domingo, 18 de marzo de 2012

VIAJERO DE SÍ


EL NACIONAL - Sábado 17 de Marzo de 2012 Papel Literario/4
Desde la perspectiva de Miranda, una selección de sus diarios
Los fragmentos aquí escogidos se centran particularmente en la recreación arquitectónica y estética, así como en la cotidianidad del viajante
JOSÉ ANTONIO PARRA

Através de textos originales de los diarios de Francisco de Miranda, la compilación realizada por Juan Carlos Chirinos ofrece la panorámica de una época, mediante las costumbres, detalles de ciudades, locaciones y figuras que se cruzaron en la vivencia del héroe americano. Basado principalmente en los viajes que realizó el Generalísimo por Europa, los Estados Unidos y Rusia durante el período comprendido entre 1771 y 1800, el espíritu que preserva el compilador es territorio fértil, tanto para el lector en general, como para el estudioso interesado en todo lo relacionado con el precursor.

Fue un largo viaje que dieron los archivos del prócer hasta que finalmente fueron hallados hacia la década de los veinte en Inglaterra. La confrontación del lector del presente con el lenguaje de esos tiempos constituye para el mismo un chance de atisbar el rico imaginario de este criollo que sobrepasó las barreras del tiempo, y cuya vida se caracterizó por la perseverancia, el genio y una búsqueda de lo ideal, de lo libertario y la ilustración.

En los manuscritos originales --realmente muy numerosos y expresión del rigor de vida de Miranda--, el interesado en estos aspectos históricos puede entrever la dedicación que tuvo el aventurero en relación con cuantificar y dejar registro de su día a día, un registro que sobrepasa la llana mirada para vestirse de gran exuberancia y de cierto barroquismo obvio en su percepción ilustrada del mundo. Ello es una apreciación que toma lugar en diálogo con piezas literarias y exquisiteces de la cultura humana, bien a través de las muchas obras --incluso algunas prohibidas-- que llevaba en sus baúles o mediante la familiaridad con lo más selecto de esos años. Pienso aquí en la solemnidad con la que sus criados le deben haber asistido al llevar todas sus pertenencias durante el Grand Tour que protagonizó.

Los fragmentos aquí escogidos se centran particularmente en la recreación arquitectónica y estética, así como en la cotidianidad del viajante, haciendo poco énfasis en campañas militares y situaciones de combate en general. La semblanza de este americano se intuye en su aguda perspectiva de obras de arte del viejo continente, así como en los singulares encuentros con los protagonistas de esa época, y la observación de primera mano de las dinámicas del poder y de las cortes del período. Así mismo, Miranda es muy franco en sus relatos acerca de cortesanas y gente corriente, así como con aquellos a quienes él denomina "bribones".

Incluso las descripciones de sus amoríos están planteadas con un tono muy honesto. Aquí hay que ser cauto en relación con las leyendas tejidas a su alrededor, como podría ser la supuesta anécdota del romance con la emperatriz rusa, que es de plano descartada en el prólogo por el compilador, aun cuando en el pasado se le pudiera haber dado un tratamiento de posible. El propósito de Chirinos, ultimadamente es el de establecer un discurso basado en los manuscritos originales, su objetivo es el ángulo y los aspectos de la vida que quedan en el foco particular de Francisco de Miranda.

Aparte del sitio de Melilla, en los comienzos de su carrera militar y de la Batalla de Pensacola, en el contexto de la independencia norteamericana, el libro está centrado en recorridos geográficos, bien por palacios o monumentos célebres de ciudades del estilo atemporal de Roma o la misma Atenas, entre muchas otras. Las costumbres son vistas con gran minuciosidad, por supuesto desde la constelación de quien tiene un exquisito roce social. La rítmica con la que entra en contacto con personas de la época es casi cinematográfica; por ejemplo, cuando se refiere al perfil musical del pueblo griego o la manera como describe a un George Washington, a un Potemkin o a la propia Catalina La Grande. Es incluso muy ágil, y quizá hasta vertiginosa, la forma como se entreteje toda una trama de conexiones con uno y otro personaje a quien el carismático Miranda iba hechizando en una suerte de escenografía de la elite.

Los refinados gustos del Generalísimo se expresan en un diario vivir donde cobran importancia muy estética su "Thé", su leche y una buena cama. No resulta difícil imaginarlo en su otra faceta de amante que "chapa" con glamorosas mujeres, sus "ninfas" como llegó a referirse a alguna. La semejanza con individuos del corte de Lord Byron --tal como expresa el compilador-- es más que obvia y evidencia su toque de "erótica fatal". Pero la densidad de Miranda no queda ahí, además de su rostro idealista y libertario, hubo en él un inspirado guerrero. Con algunas de sus intervenciones logró definir acontecimientos clave, tal como ocurrió en los sucesos de septiembre de 1792 en el contexto de la Revolución Francesa --cuyo recuento no está en el ámbito de este libro--; y en los que espada en mano y gran arrojo se lanzó entre las filas rotas y restableció el orden.

Este abordaje de Miranda es el retrato de la vivencia, el carácter e interioridad de esta figura única.

Es una subjetiva --muy en el romanticismo de un Eugene Delacroix -- del hombre con clara noción de su dimensión histórica, con la conciencia precisa de ser el germen de una nación y de una identidad continental.

La presente compilación de Juan Carlos Chirinos es una contribución significativa al diálogo abierto en torno al precursor, así como una mirada franca donde lo sublime y lo cotidiano confluyen.

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