Probablemente, desde 1983, no habo tal cierre excepto el de Chávez Frías en 1998 cuando - si mal no recordamos - versó sobre un libro (SIC), "El oráculo del guerrero". Variados comentarios puede suscitar el emocionante evento, pero deseamos resaltar un aspecto concreto.
LLegando a la altura del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, fue evidente que no cabía un alfiler en la avenida Bolívar. Desde el puente, muchísimo antes de comenzar la faena, la vista fue conmovedora.
Agregaríamos, contemplativa, pues, muchísimas personas en orden, silencio, cuidadosamente, tomaron sus gráficas aprovechando cualquier resquicio, al lado de la tarima privilegiada, la plataforma que - suponemos - era la de los fotógrafos profesionales. Nos ubicamos por debajo de ella, para tomar algunas. E, incluso, un señor de estampa de super-héroe, con una gentileza encomiable, y paciencia venerable, le hizo el favor a muchas personas al tomar desde su privilegiada posición la avenida repleta, a través de las cámaras y de los celulares de todo calibre.
Las calles aledañas se llenaron, antes y durante el evento. Escenas irrepetibles de la Venezuela insurgente, cívicamente insurgente.
La muchachada que se empina hacia el futuro, ha de luchar por él. Nadie se los va a obsequiar. Y reencuentro con la paz y con nosotros mismos, rectificando porque lo ocurrido no vino -gratuitamente - con un aguacero.
Fotografías: LB, Caracas (30/09/12)
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