lunes, 13 de febrero de 2012

SOCIÓMETRAS


EL NACIONAL - Sábado 11 de Febrero de 2012 Opinión/7
ATres Manos
Miradas múltiples para el diálogo
Día del sociólogo
FRANCISCO RODRÍGUEZ*

La sociología en el contexto de una sociedad subdesarrollada. La sociología es una ciencia que surge en Francia en el contexto de la consolidación del capitalismo industrial y de un colonialismo que dominaba buena parte del mundo que constituía la periferia del sistema. Algunos países ya industrializados, como Francia, confrontaban muchos problemas sociales derivados de la implantación de ese sistema social. Superexplotación de la fuerza de trabajo, surgimiento de un proletariado que vivía en la miseria, proliferación en las grandes ciudades industrializadas, como París, de toda clase de indeseables sociales: mendigos, vagabundos, locos, delincuentes, prostitutas, etc.

En estas condiciones era muy común la presencia de violencia, delincuencia, asesinatos, suicidios y pobreza; vale decir, todo un conjunto de desviaciones y desviantes sociales que presionaban fuertemente a las flamantes sociedades industrializadas hacia la disfunción social y la anomia. No obstante, ciertos elementos disfuncionales de este espectro social patológico eran paradójicamente funcionales al sistema.

La presencia masiva de muchos de esos "socialmente indeseables" formaban un "ejército industrial de reserva" de donde los patronos obtenían mano de obra barata en abundancia para el proceso de producción. Es en ese contexto socio-histórico que surge la sociología como ciencia, disciplina académica y oficio profesional.

Hoy, la sociología en Europa y Estados Unidos ha adquirido un estatus de institucionalización bastante significativo que la convierten en una ciencia, una disciplina académica y una profesión respetable. Este desarrollo la ha llevado a convertirse, incluso, en una ciencia experimental.

En el caso particular de Estados Unidos, con Parsons, Merton y Mills, entre otros, esta ciencia "se puso los pantalones largos" a causa de la sistematización adquirida en cuanto al desarrollo de su infraestructura teórica y metodológica de gran envergadura. Prácticamente no hay problema o patología social en la cual no intervenga la sociología como metodología para dar cuenta de estos fenómenos y, por consiguiente, como herramienta útil en la intervención y búsqueda de soluciones.

Contrariamente, en nuestros países subdesarrollados, la sociología es una ciencia y una profesión exóticas que vegetan en los "oscuros parajes" universitarios y en algunos recónditos lugares de la burocracia de la administración pública. En estos "tristes trópicos" no sólo la gente común no sabe en qué consiste la ciencia de la sociología, sino también los gobernantes y planificadores del Estado para quienes la disciplina se reduce brutalmente a una materia en liceos y universidades.

Cualquier problema o patología humano-social es abordado desde la psicología o la psiquiatría. Cuando se habla de un enfoque multidisciplinario se mencionan disciplinas como la psiquiatría, la psicología, la medicina y el trabajo social.

Así vemos cómo en el campo de la salud no aparece el sociólogo por ninguna parte en la estructuración de los grupos de trabajo. Esto constituye un grave error y una omisión insoportable porque es la salud, en tanto salud pública, un campo de fuerzas, relaciones, tendencias y escenarios de discursos y actores sociales, por excelencia. Igualmente podemos trasladar esta situación a otras áreas de la vida social en conflictividad: la violencia.

En este último caso vimos cómo en el recién creado Ministerio de los Servicios Penitenciarios se crearon comisiones de trabajo multidisciplinarias para abordar la crisis penitenciaria y, sin embargo, no aparece el sociólogo por ninguna parte. A menos que se esté confundiendo al sociólogo con el trabajador social, que es una profesión muy útil y digna pero es de muy mal gusto la confusión.

Es por ello que en el aniversario del Día del Sociólogo y el Antropólogo proponemos llevar adelante una campaña de información y sensibilización orientada a dar a conocer qué somos y cómo podríamos ayudar a resolver los problemas fundamentales del país.

Felicidades, colegas, en la semana y el Día del Sociólogo y el Antropólogo.


EL NACIONAL - Domingo 12 de Febrero de 2012 Opinión/9
ATres Manos
Miradas múltiples para el diálogo
La sociología que viene
RIGOBERTO LANZ


"Mi perspectiva consiste en hacer transitar las ciencias humanas y las ciencias sociales de los paradigmas cientistas hacia los paradigmas ético-estéticos".

Félix Guattari: Chaosmose, p. 24


Por estos días muchos amigos se han empeñado en realizar actividades (foros, seminarios, encuentros) a propósito del Día del Sociólogo. Son variados los lugares donde me hubiese gustado compartir (incluidos los colegas de Barinas que tienen una programación muy animada). Vayan estas notas como testimonio solidario para tantas amigas y amigos que se esfuerzan día a día por salir del tremedal y colocar su talento en sintonía con los dilemas trascendentes de este tiempo histórico.

Los desafíos son muchos y los problemas abundan. Padecemos el mismo síndrome de la universidad reseca: formación precaria de los enseñantes, ambientes rutinarios que rayan en el hastío, ausencia de vitalidad intelectual para encarar los grandes debates, resignación a los oficios profesionales tan aburridos como inocuos. Normalmente desde allí es poco lo que puede esperarse. Algún estremecimiento ha de ocurrir para sacudir esta pereza intelectual tan acomodada a la decadencia de casi todo.

Por fuera soplan otros vientos que pueden resonar en aquellos núcleos críticos que persisten en todos lados. Hay gente pensando, resistiendo, experimentando, empujando la carreta. El núcleo duro de la crisis epistémica de esta civilización en tránsito está siendo pensado por gladiadores de la reflexión como Edgar Morin, Michel Maffesoli, Alain Touraine. ¿Por qué no estamos a la altura de esta agenda en cada rincón del mundo? Pensadores como Immanuel Wallerstein, Pablo González Casanova, Martín Hopenhayn, Roberto Follari y tantos otros y otras han marcado la pauta de las grandes preguntas de este tiempo en América Latina. ¿Por qué el mundo académico permanece al margen de estas búsquedas con tanta negligencia? En Venezuela se desarrolla de la misma manera una lucha tesonera por elevar el debate y propiciar el encuentro en torno a los grandes desafíos teóricos de esta coyuntura. Es amplia la lista de investigadores e investigadoras que no se resignan a la mediocridad imperante, al aldeanismo intelectual que trivializa todo, al empirismo que termina remplazando los grandes vacíos de una reflexión trascendente en medio de la crisis. Colegas de esta talla están esparcidos en varias tribus intelectuales colocando su contribución al servicio de una recomprensión del presente, de un diálogo competente con las redes mundiales de intelectuales de primera línea, de una apuesta fuerte por el conocimiento de nuestra realidad que se muestra siempre esquiva y sorprendente. ¿Por qué no vibra nuestro mundo académico con las reflexiones de punta que tantos colegas están formulando? Pregunta inquietante si añadimos el pobre desempeño profesional que ha de esperarse de promociones salidas de aquellas fábricas de títulos, con un mercado ocupacional errático y un gremialismo decimonónico. ¿Qué culpa tienen los jóvenes sociólogos de estos extravíos? Pero no es para achicopalarse.

Mire usted el portento de investigación que nos legó el colega Pierre Bourdieu (La miseria del mundo). ¿Por qué no hacen algo parecido los colegas que tanto gustan del trabajo de campo? Según su sensibilidad y experticia se abren diferentes campos para poner a prueba la creatividad y el rigor intelectuales. Otro Oficio del sociólogo está por escribirse. No se cruce de brazos.

¿Qué está esperando? ¿Que venga Max Weber a cantarle la cartilla? Una sociología orgiástica (Maffesoli) anda por allí licuando las viejas solideces. Una sociología vagabunda se enfrenta a los rituales de los contadores de pobres. No se deje enredar por los cantos disciplinarios de una ingeniería social tan "útil" como vacua. No caiga en la tentación mercantil-instrumental de hacerse pasar por "publicista" para cumplir con el ritual del "ascenso social".

La sociología no se estudia para conseguir trabajo. Tampoco para ser "útil a la patria". Uno estudia por el placer del pensamiento, por las meras ideas (Miguel Ron Pedrique), por la pasión del texto, por la obsesión de preguntar.

Esa es la sociología que vale la pena.

Escultura: Joseph Beuys.

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