sábado, 25 de febrero de 2012

KIZERADOS


EL NACIONAL - Sábado 25 de Febrero de 2012 Papel Literario/3
Tribu
Gabriela Kizer (1964) publicó el poemario Amagos en el año 2000. En 2002 puso en circulación Guayabo, en una cuidada edición impresa en Bogotá. Tribu (2011), que resultó ganador del Premio Internacional de Poesía José Barroeta, ha sido editado por La Cámara Escrita
ARMANDO ROJAS GUARDIA

A Gabriela Kizer le interesa la aventura espiritual de la tribu humana sobre la tierra

Por qué el lector de este poemario, a pesar de no encontrar en él un entramado metafórico deslumbrante ni tampoco una propuesta rítmica especialmente llamativa, se siente sin embargo impulsado o, mejor dicho, obligado, una vez que comienza a leerlo, a continuar y proseguir haciéndolo hasta el final, sin que le sea posible abandonar la lectura en ningún momento? Porque ante Tribu , estamos frente a un caso insólito de lo que podríamos llamar persuasión poética. Con este libro nos ocurre algo semejante a lo que nos pasa con la poesía de Paul Celan: al leerlo nos gana --literalmente nos invade-- la convicción de que se trata de un acontecimiento estético muy importante, más allá o más acá del desafío cognoscitivo que representan lo críptico, lo difícil e, incluso, lo hermético de muchos fragmentos y de algunos de los momentos más significativos de su despliegue temático y procedimental.

¿Dónde radica la causa del alto grado de persuasión poética de Tribu? Yo me atrevería a asegurar que primordialmente en su enfoque, en la perspectiva total desde la cual se dirige a nosotros. A partir de la primera sección del libro, comprendemos que a la poeta no le interesa celebrar o meditar líricamente sobre aspectos parciales de la condición humana, sino, ante todo, sobre la condición humana en sí misma, entendida globalmente. Le interesa la aventura espiritual --también física, también psíquica-- de la tribu humana sobre la tierra. Desde el presupuesto de que sólo la poesía ostenta la capacidad ontológica de dar cuenta cabal de esa aventura. "Poéticamente habita el hombre sobre la tierra" escribió Hölderlin, y todos recordamos la maravillosa meditación de Heidegger sobre estas palabras. No es otro el basamento del enfoque desde el cual se nos habla en las páginas de Tribu: vivir humanamente sobre la tierra significa vivir poéticamente; sólo la poesía recoge y aquilata la envergadura existencial de la gesta que la tribu humana ha emprendido y emprende en el universo.

Y para dar noticia de ese enfoque, para realizarlo y realzarlo estéticamente, la poeta se dedica a inscribir en la carne misma de su texto las voces que le llegan desde diversas tradiciones literarias y religiosas, tanto occidentales como orientales.

Se trata de una labor polifónica que no tiene parangón en la poesía venezolana. A veces como citas textuales, otras como paráfrasis y otras como simples pero certeras alusiones, la textualidad del libro se llena de esas voces dispersas pero sin embargo aquí convergentes: a todas las engarza la pretensión poética de celebrar la gloria y el horror de ser hombre.

Esta multitud de referencias no busca ser panorámica ni enciclopédica (faltarían, por ejemplo, si se quisiera más o menos completa, referencias fundamentales como las que atañen a tradiciones importantes, por ejemplo la budista y la musulmana). No hay ni el más mínimo afán libresco en el despliegue de ese mapa referencial. Hay, sí, lo que López Pedraza llamaba un "vivir culto", es decir, una vida mental alimentada por la inagotable reserva de imágenes que, para nuestra orientación psíquica, nos provee la historia de la cultura. Pero no sólo eso.

Esas referencias son las múltiples voces de la tribu, algunos de los interlocutores que han compartido y comparten con cada uno de nosotros el evento inaudito de habitar sobre la tierra humanamente.

Uno de los pivotes de ese habitar humano sobre la tierra lo constituye la religación con lo sagrado. Y Tribu da cuenta de ello, hasta el punto de que podría afirmarse que el eje sacral actúa como centro dinámico del texto. Por razones obvias, en esta área el énfasis está colocado en la tradición judía (pero más bien en el segmento cúltico y ritual de dicha tradición --el Levítico, el Deuteronomio -- y en el sapiencial --Libro de Job, El Cantar de los Cantares --, y no, sorpren- dentemente, en su segmento profético --el arco que va de Isaías hasta Sofonías, pasando por Amos y Oseas--, el cual es obviado en el poemario). Dos palabras --"heme aquí"--, importantes en el "Antiguo Testamento" porque con ellas un ser humano --alguno de los jueces o un profeta-- responde a la interpelación divina y a la vocación implícita en ella, fungen en el libro como un genuino leit-motiv, una especie de estribillo musical o de mantra que no sólo contribuyen a otorgarle coherencia, también rítmica, al texto, sino sobre todo señalan que la poeta, al pronunciarlas solemnemente --"heme aquí" es la traducción de la expresión hebrea hinnení --, toma conciencia de la vocación que posee ella misma por designio de Dios: purificar las palabras de la tribu para poder cantar la aventura y desventura de ésta. Esas dos breves palabras, repetidas ritualmente como lo hace el hablante lírico --"heme aquí"-establecen un nexo entre la atmósfera vocacional que permea la vida de ciertos personajes bíblicos y el contemporáneo quehacer de la poeta con las palabras, especialmente con las que integran este texto (dicho sea de paso, la invocación a Dios como Padre, tan crucial en Tribu , es más bien desusada en el universo religioso hebreo; su utilización en el libro está más cerca en ese aspecto del "Nuevo Testamento").

Afirmé al comienzo que la propuesta rítmica de Tribu no es especialmente lla- mativa. No lo es, pero ello no quiere decir que no sea eficaz y envolvente. Todas las secciones del poemario, todo el poema --porque es un solo y gran poema-- hacen gala de una cadencia litúrgica, que a veces ostenta la respiración musical de un ensalmo, otras, evoca el contrapunto coral de un himno y otras, cuando su textura verbal se aproxima por momentos al habla cotidiana, tiene la armónica y melódica trepidación de un concierto de música contemporánea.

Esa naturaleza globalmente litúrgica del texto hace que todo él, de principio a fin, constituya para el lector una misma, enorme y prolongada experiencia ritual.

Si alguna vez hemos tenido o tenemos dudas acerca de para qué sirve la poesía, Tribu es la más cabal, más completa y más rotunda respuesta.

Fotografía: Lisbeth Salas.

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