lunes, 13 de agosto de 2012

DESESTATIZACIÓN DEL PARLAMENTO

Resoluciones del Comité Central
Luis Barragán

Luego de un rápido intercambio electrónico, la periodista que cubre la fuente de un importante diario de circulación nacional, nos alertó sobre el desconocimiento generalizado de la misión y funciones de la Asamblea Nacional. Comprobado el retroceso que hemos experimentado hacia la premodernidad inaudita, el Legislativo no existe para muchos que suponen que el Gobierno lo es todo, incluyendo al Estado.

Faltando una campaña pedagógica de la oposición organizada por todos estos años, olvidados los medios independientes de la propia existencia del liderazgo parlamentario, el Capitolio Federal parece una sede más, como nunca lo concibió  siquiera Juan Vicente Gómez, quien se esmeró en guardar las formas y formalidades, por ejemplo. De modo que sorprendería a las nuevas generaciones la importancia y el dinamismo de la institución – apenas – una o tres décadas atrás,  sumados los denuestos que se convirtieron en postrera fatalidad.

Las decisiones adoptadas por los parlamentarios, ha de recoger y sintetizar en lo posible el universo de matices que los caracteriza o diga caracterizarlos, excepto que una mayoría sea tan contundente, hegemónica e irrefutable, que las imponga desde una sola dirección, lineamiento y convicción suprema. No obstante, aún cuando la minoría sea pírrica, débil e insignificante, toda resolución ha de cuidar la propia naturaleza de un órgano del Poder Público Nacional.

La actual composición política de la Asamblea Nacional no refleja fielmente la voluntad de la ciudadanía, ya que – consabido – la infame ingeniería de los circuitos electorales le concedió la mayoría simple al oficialismo, pero – degenerando – ella asume una conducta institucionalmente suicida al comportarse como si fuese el PSUV el único titular de la representación popular. Y los propios acuerdos de la cámara lo revelan, por no citar la automática aprobación de los restantes actos requeridos por el Ejecutivo, agregadas las habilitaciones legislativas.

Suponemos que los acuerdos parlamentarios tienen por principal motivo el reconocimiento, condena y celebración de hechos y personalidades excepcionales que el debate puede perfeccionar, corregir, consentir o desechar. Aparente trivialidad, tales actos cuentan con una importante significación – digamos – doctrinaria para el ejercicio de la legislatura que no aconseja la perenne inclusión en el Orden del Día,  arrastrados por todas las coyunturas.

Muestrario

A modo de ilustración, así los digan autorizados por una mayoría circunstancial, no deben formalizarse como el acostumbrado respaldo a la acción, dichos y hechos del gobierno, pues, perdiendo todo sentido y relevancia, los legisladores – abaratándose -  se confunden con él, sin contar – precisamente – con todos los privilegios que lo caracterizan. Y, según el canon, no es igual festejar un lustro, década, cuarto de siglo, siglo, sesquicentenario o bicentenario, que  acordarse respecto a otras cifras – además – impares de años y meses que no sólo les resta importancia a la evocación de los acontecimientos y actores, sino que haría de cada sesión un fastidioso y enfermizo hábito de recordación del calendario.

Una breve muestra de los Acuerdos adoptados por la Asamblea Nacional, recientemente, comprueba la distorsión en la que presuntamente no incurrió el viejo parlamento, o – en todo caso – supo corregir gracias a una libérrima discusión, dentro o fuera de la cámara.  Muestra que nos permite ponderar y arribar a algunas conclusiones, como los de “Conmemoración de los treinta y seis años del asesinato del camarada Jorge Rodríguez, Fundador y Secretario General de la Liga Socialista”, de fecha 17/07/12 (Gaceta Oficial, Caracas, nr. 39.966 del 17/07/12); “Desagravio a la Patria Bolivariana ante las agresiones de que ha sido Objeto la Institucionalidad Democrática Venezolana”  y “Condenar el Infame Acto del Candidato de la Derecha, al Forjar Documentación Oficial de Nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, ambos del 17/07/12 (Gaceta Oficial, 39.967 del 18/07/12); “Con motivo de conmemorarse el Centésimo Décimo Cuarto Aniversario del Natalicio del Camarada Gustavo Machado Morales” y “En respaldo al ingreso de la República Bolivariana de Venezuela como Miembro Pleno del Mercado Común del Sur”, del 07/08/12 (Gaceta Oficial, 39.981 del 08/08/12).

Algunas consideraciones

Por una parte, el vil homicidio de Rodríguez,  por el que la juventud socialcristiana también protestó decenios atrás, por cierto, dio ocasión a un texto que pareció más una inapelable sentencia penal, pormenorizando nombres y hechos,  que adicionalmente brindó la oportunidad de exaltar  a la “Revolución Bolivariana y el liderazgo del Comandante Chávez”, como la de trazar una línea política a propósito  de los eventos electorales pendientes. Contrastante con la mayor sobriedad exhibida en el “Acuerdo por el Sensible Fallecimiento del Cantautor Venezolano Jesús ‘Chucho’ Ávila”, adoptado igualmente ese día,  precisó y oficializó al elenco de dieciséis luchadores y “otros socialistas, que contribuyeron a despejar el camino sobre los temas actuales de hoy (SIC)”, quizá trastocado en un mandato toponímico.

Por otra, elevada y personificada como la enemiga común, convierte las declaraciones de María Corina Machado, emitidas en el extranjero, en un gravísimo asunto de Estado que aterriza en un desenfadado segundo artículo: “Expresar nuestro respeto y solidaridad con el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez y todo el Gobierno Bolivariano por su empeño continuo y persistente en dignificar al pueblo y muy especialmente a la mujer venezolana”. Y, en la misma sesión, protocolizan la existencia de una derecha política, ausente la polémica parlamentaria que ayude a definirla,  y – cual Comando Carabobo – pretenden satanizar a Capriles frente a la Fuerza Armada con la que se solidarizan con la jerga de rutina.

Finalmente,  Gustavo Machado, a quien históricamente valoramos, es objeto de un ensayo biográfico  que desafía el formato, careciendo de una mayor estimación de su trayectoria parlamentaria, y afirmando – creemos – preventivamente que “el actual proceso de liberación nacional en nuestro país (…) es continuación y resultado del acumulado histórico (…) que incluye la intachable vida del camarada Gustavo Machado desde las filas del Partido Comunista de Venezuela”, el obvio promotor del acuerdo supuestamente menos inclinado al fácil ditirambo miraflorino. Por lo demás, debido a la extensión y sus exactitudes,  el de Mercosur pareciera elaborado en la cancillería.

A modo de conclusión

Por consiguiente, el lenguaje, las materias tratadas y la escasa vocación por el debate político y propiamente conceptual, disminuida progresivamente su importancia y jerarquía, a veces tan semejantes a un boletín del ministerio de Información, convierten los acuerdos parlamentarios en una herramienta complementaria de la propaganda gubernamental que, valga señalarlo, también puede ofrecer suficientes indicios de las diligencias que sus propulsores realizan para adquirir la notoriedad que juzgan necesaria a través del panegírico. Siendo una mayoría relativa, la bancada oficialista los emplea abusivamente, afectando su legitimidad al desconocer la irreductible complejidad de pareceres de la ciudadanía. Añadamos que, siendo una genuina manifestación del Estado, aunque sean limitadas sus consecuencias jurídicas, tales acuerdos adquieren otro perfil  el de las resoluciones de un comité central del partido que, apoyándolo de manera irrestricta, directamente no es el gobierno, aunque sus individualidades concursan por esta vía para serlo.

Fuente: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/4612899.asp
Fotografía: El Nacional, Caracas, 28/07/81.  

Post-data:

A pesar de las diferencias políticas e ideológicas, Gustavo Machado contó también con una amplia consideración, respeto y reconocimiento. Alguno lo dirá inevitable por las dimensiones del líder comunista, en un amago de vanidad o  inmodestia que, por cierto, no caracterizó al líder comunista. Látima que no tuviésemos la oportunidad de incorporarnos cuando se planteó el Acuerdo y sea dificultosa la obtención del correspondiente Diario de Debates.

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