domingo, 16 de septiembre de 2012

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NOTITARDE, Valencia, 15 de septiembre de 2012
Jesús es el mesías y da la vida (Mc. 8, 27-35)
Joel Núñez Flautes

El texto del evangelio de Marcos que hoy leemos nos presenta tres partes que vienen a ser el núcleo más importante para el evangelista, ya que se revela el “misterio” del Hombre Jesús, que viene a ser reconocido por sus apóstoles. La primera parte, nos presenta a Jesús dialogando por el camino con sus apóstoles y les hace dos pregunta claves: “¿Quién dice la gente que soy yo?” y “¿Quiénes dicen ustedes que soy yo?” y cuyo desenlace es la confesión de fe por parte de Pedro que en nombre de todos los apóstoles afirma: “Tú eres el Mesías”. Con esta expresión Pedro, el mayor de los apóstoles, el que Jesús dejará al frente de su Iglesia, el más arriesgado y experimentado, confiesa su fe en Jesús como el Hijo de Dios, como el Salvador de la Humanidad, como aquel que ha sido enviado por el Padre eterno para rescatar al hombre del pecado y de la muerte. Ante tal confesión de fe, los demás apóstoles afirman con su silencio, corroboran así lo que ellos creen también, lo que han visto y oído, lo que han palpado y aprendido al caminar y seguir a Jesús de Nazareth. Pedro y los demás lo reconocen no como un simple hombre, sino como el Mesías anunciado por los profetas. Jesús les pide que todavía no anuncien lo que ellos acaban de escuchar por boca de Pedro.
La confesión de fe de Pedro y de los demás apóstoles nos compromete a nosotros los cristianos a seguir a Jesús como verdadero Dios y verdadero Hombre; si le seguimos, si escuchamos sus palabras y las ponemos en práctica seremos bienaventurados, felices, encontraremos el camino que conduce a la felicidad plena, a la vida eterna.
La segunda parte del evangelio nos presenta de nuevo a Pedro queriendo persuadir a Jesús de lo que acaba de anunciar: su pasión y muerte. Por una parte, se ve que el apóstol Pedro y los demás no había entendido del todo lo que Jesús le había dicho, les falta por aprender y en el caso particular del que será cabeza visible de la Iglesia cuando Cristo regrese al Padre, le tocaba aprender que siempre en el seguimiento de Jesús, El Mesías, el Dios verdadero, será siempre discípulo, le toca ir detrás del Maestro, no debe usurpar su puesto, debe ocupar el suyo, que es ir detrás del Redentor. La tentación del poder, del querer hacer las cosas sin Dios o fuera de Dios es una constante para el hombre. Así, el cristiano necesita aprender que en la “Escuela del Evangelio”, seremos siempre discípulos, pastores y fieles seguimos y servimos a Jesús, somos servidores de su Reino. Si tenemos un cargo en la Iglesia, si aprendemos algo de teología o de la Palabra, nos es para creernos más que los demás, para sentirnos por encima de otros ni mucho menos para querer ocupar o usurpar el puesto que le corresponde a Dios dentro de su Iglesia, de su Reino. El cristiano necesita aprender además, que el seguimiento de Jesús implica la cruz, la pasión, el dolor, que llega muchas veces en el camino de la vida, de la existencia.
Hay muchos cristianos que predican la Resurrección y hacen bien, pero también el Cristo que asumió la pasión y la muerte redentora por la humanidad, que dio la vida y da vida, a ese debemos también seguir y predicar. Ese fue el error de los apóstoles, que pensaban e imaginaban un mesianismo de Jesús triunfalista, simplemente de victoria y Jesús les recuerda que debe ir a la cruz, para poder salvar al mundo del pecado y de la muerte. Asumir el dolor no como masoquistas, sino como algo natural en el camino de la existencia. El cristiano auténtico sabe que en la noche del dolor, del sufrimiento, hay un Dios que lo sostiene, que ya pasó por la cruz y lo llevará a la felicidad plena en esta vida y luego a la eternidad; sólo necesitamos creer en Jesús.
La tercera parte del evangelio de hoy es una instrucción que Jesús da a sus apóstoles y a todos sus discípulos: “Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de si mismo, cargue con su cruz y sígame”. La cultura de hoy nos invita siempre a un ensimismamiento, a que el hombre ponga su mirada en sí mismo, en cambio Jesús nos invita a poner la mirada siempre en Dios, a buscarlo a Él, sobre todo en los momentos de crisis, de soledad, de dificultad. Quien sigue a Cristo encuentra sentido a su vida, encuentra paz y salva su vida. Sigamos a Cristo de corazón y digámosle que sólo en Él queremos descansar cuando se nos hace duro el camino de la vida y recibiremos de Él consuelo, amor, fuerza corporal y espiritual para seguir adelante, hasta el fin.
IDA Y RETORNO: El próximo sábado 22 de septiembre retornarán los seminaristas al Seminario de Valencia, después de unas merecidas vacaciones e ingresarán otros nuevos que vienen a recibir su formación sacerdotal en nuestra sede. Serán 115 seminaristas para el año académico 2012-2013 de 15 diócesis, incluyendo la nuestra. Les pedimos que nos acompañen con sus oraciones y que le sigan pidiendo al Señor que nos regale muchas vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa y laical, para que su Palabra siga resonando en el corazón de muchos hermanos y podamos contribuir al desarrollo de la cultura de la vida.

Véase también a José Martínez de Toda: http://radioevangelizacion.org/noticia/cesarea-filipo-domingo-24b-to16-09-12

Breve nota LB: Ayer no dio tiempo, después de la misa de La Coromoto / El Paraíso, indagar sobre el nombre del sacerdote. Éste se refirió a la necesidad de hacerse discípulo de Jesús, conociéndole cada vez más.

Ilustración: Paulo Castro.

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