domingo, 29 de julio de 2012

¿QUIÉN RESPONDE?

EL UNIVERSAL, Caracas, 21 de Julio de 2012
¿Dónde está nuestro cristianismo?
ROSALÍA MOROS DE BORREGALES 

Desde su fundación nuestro país se levantó como una nación mayoritariamente cristiana; así como adquirimos de los conquistadores los genes de su raza, su lengua, sus costumbres y mucho más; de igual manera, adoptamos su religión. Sabiendo que la piedra angular de la religión católica es Cristo, entendemos que no hay catolicismo sin cristianismo, por ende, podemos concluir que desde nuestro nacimiento y hasta el día de hoy somos, o nos hemos considerado una nación cristiana, aunque en ella haya libertad de cultos, como debe ser en toda democracia. ¿Pero, son realmente nuestros fundamentos espirituales cristianos? ¿Están ellos basados en la doctrina del evangelio de nuestro Señor Jesucristo? ¿En qué o en quién creen la mayoría de los venezolanos? ¿Somos solo religiosos o verdaderamente vivimos de acuerdo a una doctrina espiritual que trasciende y determina nuestra filosofía de vida?
Tan solo hace falta echar una mirada a nuestro alrededor para darnos cuenta que los frutos del árbol no concuerdan con la semilla. Todas las cifras que miden el corazón moral de una sociedad van en un aumento desproporcionado en nuestro país. Las cifras de divorcios aumentan cada día y en el 62% de las familias venezolanas el padre está ausente; el embarazo precoz en la adolescencia nos hace ocupar el primer puesto en el continente americano y nos sitúa entre los 10 primeros en todo el globo; somos considerados como uno de los países más corruptos del mundo, solo aventajados por algunos países africanos en los cuales la mayoría de su población es absolutamente ignorante acerca del cristianismo; somos grandes consumidores de bebidas alcohólicas y la mayoría de los accidentes de tránsito ocurridos en Venezuela tienen como causal la embriaguez; y ni hablemos de las cifras de inseguridad, del primer y más sagrado derecho del ser humano, porque en nuestro país cada dos horas un venezolano pierde la vida.
¿En qué realmente cree nuestra nación? Muchos creen en un líder que deliberadamente confiesa a Cristo para cautivar a un pueblo incauto que lleva a su hijo enfermo a un brujo, le reza un Padrenuestro y el domingo a lo mejor también va a misa. En un líder que pacta con las tinieblas e importa babalaos, los llamados sacerdotes de la santería, en la misma medida que médicos cubanos. Otros son ciudadanos muy bien educados, pero con la misma ignorancia espiritual del que ha recibido la más precaria educación, ciudadanos que creen en las predicciones de mortales que no han tenido el poder ni para enderezar sus propias vidas torcidas, que leen cartas, reciben revelaciones de los signos zodiacales y pretenden hacerles creer, o acaso les hacen creer, que con una ranita aquí y una matica allá van a tener éxito en la vida y, además, también van a la última misa del sábado para tener el domingo libre.
Y así como no hay catolicismo sin cristianismo, tampoco hay protestantismo sin Cristo. Creo que si Lutero viviera hoy lloraría y seguramente pelearía con la misma vehemencia contra una Iglesia protestante cuya luz ha menguado mientras ha ido adecuándose a la mediocridad del sistema en que vivimos, convirtiendo a líderes en ídolos y entregada al pecado que tanto critica y señala en los demás. Una Iglesia protestante ignorante de las Sagradas escrituras que suponen como fundamento; una Iglesia protestante que en su mayoría ha apoyado al líder que en un mismo discurso invoca el nombre de Cristo junto con los espíritus de la sábana, María Lionza, los brujos cubanos y la Virgen.
¿Dónde está entonces nuestro cristianismo? ¿Dónde están los que se han distinguido con este nombre? ¿Dónde está el impacto causado por gente íntegra que honra a Dios sobre todas las cosas? ¿Dónde está la manifestación de la luz sobre la oscuridad? ¿Dónde la contundencia de la gente con los valores del evangelio? Así pues, si nos denominamos cristianos, vayamos a los evangelios y veamos a lo que hemos sido llamados por Dios:
"Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". San Mateo 5:13-16.


Ilustración:   Guy Laramée,"Biblia Brown" (El País, Madrid,  27/07/12)

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