miércoles, 28 de marzo de 2012

TRAGADURA


Del otro terrorismo de Estado
Luis Barragán

Martes, 27 de Marzo de 2012 17:36

Nuevamente, la Universidad Central confronta una difícil situación. Amanecimos con la noticia de la infiltración de una veintena de encapuchados que nada tienen que ver con los Carmelitas Descalzos, suerte de teloneros para una estridente manifestación del reducido grupo autodenominado M-28.

E, independientemente de sus actuales e inmediatas implicaciones políticas, tan parecidas a un elaborado juego de laboratorio, nos embarga una profunda tristeza. Luego de escuchar por televisión las declaraciones del líder de tan alborotada como reducida manifestación, abonando escasamente a las viejas luchas universitarias, ratificamos nuestra convicción sobre la calculada degeneración criminal del debate político, la decrepitud de las banderas que los protagonistas del suceso presumen de ideológicas y el revanchismo crónico que no se resigna a las derrotas electorales que llevan a cuestas.

Y no se le ocurre otra cosa al declarante que acusar a la derecha de los actos vandálicos que ha consternado a la comunidad universitaria, incluso, llevándose por delante una insigne obra como es la ciudadela reconocida por la UNESCO como patrimonio cultural de la humanidad, objeto de los afanes dizque revolucionarios. Gratuita referencia a una derecha indefinida, deseándola brutalmente fascista de acuerdo a los intereses del régimen, vista en todo adversario u oponente, no repara en el cínico ejercicio de una violencia que nos llevan a una clarísima y aleccionadora sentencia de José Barbeito: "El hombre está ontológicamente incapacitado para destruir a los otros sin destruirse, no puede degradar sin haberse degradado primero".

La drástica renuncia a todo debate, optando por simularlo a través de las irrupciones violentas que carecen de la espectacularidad heroica tan deseada para llamar la atención de los altos jerarcas del régimen, al parecer, conformes con la caricatura que les hace – apenas – gracia, tiene sus interlocutores en el extremo más opuesto. Hace un buen rato, trabajando en un informe en casa, nos dejamos tentar en una red social donde se pasean jóvenes defensores del perezjimenismo y, siendo el saldo tan lamentable, constatamos otra vez la falta de argumentos y la pasmosa simplicidad de una postura política que se hace inadecuadamente en un grupo dedicado a la historia: los extremos se juntan, en un mismo culto militarista.

Hubo sobradas razones para combatir por la autonomía universitaria en las décadas anteriores, aunque – siendo epicentro de un movimiento insurreccional – también medidas que aplicar frecuentemente respaldadas por una determinación judicial. Este marxismo panfletario que es hoy gobierno en Venezuela, mancha buena parte de los propósitos que aupó un rector emblemático como lo fue Jesús María Bianco, atentando precisamente contra la autonomía, propulsando un consejo estudiantil que no sólo atenta – por su único planteamiento – contra la voluntad electoral del estudiantado, sino que promete convertirse en un artefacto de arrodillamiento, sojuzgamiento, humillación, control, propio del totalitarismo.

A quien ahorcan en la Plaza del Rectorado es al mismo rector Bianco, si lo vemos bien. Y, ahora, con una sofisticación insólita, porque la sospecha se ha convertido en convicción: nada pasa cuando se emplean armas, artefactos lacrimógenos y bombas incendiarias en el seno de la universidad, saboteando su normal desenvolvimiento, excepto que sirva exclusivamente para acusar a esa derecha imaginaria, calzada sobre el ficticio paredón que la arrogancia gubernamental ha recreado.

El Estado no asume la responsabilidad ante la violencia desatada, demostrando una negligencia inaudita, haciendo gala de sus acostumbradas omisiones, cuando se le requiere. La autonomía es el pretexto, porque – flotando en los acontecimientos – se le puede manipular para arrinconar a las autoridades universitarias, en ese juego perverso que ha caracterizado a Chávez Frías.

Coinciden las exitosas diligencias judiciales realizadas por los dirigentes del oficialismo para esquivar sus fracasos electorales, las jurisprudencias dictadas que aventajan al gobierno nacional, el impedimento de las puertas para la insegurísima UCV que deja intactas las de la UBV o las de Miraflores, con estas recurrentes hazañas que obligan al aplauso de las emisoras del Estado. ¿No somos víctimas del otro terrorismo, más elaborado y eficaz, que – tarde o temprano – se tragará a sus animadores?

Fuente: http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/11356-del-otro-terrorismo-de-estado
Fotografía: El Juez de Instrucción, Francisco José Villarte llegó a la UCV a practicar el allanamiento y requisa a propósito de los cuadros robados del Museo de Bellas Artes. En presencia del rector, Francisco de Venanzi, lo llenaron de improperios y lo secuestraron por varias horas. Elite, Caracas, nr. 1948 del 26/01/63.

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