martes, 24 de julio de 2012

VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS


¿Tranquilo al sepulcro?
María F. Sigillo


Al pasar por los alrededores del Panteón Nacional es inevitable no llenarse de impotencia al ver el Mausoleo,  lo que me obliga al mismo tiempo a revisar  la historia y  reflexionar sobre lo que somos y hacia dónde vamos como ciudadanos.

Como caraqueños hemos permitido que el  ministro para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas, acabe con espacios de esta maltratada  ciudad. No hace falta un título de arquitectura u otra especialidad afín para constatar el gran desastre en marcha: construcciones en avenidas y calles  principales,  cierre de vías, dominio de  camiones y montañas de cemento, arena, cabillas y todo cuanto les venga en gana para obstaculizar el libre tránsito, aunado al  incumpliendo de la LOPCYMAT ,  la hoy  Ley Orgánica del Trabajo, de los Trabajadores  y en general  todas la normativa  que rige  la materia.  

Sin lugar a dudas,  la  Mole de La Trinidad ilustra el  desastre gubernamental de esta década, y quizás sea el Panteón Nacional el capricho preferido de los manganzones y caudillos venezolanos,  donde el ego  se confunde con  los intereses fundamentales de una nación.

El Panteón Nacional

Vemos cómo Guzmán Blanco, Crespo, Gómez,  y el actual  mandatario nacional han impuesto de manera autoritaria  reformas que giran en torno a los restos del Libertador y el lugar donde deben reposar éstos y los de aquellos que, según la época, han sido y serán considerados  “próceres de la Independencia o  Ciudadanos Eminentes”.

Recordemos que en 1842 Antonio Guzmán Blanco ordenó mediante decreto  la construcción del  Panteón Nacional, (antigua Iglesia de la Santísima Trinidad)  y repatriar los restos de Bolívar, los que arribaron  a Venezuela  el 16 de diciembre de 1842.

El Dr. Lucas Castillo Lara lo reseña de la siguiente manera “Un inmenso gentío aguardaba desde más allá de la puerta de Caracas a la Iglesia de La Trinidad, llega a la Trinidad a las 6 de la tarde, mientras las campanas de toda Caracas tañían funeralmente. Esa noche hace posada en la Iglesia de la Trinidad, todavía modesta capilla. A las 10 y media de la mañana siguiente, entra dobles de campanas y disparos de cañón dando inicio a la fúnebre procesión. Desde la Trinidad, por la calle Carabobo, a la Esquina de Sociedad y de aquí a San Francisco. Todas las puertas y ventanas  colgadas de luto. Adelante la caballería espada en mano, la Artillería, el caballo de batalla conducido por dos sargentos y enjaezado con los arreos de Junín (….). La luctuosa procesión llegó al templo de San Francisco, que lo acogió como en tiempos de gloria cuando Caracas lo aclamó Libertador. Al final días más tarde fueron trasladados sus restos con la misma solemnidad a la Catedral de Caracas, capilla de la Santísima Trinidad, en el panteón  familiar, por unos años, hasta que fuera conducido a sus lugar definitivo en el Panteón Nacional (antigua iglesia de la Santísima Trinidad).”

Posteriormente una nueva reconstrucción del Panteón Nacional (cuya imagen es la que conocemos hoy día), fue decretada en 1930, en tiempos de Juan Vicente Gómez, donde  nuevamente son movilizados los restos del Libertador en espera de la nueva morada;  en  las notas del Ingeniero Edgar Pardo Stolk  leemos:

“Durante la obra hubo varios incidentes que tienen que formar parte de nuestra historia.  Estábamos en plena actividad cuando una tarde, así como a las 5, ya se había retirado el Dr. Ayala, me invitó el Dr. Salas a que lo acompañara a ver un problema en el cual se encontraba.

… Y era el derrumbe inminente que podía ocurrir con las vibraciones que producía la misma obra, de un momento a otro podía ocurrir  la caída del techo desde 10 mts. De altura sobre el sarcófago  del Libertador. Las consecuencias de esto ya son de imaginar y no se disponía en ese momento de una obra de maderamen suficiente como para haber construído una defensa que soportara el impacto.

Se decidió que lo único seguro era sacar la urna que contenía los restos y para disminuir la posibilidad de escándalo. Se acordó sacar la urna solamente, dejando en su sitio el arca cineraria dorada, dentro de la cual había sido colocada en 1876. …… fue sólo a las 10 de la noche que pudimos llegar al arca, se le quitó la tapa posterior y se sacó la urna de plomo con los restos de Bolívar. Pasada apenas la impresión del momento, me di cuenta del riesgo que corría y mandé a uno de los obreros a comprar un candado si todavía estaba abierta la bodega de la esquina. Se colocó el candado  en la puerta,  me metí las llaves al bolsillo y medité mucho sobre el significado y el papel que me tocaba en esa situación.

Al día siguiente escribí de inmediato  un oficio al Ministerio explicando lo que habíamos hecho. Por unos días no sucedió nada, pero una tarde nos sorprendió una banda que se acercaba al frente de un pelotón en traje de gala, solicitaron las llaves y desde ese día, hasta cuando se colocó la urna en el sarcófago  donde está hoy, hubo un centinela, de bayoneta calada, a la puerta del cuarto.  La urna donde están los restos es de plomo del largo de un hombre. La tapa ha debido estar en su origen en la abovedada hacia arriba, pero con el tiempo las paredes laterales se separaron y la tapa se asentó sobre el cuerpo y se le ve sostenida por la frente, el pecho y los pies. Da la impresión de un manto muy grueso colocado sobre el cuerpo humano.”

El 16 de julio de 2010, el Presidente Hugo Chávez Frías fue más atrevido que sus antecesores, ordenando la exhumación de los restos del Libertador, y la construcción de un Mausoleo, obra  que ha sido  financiada por el Tesoro Nacional con transferencias hechas a la  Fundación Oficina Presidencial de Planes y Proyectos Especiales, y que se espera sea inaugurada el 24 de julio de 2012. 

En definitiva,  esa impotencia que emerge cada vez que transito la zona va acompañada tortuosamente  por las  palabras  de José Ignacio Cabrujas que, aunque duelan,  constituyen una inmensa verdad: "Siempre he pensado que Caracas es una ciudad en la que no puede existir ningún recuerdo. Es una ciudad en permanente demolición que conspira contra cualquier memoria; ese es su goce, su espectáculo, su principal característica. En algún momento de mi vida me he horrorizado ante esa situación; hoy no. Hoy pienso que es una legitimidad, y así como hay pueblos que construyen, hay otros que destruyen. Hay pueblos que tienen en la construcción un sentido de la vida, como algunos lo encuentran en la destrucción” 

Somos cómplices y víctimas  de la destrucción de la ciudad, de la historia, del recuerdo…

Esperemos que  nuestro prócer, al menos a partir de los próximos días,  baje por fin tranquilo al sepulcro. 

Bolívar, Descansa en Paz.

Fuente: http://www.opinionynoticias.com/opinionnacional/12365-itranquilo-al-sepulcro
Fotografía: Caracas en Retrospectiva (MFS)

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