moralina del proyecto totalitario en curso. Reto a la imaginación política, porque clamarla, demandarla, exigirla, supone vencer también a los descalificadores de oficio, incluyendo a artistas gráficos tan admirados, como Peli, pero decididamente empeñados en sospechar de toda buena voluntad que se manifiesta y a enlodar aún al más humilde manifestante....

LB

Fotografías: Detalle de la edición deEl Nacional, Caracas, 18/10/12; e ilustración de Peli, Ciudad Caracas, 18/10/12.

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