sábado, 4 de febrero de 2012

FAN (B)


De la desestructuración de la pirámide ocupacional
Luis Barragán

Lunes, 23 de Enero de 2012 01:09

Formalmente participativa y protagónica, el debate (y la calidad del debate en democracia) ha descendido por estos años. Notamos esfuerzos, sobre todo en el medio académico, por darle una mayor sobriedad y profundidad, pero se ha aligerado de tal modo en la opinión pública que el más dramático y palpitante de los problemas, ejemplificado por los índices de muertes violentas, tiende a banalizarse, neutralizando sus consecuencias políticas.

Tratándose de los planteamientos escritos y suficientemente especializados, interesantes para determinados sectores de la población, más rápido pasa por debajo de la mesa, sin que otros sectores más o menos equivalentes sientan la responsabilidad de emitir una respuesta. La confrontación de ideas ha cedido todos sus espacios a favor de un abierto e interesado conflicto pasional, ausentes los elementos necesarios para superarlo y lograr – por lo menos – una mediana sensatez.

Sensatez que obliga al señalamiento específico y concreto, impidiendo las evasiones en boga o la pérdida de la noción misma de la rendición de cuentas de las autoridades del Estado. Bastará con verificar - nuevamente - en el reciente mensaje presidencial ante el parlamento, las maniobras de distracción que – copándolo - le permitió a Chávez Frías jugar con las realidades hasta permitirse un careo con los opositores que le redondearon un espectáculo que no fue de discusión, evaluación, examen, chequeo, o interpelación.

José Machillanda publicó año y medio atrás, una estupenda obra intitulada “Del profesionalismo militar a la milicia”, que se ha quedado sin respuesta. Ha pasado el tiempo y sus expresos e inequívocos señalamientos, por lo general, no encuentran eco alguno en las figuras que hacen al régimen de cada día, como tampoco en aquellas que lo combaten y dicen combatirlo: por ejemplo, en torno a la llamada desestructuración de la pirámide ocupacional de la Fuerza Armada.

Refiere el autor, el Comandante en Jefe ha obviado la excelencia y meritocracia, privilegiando la adhesión y sumisión personal que afecta la profesionalidad militar, confundiendo tareas que llegan hasta el desempeño de aquellas propias de los civiles. Y es que, además de poblar a la administración pública, “hoy es difícil – apunta Machillanda – identificar en la organización a los operadores de radio, a los operadores de antena, a un ayudante de navegación, a un timonel, a un tirador de morteros, a un enfermero o a un motorista”.

El entrante ministro de la Defensa, como lo ha dicho Ramón Guillermo Aveledo, es un activista político que contradice lo dispuesto por la Constitución de la República; y el saliente ministro, como modestamente lo denunciamos en la plenaria de la Asamblea Nacional, a propósito de una solicitud de crédito adicional que lo afiló y enfiló hacia la candidatura a la gobernación neoespartana, lo fue aún antes de entregar el cargo. De fácil y demoledora deducción, la corporación armada no está al servicio de toda la Nación, porque los altos mandos simplemente conforman esa suerte de partido político, el ceresoleano partido político que deja muy atrás al PSUV devenido fachada de ocasión.

De modo que lo ocurrido, reivindica a los especialistas como Machillanda que, para la coincidencia y la discrepancia, también deben leerse y discutirse. Aceptemos que hay sectores de la oposición también triviales que temen y rechazan la hondura y, por ello, no saben ni les interesan los aportes que le exijan algo más que un celebrado y efímero gesto mediático.

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/10715-de-la-desestructuracion-de-la-piramide-ocupacional

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