jueves, 17 de mayo de 2012

CRISTIANOS Y JUDÍOS

EL NACIONAL - Lunes 14 de Mayo de 2012     Opinión/10
Libros: Christian Feldmann
NELSON RIVERA

Se arrodilló delante de su madre y le dijo, con voz suave y firme: "Madre, soy católica". Lejos había quedado la adolescencia. Era el año de 1922. Edith Stein, que había nacido en Breslau en 1891, había cumplido 30 años. Por primera vez vio llorar a su madre, cuyo desconsuelo habría de prolongarse hasta su muerte. Se cumplía así uno de los momentos que marcarían el vínculo de Stein con la fe cristiana.

Fue la menor de una familia de once hermanos. Judíos liberales, en su familia aprendió el respeto por el credo de los demás. Aun cuando en su biografía abundan los datos de la niña de notorio talento, no es fácil fijar una imagen de Edith Stein: nunca adquirió el perfil de la persona consagrada a los libros. Se ha debatido mucho sobre el largo período en que ella se desconectó de la religión.

Quizás uno de los atributos que tiene Edith Stein. Judía, filósofa y carmelita (Herder Editorial, 2009) es que elude la tentación de conjeturar sobre éste y otros hechos.

En 1911 la encontramos en la Universidad de Breslau haciendo estudios de germanística, historia, filosofía y psicología. Quería ser maestra. En eso estaba cuando llega a sus manos Investigaciones lógicas, de Edmund Husserl, que la marca hondamente.

En 1913 ya está en Gotinga, convertida en alumna del filósofo. En 1914, tras el estallido de la guerra, decide convertirse en enfermera y prestar sus servicios en un hospital de campaña. En 1915, la que se consideraba "la discípula más dotada" de Husserl viaja a Friburgo y se convierte en su asistente hasta 1918.

Cartas y testimonios dan cuenta de un estado de insatisfacción en el ánimo de Edith Stein. Una noche de 1921, la autobiografía de Teresa de Jesús, la cautiva ("Cuando cerré el libro me dije: ésta es la verdad"). En 1922 tiene lugar la ceremonia de su bautizo. Mientras mantiene su producción intelectual (de la que no me podré ocupar aquí), se dedica a la docencia en instituciones católicas, hasta 1932. Lleva una vida propia de una religiosa. De ella se habla entonces como la mejor maestra de Alemania. En octubre de 1933, con Hitler ya en el poder, Stein se convierte en carmelita. En 1938 debe huir a Holanda, donde finalmente es atrapada en 1942. El 9 de agosto de 1942, le es arrebatada su vida en Auschwitz.

Escribe Feldmann: "Edith Stein quiso vivir hasta el amargo final la comunicación de destino entre cristianos y judíos. Ése es el sentido de su idea de expiación, que en ciertos momentos escandalizó porque no fue comprendida con suficiente profundidad.

Es un pensamiento que establece un lazo de unión entre la correosa fuerza de la fe judía y el trasfondo de la espiritualidad carmelitana, y que recorre como hilo conductor la biografía espiritual de Edith Stein: sacrificarse para liberar a otros".

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