domingo, 18 de marzo de 2012

ES ACTUAR


NOTITARDE, Valencia, 18 de Marzo de 2012
Creer en el Hijo Unigénito de Dios (Jn. 3,14-21)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

Llegamos al cuarto domingo de cuaresma, donde se nos presenta el texto del evangelio de Juan que forma parte del diálogo de Jesús con Nicodemo y donde se hace, en primer lugar, un paralelismo entre la serpiente de bronce que Dios mandó a construir a Moisés (Nm. 21, 4-9) y Jesús elevado en la cruz que al ser visto y creer en Él se obtiene vida eterna. Aquella serpiente de bronce construida por Moisés, que fue colocada en lo alto y al ser vista por un israelita quedaba curado de la mordedura de la serpiente; ahora quien mira a Jesús, es decir, quien cree en Él, cree en su acción redentora y sigue y practica sus enseñanzas, queda curado, sanado del pecado que da muerte y alcanza vida eterna.

Al evangelista Juan le gusta utilizar en su forma de escribir muchos signos para hablar de Jesús y hace énfasis o repite muchas expresiones para dejar claro su mensaje. En el texto que hoy se nos presenta, aparte del paralelismo antes mencionado, se nos habla del inmenso amor de Dios para con la humanidad al enviar a su Hijo Único para salvar al mundo y la prueba de ese inmenso amor es la entrega y muerte redentora de Jesús en la cruz. Es esto lo que necesita y debe creer el cristiano, en el inmenso amor del Padre que ha sido capaz de enviar a su Hijo al mundo para rescatarlo de la muerte y del pecado; es la prueba inconmensurable de su amor por el hombre, por la humanidad. San Juan repite la expresión vida eterna y creer en el Hijo de Dios, que es creer en el amor de Dios y así obtener la salvación.

Juan utiliza el signo de la Luz para referirse a Jesús; Él es la Luz con la cual el Padre eterno ha disipado las tinieblas del mundo, con su Luz Cristo ha vencido la oscuridad de la muerte y el pecado. Creer, el tener fe, es aceptar la Luz que nos ofrece Dios, es aceptar su amor y la oferta de vida eterna que nos libra de la condenación, de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna. Es aceptar y creer que Dios habló y se reveló definitivamente y de una vez para siempre en la persona de Cristo Jesús; que su acto redentor en la cruz nos otorgó y otorga salvación porque Él es Dios y Hombre verdadero; porque en Él fuimos creados y por Él hemos sido redimidos (Ef.1,3-14; Col.1,15-23).

Dios no quiere que ningún hombre se condene, Dios ofrece salvación, vida eterna, felicidad y sobre todo amor que llena y sustenta la vida de todo ser humano y todo esto se obtiene creyendo en Jesús como Hijo de Dios; creyendo en su Palabra; creyendo que Él es el Camino, la Verdad y la Vida; que Él es la Luz del mundo, teniendo fe en que Él es el Mesías y Salvador de la humanidad; que no hay otro en quien podamos salvarnos, sino en Jesús que nos ha revelado y desvelado el rostro auténtico de Dios.

El hombre tiene la libertad de creer o no creer; de aceptar la oferta de vida que Dios le ofrece o decidir por la muerte. Dios ha creado al hombre por amor y ha venido a rescatarlo del pecado y le ofrece siempre su amistad. Por eso al ser humano le toca decidir si acepta la oferta de amor, de vida eterna, de salvación, de luz manifestada en Cristo o preferir el camino que conduce a la muerte, a la oscuridad y a la infelicidad.

La Buena Noticia del evangelio, del cristianismo y de lo que Jesús vino a enseñar en el mundo es que Dios ama al hombre, que no quiere la muerte del pecador, sino que viva, que no quiere que ningún hombre se condene, sino que alcance vida eterna. La invitación, por tanto, en este cuarto domingo de cuaresma es a creer en el amor de Dios manifestado en Cristo, reconocer nuestros pecados y acercarnos a la Luz de Dios que nos salva y nos redime. Junto a la fe en Cristo, se necesita vivir en la verdad, que no es otra cosa que vivir y actuar sincera, fiel y honestamente delante de Dios, de los hermanos y delante de la propia conciencia. Porque el cristianismo es actuar desde la fe y el amor; sobre todo el amor que resume y sintetiza la vida cristiana; porque ser cristiano se resume en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

IDA Y RETORNO: En el marco de los 90 años de la creación de la Diócesis de Valencia, el próximo sábado 24 a las 10:00 de la mañana, en la Catedral de Valencia serán ordenados cuatro seminaristas de diáconos: Warner Colmenares de la parroquia María Madre de la iglesia de Ciudad Alianza, Edwing Jiménez de la parroquia La Candelaria, Javier Rodríguez de la cuasi-parroquia del Santo Cristo de El Charal y Juan Rodríguez de la parroquia Nuestra Señora de Begoña de Naguanagua. Que Dios les otorgue la perseverancia, siga bendiciendo a nuestra Arquidiócesis con santas vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa y laical y otorgando la santidad y la fidelidad a los seminaristas, sacerdotes, religiosas y religiosos de nuestra Iglesia.

La próxima semana responderé la pregunta que me han hecho: ¿Qué hacer con tantos antivalores que están presentes en nuestra sociedad venezolana? ¿Qué podemos hacer los cristianos católicos?

Ilustración: Andrew Holmquist, Star Gazer" (2011).

"

No hay comentarios:

Publicar un comentario