jueves, 23 de agosto de 2012

VIGENCIA DE UN AUTOR

El Nacional - Viernes 10 de Noviembre de 2006     A/6
William Styron: 1925-2006
Nelson Rivera

William Styron se marchó de este mundo el pasado 1º de noviembre.
Tenía 81 años de edad. Dicen los cables que una neumonía lo venció en su casa de Martha’s Vineyard, Massachussets. En varias de las notas publicadas por periódicos y revistas de distintos países los comentaristas han recordado que fue uno de los miembros notables de la luminosa generación de novelistas estadounidenses inscritos en la tradición del realismo crítico y social. Evocar el nombre de William Styron es invitar a la mesa de la memoria a figuras como John Updike, Gore Vidal, Bernard Malamud, Saul Bellow y Philip Roth.
Nació en 1925 en Newport News, Virginia, en un ambiente de personas educadas. En una entrevista publicada en los años 80 (creo recordar que apareció en la revista española Cambio 16), Styron contaba que en los años de su adolescencia le apodaban "el devorador": era capaz de pasar días y semanas sumergido en la lectura de toda clase de libros. Para los miembros de su familia y para sus amigos, Styron era un sujeto fácil de complacer: todo material impreso le hacía feliz, a los que se entregaba de modo enfebrecido.
1938 marca un hito, quizás definitivo, en lo que sería su vida y su literatura: ese año pierde a su madre. Lentamente las sombras comenzaron a congregarse en el horizonte psíquico del escritor. Styron hizo el servicio militar en la Marina.
Como tantas veces contó, se había hecho la ilusión de ir a combatir a Japón, pero la bomba lanzada sobre Hiroshima liquidó la guerra antes de que él pudiese participar en ella. En 1947 se graduó en la Universidad de Duke.
Recién graduado, inquieto, expectante, Styron viaja a Europa. A finales de los 40 y comienzos de los 50 lleva la vida del joven intelectual. Participa en tertulias literarias, trabaja en la casa editora McGraw-Hill, forma parte del grupo que concibe y pone en funcionamiento la que sería The Paris Review.
La prosa melódica y tajante de Styron puede leerse ya en las primeras ediciones de aquella mítica revista.
No la he leído, pero es una afirmación en la que coinciden muchos críticos: Tendidos en la oscuridad, la primera novela de Styron, está bajo el notorio y potente influjo de William Faulkner. Pero no sólo eso: en sus páginas comienza a sentirse el aliento de la autodestrucción que será, a todo lo largo de su producción, una de sus claves humanas y narrativas.
A mediados de los años 50, William Styron escoge una vida: se marcha a vivir en una apacible granja en la zona de Connecticud. Se levanta tarde. Bebe y almuerza, bebe y conversa.
Hace pequeñas diligencias y, a eso de las cinco de la tarde, se sienta a escribir durante cuatro horas. Durante tres décadas escribe novelas extraordinarias, grandes dramas morales narrados con preciosismo, que hablan del mal en las relaciones humanas, el suicidio, el racismo o las secuelas del Holocausto.
La aparición de Esta casa en llamas (1960) marca la irrupción de su voz. Narra el patógeno encuentro en Sambuco, un pequeño pueblo de Italia, entre un pintor alcoholizado y un perverso dramaturgo, durante los años 50. Allí el autor hace sentir su compleja personalidad al plantear el delicado asunto del crimen como vía de escape a ciertas asfixiantes situaciones.
Puede decirse que ya estaban sembradas en su alma el inquietante material con que producirá La decisión de Sofía (la historia de un triángulo amoroso que devela un terrible episodio vivido por Sophie Zawistowka, sobreviviente de Auschwitz, durante su estadía en el campo de concentración), y Las confesiones de Nat Turner, que narra la insurrección de un grupo de esclavos en la zona de Virginia antes de la Guerra de Secesión, y que le hizo acreedor del Premio Pulitzer.
Styron dejó de beber en 1985 luego de un tratamiento. La depresión ocupó buena parte de su vida y ya no salió de ella nunca más. Estuvo internado en hospitales psiquiátricos en varias ocasiones y escribió Esa visible oscuridad, un palpitante y desgarrador recorrido por ese específico infierno incógnito y humano, del que posiblemente nadie regresa sin lastres. Digo que esa es la obra imperecedera que Styron ha legado a los lectores. Allí escribió: "En la depresión, la fe en el rescate, en el final restablecimiento, falta por completo. El sufrimiento es inconmovible, y lo que hace intolerable la situación es saber de antemano que no llegará ningún remedio: ni en un mes, ni un día, ni en una hora, ni en un minuto".


Fotografía: Tomada de la red.


Breve nota LB: Y es que, al no hallar a los nuevos autores que cautiven, tendemos a los ya clásicos, vista o no las películas que inspiraron. La fotografía, tomada de la red, con fecha al pie de portada, revela también el interés de muchos por un autor "pasado de moda". La oferta es de cinco euros, y hallará compradores.

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