jueves, 19 de abril de 2012

TACHADURA DE FALSEDAD


EL NACIONAL - Jueves 19 de Abril de 2012 Opinión/6
A Tres Manos
Miradas múltiples para el diálogo
El falso concepto de plusvalía marxista
EMIRO ROTUNDO P.*

¿Por qué volver sobre un tema tan trillado? Porque es menester. La teoría del valor-trabajo, de la plusvalía y de la explotación del trabajo es la columna vertebral del pensamiento marxista en relación con el capitalismo, y aunque la falsedad de esos conceptos ha sido demostrada en la teoría y en la praxis, aún perviven en la mente y en las acciones de personas que, por esas circunstancias absurdas de la historia, hoy deciden, en buena parte, el destino del país. Estas notas no tendrán ninguna influencia sobre los acontecimientos, pero son una manifestación de desagrado, de rebeldía y de rechazo de lo que se nos quiere imponer.

Para Marx el valor de las mercancías está dado por el valor del trabajo acumulado en su producción. En esta aseveración se considera trabajo únicamente el que realiza el trabajador u obrero. Luego, si se produce una ganancia a favor del industrial o capitalista, la misma no puede ser otra cosa que una apropiación indebida.

En la Antigüedad y en la Edad Media la producción social descansaba en la esclavitud y la servidumbre. Existía la producción artesanal para el mercado, pero era limitada y no cubría las necesidades de toda la población. En ella estaban presentes todos los elementos del sistema capitalista: mercado, mercancías, talleres, moneda, salario, capital, interés, ahorro, ganancia, etc. Y ello es así desde épocas muy remotas.

El capitalismo no nace con la Revolución Industrial. Es tan antiguo como la humanidad.

En la esclavitud y en la servidumbre había una apropiación directa de todo o de parte del trabajo realizado por el esclavo y por el siervo. ¿Por qué? Porque entre el trabajo realizado por uno y otro y el beneficio recibido por el amo y el señor feudal no mediaba nada. Con la Revolución Industrial la cosa cambia.

Por primera vez en la historia se hace posible producir bienes de consumo en forma masiva, con posibilidades de mejorar el nivel de vida de la población en general. Marx, que vivió la etapa inicial de la industrialización, caracterizada por la explotación sin límites del obrero, estigmatizó la ganancia del empresario al equipararla erróneamente con las antiguas apropiaciones del amo y del señor feudal.

Marx y sus seguidores no entendieron que la ganancia industrial (a la que llamó plusvalía) era de naturaleza diferente a las viejas apropiaciones. En el proceso industrial, la producción es la suma del esfuerzo humano y del trabajo realizado por las máquinas y se puede alegar que la ganancia del industrial no se basa en la fuerza del trabajo humano, sino en el valor agregado aportado por las máquinas que son de su propiedad. No hay, por tanto, apropiación del trabajo ajeno. Tampoco es cierto que el industrial expropió los medios de producción de los artesanos. Las herramientas del trabajo manual quedaron obsoletas cuando se desarrollaron las máquinas.

La ganancia o plusvalía no es sólo el beneficio capitalista. Es el objeto y el motor del sistema industrial. Sin ella, el sistema no existiría. Ella permite: a) el mantenimiento de la planta industrial, b) la constante expansión e innovación de la misma, c) la capitalización, d) la reinversión constante de esa acumulación y d) el financiamiento del gasto público mediante el pago de los impuestos.

Cuando en la URSS se estatizó el capital, la plusvalía no desapareció, sino que se camufló. De conformidad con la lógica marxista, la explotación del obrero continuaba. La contradicción se zanjaba diciendo que, como el nuevo Estado era de los obreros y de los campesinos, no de la burguesía, no había explotación, porque la clase obrera no se podía explotar a sí misma. ¿Qué tal? La plusvalía en manos de los empresarios es mucho más productiva que en manos del Estado. Y la razón es simple: el interés privado no puede ser eliminado sin anular al individuo y sin producir grandes estragos sociales, como ha sucedido con los Estados totalitarios que han intentado la formación del hombre nuevo.

El resultado ha sido una sociedad anquilosada, sumergida en una gris medianía, donde nada nuevo surge y la capacidad creadora del hombre naufraga en medio de una generalizada abulia.

*Universidad Central de Venezuela

Ilustración: Andy Warhol, "Martillo y hoz" (1976)

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