lunes, 25 de junio de 2012

DE ALGUNAS HIPÓTESIS PASTORALES DEL INVISIBLE COLUMPIO CONTINENTAL

El caso paraguayo (sugerencias para un docente)
Luis Barragán


Una franca destitución, con el engañoso color de la renuncia, ha  convertido a Fernando Lugo en la víctima continental por excelencia.  Ciertamente, sin el debido proceso ni el  derecho a la defensa, el caso ha inyectado una mayor  confusión política en este lado del mundo, faltando que Humala en Perú o Mujica en Uruguay, alborotasen  un avispero que lo saben inconveniente y ocioso.
Presumiendo superada la cultura stroessnereana, aunque sobrevivientes los poderosos intereses de una prolongada era, observamos que la prensa paraguaya pulsa y compromete  la opinión hasta de los periodistas deportivos.   Allende la frontera, preocupa la posibilidad de una novísima tipología del golpe de Estado, el contraproducente destierro presidencial, la constitucionalidad, el papel del parlamento y la utilidad para los proyectos ajenos en curso.
Aparentemente, no luce necesaria la directa participación de la oficialidad intermedia y el despliegue estratégico de las tropas para verificar la asonada, derribando todas las instituciones del Estado, como se desprende de las enseñanzas teóricas de Eric Nordlinger.  Puede también observarse el complot organizado de uno o más órganos del Poder Público, avalado militarmente, pero la sola vigencia de la Constitución y el ulterior desarrollo de la transición institucional, normalizada la situación con el respeto de los derechos y garantías fundamentales, más el consentimiento del mandatario saliente, dicen no autorizar  una distinta tipología golpista. Acotemos, hay un mayor filón de la novedad cuando un integrante del Alto Mando avisa que no estará dispuesto a reconocer los resultados electorales adversos a su Comandante en Jefe, como ha ocurrido en la Venezuela constantemente intimidada, esbozando una suerte de golpe de Estado por etapas.
Quizá todavía influenciado por el libro de Mirtha Rivero, angustia el adelanto de una renuncia presidencial, salvo la renuencia al cumplimiento del orden jurídico que una vez se juró, consecutiva y contumazmente. El analista debe escudriñar muy bien en la íntima realidad paraguaya para conocer la probabilidad cierta que había de finalizar el mandato, en lugar de hacerse eco de la sospechosa denuncia y generalización sobre la lucha de clases, recurso demasiado fácil, cómodo y maniqueo,  que recuerda a las viejas dictaduras.
Precisamente, el constitucionalista ha de colocar el acento en la superlegalidad, el elenco de pesos y contrapesos, que hubiesen atajado el desenlace que puede convertir a Lugo en el líder de masas que nunca fue, ponderando sus relaciones con el movimiento partidista que lo condujo al poder y las que pueden abrir las puertas a otro fenómeno de la irresponsabilidad como el peronismo. En última instancia, el problema reside en la reaparición crónica de líderes y movimientos carismáticos y oportunistas, suerte de montoneras telemáticas que nos retrotraen a las etapas que creímos superadas, en lugar de las experiencias y ensoñaciones genuinas, sobrias, acreditadas por la profundidad del planteamiento y de la acción innovadora.
Igualmente, necesitamos evaluar el papel jugado  por el Congreso del Paraguay, porque tiende a descalificársele con ligereza y prontitud cuando le corresponde ejercer cabal y convincentemente sus competencias constitucionales, como en el resto del continente. Parece inaceptable que aleguen una mayor o única legitimidad quienes fungen de Jefes de Estado y Gobierno en América Latina, convertidos en una suerte de club presidencial, en detrimento de los parlamentarios que también la tienen.
Esta descomunal confusión que genera la renuncia de Lugo, beneficia a regímenes como el venezolano que abusó hasta el hartazgo de la crisis hondureña, presentándose como el emblema irrefutable de toda democracia. Lamentablemente, Chávez Frías se ha servido de la tragedia paraguaya para redondear la faena interna, manipulándola hasta la saciedad por la constelación de sus emisoras satelizadas, pretendiendo dar lecciones de civismo cuando – no hace mucho – utilizó el escenario, la sede e instalaciones militares, para un programa estelar de campaña.
Pacientes y serenos, no deseamos que renuncie, sino aspiramos a derrotarlo electoralmente, defendiendo todos y cada uno de los votos. Por lo pronto, nos permitimos sugerir al docente que encargue  un trabajo alusivo  a sus alumnos de ciencias políticas, comunicación social, relaciones internacionales o derecho constitucional: ahora es fácil hacerse de la vigente constitución y de la prensa paraguaya para un análisis convincentemente inspirado en el texto teórico correspondiente.

Fotografía: Robert Santafede "Drop"  (2010)


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