miércoles, 19 de septiembre de 2012

MORALISMO (1)

EL UNIVERSAL, Caracas, 31 de Agosto de 2012
Pdvsa y la superioridad moral del chavismo
MARCOS CARRILLO 

Esta actitud va más allá de la arrogancia del poder. Es ante todo una posición de superioridad moral. El buen revolucionario es un privilegiado con acceso a una verdad suprema que no pueden ver quienes no son miembros de la logia.
Esa superioridad moral es lo que está en la médula de la lucha que ha librado el chavismo contra la meritocracia, específicamente en Pdvsa. El inepto que toma la bandera roja con fanatismo y sumisión es apóstol del bien, por eso es mejor que el estudioso y esforzado que, en definitiva, no genera ninguna utilidad a la revolución.
Para que la supremacía que alegan pueda permear a toda la sociedad y construir el "hombre nuevo" es indispensable la permanencia indefinida en el poder. El único principio, entonces, no es teórico, como argumentan constantemente, sino puramente pragmático: mantenerse mandando. En función de ello todo lo demás es excusable. El revolucionario no comete errores, por el contrario, es víctima incomprendida de quienes sabotean sus buenas acciones.
La verdad está subordinada a la supervivencia de la revolución, por ello no tienen el más mínimo rubor en mentir: es necesario y justificado. De allí, que su moral es necesariamente flexible, debe mutar conforme a las necesidades que vayan surgiendo. Toda una paradoja: la moral revolucionaria es inevitablemente  dócil y maleable, acomodaticia y subordinada, alterable a conveniencia,  es decir, una antimoral.
En este cuadro el ser humano es accesorio, es un artefacto para la construcción de la nueva era que nunca llegará. Por eso, frente a la tragedia de Amuay, al genocidio continuado que sucede en las prisiones, a las toneladas de comida que se pudren por corrupción y desdén, o a la guerra que gana la delincuencia contra la gente decente, la actitud de Chávez y sus secuaces es la de la justificación complaciente, el silencio cómplice o la ofensiva minimización de los hechos.
Por eso, para el chavismo el desprecio al ser humano es  justo y necesario, y la verdad es solo la oficial, como lo exige constantemente la Fiscal General.  Dentro de su sistema nunca se conocerá el número verdadero de muertos y desaparecidos, no habrá una investigación imparcial y técnica, y nadie será juzgado, así lo exige la revolución. El revolucionario no es imputable.
La pureza moral de la que se jactan es, en definitiva, una honda falta de escrúpulos impermeable a la democracia y al respeto a la vida, es fascismo.

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