miércoles, 31 de octubre de 2012

¿OTROS CAYERON...?

EL NACIONAL - Miércoles 31 de Octubre de 2012     Opinión/7
El totalitarismo
HEINZ R. SONNTAG

A juicio de los historiadores y analistas de los totalitarismos del siglo XX, sus inicios se caracterizan por ser periodos de anomia y anarquía. Tanto la caída del gobierno de Kerensky en la Rusia de 1917; la degeneración del gobierno de Mussolini en Italia, a comienzos de los años veinte; el surgimiento del nacionalsocialismo en Alemania a finales de esta misma década y los inicios de los treinta, y la imposición del franquismo en España, al final de una prolongada guerra civil, marcan los inicios de la imposición de regímenes apoyada por amplios sectores sociales y liderada por personajes impregnados de autoritarismo, mesianismo y egocentrismo, al igual que por su convicción de establecer una "nueva sociedad" que daría nacimiento al "hombre nuevo".
En nuestro país, el "proyecto bolivariano" o el "socialismo del siglo XXI" llegó con la elección de Hugo Chávez al final de lo que fue la regresión de la democracia iniciada en 1958, a partir de finales de los setenta, con la anomia social y la anarquía política crecientes cuya manifestación más clara fue el Caracazo de febrero de 1989. Los dos primeros años de la presidencia de Chávez estuvieron marcados por cambios políticos significativos: la nueva Constitución y el desmontaje de la división de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, a favor del predominio absoluto del primero. Sin embargo, la anarquía política heredada se extendió más allá y tuvo su momento más álgido en los eventos de 2001 y 2002, en lo que el chavismo llama "golpe de Estado" y la alternativa democrática "resistencia contra una dictadura en estado naciente".
Los acontecimientos de abril de 2002 marcan el tiempo más agudo de las tormentas desatadas por la anarquía, con la separacion de Chávez de la Presidencia y un gobierno de la oposición de pocos días (apoyado por las cúpulas militares), y su retorno por la presión de las masas populares. A partir de su regreso a Miraflores Chávez había logrado la calma necesaria, esto es: la superación de la anarquía, para impulsar su proyecto, paso a paso y durante casi tres lustros, radicalizándolo cada vez más, enfrentado una oposición expuesta a una agresión permanente del Estado que tuvo que tomar su tiempo para fortalecerse y llegar a constituir una verdadera alternativa política y social.
El 11-A de 2002 marca para Chávez el momento a partir del cual logra impulsar el totalitarismo, tal y como lo hizo Adolf Hitler con el nacionalsocialismo después del incendio del edificio del Reichstag en Berlín, en febrero de 1934. En adelante, ambos, en tiempos diferentes, se hicieron con un poder absoluto para imponerles a sus sociedades y sus individuos las formas políticas, sociales, culturales y hasta económicas de su ideario. La comparación de Chávez con Hitler no es casual: ambos llegaron con métodos democráticos a sus cargos.
Han pasado más de 10 años desde el 11-A. Reflexiono sobre esto porque es importante para los venezolanos que mantengamos en la memoria colectiva las circunstancias que puedan llevar a mantener la inclinación a seguir apoyando el totalitarismo, esto es: de no caer en la anarquía política ni en la anomia social, ni mucho menos en las promesas que supuestamente las evitarían. También es una obligación ética de nuestro pueblo no permitir nunca más caer en las trampas de cualquier totalitarismo. Es indispensable mantener la unidad en la solución de nuestros problemas, más allá de lo que pueda separarnos en nuestras visiones acerca del futuro.
Quienes no caímos en el proyecto totalitario o nos separamos de él estamos comprometidos con terminarlo tal como lo iniciamos: a través del más democrático de los procedimientos políticos: el voto. ¡Ojalá lo logremos!

martes, 30 de octubre de 2012

INTELIGENTES TODOS !!!

EL NACIONAL - Martes 30 de Octubre de 2012     Opinión/8
PSUV Televisión
En el nuevo chiripero están desde el tradicional Partido Comunista (PCV), que tuvo casi 500.000 votos, hasta el naciente Redes
ANDRÉS CAÑIZÁLEZ

Las estadísticas electorales del pasado 7 de octubre ponen al descubierto un asunto no menor. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV ) por sí solo no estuvo en capacidad de brindarle la victoria al presidente Hugo Chávez. Si se contrasta el número de votos de este partido con los obtenidos por el candidato de la unidad opositora, Henrique Capriles Radonski, queda en evidencia que el PSUV quedó por debajo con cerca de 188.000 votos. El respaldo que termina marcando la diferencia a favor de Chávez no proviene de su aparato partidista, sino que lo aporta un nuevo y ahora potenciado "chiripero", para tomar la imagen que acuñó Rafael Caldera cuando logró su segunda presidencia gracias a un sinfín de pequeñas agrupaciones, muchas de ellas de izquierda.
Decimos que se trata de un potenciado chiripero, porque es de suponer que este conjunto de pequeñas organizaciones, cuyos votos sumados están en alrededor de 1.800.000, están hoy en día en mejores condiciones de negociar con el PSUV que en el contexto previo al 7 de octubre, en el cual prácticamente se diluyeron sus exigencias. En el nuevo chiripero están desde el tradicional Partido Comunista de Venezuela (PCV), que tuvo casi 500.000 votos, hasta el naciente Redes que constituyó hace poco Juan Barreto y que alcanzó casi 200.000 votos, pasando por organizaciones como Tupamaros (170.000 votos) o el UPV que fundó Lina Ron (casi 90.000 votos).
Las mentes analíticas del alto gobierno y del PSUV seguramente estarán construyendo salidas políticas (como la renuncia del candidato a la Gobernación de Trujillo, Hugo Cabezas) con el fin expreso de responder a las demandas específicas que están emanando desde su chiripero de cara a las elecciones de gobernadores del 16 de diciembre, y a la difícil tarea de organizar una alianza pro Chávez de cara a los comicios municipales, ya que serán muchos más cargos en disputa y en esa misma medida crecerán las aspiraciones locales.
La significación y peso específico que tiene la diversidad dentro del chavismo, asunto que el resultado electoral, sin duda, deja sobre el tapete, no sólo fue ignorada por la alta dirigencia del PSUV, que poca o nula atención prestó a los pequeños aliados en la campaña, al menos así se desprende de varios señalamientos públicos de algunos voceros de estos partidos.
En materia mediática se observó igualmente la misma falta de apertura para aquellos dirigentes políticos que sin ser del PSUV estaban trabajando a favor de la reelección de Chávez. Un caso emblemático lo tenemos en el programa Toda Venezuela, que estuvo conducido durante la campaña por el hoy ministro Ernesto Villegas. Un pequeño abreboca: el programa en verdad debería llamarse "Todo PSUV y Gobierno", puesto que durante todo el mes anterior a las elecciones en este espacio matutino de opinión no hubo ni un invitado, sí, ni uno, que representara a alguna de esas voces alternativas del chavismo.
Un conteo rápido pone en evidencia lo siguiente. En las 24 emisiones entre el 3 de septiembre y el 4 de octubre de 2012 hubo un total de 59 invitados, 41 eran militantes del PSUV o altos funcionarios de Gobierno, y ya sabemos que a veces es difícil distinguir cuándo un dirigente oficial usa la cachucha gubernamental o la partidista. Incluso con Villegas, en ese período, estuvo un representante del movimiento Clase Media en Positivo, pero no hubo voceros del PCV, de Redes, de Tupamaros, de UPV, de PPT o Podemos.
El chiripero chavista tuvo ausencia absoluta en el principal programa de opinión de Venezolana de Televisión (VTV) en el período clave antes de las elecciones presidenciales.
Esto sucede justamente en el canal que dice ser el de todos los venezolanos, cuando en verdad hasta invisibiliza a las voces pro Chávez que no militan en el PSUV. Si Chávez y su entorno leen adecuadamente los resultados deberán darle un giro a este "PSUV TV". Esto sería una tarea para el ministro Villegas, pero no puede dejarse de lado que como periodista fue parte de la operación mediática que no mostró la diversidad que coexiste en el seno del chavismo.
Fotografía: El Nacional, Caracas, 30/10/12.

EL NACIONAL - Jueves 01 de Noviembre de 2012     Opinión/9
Rosado y Rosita
LUIS PEDRO ESPAÑA N.

Dos hechos presenciamos la semana pasada. Uno entre jocoso y morboso, y el otro ciertamente bochornoso. El primero no es más que un hecho delictivo, que probablemente habría pasado por debajo de la mesa (o al menos no con tanta notoriedad) si se hubiese circunscrito a otro episodio más de nuestra realidad carcelaria. ¿Qué tendría de raro que uno de esos que porta el nombre artístico de pran se fugara de la cárcel? ¿Ellos no son los que mandan en esos recintos? Lo raro es que no se fuguen.
El asunto fue, y es lo que le puso condimento a la noticia de sucesos, que al parecer dicha fuga se entreveró con la visita de una muchacha de la televisión a la cárcel y su posterior enconche. Los detalles realmente sobran. La prensa regional y nacional tituló y le siguió la pista (casi con sevicia) al preso fugado y la actriz de TV, hasta que esta última apareció.
El otro hecho, mucho menos seguido y comentado, fue el lamentable show que unos supuestos fanáticos del Deportivo Táchira protagonizaron al impedir que se realizara un juego de fútbol donde la directiva del equipo había programado una serie de actividades y símbolos de solidaridad junto con una organización de lucha contra el cáncer de seno.
Los incalificables "machotes" se opusieron a que el equipo de casa jugara con una franela rosada, que mundialmente alude a la actividad de solidaridad (como se hace en muchísimos otros eventos deportivos, artísticos y hasta políticos), lo que derivó en una inexplicable suspensión del juego y permitió que la barbarie se saliera con la suya.
Los dos hechos, ocurridos el mismo fin de semana, han movido a la opinión pública entre un moralismo pacato y ramplón, para el caso de la actriz y el pran, hasta cierto mutismo, que le resta gravedad, para la más que penosa suspensión del juego por la causa que apoyaba.
Lo reseñado parece estar mostrando que, dejada a su albedrío, es decir, sin instituciones que regulen sus locuacidades, parece que nuestra sociedad (hombres y mujeres por lo demás) sigue siendo gobernada por unos códigos sexistas según los cuales los hombres no son tales si se dejan asociar con cosas femeninas, y las mujeres no son dignas, a menos que sean madres.
Atraso, vulgaridad, ausencia de humanidad y de respeto nos golpea la cara con demasiada frecuencia. Nos burlamos y hacemos chistes de las mujeres en desgracia, pero no decimos mucho sobre los hombres desgraciados.
La reacción natural, cuando el observador deja la risa o la sorna, para ponerse reflexivo y leído (como decían en los pueblos), suele ser imputarles a los valores (su ausencia, claro está), a la forma de ser (los más deterministas), a la pobreza y la falta de instrucción (los más clasistas) la razón del bochorno y las bajezas que cada cierto tiempo nos muestra en público la comunidad a la que pertenecemos.
No deberíamos ver en las causas individuales el origen de los hechos. Por el contrario, puede que sólo sean la consecuencia. Si los energúmenos del estadio, o los presos de las cárceles pretendieran sus acciones frente a instituciones fuertes, éstas sencillamente no habrían permitido lo que hoy son desmanes que nos avergüenzan. El juego se hubiese realizado, los manifestantes estarían bajo algún sistema correctivo; el preso no se hubiera fugado y la actriz habría trabajado en un lugar algo más adecuado.
Puesto en esa perspectiva, el preso, la actriz y los insensatos del juego de fútbol no son sino el simple efecto de un país que lleva años debilitando sus instituciones.

Nota LB: Hay amargura en el dulce. La televisión es un elemento vital para la llamada antipolítica. A lo largo de la década se sincera opresiva, alienantemente. En la otra acera, realiza sus aportes. Los profesionales del espectáculo se hicieron esencial referencia política. Y, como suele ocurrir en la especie humana, nadie es perfecto. El caso de "Rosita", presuntamente involucrada en actividades algo más que traviesas, completa la faena de una universalidad que es la de la descomposición del país... galopante. Se dirá que puede delinquir alguien del medio del espectáculo, sin arrastrar a todos los que lo hacen, como pudo hablarse del dirigente que falló, pero  !arrastró a todos los elencos políticos hasta llegar a la política misma! De modo que, por fu o por fa, el saldo es de la descomposición....

TAMPOCO LE COBRAMOS POR LA FACTURA PETROLERA ...

CUDAD CARACAS, 30 de Octubre de 2012
Sader: Venezuela no paga ni un dólar a Cuba por solidaridad en salud

Venezuela no paga ni un dólar por la atención en salud y cooperación para la formación de médicos venezolanos que desde hace 12 años ofrece Cuba a través del convenio de solidaridad, dijo este martes la ministra del Poder Popular para la Salud, Eugenia Sader.
Informó que a través del convenio Cuba-Venezuela, que este 30 de octubre cumple 12 años de funcionamiento, han viajado a Cuba más de 204 mil venezolanos, grupo conformado por “los primeros médicos que recibieron formación y que hoy constituyen el Batallón 51; y pacientes venezolanos que han sido atendidos en la isla”, precisó Sader.
La ministra recordó que al inicio del convenio, en Venezuela no existía la capacidad operativa y de compromiso social para atender una demanda histórica en el área de la salud que afectaba a todos los venezolanos por la carencia en cuanto a calidad de servicios públicos.
“No teníamos cómo atender. No estábamos en la capacidad que hoy hemos generado. Ese convenio es producto de solidaridad con Cuba, por este convenio Venezuela no paga ni un dólar. Es atención gratuita a pacientes venezolanos”, recalcó la ministra, entrevistada en Toda Venezuela, programa que transmite Venezolana de Televisión (VTV).
AVN

lunes, 29 de octubre de 2012

CAZA DE CITAS


"Así como la bicicleta o el avión sólo mantienen su equilibrio en movimiento y por encima de una cierta fuerza viva, el hombre requiere para mantenerse de pie un mínimo de fuerza ascensional. Al perder altura, no cae en cierta humanidad moderada, o como se dice, en el animal, sino muy por debajo del animal: ningún ser vivo, salvo el hombre, ha inventado las crueldades y las bajezas en que él se complace aún"

Emmanuel Mounier

("El personalismo", EUDEBA, Buenos Aires, 1967: 41)

SILENCIO, SILENCIAMIENTO, SILENCIADOR

El silencio de la democracia
Luis Barragán


Recuperado nuestro ejemplar en casa, aunque no las extensas notas que suscitó, definitivamente traspapeladas con otras,  “El silencio de la democracia” de Francisco Plaza (Los Libros de El Nacional, Caracas, 2011), nos lleva a un terreno que a muchos les incomoda: el de la naturaleza del régimen que cursa en Venezuela, cuya (s) definición (es)  no sólo  entorpece (n) el permanente juego táctico de los opositores y hasta oficialistas que la (s) temen, sino – algo más grave – puede desenmascararlos por la ligereza teórica de un equipaje que, a la postre, paradójicamente, pesa demasiado.

Asombrará que la larga experiencia que hemos vivido, encuentre escasos esfuerzos políticos de comprensión por lo que, desde un primer instante, se creyó absolutamente provisional.  La academia tocó incansablemente a las puertas, sin que partidos, gremios y medios de comunicación social se molestaran en asomarse, y, por ello, al insólito golpe de Estado de 2002 se sumó con facilidad la rebelión de la Plaza Altamira, ejemplificando cuán necios fuimos en nuestra mirada a un proyecto de poder que el know-how castrista ha perfeccionado, por cierto, a un elevadísimo precio.

En una sociedad de básica cultura y confianza democrática, construida a través de sorprendentes vicisitudes, precisamente la democracia se ha convertido en una burda herramienta de plebiscitación, con olvido de aquellos requisitos y condiciones que la fundamentan y legitiman frente a todos los problemas que pueda confrontar, como acaeció en las décadas pasadas. Una democracia de sondeos y de mera contabilidad de votos, independientemente de sus costos y fallas, formal y procedimental, convirtió el accidente ético en “el mito del poder ilimitado de la mitad más uno  (que) está tan generalizado en Venezuela como si nunca antes hubiera habido una experiencia distinta”, denuncia certeramente Plaza (21 s.)

Capitalizada por pocos, aún sin precisar las razones que condujeron a tan insólita experiencia cuando la descentralización y el multipartidismo irrumpieron – innovadores – a finales de 1998, es la que autoriza  que otro proceso constituyente pueda desconocer el derecho a la vida misma, también por la irracionalidad que ha cobrado el debate público (17), o su simulación. Una mayoría relativa, la que siempre lo será cuando hay principios y valores irrenunciables, que se hará nihilismo, ya que sus soberanísimos delegatarios imponen las normas caricaturizando al propio Kelsen (20).

El más notable síntoma conduce a la enfermedad totalitaria, a la que presta el autor enjundiosas páginas reconociendo la prudencia política de no llamarla enteramente por su nombre (31). Esfuerzo frustrado, a mediados de la década intentamos en la dirección política socialcristiana conciliar la acción con una reflexión sobre las novedades que el régimen reportaba, frente al escepticismo o la indiferencia de los devotos de la provisionalidad, pues una distinta iniciativa reclamaba un diferente enfoque de actualización del repertorio político-cultural.

En todo caso, sentimos que la orfandad nada gratuita de la oposición, igualmente inducida por un régimen de tan particular orientación marxista atado gramscianamente a Lenin y Guevara, realizador al extremo del rentismo económico y sociológico, se pone vivamente de manifiesto cuando el belicismo de alta y baja intensidad es parte de nuestra cotidianidad colectiva, e, incluso,  una doble realidad (57) nos acosa y confunde.  Belicismo administrado con suma habilidad, que le permite a Francisco indagar y aclarar exitosamente el rol protagónico que, incontrovertible, adquiere el terror en sus variadas fases y facetas.

Observamos que el ensayo ha debido extenderse, problematizando decididamente  cada una de las materias exploradas, en lugar de los seis muy bien sintetizados capítulos que dan cuentan de una estupenda exactitud bibliográfica. Vale decir, por una parte, a modo de ilustración,  inscribiendo el resentimiento (45) en la lucha de clases que, valga la presunción,  da pista de un marxismo insuficientemente ponderado en la actualidad latinoamericana, frente al humanismo cristiano que, con Plaza, reaviva su interés por el presente como no lo había hecho convincentemente desde hace un buen  tiempo en la imprenta.

Agreguemos, por otra, la paciente demolición de una cultura democrática que, no resulta atrevido señalarlo, nos permite inadvertidamente compartir con el régimen sus hábitos y  predisposiciones, modos y modalidades de hacer y pensar. Al respecto, en el marco de una democracia participativa formal, no debe sorprender la displicencia y resignación ante los novísimos e inconsultos consejos educativos, pues los respalda un déficit de compromiso con las sociedades de padres y representantes, la deliberada voluntad de depositar a sus representados en los colegios públicos y escuelas privadas, entre otros de los rasgos de una sociedad peculiar.

Valga la coletilla, exponemos casos que no generan la suficiente preocupación por esta anomia negativa que nos embarga. Luce de una dramática normalidad que una medida como la llamada “pico y placa”, no se impusiera desde abajo para aliviar el tránsito automotor cuando fue declarada inconstitucional; una injusta y exagerada multa se imponga a los trabajadores que fueron de PDVSA, aunque todos apostamos al celebérrimo paro;  o una alta magistrada identificada con el régimen, hija de una destacada funcionario público, presuntamente se hiciere una tercera o cuarta y fatal cirugía estética.

Finalmente, quizá evocando a Ignace Leep y sus viejos señalamientos sobre la autenticidad, está el asunto de una disidencia social y política efectivamente (con) fiable. El autor coloca el debido acento, pues debemos dejar el testimonio de una “disposición existencial a vivir la verdad” (92): no hay otra opción que la de sincerarnos radicalmente, pues – por decirlo de alguna manera – la oposición también padece su hoguera de las vanidades.

Desde los tiempos militantes de la juventud, hemos coincidido y discrepado con Francisco.  Nos satisfizo el ensayo del hoy académico, aunque esperamos por otros prestos a la discusión.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2012/10/el-silencio-de-la-democracia/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=914659

EL REPERTORIO DESCONOCIDO

El temido Giordani
Luis Barragán


Admitimos nuestra frustración cada vez que Jorge Giordani acude al parlamento, pues, sentimos, la oposición lo desconoce todavía. Ahora que nos incorporamos, pues se inicia la campaña para alcanzar las gobernaciones, esperamos realizar nuestro modesto aporte, ya que él, desde muy temprano, ha advertido no sólo lo que pretende como planificador por oficio o vocación que es y ha sido, sino que está dispuesto a moldear cualquier ocurrencia presidencial que lo prolongue en la cartera ministerial, como no pudo hacerlo El Troudi o Pérez anteriormente.

Los dirigentes de probada competencia técnica en materia presupuestaria, muy bien desmontarán las intenciones y pretensiones del gobierno nacional, aunque los líderes opositores no atinen en el perverso proyecto histórico que anima al viejo académico interesado en las propuestas originarias del MAS, el apuntador en más de una ocasión de las directrices de la transición actual,  el cronista económico en ejercicio que ha soltado sus impresiones como no acostumbró a hacerlo con Memoria y Cuenta alguna que suscribió, al declarante que esperanzó hasta con un Ferrari a los venezolanos. Según el canon, partiendo de un economista burgués como  Asdrúbal Baptista,  realista, ha echado las bases teóricas de un socialismo rentístico, confiado en los presupuestos gramscianos así deba convenir con las orientaciones guevaristas que pueden avalarlos, hasta precipitarse en un abierto leninismo.

Hablamos de asuntos que, antes, eran inherentes al normal debate político, pero hoy lucen extraordinariamente ajenos a la diaria preocupación dirigencial, incluyendo al oficialismo. Hallándo lo profundo en la superficie, el jamás leído Giordani, entre otros, acostumbra a desarmarnos con sendos recursos de autoridad, acomplejándonos, a pesar de lo falaz que ha sido.

Varias veces referidas sus obras en Venezuela Analítica, esperamos que esta vez interese un poco más a los dirigentes políticos y parlamentarios, sin que se vean resignados a delegar la crítica en el que ha resultado el presuntamente más avispado. Y, para decirlo con absoluta franqueza, invitando a evaluar el viejo liderazgo, la situación y el porvenir del país no admite más piratería.

Fuente: http://www.analitica.com/va/economia/opinion/9787872.asp

PLANOS VIEJOS

De las viejas advertencias de Kim Il-Sung
Luis Barragán


Hemos insistido en la ausencia real y hasta formal de instancias para la discusión, por lo que –ha ocurrido en toda la década – pasamos la página inmediatamente, oficialistas y opositores, ya desinteresados por los recientes resultados electorales. Obviamente, el asunto es más notorio en las filas de los derrotados. Sin embargo, hay inevitables inquietudes que reflotadas y versionadas por los servicios de contra-inteligencia para confundir aún más, aunque algunos líderes opositores suelen colocar el funesto acento – por siempre mediático – en el tejido de nuestras vicisitudes.

Quejadura crónica, en la medida que se observan las cifras, sobresalen algunas de las circunstancias convertidas en características. Por ejemplo, la abstención de las clases medias que se presumen ilustradas, con capacidad crítica de protesta y compromiso.

Suponemos, la llamada antipolítica todavía funda la creencia de una solución definitiva de los problemas comunes, ajenos a toda suerte personal, por obra de un milagro espectacular. El azar puede literalmente proveernos de aquellas respuestas tan ansiadas, bastando con comprar el número apropiado (y dateado) en esta perenne rifa del destino.

Rifa legitimada por el melodrama que se ha convertido en un rasgo cultural incontestable, devotos de las telenovelas y los concursos de belleza que exageradamente ocuparon y ocupan nuestra atención.  Antes, por  cierto, los exportábamos pero, cómodos e ineficaces, ya no resultan internacionalmente competitivos en reclamo de otros dos rubros: el petróleo, que no acarrea trabajo alguno para el resto del país tan ajeno a la industria;  y los beisbolistas que, a pesar del trabajo y del talento que los propulsan, los sentimos como una donación distante de la Providencia que, para compensar nuestras desdichas, encabezan la lista de los potenciales secuestros en el país.

Por ello, la facilidad del contrabando ideológico que deviene proyecto político muy seriamente impulsado, bajo nuestro militante  “paterrolismo”. Y no se diga que constituye una sorpresa, porque algún aviso tenemos de la cosa.

A modo de ilustración, fueron muchas las publicaciones “en lenguas extranjeras” que circularon décadas atrás en Venezuela, procedentes de Europa del Este y de Asia. Los clásicos del leninismo hallaron terreno entre nosotros, agenciados por las democracias populares: tenemos a la mano una compilación de discursos de Kim Il Sung, intitulada “Sobre la construcción del poder popular” (Pyongyang, 1978), aunque todavía no sabemos cómo sobrevivió entre los papeles y libros de la casa.

El aludido señor, padre de Kim Jong-II y abuelo de Kim Jong-Un, sucesivos y férreos gobernantes de la Corea del Norte que tuvo por prisionero décadas atrás al venezolano, poeta y – para más señas – comunista Alí Lameda,  cumple un itinerario discurso desde la década de los cuarenta hasta las vísperas de los sesenta. La consabida faena retórica cuenta con la particularidad de parecerse a la que se ha impuesto desde en Venezuela en esta década, además del manoseado poder popular que ya tiene sobre sus adoloridos hombros una prolongada experiencia de adulteración y amargura.

Tengamos el coraje de preocuparnos por esta larga cita: "Las reformas democráticas realizadas en este período bajo el activo apoyo y la participación entusiasta de todo el pueblo, introdujeron cambios radicales en todas las facetas de nuestra sociedad y echaron sólidos cimientos para establecer la República Popular Democrática de Corea. Como resultado de la reforma agraria, fue liquidado en el campo el sistema de explotación feudal y los campesinos que laboraban la tierra pasaron a ser dueños de la misma. Con la nacionalización de las instalaciones industriales que eran propiedad del imperialismo japonés y de los traidores a la nación, se eliminó la base material de la esclavitud colonial. La Ley del Trabajo para los obreros y oficinistas, la ley sobre la emancipación de las mujeres de la desigualdad social, la ley sobre la protección de la propiedad privada y otras, así como se lleva a cabo también exitosamente la labor para liquidar el sistema de enseñanza esclavizante del imperialismo japonés y establecer un nuevo sistema de enseñanza popular (...)  A fin de convertir a nuestra Patria en un Estado independiente, rico y poderoso, los comités populares tienen que consolidar y desarrollar aún más los éxitos ya logrados en las reformas democráticas" (I: 161, 163).

Pronunciado a finales de 1946, Kim habla desenfadadamente de reformas democráticas, de los expropiados traidores de la patria, una normativa laboral justa, la igualdad de las mujeres, la nueva enseñanza popular, la propiedad privada y los comités populares !!! Harto evidente, por una parte, que esas promesas bien enmascaradas derivaron en una tiranía con herederos del trono y todo, realizada por un alienante culto a la personalidad que superó a Stalin; por otra, que la más estelar fue hacerla potencia en el mundo, aunque no encuentra hoy cómo mitigar el hambre de las grandes mayorías cabalgando un proyecto vergonzoso y riesgoso de armamento nuclear; y, en fin, que el norte no soporta la más mínima comparación con el sur.

De modo que nos quejamos siempre, pero renunciamos a indagar, organizarse, denunciar y luchar por lo que creemos o debemos creer, confiados en una enfermiza apuesta. Atrás quedan impunes las inquietudes suscitadas por los comicios presidenciales, atorados por pasar la página, acobardados porque no sabemos cómo administrar nuestras diferencias, y hasta teniendo como única solución la probable abstención de nuestro infinito confort.

Obras como la del dictador norcoreano, circularon en Venezuela por muchos años, pero – creyéndolas hasta pavosas – no hicimos caso. Estamos largamente advertidos, aunque la pereza, comodidad y vanidad mesocrática se imponen: la ruleta nostálgica del amable casino caribeño, se hará rusa….

Fuente: http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/13104-de-las-viejas-advertencias-de-kim-il-sung

CANDIDECES

Fuente: El Nacional, Caracas, 18/12/65.

NOTICIERO RETROSPECTIVO

- Gustavo Coronel. "Mensaje a las nuevas generaciones de PDVSA". El Diario de Caracas, 07/11/82.
- Luis Herrera Campíns. "Las memorias de Heli (Colombani)". El Nacional, Caracas, 30/07/80.
- Jesús Sanoja Hernández. "Nuestra revolución de mayo". Deslinde, Caracas, 01/06/69.
- Luis Herrera Campíns. "Seguridad y confianza". El Nacional, 16/12/65.
- Gustavo Coronel. "El debate petrolero se dignifica". Resumen, Caracas, nr. 47 del 29/09/74.

Fotografía: El Nacional, Caracas, 01/09/54.

domingo, 28 de octubre de 2012

OCCIDENTE / ORIENTE

San Marcos, 10: 46-52

En su homilía de hoy, el Padre Roberto Martialay (SJ), señaló como una enfermedad típica de las Escrituras la falta de luz en los ojos. Natural que la persona ciega se sienta reducida, marginada.  Lo ocurrido y dicho constituye una enseñanza modélica para nuestra oración: necesitamos ver. Además, Jesús señaló que la fe lo ha salvado.

Fe: abrir los ojos a las realidades espirituales para no marginarse, reducirse. En la fiesta mundial de las Misiones que ya tiene un siglo existencia, y – así – lo recuerda de niño, en Navarra, alude respecto a la vieja división entre  los que conocían o no, el Evangelio. Mentalidad geográfica: occidente, lo conocía, frente al oriente que no. Chinos, indios, africanos, etc., fuera de la Iglesia ya estaban condenados. Ideal misional que lo emblematizaba San Francisco de Javier, quien llegó hasta Japón.

Pasa el tiempo, siendo otras las circunstancias que acortan las distancias, como el desarrollo de los medios de comunicación. Nuestro encuentro cercano con los orientales, no ha generado una masiva conversión. La realidad del occidente cristiano habla de la decadencia, como a la Europa que le falta la fe. Occidente no tenía mucho que darles.

La distinción geográfica no es el problema, sino la autenticidad de vida: aménse los unos a los otros, dijo Jesús, y así se reconocerán como cristianos. A los orientales no les ofrecimos una sociedad del amor desarrollada; le llevamos guerras como la de Vietnam que puso al descubierto que, tras las misiones, estaba la dominación americana. Ganaron la guerra porque tenían ás conocimiento del país, actuaban por debajo de la tierra hasta expulsar al enemigo. Mao aprendió la lección. Gandhi dijo gustar de Jesucristo, mas no de los cristianos (*).

Día mundial cobra otro sentido: reanimemos nuestra fe !!! Oración necesaria: Señor, te pedimos que pueda y podamos ver. Reconozcamos los signos de los tiempos: el diálogo, antes que explicar y predicar el diálogo y también el apredizaje de los otros. Está la guerra, la de Siria que sigue y  los peligros que representa Irán.

Aprendamos de los otros, de la mística hindú, de la serenidad japonesa… Aprendamos de los demás. Condición para comunicar nuestra fe: ver, que podamos ver, aprender de los demás y darles que aprender. Los jóvenes deben discernir, proyectar la vida y actualizar la vocación: como Bartimeo, ver y seguir a Jesús.

Jer 31, 7-9
Salmo 125
Heb 5, 1-6

(*) Aunque resulta irrelevante disentir de su enfoque sobre Vietnam y China, pues importa es el planteamiento de fondo de Martialay. LB.
Ilustración:   Laila Prytz.

URGENCIA

30 Tiempo ordinario (B) Marcos 10, 46-52
Con ojos nuevos
JOSÉ ANTONIO PAGOLA

ECLESALIA, 24/10/12.- La curación del ciego Bartimeo está narrada por Marcos para urgir a las comunidades cristianas a salir de su ceguera y mediocridad. Solo así seguirán a Jesús por el camino del Evangelio. El relato es de una sorprendente actualidad para la Iglesia de nuestros días.
Bartimeo es “un mendigo ciego sentado al borde del camino”. En su vida siempre es de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce su rostro. No puede seguirle. Está junto al camino por el que marcha él, pero está fuera. ¿No es esta nuestra situación? ¿Cristianos ciegos, sentados junto al camino, incapaces de seguir a Jesús?
Entre nosotros es de noche. Desconocemos a Jesús. Nos falta luz para seguir su camino. Ignoramos hacia dónde se encamina la Iglesia. No sabemos siquiera qué futuro queremos para ella. Instalados en una religión que no logra convertirnos en seguidores de Jesús, vivimos junto al Evangelio, pero fuera. ¿Qué podemos hacer?
A pesar de su ceguera, Bartimeo capta que Jesús está pasando cerca de él. No duda un instante. Algo le dice que en Jesús está su salvación: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”. Este grito repetido con fe va a desencadenar su curación.
Hoy se oyen en la Iglesia quejas y lamentos, críticas, protestas y mutuas descalificaciones. No se escucha la oración humilde y confiada del ciego. Se nos ha olvidado que solo Jesús puede salvar a esta Iglesia. No percibimos su presencia cercana. Solo creemos en nosotros.
El ciego no ve, pero sabe escuchar la voz de Jesús que le llega a través de sus enviados: “Ánimo, levántate, que te llama”. Este es el clima que necesitamos crear en la Iglesia. Animarnos mutuamente a reaccionar. No seguir instalados en una religión convencional. Volver a Jesús que nos está llamando. Este es el primer objetivo pastoral.
El ciego reacciona de forma admirable: suelta el manto que le impide levantarse, da un salto en medio de su oscuridad y se acerca a Jesús. De su corazón solo brota una petición: “Maestro, que pueda ver”. Si sus ojos se abren, todo cambiará. El relato concluye diciendo que el ciego recobró la vista y “le seguía por el camino”.
Esta es la curación que necesitamos hoy los cristianos. El salto cualitativo que puede cambiar a la Iglesia. Si cambia nuestro modo de mirar a Jesús, si leemos su Evangelio con ojos nuevos, si captamos la originalidad de su mensaje y nos apasionamos con su proyecto de un mundo más humano, la fuerza de Jesús nos arrastrará. Nuestras comunidades conocerán la alegría de vivir siguiéndole de cerca. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Fuente: http://eclesalia.wordpress.com/2012/10/24/pagola-marcos-10-46-52/
Ilustración:  http://www.stanleybermudez.com/lg_view_multi.php?aid=1936723#.UI2BU2cgkwA

CONFIANZA Y ABANDONO

NOTITARDE, Valencia, 27 de Octubre de 2012
Escuchar y seguir a Cristo (Mc. 10, 46-52)
Joel Núñez Flautes

El evangelio de este domingo nos presenta la figura del ciego Bartimeo que se encuentra con Jesús y viene a ser el prototipo del discípulo de Cristo.
En los domingos anteriores hemos venido viendo formas no precisas de ser discípulo de Cristo. La de Pedro y los demás discípulos que no entendían las palabras de Cristo, no escuchaban, ni interpretaban bien su mensaje, buscaban sus intereses y los mejores puestos; el joven rico que escuchó a Jesús, pero le costó hacer lo que el Maestro le pedía; los hijos de Zebedeo que querían un puesto a la derecha e izquierda en el Reino de Dios, pero ahora Jesús llega a Jericó y allí se encuentra con un mendigo ciego llamado Bartimeo que al escuchar que pasaba Él por el camino lo reconoce como Mesías y Salvador, como aquel que anunciaron los profetas y por eso le dice: “Hijo de David, ten compasión de mí”. Es decir, Hijo de Dios, presencia de Dios en medio de los hombres, aquel que tiene el poder de curar, sanar y restablecer la humanidad herida por el pecado; el que puede dar la vista a los ciegos y reincorporar a un ser humano al camino de la luz, del amor y la armonía con sus semejantes. Todo eso lo reconoce el pobre Bartimeo en ese grito de fe que sale desde lo más profundo de su corazón; una fe que se ha encendido dentro de su vida por haber escuchado hablar del hombre Jesús de Nazareth que hace milagros, que se acerca a los pobres y pecadores, que habla y actúa con la autoridad de Dios. A diferencia de otros que han visto a Jesús, que lo han contemplado y sin embargo han dudado, no han creído o se han alejado del Señor; ahora este hombre que no ha visto a Cristo, que no lo ha podido contemplar, sólo por haber escuchado acerca del mensaje que Jesús ha venido a traer al mundo y ahora sabiendo que pasaba cerca de él, escuchando que la gente le viene siguiendo, le manifiesta su fe, llama su atención, hace que Jesús detenga su marcha y le preste atención a su pedido, a su necesidad.
Muchas cosas pudiéramos resaltar hoy de este evangelio, pero me quisiera concentrar sólo en el discipulado del cristiano como escucha de la Palabra de Cristo y como seguimiento de su estilo de vida, de su manera de pensar, sentir y actuar. Esto fue lo que hizo Bartimeo, escuchó el mensaje de Jesús, de la escucha pasó a la fe en Él, de la fe que implica la confianza y el abandono en las manos de Dios, pasó a la oración, a la súplica confiada, a la esperanza de saber que el hombre que busca a Dios, que se acerca a su inmenso amor, que le invoca con fe, nunca queda desatendido, siempre Dios le responde con generosidad. Entre tantas voces que Bartimeo escuchaba a su alrededor, de los que venían detrás y apretujando al Maestro, Él sabe reconocer la voz de su Señor, como la oveja reconoce la voz del Buen Pastor (Jn.10, 3-4); aquel ciego no se deja distraer por tantas voces que hacen ruido; al contrario, él levanta su voz, le grita a su Señor y consigue ahora que Dios le escuche, que Dios se detenga en el camino, que ponga en él sus ojos. Cuando otras voces lo mandan a callar (siempre habrá en el camino del seguimiento a Cristo quien quiera alejarnos de Dios, que dirán que Dios no nos va escuchar, que Dios anda muy ocupado en otros asuntos), él grita más duro y no deja de tener su atención en Cristo; cuando escucha que Jesús lo manda a llamar, ahora presta oído a esas voces autorizadas que vienen de parte de Jesús y le dicen: “Ánimo, levántate, te está llamando”, no duda en dejar su capa (ésta cobija del mendigo representaba toda su riqueza, su seguridad, su lugar de descanso, el cubrirse del frío), sólo le importa la voz del Maestro que lo llama, sólo le interesa escucharle a Él, se levanta y de un salto llega hasta donde está Jesús. Aquella voz le da seguridad, este hombre sabe que las palabras de Jesús dan vida, dan seguridad, generan confianza, sabe que quien escucha a Dios y se va detrás de Él recibe mucho, encuentra lo que tanto anhela su corazón. Jesús le habla, le pregunta a Bartimeo que quiere que haga por él y él le pide ver y Jesús le hace el milagro, por su fe, por haber escuchado, por haber creído le sana, lo incorpora al camino y éste ahora le sigue, se hace su discípulo; puede ahora verle con la fe y con sus propios ojos. Bartimeo hace recordar aquellas palabras de Jesús a Tomás, el apóstol: “Dichosos los que crean sin haber visto”. Por eso, este mendigo ciego es prototipo del discipulado. Sin ver a Jesús, creyó en Él por lo que había escuchado y dejándolo todo lo siguió. Ejemplo y estímulo para nuestra caminar en Cristo y con Cristo.
IDA Y RETORNO: El jueves primero de noviembre de 9:00 am a 12:00 m, en la sede del Seminario en San Diego, el Lic. Carlos Correa de Chile; especialista en Medios de Comunicación Social, dirigirá el Taller: “Evangelizar un nuevo Continente” (Digital), dirigido a los párrocos, grupos juveniles, estudiantes de comunicación social, periodistas y todos aquellos que estén interesados en aprender del buen uso de las redes sociales.

Ilustración: http://dailypaintersabstract.blogspot.com/2011/12/celebration-of-blue-mixed-media-modular.html

NOTICIERO RETROSPECTIVO



- Juan Oropeza. "Religión y fariseísmo". El Nacional, Caracas, 29/09/52.
- Roberto Castro Montero. "Graciela Rodríguez: Descomponer la luz en ritmos". Resumen, Caracas, nr. 40 del 11/08/74.
- Arturo Uslar Pietri. "Pizarrón: Las sociedades secretas y la Independencia". El Nacional, 23/02/50.
- Luis Beltrán Prieto Figueroa y Alvin Toffler. El Nacional, 23/08/77.
- Joaquín Marta Sosa. "UCV: Las elecciones inútiles". Summa, Caracas, nr. 50 de 05/72.

Fotografía: Trinita Casado con Cecilia Pimentel. Élite, Caracas,  nr. 1250 del 17/09/49.

ENFOQUE (Y MEDIO)

EL NACIONAL - Miércoles 20 de Junio de 2012     Opinión/8
Vargas Llosa y Europa
ANÍBAL ROMERO

En un artículo reciente, titulado "¿Por qué Grecia?", Mario Vargas Llosa vinculó la actual situación de ese país con su pasado, recordando la contribución griega a la civilización occidental. El escritor destacó el aporte de los griegos durante los cien años de florecimiento creador conocidos como el siglo de Pericles, mencionando, entre otras figuras de la antigüedad griega, a Tucídides. El propósito de su artículo fue promover la permanencia de Grecia en la Unión Europea, y sostener que "Grecia es el símbolo de Europa y los símbolos no pueden desaparecer sin que lo que ellos encarnan se desmorone".
Vargas Llosa pasó por alto un punto fundamental: lo que narró Tucídides en su monumental Historia de la guerra del Peloponeso fue precisamente el devastador conflicto de tres décadas que acabó con buena parte de lo construido durante el siglo de Pericles, incluida la propia democracia ateniense, abriendo las puertas a tiempos de decadencia.
El caos de esa guerra tuvo sus raíces en la miopía y arrogancia de las élites políticas atenienses, que terminaron por hundirse arrastrando consigo una era de progreso y libertad.
Lo anterior viene a cuento pues lo que hoy contemplamos en Europa, en medio de un desconcierto creciente, es un proceso de desintegración que se aproxima a un desenlace casi inexorable, empujado por la ceguera de élites que se aferran a un sueño fracasado y se niegan a reconocerlo. El sueño se llama el euro y el autoengaño se centra en la incapacidad para admitir un error fatal.
La agonía europea demuestra que aseverar, como lo hacen tantos demagogos, que "el euro es irreversible" es una fatua pretensión, que pone de manifiesto ignorancia de la historia e inconcebible soberbia.
No hay nada irreversible en los asuntos humanos. El Imperio Romano duró siglos pero fue "reversible", así como el reinado de los faraones y de los zares. Es absurdo hacer afirmaciones como "la revolución es irreversible"; hasta la rusa lo fue, y la china, y lo será la cubana, e igualmente el esperpento de "revolución" venezolana.
Lo que hace particularmente trágico el caso europeo es que el coro demagógico siga exigiendo a Alemania, que está también expuesta con millardos de euros al contagio de la crisis, millardos aportados a los fondos de ayuda de los países más enfermos, que se eche encima las deudas de los pantanos insondables en que se han convertido las economías de naciones como Grecia, España, Italia y Portugal, entre otras. Una Europa asfixiada por su frivolidad e imprevisión se ahoga en deudas impagables, e intenta responsabilizar a una Alemania que no escapa de una situación que ya no tiene remedio en el marco del sueño y que empeora con el paso del tiempo. En medio de la farsa, la primera acción de Francois Hollande ha sido revertir la única reforma positiva de Sarkozy, y establecer de nuevo la edad de jubilación en Francia en 60 años en lugar de 62 años de edad.
Quiere además seguir "creciendo" con más deudas.
¡Y aun así espera que los alemanes le financien! Este espectáculo insensato tiene paralelos en el transcurso histórico, pero hoy, debido a la interconexión de las economías, amenaza con reventar la represa y provocar una inundación global. Una salida futura a la crisis exigirá corregir los principios y prácticas de los anacrónicos Estados de bienestar socialdemócratas, cuya obvia bancarrota ya no puede ocultarse, para restaurar la economía sobre bases de equilibrio que detengan el ciclo infernal del endeudamiento. Ello implicará una todavía mayor reducción de los niveles de vida en buena parte del mundo.


Ilustración: Tomada del blog de Rolando Astarita (http://rolandoastarita.wordpress.com/2010/07/07/crisis-griega/), quien - por cierto - intenta una perspectiva marxista de la crisis griega.

TRES OPINIONES (1)

EL PAÍS, Madrid, 21 de Octubre de 2012
EL NACIONAL - Domingo 28 de Octubre de 2012     Siete Días/6
Opiniones
La identidad perdida
MARIO VARGAS LLOSA

En The New Yorker del 7 de septiembre de este año hay una "Carta abierta a Wikipedia" del novelista norteamericano Philip Roth que es sumamente instructiva. Cuenta cómo Roth, al descubrir la descripción errónea que hacía Wikipedia de su novela The Human Stain (La mancha humana) envió una carta al administrador de esa enciclopedia virtual pidiendo una rectificación. La respuesta que obtuvo fue sorprendente: aunque la entidad reconocía que un autor es "una indiscutible autoridad sobre su propia obra", su sola palabra no era suficiente para que Wikipedia admitiera haberse equivocado. Necesitaba, además, "otras fuentes secundarias" que avalaran la corrección.
En su carta abierta, Philip Roth demuestra, con precisiones y datos fehacientes, que su novela no está inspirada, como afirma Wikipedia, en la vida del crítico y ensayista Anatole Broyard, a quien conoció muy de paso y cuya vida privada ignoraba por completo, sino en la de su amigo Melvin Tumin, sociólogo y catedrático de la Universidad de Princeton, que, por haber usado en una clase una palabra considerada despectiva hacia los afroamericanos, se vio envuelto en una verdadera pesadilla de ataques y sanciones que por poco destruyen su vida, pese a sus muchos años dedicados a combatir como intelectual y académico la discriminación y el prejuicio racial en Estados Unidos. Philip Roth publicó esta carta abierta en The New Yorker para tratar de contrarrestar de algún modo una falsedad respecto a su obra que la multitudinaria Wikipedia ha desparramado ya por el mundo entero.
No es ésta la primera vez que el gran novelista norteamericano da esa batalla quijotesca en defensa de la verdad. Hace algunos años, descubrió en The New York Times que le atribuían una afirmación que no recordaba haber hecho. Después de no pocas gestiones y esfuerzos consiguió llegar a la fuente que había utilizado el diario para citarlo: una entrevista en un diario italiano, firmada por Tommaso Debenedetti. Que él no había dado jamás. Gracias a esta investigación, se descubrieron las proezas fraudulentas de Debenedetti, que, desde hacía ya varios años, publicaba en la prensa de Italia y otros países reportajes sobre personas de diversos oficios y funciones inventados de pies a cabeza (yo merecí el honor de ser una de sus víctimas, y, otra de ellas, nada menos, que Benedicto XVI). De más está decir que las 79 colaboraciones falsas del personaje no han merecido sanción alguna y la historia de su fraude ha convertido al simpático Tommaso Debenedetti en un verdadero héroe de la civilización del espectáculo.
Ahora quisiera yo meterme en este artículo y contar dos episodios de mi vida reciente que muestran una inquietante vecindad con lo ocurrido a Philip Roth. Estaba en Buenos Aires y una señora, en la calle, me detuvo para felicitarme por mi "Elogio a la mujer", que acababa de leer en Internet. Pensé que me confundía con otro pero, pocos días después, ya de regreso al Perú, dos personas más me aseguraron que habían leído el texto susodicho y firmado por mí. Finalmente, un alma caritativa o perversa, me lo hizo llegar. Era breve, estúpido y de una cursilería rechinante ("La verdadera belleza está en las arrugas de la felicidad", "Todas las mujeres bellas que he visto son las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran", y cosas todavía peores). Pregunté a amigos fanáticos de la red si había alguna manera de identificar al falsario que había pergeñado esa excrecencia retórica usando mi nombre, y me dijeron que, en teoría sí, pero en la práctica no. Porque no hay nada más fácil que borrar las pistas de los fraudes retóricos, inyectando mentiras y embauques de esta índole.
Podía intentarlo, desde luego, pero me costaría mucho tiempo y sin duda bastante dinero.
Mejor me olvidaba del asunto.
Es lo que hice, por supuesto.

Hasta que, uno o dos años después, recibí una llamada de un periodista de La Nación, de Buenos Aires, el diario que publica en Argentina mis artículos. Me preguntaba, sorprendido, si yo era el autor de un texto, firmado con mi nombre, titulado "Sí, lloro por ti Argentina", que era una diatriba feroz contra los argentinos y que andaba circulando por Internet. En este caso, el texto que me atribuían era infame, pero no estúpido. El falsificador lo había urdido con una astucia cuidadosa, tomando frases que, efectivamente, yo había usado alguna vez, por ejemplo para criticar la política de la presidente Cristina Fernández de Kirchner o la del presidente Hugo Chávez, de Venezuela, y adobándolas con vilezas y vulgaridades pestilenciales de su propia cosecha ("El desquiciado, paria, bestia troglodita de la extinta y queridísima República de Venezuela", "El peronismo es el partido de los resentidos más aberrantes, llenos de odio, de rencores viscerales, fanáticos, fascistas, enfermos de rabia inexplicable" y lindezas por el estilo).
Consulté a un abogado. Me explicó que el tema de los derechos de autor, del copyright, en el mundo digital es todavía un bosque confuso, objeto de múltiples negociaciones en las que aún nadie se pone de acuerdo, y que, aunque en principio, mediante una larga y costosa investigación, podría llegar a la fuente de donde había salido originalmente el texto fraudulento, probablemente el esfuerzo sería inútil, pues el o los falsificadores habrían tomado las precauciones necesarias para borrar las pistas lanzando el artículo calumnioso no desde su propia computadora, sino usando alguna de las que se alquilan en cualquier cibercafé. ¿No había nada qué hacer, entonces? En realidad, no. O, más bien, sí: tomarlo a la broma y olvidarse.
Y aquí llegamos a la parte más seria y trascendente del asunto, más permanente que lo anecdótico. La revolución tecnológica audiovisual, que ha impulsado las comunicaciones como nunca antes en la historia, y que ha dotado a la sociedad moderna de unos instrumentos que le permiten sortear todos los sistemas de censura, ha tenido también, como perverso e impremeditado efecto, el de poner en manos de la canalla intelectual y política, del resentido, el envidioso, el acomplejado, el imbécil o simplemente el aburrido, un arma que le permite violar y manipular lo que hasta ahora parecía el último santuario sacrosanto del individuo: su identidad. Técnicamente es hoy día posible desnaturalizar la vida real de una persona ­qué es, cómo es, qué hace, qué dice, qué piensa, qué escribe­ e irla sutilmente alterándola hasta desnaturalizarla del todo, y provocar con ello, a veces, irreparables daños. Probablemente, lo peor del caso es que estas operaciones delictivas ni siquiera resultan de una conspiración política, o empresarial o cultural, sino, más pedestremente, de pobres diablos que de este modo tratan de combatir el tedio o la pavorosa sequedad de sus vidas. Necesitan divertirse de algún modo y ¿no es acaso un deporte divertido envilecer o ridiculizar o poner en situaciones de escándalo a los otros si, además, ello se puede perpetrar con la impunidad más absoluta? Por eso, los valerosos esfuerzos que un Philip Roth hace en defensa de su identidad de escritor y de ciudadano, para que le permitan seguir siendo lo que es y no una caricatura de sí mismo, aunque admirables, son probablemente totalmente inútiles. Vivimos en una época en que aquello que creíamos el último reducto de la libertad, la identidad personal, es decir, lo que hemos llegado a ser mediante nuestras acciones, decisiones, creencias, aquello que cristaliza nuestra trayectoria vital, ya no nos pertenece sino de una manera muy provisional y precaria. Al igual que la libertad política y cultural, también nuestra identidad nos puede ser ahora arrebatada, pero, en este caso, por tiranuelos y dictadores invisibles que, en vez de látigos, espadas o cañones, usan teclas y pantallas y se sirven del éter, de un fluido inmaterial y subrepticio y tan sutil y poderoso que puede invadir nuestra intimidad más secreta y reconstruirla a su capricho.
A lo largo de su historia, el ser humano ha debido enfrentar toda clase de enemigos de la libertad y, con grandes sacrificios y dejando el campo de batalla sembrado de innumerables víctimas, siempre ha conseguido derrotarlos. Y creo que también, a la larga, derrotaremos a este último. Pero esta victoria, me temo mucho, demorará y ni Philip Roth ni yo alcanzaremos a celebrarla.

Ilustraciones: Fernando Vicente y Ugo.
Nota LB:  Además de las opiniones de don Mario, traemos a colación las de los dones Ugo y Vicente. No hay ánimo de un cioso de ilustraciones, sino - competitivos -el de  retener sus aporte. A veces, el uno nos parece mejor que el otro por el enfoque que asoma. No obstante, a vuelo de pájaro, creemos que Vicente tiene momentos de interesantísima plasticidad, mientras que Ugo deriva en una fácil caricaturesca.....

TRES OPINIONES (2)

EL PAÍS, Madrid, 3 de Junio de 2012
EL NACIONAL - Domingo 10 de Junio de 2012     Siete Días/6
Opiniones
¿Por qué Grecia?
Grecia no puede dejar de formar parte integral de Europa sin que ésta se vuelva una caricatura grotesca de sí misma, condenada al más estrepitoso fracaso
MARIO VARGAS LLOSA

En aquella cena, hace ya varios años, me sentaron junto a una señora de edad que cubría sus ojos con unos grandes anteojos oscuros. Era amable, elegante, hablaba un francés exquisito y, pese a que hacía grandes esfuerzos por disimularlo, en todo lo que decía y opinaba se traslucía una enorme cultura.
Sólo a media cena advertí, por las grandes precauciones con que manejaba los cubiertos, que era ciega o, cuando menos, que su visión era mínima. Sólo después de despedirnos, averigüé que Jacqueline de Romilly era una gran helenista, catedrática de griego clásico en la École Normale y en la Sorbona, la primera mujer en ser elegida miembro del Colegio de Francia y una de las pocas representantes del género femenino en la Academia Francesa.
El primer libro suyo que leí, Pourquoi la Grèce?, me deslumbró tanto como su persona.
Aunque lo que dice y cuenta en él ocurrió hace 25 siglos, es de una extraordinaria actualidad y su lectura debería ser obligatoria en estos días para aquellos europeos que, espantados con lo que ocurre en Grecia, su deuda vertiginosa, su anarquía política, su empobrecimiento pavoroso y la ascensión de los extremismos fascista y comunista en sus últimas elecciones, creen que la salida de ese país de la moneda única, e incluso de la Unión Europea, es inevitable y hasta necesaria.
El libro cuenta cómo la joven Jacqueline leyó en sus años escolares a Tucídides, y cómo la impresión que hizo en ella uno de los dos fundadores de la disciplina histórica (con Heródoto) orientó su vocación a los estudios de la Grecia clásica, a la que dedicaría su vida. El ensayo pasa revista, de manera clara, entretenida y profunda ­rara alianza para una especialista­ a ese milagroso siglo V antes de nuestra era en el que la historia, la filosofía, la tragedia, la política, la retórica, la medicina, la escultura alcanzan en Grecia su apogeo y sientan las bases de lo que con el tiempo se llamaría la cultura occidental. Homero y Hesíodo son bastante anteriores al siglo V, desde luego, y hay artistas, pensadores y comediógrafos posteriores a ese marco temporal. El ensayo no vacila en retroceder o avanzar para incluirlos en el legado griego, aunque el grueso de lo que llama "una visita guiada a través de los textos" se concentra en ese pequeño período de cien años en que en el reducido espacio del mundo heleno hay como una eclosión frenética, enloquecida, de creatividad en todos los dominios del espíritu, con ideas, modelos estéticos, patrones intelectuales, inventos y descubrimientos, gracias a los cuales la civilización del logos tomaría una distancia decisiva respecto a todas las otras culturas del pasado y de su tiempo y, sin pretenderlo ni saberlo, cambiaría para siempre la historia del mundo.
Jacqueline de Romilly muestra que en Grecia nacieron, o cobraron una realidad y dinamismo que nunca tuvieron antes en la vida social de pueblo alguno, los factores determinantes del progreso humano, como la democracia, la libertad, el derecho, la razón y el arte emancipados de la religión, las nociones de igualdad, de soberanía individual, de ciudadanía, y una manera absolutamente nueva de relacionarse el hombre con el más allá y con los dioses, además, por supuesto, de una idea de la belleza y la fealdad, de la bondad y la maldad, de la felicidad y la desdicha, que, aunque con los inevitables matices y adaptaciones que ha ido imponiéndoles la historia, siguen vigentes.
Maravilla que un pueblo tan pequeño y tan poco cohesionado políticamente, hecho de unas cuantas ciudades y colonias repartidas por Europa y Asia Menor que conservaban un enorme margen de autonomía entre ellas, un pueblo tan instintivamente reticente a formar un imperio, a practicar el imperialismo y a someterse a la prepotencia de un tirano (como hicieron todos los otros) haya sido capaz de dejar en la historia de la humanidad una huella tan honda, tan presente todavía tantos siglos después, en tanto que casi todos los otros grandes imperios o civilizaciones ­los persas y los egipcios, por ejemplo­ son ahora sobre todo, sin olvidar ninguna de sus maravillas, piezas de museo.
No fue un accidente, ni obra del azar, hubo razones para ello y el libro de Jacqueline de Romilly las hace desfilar ante nuestros ojos con la misma desenvoltura, belleza y elegancia con que su conversación me hechizó a mí aquella noche.

Los diálogos socráticos y platónicos, además de una manera de filosofar, nos explica, enseñaron a los seres humanos que conversar, hablar en grupo, es una manera más civilizada y ética de convivir que dando órdenes u obedeciéndolas, una forma de la comunicación que reconoce o establece de entrada una igualdad de base, una reciprocidad de derechos entre los interlocutores. Así fue surgiendo la libertad, desanimalizándose el hombre, naciendo de verdad la humanidad del ser humano.
Esta demostración en Pourquoi la Grèce? no aparece como un discurso abstracto, sino a través de comentarios y de citas literarias, porque, como su autora no se cansa de repetirlo, todo aquello que constituye una cultura está esencialmente representado en sus obras literarias, y la verdadera crítica es la que escudriña la poesía, la narrativa, el drama, los ensayos que una sociedad produce en busca de esas verdades recónditas que alimentan su imaginación e impregnan las aventuras y los personajes a que sus artistas dieron vida para aplacar la sed de absoluto, de vivir otras vidas, de sus gentes.
"Sin saberlo, respiramos el aire de Grecia a cada instante", dice en una de sus páginas.
No es la menor de las paradojas que los griegos, que nunca conquistaron pueblo alguno y sólo combatieron en defensa de su libertad, hayan dominado luego discretamente el mundo entero, empezando por Roma, cuyas legiones creyeron apoderarse de Grecia sin esfuerzo, cuando, en verdad, sería el pueblo vencido el que terminaría por infiltrarse en la mente, el espíritu y hasta la lengua del conquistador. (El ensayo revela que, durante buen tiempo, fue de buen gusto entre las familias romanas contemporáneas de Cicerón y de Virgilio hablar en lengua griega).
Es verdad que la Grecia de nuestros días es muy distinta de aquella donde se construyó el Partenón, en la que peroraba Solón y esculpía Fidias sus estatuas. En los 25 siglos intermedios su pueblo ha experimentado acaso más infortunios y catástrofes que la mayoría de los otros: guerras externas e internas, ocupaciones que por siglos acabaron con su libertad, tiranías y segregaciones que varias veces amenazaron con desintegrarla. Leo en el International Herald Tribune una espeluznante descripción del estado de su economía, los grotescos privilegios de que han gozado en todos estos años sus armadores, banqueros y empresarios más prósperos, exonerados de pagar impuestos, y las fortunas que se han fugado y siguen fugando del país hacia Suiza y los paraísos fiscales más seguros del planeta, en tanto que el pueblo griego se sigue empobreciendo, viendo encogerse sus salarios o pasando al paro, a la mendicidad y al hambre.
Ante este panorama, lo que debería sorprender no es que muchos griegos hayan votado en las últimas elecciones por nazis y extremistas de izquierda, sino, más bien, que haya todavía tantos griegos que sigan creyendo en la democracia, y que las encuestas para la próxima elección señalen que los partidos de centroizquierda, centro y centroderecha, que defienden la opción europea y aceptan las condiciones que ha impuesto Bruselas para el rescate griego, podrían obtener la mayoría y formar gobierno.
Mi esperanza es que así sea porque, simplemente, Grecia no puede dejar de formar parte integral de Europa sin que ésta se vuelva una caricatura grotesca de sí misma, condenada al más estrepitoso fracaso. Europa nació allá, al pie de la Acrópolis, hace 25 siglos, y todo lo mejor que hay en ella, lo que más aprecia y admira de sí misma, incluida la religión de Cristo ­una de las páginas más hermosas del ensayo de Jacqueline de Romilly explica por qué buena parte de los evangelios se escribieron en lengua griega­, así como las instituciones democráticas, la libertad y los derechos humanos tienen su lejana raíz en ese pequeño rincón del viejo continente, a orillas del Egeo, donde la luz del sol es más potente y el mar es más azul. Grecia es el símbolo de Europa, y los símbolos no pueden desaparecer sin que lo que ellos encarnan se desmorone y deshaga en esa confusión bárbara de irracionalidad y violencia de la que la civilización griega nos sacó.
Ilustraciones: Ugo y Fernando Vicente.

TRES OPINIONES (3)

EL PAÍS, Madrid, 26 de Agosto de 2012
EL NACIONAL - Domingo 02 de Septiembre de 2012     Siete Días/6
Opiniones
Julian Assange en el balcón
MARIO VARGAS LLOSA

En el cubículo de la Embajada de Ecuador en Londres, donde está refugiado, Julian Assange, el fundador de Wikileaks, tendrá ahora tiempo de sobra para reflexionar sobre la extraordinaria historia de su vida, que comenzó como oscuro ladronzuelo de la intimidad ajena (es lo que hace un hacker informático, aunque el anglicismo trate de inocular dignidad a ese innoble oficio) en el país de los canguros y ha terminado convirtiéndolo en un ícono contemporáneo, tan famoso como los futbolistas o roqueros más de moda, para muchos en un héroe de la libertad de expresión y en el centro de un conflicto diplomático internacional.
Existe tal maraña de confusiones y mentiras respecto al personaje, creada por él mismo y por sus partidarios, y propulsada por el periodismo ávido de escándalo, que hay millones de personas en el mundo convencidas de que el desgarbado australiano de pelos blanco-amarillos que compareció hace unos días en el balcón de la embajada ecuatoriana del barrio preferido por los jeques árabes en Londres ­Knightsbridge­ para dar lecciones sobre la libertad de expresión al presidente Obama, es un perseguido político de Estados Unidos al que ha salvado in extremis nada menos que el pre- sidente Rafael Correa de Ecuador, es decir, el gobierno que, después de los de Cuba y Venezuela, ha perpetrado los peores atropellos contra la prensa en América Latina, al cerrar emisoras, periódicos, y arrastrar a tribunales serviles a periodistas y diarios que se atrevieron a denunciar los tráficos y la corrupción de su régimen, y presentar una ley mordaza que prácticamente sellaría la desaparición del periodismo independiente en el país. En este caso sí que vale el viejo refrán: "Dime con quién andas y te diré quién eres". Porque el presidente Correa y Julian Assange son tal para cual.
En realidad, el fundador de Wikileaks no es objeto en estos momentos siquiera de una investigación judicial en Estados Unidos ni este país ha hecho pedido alguno reclamándolo a nadie para enfrentarlo a un tribunal. El supuesto riesgo de que, si es entregado a la justicia sueca, el Gobierno de Suecia pueda enviarlo a Estados Unidos es, por ahora, una presunción desprovista de todo fundamento y no tiene otro objeto que rodear al personaje de un aura de mártir de la libertad que ciertamente no se merece. La justicia sueca no lo reclama por sus hazañas ­mejor dicho, infidencias­ informáticas, sino por las acusaciones de violación y acoso sexual formuladas contra él por dos ciudadanas de ese país. Así lo ha entendido la Corte Suprema de Gran Bretaña y por eso decidió transferirlo a Suecia, cuyo sistema judicial, por lo demás, es, al igual que el británico, uno de los más independientes y confiables del mundo. De manera que el señor Assange no es en la actualidad una víctima de la libertad de expresión, sino un prófugo que utiliza ese pretexto para no tener que responder a las acusaciones que pesan sobre él como presunto delincuente sexual.
La popularidad de que goza se debe a los cientos de miles de documentos privados y confidenciales de distintas reparticiones del Gobierno de Estados Unidos ­empezando por la diplomacia y terminando por las Fuerzas Armadas­, obtenidos mediante el robo y la piratería, que Wikileaks difundió y presentó como una proeza de la libertad de expresión que sacaba a la luz intrigas, conspiraciones y conductas reñidas con la legalidad.
¿Fue realmente así? ¿Contribuyeron las delaciones de Wikileaks a airear unos fondos delictivos y criminales de la vida política estadounidense? Así lo afirman quienes odian a Estados Unidos, "el enemigo de la humanidad", y no se consuelan todavía de que la democracia liberal, de la que ese país es el principal valedor, ganara la Guerra Fría y no fueran más bien el comunismo soviético o el maoísta los triunfadores.
Pero, creo que cualquier evaluación serena y objetiva de la oceánica información que Wikileaks difundió, mostró, aparte de una chismografía menuda, burocrática e insustancial, abundante material que justificadamente debe mantenerse dentro de una reserva confidencial, como el que afecta la vida diplomática y la defensa, para que un Estado pueda funcionar y mantener las relaciones debidas con sus aliados, con los países neutros y, sobre todo, con sus manifiestos o potenciales adversarios.
Nosotros nunca sabremos la manera como las revelaciones de Wikileaks sirvieron para que se deshicieran las redes de información laboriosa y peligrosamente montadas por los países democráticos en las satrapías que amparan el terrorismo internacional de Al Qaeda y congéneres, ni cuántos agentes e informantes de los servicios de inteligencia de Occidente fueron detectados y posiblemente eliminados por efecto de esas publicaciones, pero no hay duda de que esa fue una de las siniestras consecuencias de aquella celebrada operación de desembalse informativo. ¿No es curioso que Wikileaks privilegiara de tal modo revelar los documentos confidenciales de los países libres, donde existe, además de la libertad de prensa, una legalidad digna de ese nombre, en vez de hacerlo con las dictaduras y gobiernos despóticos que proliferan todavía por el mundo? Es más fácil ganar credenciales de luchador por la libertad ejercitando la infidencia, el contrabando y la piratería informática en sociedades abiertas, al amparo de una legalidad siempre reticente a sancionar los delitos de prensa para no dar la sensación de restringir o poner obstáculo a esa libertad de crítica que es, efectivamente, sustento esencial de la democracia, que infiltrándose en los secretos de los gobiernos totalitarios.

Los partidarios de Wikileaks deberían recordar que la otra cara de la libertad es la legalidad y que, sin ésta, aquella desaparece a la corta o a la larga. La libertad no es ni puede ser la anarquía, y el derecho a la información no puede significar que en un país desaparezcan lo privado y la confidencialidad y todas las actividades de una administración deban ser inmediatamente públicas y transparentes. Eso significaría pura y simplemente la parálisis o la anarquía, y ningún gobierno podría, en semejante contexto, cumplir con sus deberes ni sobrevivir. La libertad de expresión se complementa, en una sociedad libre, con los tribunales de justicia, los parlamentos, los partidos políticos de oposición y esos son los canales adecuados a los que se puede y debe recurrir si hay indicios de que un gobierno oculta o disimula delictuosamente sus iniciativas y quehaceres. Pero atribuirse ese derecho y proceder manu militari a dinamitar la legalidad en nombre de la libertad es desnaturalizar este concepto y degradarlo de manera irresponsable, y convertirlo en libertinaje. Eso es lo que ha hecho Wikileaks y, lo peor, creo, no en razón de ciertos principios o convicciones ideológicas, sino empujado por la frivolidad y el esnobismo, vectores dominantes de la civilización del espectáculo en que vivimos.
El señor Julian Assange no ha practicado en la institución que fundó la transparencia y la limpieza totales que exige de las sociedades abiertas contra las que se ha encarnizado.
Las defecciones que ha experimentado Wikileaks se deben, fundamentalmente, a su resistencia a dar cuenta a sus colaboradores de los varios millones de dólares que ha recibido como donaciones, según leo en un artículo firmado por John F. Burns, en el Internacional Herald Tribune del 18/19 de agosto. Es un buen indicio de lo complicadas y sutiles que pueden ser las cosas cuando se observan de cerca y no a partir de lugares comunes, estereotipos y clisés.
En las actuales circunstancias no hay razón alguna para considerar a Julian Assange un cruzado de la libertad de expresión, sino más bien un vivillo oportunista que, gracias a su buen olfato, sentido de la oportunidad y habilidades informáticas, montó una operación escandalosa que le dio fama internacional y la falsa sensación de que era todopoderoso, invulnerable y podía permitirse todos los excesos.
Se equivocó y ahora es víctima de estos últimos. En verdad, su peripecia parece haber entrado en un callejón sin salida, y no es imposible que, una vez que pase la ventolera que hizo de él una persona famosa, se le recuerde sobre todo por la involuntaria ayuda que ha prestado, creyendo actuar a favor de la libertad, a sus enemigos más acérrimos.
Ilustraciones: Fernando Vicente y Ugo.

TRES OPINIONES (4)

EL PAIS, Madrid, 9 de Septiembre de 2012
EL NACIONAL - Domingo 16 de Septiembre de 2012     Siete Días/6
Opiniones
El joven Popper
MARIO VARGAS LLOSA

Sin Hitler y los nazis Karl Popper no hubiera escrito nunca ese libro clave del pensamiento democrático y liberal moderno La sociedad abierta y sus enemigos (1945), y probablemente su vida hubiera sido la de un oscuro profesor de Filosofía de la Ciencia confinado en su Viena natal. Muy poco se conocía de la infancia y juventud de Popper ­su Autobiografía (1976) las escamotea casi por completo­ hasta la aparición del libro de Malachi Haim Hacohen Karl Popper. The Formative Years 1902-1945 (2000), exhaustiva investigación sobre aquella etapa de la vida del filósofo en el marco deslumbrante de la Viena de fines del XIX y los primeros años del XX, una sociedad multicultural y multirracial, cosmopolita, de efervescente creatividad literaria y artística, espíritu crítico e intensos debates intelectuales y políticos. Allí debió gestarse la idea popperiana de la "sociedad abierta" de la cultura democrática contrapuesta a las "sociedades cerradas" del totalitarismo.
Como desde la ocupación nazi de Austria, en marzo de 1938, la vida cultural de este país entró en una etapa de oscurantismo y decadencia de la que todavía no se ha recuperado ­sus mejores talentos emigraron, fueron exterminados o anulados por el terror y la censura­, cuesta trabajo imaginar que la Viena en la que Popper hizo sus primeros estudios, descubrió su vocación por la investigación, la ciencia y la disidencia, aprendió el oficio de carpintero y militó en el socialismo más radical era acaso la ciudad más culta y libre de Europa, un mundo donde católicos, protestantes, judíos integrados o sionistas, librepensadores, masones, ateos, coexistían, polemizaban y contribuían a revolucionar las formas artísticas ­la música sobre todo, aunque también la pintura y la literatura­, las ciencias sociales y las exactas, y la filosofía. Un libro recién traducido al español, de William Johnston, The Austrian Mind: An Intellectual and Social History 1848-1938 (1972) (El genio austrohúngaro. Historia social e intelectual 1848-1938), reconstruye con rigor esa fascinante Torre de Babel en la que precozmente Popper aprendió a detestar el nacionalismo, una de sus bestias negras a la que siempre identificó como el enemigo mortal de la cultura de la libertad.
La familia de Popper, de origen judío, se había convertido al protestantismo dos generaciones antes de que él naciera en 1902. Su abuelo paterno tenía una formidable biblioteca en la que él, niño, contraería la pasión de la lectura. Nunca se consoló de haber tenido que venderla cuando se desplomaron las finanzas de su familia, que, durante su infancia, era muy próspera. En la vejez, cuando, por primera vez en su vida, recibió algo de dinero por derechos de autor, trató ingenuamente de reconstruirla, pero no lo consiguió. Su educación fue protestante y estoica, puritana, y, aunque se casó con Hennie, una católica, esa moral estricta, calvinista, de renuncia de toda sensualidad y autoexigencia y austeridad extremas, lo acompañó toda su vida. Según los testimonios recogidos por Malachi Hacohen, lo que más reprochaba Popper a Marx y a Kennedy, no eran sus errores políticos, sino haberse permitido tener amantes.
En la Viena de su juventud ­la Viena Roja­ prevalecía un socialismo liberal y democrático, que propiciaba el multiculturalismo, y muchas familias judías integradas, como la suya, ocupaban posiciones de privilegio en la vida económica, universitaria y hasta política. Su precoz rechazo de toda forma de nacionalismo ­la regresión a la tribu­ lo llevó a oponerse al sionismo y siempre pensó que la creación de Israel fue "un trágico error".
En el borrador de su Autobiografía escribió una frase durísima: "Inicialmente me opuse al sionismo porque yo estaba contra toda forma de nacionalismo. Pero nunca creí que los sionistas se volvieran racistas.

Esto me hace sentir vergüenza de mi origen, pues me siento responsable de las acciones de los nacionalistas israelíes".
Pensaba entonces que los judíos debían integrarse a las sociedades en las que vivían, como había hecho su familia, porque la idea "del pueblo elegido" le parecía peligrosa. Presagiaba, según él, las visiones modernas de la "clase elegida" del marxismo o de la "raza elegida" del nazismo. Debió ser terrible para quien pensaba de este modo ver cómo, en la sociedad que creía abierta, el antisemitismo comenzaba a crecer como la espuma por la influencia ideológica que venía de Alemania, y sentirse de pronto amenazado, asfixiado y obligado a exiliarse. Poco después, ya en el exilio de Nueva Zelanda, donde, gracias a sus amigos F. A. Hayek y Ernst Gombrich, había conseguido un modesto trabajo como lector en la Canterbury University, en Christchurch, se iría enterando de que dieciséis parientes cercanos suyos ­tíos, tías, primos, primas­, además de innumerables colegas y amigos austríacos de origen judío, como él, y perfectamente integrados, serían aniquilados o morirían en los campos de concentración, víctimas del racismo demencial de los nazis.
Este es el contexto que indujo a Popper a apartarse unos años de sus investigaciones científicas (antes de abandonar Austria había ya publicado Logik der Forschung (1935) (Lógica de la investigación científica) y prestar lo que llamaría su contribución intelectual a la resistencia contra la amenaza totalitaria. Primero fue La pobreza del historicismo (1944-1945), y luego, La sociedad abierta y sus enemigos (1945). Malachi Hacohen traza una minuciosa y absorbente historia de las condiciones difíciles, poco menos que heroicas, en que Popper trabajó estos dos libros de filosofía política que le darían una celebridad que nunca imaginó, robando horas a las clases y obligaciones administrativas en la universidad, pidiendo ayuda bibliográfica a sus amigos europeos, y viviendo en una pobreza que por momentos se acercaba a la miseria, ayudado por la lealtad y la entrega misioneras de Hennie, que descifraba el manuscrito, lo dactilografiaba y, además, lo sometía por momentos a críticas severas.
Malachi Hacohen ha trabajado tanto en este libro sobre el joven Popper como éste en su investigación sobre los orígenes del totalitarismo en la Grecia clásica que, según él, arranca con Platón y llega hasta Marx, Lenin y el fascismo, pasando por Hegel y Compte.
Y por momentos da la impresión de que, en el curso de esos años de intensa dedicación, fue pasando de la admiración devota y casi religiosa hacia Popper a un cierto desencanto, a medida que descubría en su vida privada los defectos y manías inevitables, sus intolerancias, su poca reciprocidad con quienes lo habían ayudado, sus depresiones y manías, su poca flexibilidad para aceptar la llegada de nuevas formas, ideas y modas de la modernidad. Algunas de estas críticas me parecen muy injustas, pero ellas no están de más en un libro dedicado a quien sostuvo siempre que el espíritu crítico es la condición indispensable del verdadero progreso en el dominio de la ciencia y en el de la vida social, y que es sometiendo a la prueba del examen y del error ­es decir, tratando de "falsearlas", de demostrar que son falsas­ que se conoce la verdad o la mentira de las doctrinas, teorías e interpretaciones que pretenden explicar al individuo aislado o inmerso en la amalgama social.
Por otra parte, Malachi Hacohen deja claramente establecido que, contra lo que se llegó a creer en los años de la Guerra Fría, que Popper era el filósofo nato del conservadurismo, sus tesis sobre la sociedad abierta y la sociedad cerrada, el esencialismo, el historicismo, el Mundo Tercero, la ingeniería social fragmentaria, el espíritu tribal y sus argumentos contra el nacionalismo, el dogmatismo y las ortodoxias políticas y religiosas cubren un amplio espectro filosófico liberal en el que pueden reconocerse por igual todas las formaciones políticas democráticas, desde el socialismo hasta el conservadurismo, que acepten la división de poderes, las elecciones, la libertad de expresión y el mercado. El liberalismo de Karl Popper es profundamente progresista porque está imbuido de una voluntad de justicia que a veces se halla ausente en quienes cifran el destino de la libertad sólo en la existencia de mercados libres, olvidando que estos, por sí solos, terminan, según la metáfora de Isaiah Berlin, permitiendo que los lobos se coman a todos los corderos. La libertad económica, que Popper defendió, debía complementarse, a través de una educación pública de alto nivel y diversas iniciativas de orden social, como una vida cultural intensa y accesible al mayor número, a fin de crear una igualdad de oportunidades que impidiera, en cada generación, la creación de privilegios heredados, algo que le pareció siempre tan nefasto como los dogmas religiosos y el espíritu tribal.
Ilustraciones: Fernando Vicente y Ugo.

TRES OPINIONES (5)

EL PAÍS, Madrid, 22 de Abril de 2012
EL NACIONAL - Domingo 29 de Abril de 2012     Siete Días/6
Opiniones
La guerra perdida
MARIO VARGAS LLOSA

La expropiación de 51% del capital de YPF, propiedad del grupo Repsol, decidida por el gobierno de la señora Cristina Fernández de Kirchner, no va a devolver a Argentina "la soberanía energética", como alega la mandataria. Va, simplemente, a distraer por un corto período a la opinión pública de los graves problemas sociales y económicos que la afectan con una pasajera borrachera de patrioterismo nacionalista, hasta que, una vez que llegue la hora de la resaca, descubra que aquella medida ha traído al país muchos más perjuicios que beneficios y agravado la crisis provocada por una política populista y demagógica que va acercándolo al abismo.
Las semejanzas de lo ocurrido a Repsol en Buenos Aires con los métodos de que se ha valido el comandante Hugo Chávez en Venezuela para nacionalizar empresas agrícolas e industriales son tan grandes que parecen obedecer a un mismo modelo. Primero, someterlas a un hostigamiento sistemático que les impida operar con normalidad y las vaya empobreciendo y arruinando y, luego, cuando las tenga ya con la soga al cuello, "quedarse con ellas a precio de saldo", como ha explicado Antonio Brufau, el presidente de Repsol, en la conferencia de prensa en la que valoró en alrededor de 8.000 millones de euros el precio de los activos de la empresa víctima del expolio.
Durante algunos años, la opinión pública venezolana se dejó engañar con estas "recuperaciones patrióticas" y "golpes al capitalismo" mediante los cuales se iba construyendo el socialismo del siglo XXI, hasta que vino el amargo despertar y descubrió las consecuencias de esos desafueros: un empobrecimiento generalizado, una caída brutal de los niveles de vida, la más alta inflación del continente, una corrupción vertiginosa y una violencia que ha convertido a Caracas en la ciudad con el más alto índice de criminalidad de todo el planeta.
Desde hace algún tiempo el Gobierno argentino multiplica estas operaciones de distracción, para compensar mediante gestos y desplantes demagógicos la grave crisis social que ha provocado él mismo con su política insensata de subsidios al consumo, de intervencionismo en la vida económica, su conflicto irresuelto con los agricultores y la inseguridad que han generado su falta de transparencia y constantes retoques y mudanzas de las reglas de juego en su política de precios y de reglas para la inversión. No es sorprendente que la inflación crezca, que la fuga de capitales, hacia Brasil y Uruguay principalmente, aumente cada día, y que la imagen internacional del país se haya venido deteriorando de manera sistemática.
Primero fue la guerra contra los diarios más prestigiosos del país, La Nación y Clarín, con acusaciones y amenazas que parecían preceder su secuestro y clausura ­espada de Damocles que aún pende sobre ellos, pese a lo cual ambos órganos han mantenido valerosamente su independencia­ y, luego, más recientemente, la resurrección del tema de las Malvinas. En la reciente Cumbre de Cartagena la presidenta Fernández de Kirchner experimentó una seria decepción al no obtener de sus colegas latinoamericanos el aval beligerante que esperaba, pues estos se limitaron a ofrecerle un apoyo más retórico que práctico, temerosos de verse arrastrados a un conflicto de muy serias consecuencias económicas en un continente donde las inversiones británicas y europeas son cuantiosas. Inmediatamente luego de ese fracaso ha venido la expropiación de Repsol, el nuevo enemigo que la jefa del Estado argentino lanza a las masas peronistas como ominoso responsable de los males que padece el país (en este caso, el desabastecimiento energético). Mínimas victorias en una guerra perdida sin remedio.

En verdad, los males que padece ese gran país que fue Argentina ­el más próspero y el más culto del continente desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX­ no se deben a la prensa libre y crítica, ni al colonialismo británico ni a las empresas extranjeras que trajeron sus capitales y su tecnología al país creyendo ingenuamente que éste respetaría la legalidad y cumpliría con los contratos que firmaba su gobierno, sino al peronismo, con su confusa ideología, en la que se mezclan las más contradictorias aportaciones, el nacionalismo, el marxismo, el fascismo, el populismo, el caudillismo, y prácticamente todos los ismos que han hecho de América Latina el continente pobre y atrasado que es. Hay un misterio, para mí indescifrable, en la lealtad de una porción considerable del pueblo argentino hacia una fuerza política que, a lo largo de todas las veces que ha ocupado el poder, ha ido empobreciendo el país, malgastando sus enormes riquezas con políticas demagógicas, azuzando sus divisiones y enconos, destruyendo los altísimos logros que había alcanzado en los campos de la educación y la cultura, y retrocediéndolo a unos niveles de subdesarrollo que había dejado atrás antes que ningún otro país latinoamericano. No se necesita tener dotes de profeta para saber que la expropiación de Repsol va a acelerar esta lamentable decadencia.
Lo peor de todo es que el daño que esta injustificada medida significa no afecta sólo a Argentina, sino a América Latina en general, pues siembra la desconfianza de los inversores sobre una región del mundo que, desde hace algunos años, ha emprendido en general, con pocas excepciones, el camino de la sensatez política, al optar por la democracia, y del realismo económico, al abrir sus economías, integrarse a los mercados del mundo, estimular la inversión extranjera y respetar sus compromisos internacionales. Y con resultados magníficos, como los que pueden exhibir en los últimos años países como Brasil, Uruguay, Chile, Colombia, Perú, buena parte de América Central y México, en creación de empleo, disminución de la pobreza, desarrollo de las clases medias y consolidación institucional. En vez de seguir este modelo exitoso, la señora Fernández de Kirchner ha preferido enrolarse en el catastrófico paradigma del comandante Hugo Chávez y sus discípulos (Nicaragua, Bolivia y Ecuador).
Por fortuna, no toda Argentina vive hechizada por los cantos de sirena populistas del peronismo. Dentro del propio partido de gobierno hay sectores, por desgracia minoritarios, conscientes del giro antimoderno y antihistórico que ha venido adoptando el gobierno de la señora Fernández de Kirchner y de las consecuencias trágicas que tendrá ello a la corta o a la larga para el conjunto de la sociedad. En la dividida oposición ha habido en estos días, por fortuna, algunas voces lúcidas para oponerse a la euforia nacionalista con que fue recibida la noticia de la expropiación de Repsol, como la del alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, quien declaró: "La expropiación nos endeuda y nos aleja del mundo. En un año estaremos peor que hoy".
Es un augurio muy exacto.
Los problemas energéticos de Argentina no son la falta de recursos, sino de tecnología y, sobre todo, de capitales.
Como el país carece de ellos, debe traerlos de afuera. Y, con este precedente, no será fácil convencer a las empresas grandes y eficientes que vuelquen sus esfuerzos en un país que acaba de dar un ejemplo tan poco serio y responsable frente a sus compromisos adquiridos. A Argentina le van a llover las demandas de reparación ante todas las cortes e instituciones de comercio internacionales, y sus relaciones no sólo con España sino con la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etcétera, se han vuelto ahora conflictivas. Todo este riesgo ¿para qué? Para gozar por unos días de la grita frenética de las bandas de piqueteros eufóricos y de las loas encendidas de una prensa servil.
¿Valía la pena? Dentro de la América Latina de nuestros días, lo ocurrido con Repsol tiene un curioso sabor anacrónico, de fuera de época, de reminiscencia rancia de un mundo que ya desapareció. Porque, la verdad es que, de México a Brasil, aunque haya todavía enormes problemas que enfrentar ­entre ellos, los principales, los de la corrupción y el narcotráfico­ parecía ya superada la época nefasta del nacionalismo económico, del desarrollo hacia dentro, del dirigismo estatal de la economía que tanta violencia y miseria nos deparó. Parece mentira que tan horrendo pasado resucite una vez más y nada menos que en el país de un Sarmiento, un Alberdi y un Borges, que fueron, cada uno en su tiempo y en su campo, los adalides de la modernidad.
Ilustraciones: Fernando Vicente y Ugo.