lunes, 27 de agosto de 2012

APENAS, UNA MIRADA

Varios Amuay
Luis Barragán


Lamentar profundamente la reciente tragedia, obliga a preguntarnos sobre los otros Amuay padecidos y que podríamos padecer.  No contamos precisamente con un gobierno diligente y eficaz que, militarista, tarda en instalar el consabido puente de guerra al oriente del país que, por si faltase poco, ha de  importarlo.

Revelador mes el que concluye, ya sabemos que no le garantiza la vida a los venezolanos en las calles ni en sus casas, como tampoco a las personas privadas de libertad que, se supone, se le haría más fácil por los escasos metros cuadrados que les dispensa. El más modesto palo de agua, colapsa todo poblado, y – particularmente – Caracas no recibe respuesta alguna de Farruco Sesto, su transformador revolucionario, con cerros que se vienen abajo haciendo temblar a quienes piden viviendas desde hace casi catorce años, por no mencionar la desatención real y sostenida en materia de salud y de salubridad pública.

Acaeció el accidente de Amuay y, como habitúa en estos casos, probablemente pensando en un manejo espectacular del problema o gozando de los equívocos que genera su ausencia, haciéndolo sospechoso de hallarse en Cuba,  Chávez Frías aparece o aparecerá tardíamente en el escenario de los hechos. Por contraste, hay evidencias de la vieja prensa respecto a la personal presencia del presidente de la República, tan o más Comandante en Jefe que él, por aquello de la autorictas, en medio de los más variados siniestros, sin las estridencias que sus responsabilidades ameritaban.

Todo el país conmovido, y lo que rápidamente implementó el régimen fue una dura e intensa campaña propagandística que hizo - en la hora inicial - de unos tales Silva y Durán, los adalides del férreo combate contra la oposición desde los confortables estudios de lo que llaman el sistema nacional de medios públicos. Al igual que la cuña del metro, que a cada instante pide denunciar el sabotaje como si bastara para liberarlo de sus ineficiencias, la prioridad fue la de sembrar la sospecha en torno a una extraordinaria conspiración que, inevitable, aterriza en Capriles Radonski.

Minimizar el costo político es la orden, por lo que las responsabilidades del ministro Ramírez, como ha pasado con los ministros Valera y Tarek, están muy lejos de establecerse.  Casos como el de Tacoa, principiando los ochenta, condujeron inmediatamente al examen público, al libérrimo debate en los medios y a la investigación parlamentaria, pero – otro Amuay más – el de ahora redobladará los esfuerzos publicitarios de cada despacho, atornillándose obstinadamente el titular,  sin preguntarse cuál siembra de antivalores ha aportado para que reaparezca el saqueo en tierra falconiana.

Teóricamente no debe, pero el TSJ puede inventar alguna fórmula para una habilitación presidencial por los meses que restan del año, para que el gobierno nacional afronte la emergencia y, de paso, excediéndose, dicte otras regulaciones. Mientras tanto, se las ingeniará para crear otras nomenclaturas militares que en nada contribuyen, pues olvida el mentado Estado Mayor de Lluvias que a los estados les quitaron competencias como la de la vialidad, por no mencionar los dineros que constitucionalmente les correspondía.

Chávez Frías ya decidió un comité de investigación que, obviamente, incluye al CIPC, el Sebin y el DIM, por lo que lidia por una versión de los hechos: la suya. Obstaculizará toda polémica abierta sobre las causas y consecuencias, añadido el escenario parlamentario que le ha sido inéditamente complaciente por más de una década. No obstante, hay un Amuay más peligroso: el supuesto negado de un triunfo presidencial del barinés.

En efecto, a cada rato grandes, medianas y pequeñas tragedias se asoman en el horizonte del país, y – una vez pasadas las elecciones – la franqueza se hará cargo  de la gestión gubernamental: ininvestigables, ¿quién puede asegurar que no ocurrirán otros accidentes, otros colapsos, otras crisis que obscenamente imputan a las traviesas iguanas, faltando pruebas contra la oposición? Lo peor será, en el espíritu de la fracasada reforma constitucional de 2007, reeditada fraudulentamente por otras vías, que esos problemas los transferirá a las comunidades, liberándose definitivamente de toda responsabilidad.

Coletilla:

Ha fallecido Neil Armstrong, quien pisó suelo lunar junto a Edwin Aldrin. Digamos, Richard Nixon y Henry Kissinger los imitarían durmiendo increíblemente en China.

Pertenecemos a una generación que creció con las hazañas del Apolo y su Saturno V, familiarizada con la antena de Camatagua, festejando – además – la elocuencia de un Óscar Yánez con la histórica transmisión de 1969, convertido el Sputnik en un dato lejano. Y esto nos llevó a un autor venezolano, ya olvidado, como Víctor José Delascio y un magnífico ensayo sobre el derecho (ultra) espacial, hasta proponer la creación de un centro espacial latinoamericano en el encuentro ideológico juvenil socialcristiano de 1986.

Fue y vino Armstrong de la Luna, pero Chávez Frías permanece en ella. Amuay es una constatación, por cierto.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2012/08/varios-amuay/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=896828

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