domingo, 18 de marzo de 2012

DES(H)OJAMIENTO


SOL DE MARGARITA, Porlamar, 18 de Marzo de 2012
Asedios
Del libro y sus mitos
Contrario a la avalancha, el lector es cada vez más un animal extraño, una especie en extinción. Ahora bien, de que se lee, se lee, imposible negarlo. Los espacios de la lectura son múltiples y diversos
Ramón Ordaz

Hoy por hoy, el destino del libro es impredecible, al menos en cuanto al concepto que tenemos de él desde que en Occidente se impuso la cultura alfabética. Tanto en las tablillas de cera en las que imprimían sus caracteres los antiguos como en el papiro o en el pergamino, hasta el advenimiento del papel y la imprenta que subsisten en nuestros días, el libro es una constante y una obsesión de la cultura letrada. Todos los pronósticos, de la “aldea global” de McLuhan para acá, han sido fallidos. Muy por el contrario, gobiernos y empresarios inundan el mercado con materiales impresos. De que circulan, ninguna duda cabe, no de otro modo se justifican las periódicas ediciones y reediciones de libros y revistas. Nuestra reserva, he aquí el quid del asunto, está en que un alto porcentaje de esa producción carece de lectores. Se puede llevar consigo, se le exhibe, pero nada ni nadie ofrece garantías de que se consuma la lectura. La razón más optimista nos dice que, en el caso de que alcance la bondad del lector, todavía la incertidumbre rodea el acontecimiento. Que el espíritu rompa amarras y dé paso, más allá de esas páginas, a búsquedas más fructíferas, ¡milagro! Ocurre que en el dios Mercado el libro de nuestro presente globalizado es un objeto suntuario, una pieza que suma puntos de prestigio en el anaquel familiar o el de la oficina. A nadie importa si se le ha leído o no, si alguna vez su cubierta fue levantada con la altruista intención de penetrar en los prodigios que guardan sus páginas.

Contrario a la avalancha, el lector es cada vez más un animal extraño, una especie en extinción. Ahora bien, de que se lee, se lee, imposible negarlo. Los espacios de la lectura son múltiples y diversos. La Internet, el cyberespacio y la complejidad de medios audiovisuales son fuentes que abren cauce para que el mundo de la lectura sea infinito. Pero como dijo el zorro al Principito de Saint-Exupéry: Lo esencial es invisible a los ojos, por lo que vale decir también que hacia el interior de cada ser humano, en la elasticidad de su memoria, conseguimos otro universo infinito para la lectura. Allí, en los entretelones de la conciencia y subconciencia individual anda perdido el libro originario.

Ilustración: Monkeyzen.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario