domingo, 15 de abril de 2012

EXPERIMENTACIÓN


NOTITARDE, Valencia, 15 de Abril de 2012
Jesucristo: Divina Misericordia (Jn.20, 19-31)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

En este segundo domingo de Pascua de Resurrección, nuestra Iglesia Cristiana Católica, celebra la solemnidad de Jesús de la Divina Misericordia, instituida por el beato Juan Pablo II el 30 de abril del año 2000 y que vino a reconocer las apariciones e inspiraciones de Jesús a la monja polaca Sor María Faustina en el año de 1930. Como sabemos a partir del año 1938 estas revelaciones se fueron comunicando al mundo católico y reconocidas luego oficialmente por la Iglesia; ya que no contradicen lo que la Iglesia siempre ha enseñado desde la Sagrada Escritura y la Tradición, acerca de la Divina Misericordia de Dios; es decir, que Dios es infinitamente misericordioso, siempre dispuesto al perdón y suma bondad con sus hijos.

Ilustración: Michelangelo Merisi da Caravaggio

El cristiano sabe y reconoce que la Misericordia de Dios ha sido revelada y hecha cercana en Cristo Jesús; por lo que podemos decir y afirmar que la Misericordia Divina es la misma Persona de Nuestro Señor Jesucristo; porque tanto amó Dios al mundo que llegado la plenitud de los tiempos envió a su Hijo Único a salvar al hombre sumergido en la esclavitud del pecado y de la muerte. En efecto, Jesús tomó la condición humana para redimir al hombre a través del sacrificio de la cruz y con su victoria sobre la muerte, resucitando al tercer día, como nos lo narran los evangelios y como de manera especial nos lo recuerda el evangelio que hoy leemos; donde Cristo resucitado se aparece a sus discípulos, que estaban llenos de temor y tristeza, les ofrece su paz, les otorga el poder que Él mismo había recibido del Padre, les dona la fuerza y la presencia del Espíritu Santo, les ofrece nueva vida o vida renovada, los envía a predicar, siendo testigos de lo que han visto, palpado y oído y los invita a la fe y confianza plena en su victoria sobre la muerte y el pecado. Quien cree en Jesús puede ver la vida nueva que Él nos ofrece, puede alcanzar las cosas nuevas que con su Muerte y Resurrección Él ha alcanzado para la humanidad; sobre todo la posibilidad de volver al amor de Dios, de experimentar su bondad, su perdón y su infinita misericordia; que siempre espera por sus hijos; como lo recuerda la parábola del hijo pródigo.

¿Qué hace falta para que podamos experimentar la infinita misericordia de Dios revelada en la persona de Nuestro Señor Jesucristo? Como nos lo hace ver la Escritura, la Tradición de la Iglesia y como se desprende de las 600 páginas del diario de Sor María Faustina, podemos aplicar la regla del ABC para sintetizar la respuesta sobre el tema de la misericordia:

a) Reconociendo que ante Dios todos somos pecadores, necesitados de su infinita bondad, de su perdón, porque muchas veces le hemos dado la espalda a su amor, hemos perdido o apagado la fe, nos hemos alejado de Dios y de su Iglesia; entonces necesitamos pedir la misericordia de Dios; rogar que tenga misericordia de nuestras debilidades e infidelidades.

b) Si lo primero es pedir la misericordia de Dios, lo segundo es ser misericordiosos; es decir, vivir la misericordia con nosotros mismos y sobre todo con los demás; estar dispuestos al perdón, a la tolerancia, a la bondad y comprensión con los errores, debilidades y equivocaciones de los demás. Que así como Dios nos perdona, seamos capaces de perdonar las ofensas de aquellos que arrepentidos nos piden perdón o que sin hacerlo, como cristianos, estamos dispuestos a perdonar y tener misericordia, a ser misericordiosos, como el Padre Dios es misericordioso.

c) Confiar en la misericordia divina es lo tercero que necesitamos recordar en este día en que celebramos a Jesús de la Divina Misericordia. Creer que realmente el amor de Dios y su misericordia por todos los hombres es infinita; que siempre está dispuesto a perdonarnos, a darnos siempre una nueva oportunidad cuando nos acercamos a Él arrepentidos y que no le importan nuestros muchos o pocos pecados, sino el que tratemos todos los días de corresponder a su amor y al amor de los hermanos. Acerquémonos confiados al amor infinito de Dios y digamos: Jesús en ti confío.

IDA Y RETORNO: ¿Qué debemos hacer los cristianos católicos ante tanta inseguridad, violencia y muerte que se vive en nuestro país? Orar con fe para que Dios destruya los planes del demonio y de los que quieren imponer la cultura de la muerte en el mundo. Es necesario que desde la familia, la escuela, el liceo y las universidades se eduquen y formen a nuestros niños y jóvenes en una cultura de la vida; el respeto a la vida desde su concepción hasta la muerte natural y rechazar la violencia y la agresión.

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