sábado, 4 de febrero de 2012

NOTA ANIVERSARIA


COPEI, andadura y superación
Luis Barragán


Según el hábito, planeaba un texto referido al aniversario de COPEI en el marco de las urgencias del planteamiento ideológico, pues son varias cuando padecemos un particular proyecto totalitario. Sobre todo, por la deliberadamente perversa construcción de un imaginario social que niega todo aporte a un partido que supera el medio siglo de existencia. Sin embargo, el reciente texto alusivo de Jonathan Benavides nos lleva a un camino un poco más testimonial para tratar el tema.Antes de la mayoría de edad, ya sentíamos una clara inquietud social y política que era búsqueda imperfecta de respuestas en el medio liceísta de mediados de los setenta. Los establecimientos públicos reflejaban las duras confrontaciones suscitadas fundamentalmente por la nacionalización de la industria petrolera que, en buena medida, sintetizó los dramas de un país que enloqueció con una inesperada bonanza dineraria.

Por ratos, compartíamos con los adversarios que las circunstancias fueron planteando, permitiéndonos conocer – por ejemplo – la sede y los planteamientos de la socialdemocracia que se reclamó definitivamente como tal con Carlos Andrés Pérez, la del PCV que – gracias a Tomás, cuyo apellido no recordamos ahora – nos condujo a conversar brevemente con Gustavo Machado, y toda aquella estela de organizaciones de una ultraizquierda que se afianzaba en agitadores de ocasión, incluso, para adelantar hasta unas vacaciones de carnaval. Frecuentemente, había más de violencia al defender ciertos postulados vinculados al proceso educativo y a lo que intuíamos debía convertirse en un sendero para alcanzar otro orden social.

Y es que, al acercarse y conversar el secretario juvenil de COPEI del sector donde vivíamos, el siempre recordado Carlos Alberto Arismendi, con la muchachada del liceo, ayudando a la motivación y a la acción, ya habíamos transitado algo en la búsqueda de respuestas. No sólo porque casualmente devoramos un folleto en la Biblioteca Nacional sobre la visita de Robert Kennedy a la Caracas de 1965, interpelado desenfadadamente por dirigentes estudiantiles de la democracia cristiana, sino por la otra casualidad: lamentablemente, olvidamos el nombre de quien nos obsequió un par de libros en el antiguo domicilio de COPEI (esquina de Dr. Díaz), uno de ellos directamente dedicado a la sociedad comunitaria que, editado en Mérida, nos deslumbró, decidiéndonos por la alternativa verde.

El deseo de comprometernos con valores y principios cristianos, halló terreno fértil en la propuesta comunitaria y nos comprometimos con el mensaje y las actividades de lo que se llamó la avanzada, ingresando a un partido que socialmente ensanchaba la precandidatura presidencial de Luis Herrera Campíns en los tiempos que no tenía asegurada la nominación y ni siquiera la victoria electoral, profundizando en una también riesgosa postura opositora a la que no llegaba siquiera esa promesa reciente como lo fue el MAS. Y, con los años, nos sumergimos en la dura lucha interna de una organización que después fue gobierno, aunque – parte de esa experiencia inevitablemente traumática de poder – la defensa del ideario reportó igualmente sinsabores y amarguras.

Insistimos en nuestro andar y, más por la personal preocupación de formarnos políticamente que por los distintos cursos oficiales realizados, aceptado el disenso, adquirimos responsabilidades de militantes comprometidos que, además, al ganar la dirección nacional de la juventud, la hicimos ocasión para denunciar que no todo iba bien, promoviendo propuestas, mientras soportábamos la represión en las calles. Años ochenta que anunciaron suficientemente el desastre que nos condujo al nuevo siglo, permaneciendo hoy en las trincheras de una lucha desigual, con mayor madurez y, ¿por qué no decirlo?, con el orgullo de compartir una experiencia en una entidad que no fue ni es fruto del azar.

Cuán diferente es la mera coincidencia con unas ideas y una manera de hacer las cosas, festejada la pasajera figuración mediática, respecto al sentido que adquiere el compromiso con un partido que reporta una doctrina, una estructura, una estrategia, una propuesta ideológica y programática, pero – esencialmente – el derecho a ese otro combate inadvertido como es el de intentar actualizarlo y convertirlo en una herramienta ciudadana frente al totalitarismo en ciernes, con el sueño de otro orden social en libertad. Por lo menos, ese es el partido que celebramos y que necesariamente debe conocer el país de nuevo, con todos sus aciertos y equívocos, sin que pesen las incomprensiones y hasta las sanciones disciplinarias de un momento determinado, porque lo entendemos como la oportunidad de prestar un servicio al país: vigente siempre que lo permita, resistiéndonos a aceptarlo como un coto de caza de vanidades superpuestas.
Importa saber cómo, por qué y cuándo alguien se inicia en la militancia partidista, hoy objeto de un injustificable desprestigio de compararlo con otros ámbitos y ejercicios del liderazgo, porque – simplemente – nadie puede reclamar el monopolio de la pureza moral. Descomunal el contraste con los partidos que han sido y son gobierno en esta década, siéndolo en sí mismo el inquilino de Miraflores.

Ante todo, somos demócrata-cristianos y concebimos a COPEI como un medio siempre perfectible para realizar el ideario, avalado por una larga experiencia histórica que podemos superar, relanzándolo o fustigándolo en procura de un mejor medio. Nos sabemos en la compleja y difícil situación que vive el país que, a guisa de ilustración, puede muy bien reflejarse en una sentencia de Juan Pablo Terra en torno a la colectivización opresiva: “… Un colectivo de desposeídos, de individuos sin derechos frente a la sociedad, benevolente pero lejana, que deja de cada uno apenas un número estadístico” y “en ella no cuenta la persona” creando “una sociedad disponible para ser manejada por grupos despóticos”.

Finalmente, nos permitimos citar a un líder uruguayo para insistir en que la democracia cristiana siempre fue un proyecto democrático continental, necesario de recuperar. Y, aunque son otros los tiempos, culminada la modernización para algunos, el nuevo aniversario de un partido político como COPEI, debe invitar a todos los venezolanos a reconciliarse con la institucionalidad partidista, exigiéndola aún para superarla en lugar de entretenerse morbosamente con sus heridas: es el andar indispensable para construir la transición deseada.

Fuente:
http://www.notivargas.org/luis-barragan-copei-andadura-y-superacion/

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