lunes, 23 de enero de 2012

CAZA DE CITAS


















“La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”

Mirek

(Milan Kundera: "El libro de la risa y el olvido")

UNO Y TRINO


NOTITARDE; Valencia, 21 de Enero de 2012
Predicación de Jesús y llamado (Mc. 1,14-20)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

En este tercer domingo del tiempo ordinario se nos presenta el texto del evangelio de Marcos donde Jesús comienza su predicación en Galilea, pidiendo la conversión de los corazones a Dios, porque el tiempo ha llegado; del mismo modo, caminando por la orilla del Lago de Galilea llama a sus primeros discípulos: Simón y su hermano Andrés, Santiago y su hermano Juan. Cuatro pescadores que ante la llamada de Jesús lo dejan todo y lo siguen.

Jesús vino al mundo a traer las buenas noticias de parte de Dios Padre, para hablar al hombre de un mundo totalmente desconocido, impensable e incalculable por parte del ser humano, vino a revelar el misterio de ese Dios a quien anhela desde siempre y busca con ansias el corazón humano. El Hijo de Dios se hizo hombre para compartir con los hombres su vida, sus alegrías y tristezas, sus triunfos y sus fracasos; pero sobre todo para señalarles el camino que conduce a la vida eterna. Él vino al mundo para formarse un pueblo, para hacer discípulos y así llevarlos al Reino del Padre eterno. Su oferta de salvación y vida es para todos los hombres de todos los tiempos. Él padeció, murió y resucitó y quiere que sigamos sus pasos para darnos vida plena.

Jesús vino al mundo a traer las buenas noticias, ¿Cuáles son esas buenas noticias? Que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios en tres personas, que Dios nos ama con amor infinito, que es el Padre bueno por excelencia, que Él quiere nuestra salvación y que tengamos vida eterna, que con la fe, la esperanza y sobre todo el amor podemos vivir el presente y en el futuro ver a Dios cara a cara; que quien le sigue es realmente feliz. Por eso Él quiere que seamos sus discípulos, nos llama como en otro tiempo llamó a sus primeros discípulos para que llevemos también la Buena Nueva a los hombres y construyamos el Reino de Dios.

El llamado que Jesús hizo en Galilea a sus primeros discípulos deja ver que Él escogió a algunos hombres para formarlos, prepararlos y enviarlos a predicar su Palabra, para reunir a su pueblo que es la Iglesia, para que fuese sacramento de Salvación en medio del mundo; para lograr que muchas personas se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Tan impactante sería la persona de Jesús, tan sinceras y profundas sus palabras que hizo que aquellos hombres pescadores, que tenían su seguridad en su trabajo, que era el sustento de sus vidas y sus familias, fueran capaces de dejarlo todo, creer en sus palabras y promesas y seguirlo con radicalidad. Y es que realmente Jesús es Dios en medio de los hombres y aquellos primeros discípulos vieron, escucharon y palparon a ese Dios amigo que habla al corazón, que cuando se le encuentra transforma la vida y vale la pena dejarlo todo, posponerlo todo para estar con Él y seguirlo con alegría para hacer que otros también lo conozcan y sigan.

Jesús también nos ha llamado desde el día de nuestro bautismo, nos ha reiterado su llamado en nuestra primera Comunión, en la Confirmación y en tantos momentos de nuestra vida de fe, para que le sigamos, para que quitemos de nuestra vida aquellas cosas que nos apartan de Dios y de los hermanos, para que encontremos en Él refugio, fuerza, paz, seguridad y para que salgamos al mundo a proclamar donde está la fuente de la felicidad. Jesús nos invita hoy a volver nuestra vida a ese Dios que nos ama y desde siempre ha tomado la iniciativa, sobre todo enviando su Hijo al mundo para que con su Muerte y Resurrección nos diera vida.

Hoy es un día para renovar nuestro discipulado, para decirle a Jesús que aceptamos su llamado y queremos ir detrás de Él; un día para revisar qué cosas necesito seguir cambiando o mejorando en mi vida para ser un mejor discípulo; es tiempo para que meditemos si estamos siendo valientes para señalar a los hombres nuestros hermanos quién es el Camino, la Verdad y la Vida.

IDA Y RETORNO: Por razones ajenas a mi voluntad, el domingo pasado no salió publicado mi artículo, pero seguimos aquí compartiendo la Palabra de Dios. Me preguntan: ¿La santería es igual al cristianismo o al catolicismo? Rotundamente no, aunque los que siguen esa creencia utilicen imágenes católicas, en el fondo están adorando a los dioses africanos (varios dioses: Changó, Yemayá…), especialmente a "Olodumare". Los cristianos católicos creemos en un Dios Uno y Trino revelado en Cristo y las imágenes de los santos en la Iglesia nos recuerdan la vida de Cristo, de la Virgen María o la de una persona que a lo largo de su vida vivió las enseñanzas de Jesús. Recordemos que cuando los negros esclavos trajeron sus creencias al continente, para no ser descubiertos por los blancos cristianos, "escondieron" detrás de las imágenes católicas sus ritos y creencias, muy contrarias a nuestra fe. ¿Entonces los católicos son culpables de que haya tanta santería? Eso sería como decir que como Dios creó al hombre y éste pecó, entonces Dios es el culpable del mal en el mundo y sabemos que es el hombre que con su libertad ejecuta sus actuaciones. Vivamos nuestra fe y demos testimonio de una vida coherente y santa.


Fotografía: pieza de Miguel Sansón

POLÍTICA MILITAR


EL NACIONAL - Lunes 23 de Enero de 2012 Opinión/7
Democracia y autocracia militar
ARMANDO DURÁN

Ahora que celebramos el 54º aniversario del derrocamiento de la dictadura militar por un vasto movimiento civil y democrático, me parece oportuno recordar que el verdadero partido político de Hugo Chávez no es el PSUV. Siempre ha sido el constituido por sus compañeros de armas. Incluso en un momento tan comprometido como la intentona golpista del 4 de febrero, arrojó de su lado a los factores civiles que hasta ese día habían participado en la conspiración. No sirven para esto, fue su argumento. Desde entonces, la clara distinción entre civiles y militares ha marcado el carácter del régimen.

Cierto que el fracaso militar de su golpe de mano contra la democracia el 4 de febrero forzó a Chávez a cambiar momentáneamente de estrategia. De ahí su aparente abandono de las armas al salir de prisión y su decisión de emprender la incierta aventura electoral para llegar a Miraflores.

Y de ahí también su pasajero acomodo formal, al triunfar en diciembre de 1998, a las leyes de la democracia. Entretanto, se entregó de lleno a fortalecer sus bases sociales, a estrechar sus lazos con el mundo militar que iba creando y a despejar de obstáculos reales su camino hacia el poder total.

Dos hechos hicieron posible que Chávez acelerara en 2002 su tránsito hacia el establecimiento definitivo de un gobierno abiertamente militar, la rebelión popular del 11 de abril y el paro petrolero que estalló en diciembre de ese año. Paradójicamente, gracias a estos dos sucesos, Chávez pudo profundizar la purga que venía llevando a cabo en la Fuerza Armada desde el primer día de su gobierno para conformar una estructura de mandos militares ciegamente leales a su jefatura y por otro lado asumir un control personal absoluto de la industria petrolera, cuyas inmensas riquezas le han servido de punta de lanza para fomentar su expansión política en el resto del continente, un objetivo que por supuesto satisface su vanidad personal, pero que sobre todo le garantiza a su gobierno respaldo continental en caso de peligro, y que manejada sin control alguno le facilita el financiamiento de sus costosos planes políticos dentro y fuera de Venezuela.

Otra observación a tener en cuenta. A medida que Chávez avanzaba por ese laberíntico camino, su continua oferta de regalitos político-electorales envenenados le permitió generar, después de las traumáticas elecciones parlamentarias de 2005 y de su victoria en las presidenciales del año siguiente, una ficción casi perfecta de normalidad política. A partir de ese instante Chávez intuyó que estaba a un paso de su meta y se sintió con fuerza, primero, para desconocer en la práctica su derrota en el referéndum constitucional de 2007.

Después, para promulgar, al calor de la Habilitante, las leyes que necesitaba para consolidar la hegemonía absoluta del nuevo Estado, apuntalado en el socialismo como pretexto y en un poderío militar y comunicacional cada día más avasallante.

El remate de este proceso, sin duda acelerado en el tiempo por el imprevisto cáncer presidencial y la aparición de varios aspirantes civiles a ser su sucesor, se produjo el 8 de noviembre de 2010, cuando el general Henry Rangel Silva, jefe del Comando Estratégico Operacional, declaró tranquilamente que ni él ni las tropas a su mando aceptarían una derrota electoral de Chávez en las elecciones de octubre. La reacción presidencial no se hizo esperar.

Primero, ascendió de inmediato a Rangel Silva al grado de general en jefe. Segundo, lo nombró ministro de la Defensa.

Al fin había llegado el momento de quitarle al régimen los transparentes velos democráticos que hasta ahora venían disimulando la crudeza de sus planteamientos, y así, el pasado 17 de enero, en el acto de juramentación de Rangel Silva, Chávez retomó el discurso antidemocrático y anticonstitucional del nuevo ministro, y en el tono agresivo de sus discursos más radicales, le advirtió a la oposición que "no vamos a permitir que la burguesía vuelva a apoderarse de la patria". Por las malas ni por las buenas.

Dentro de este contexto no tiene nada de extraño el nombramiento de Rangel Silva, ni que el Ejecutivo pase por alto el 23 de Enero, menos aún que vaya a celebrar por todo lo alto el 4 de febrero, elogio inadmisible al sometimiento de los poderes civiles del pueblo y la democracia al dominio autocrático de un régimen militar que aspira, ya sin tapujos, a conservar su hegemonía absoluta, cueste lo que cueste, hasta el fin de los siglos por venir.

FIESTA

EL NACIONAL - Domingo 22 de Enero de 2012 Siete Días/7
La invención del pasado
¿Por qué el 4 de febrero es ahora una fiesta revolucionaria y el 11 de abril un indignante golpe de Estado? Tan sólo porque los militares que dieron el del 92 están ahora en el poder
ALBERTO BARRERA TYSZKA

Primero fue un golpe de Estado. Luego una rebelión.

Ahora ya es la revolución de febrero.

En mayúsculas y con himnos.

Con aires de epopeya nacional y fecha patria. El mismo día, el mismo suceso, ha ido transformándose con el paso de los años. La memoria del poder es adicta a la cirugía plástica. Usa bótox y colágeno. No quiere una sola arruga en su historia.

En estos días, el Gobierno se dedica más a mejorar su pasado que el presente de todos los venezolanos.

Ahora resulta que existe una "Comisión presidencial para la organización de las actividades y actos conmemorativos del vigésimo aniversario de la rebelión cívico militar del 4-F de 1992". Es tan pomposo que llega a ser, incluso, ridículo. Ninguna rebeldía verdadera se asfixia en la tramoya de la burocracia. No necesita de una comisión ni de un ministerio para recordarse y celebrarse. Se trata, en absoluto rigor, de una promoción oficial.

El poder celebra el poder. El poder inventa su épica.

Desplegado en varias páginas completas del periódico, leo la convocatoria a grandes concursos, con buenos premios en metálico, para los festejos del 4-F. "Arte Popular", "Estatuaria", "Crónica", "Poesía, Décimas y Coplas", "Fotografía"... En todas las categorías, las obras presentadas deben estar referidas, ensalzar y destacar, el "proceso histórico" relacionado con "las rebeliones del 4 de febrero de 1992 y el 27 de noviembre de 1992". La citada comisión presidencial aclara, por no dejar, que se trata de una conmemoración enrumbada hacia la "misión 7 de octubre", una manera de enfrentar al enemigo porque "todo el aparato ideológico del capital actúa para borrar la memoria y deformar el recuerdo".

La frase es extraordinaria.

Más que una frase es un espejo.

Porque justamente es lo que intentan hacer. Porque cualquiera podría denunciar lo mismo: todo el aparato ideológico del Gobierno actúa para borrar la memoria y deformar el recuerdo. La experiencia de 2002 está muy fresca ¿Por qué el 4 de febrero es ahora una fiesta revolucionaria y el 11 de abril un indignante golpe de Estado? Tan sólo porque los militares que dieron el del 92 están ahora en el poder. Los dos intentos, objetivamente, extendidos bajo la luz de un quirófano, son demasiado parecidos. Sus justificaciones morales son distintas pero, fácticamente, trataron de hacer lo mismo: derrocar por la fuerza, desconociendo las leyes y traicionando las instituciones, un gobierno legalmente constituido. Aunque le irrite, Hugo Chávez se parece más a Carmona que a Simón Bolívar.

Quien se asome a las propuestas y a los postulados teóricos de los golpistas de 1992 quizás se quede sorprendido.

No hay una sola mención a Fidel Castro. No hay ni siquiera un tono que suene demasiado a izquierda, a proyecto de cambio, tal y como hoy nos lo quieren vender. La idea de la revolución es una ficción que viene después, que nace desde el poder y se expande, hacia atrás y hacia delante. Esa es su naturaleza: quiere ser eterna.

El 4 de febrero de 1992 hubo un intento de golpe de Estado, un fracaso militar. Un poco después, el propio Hugo Chávez confesó que ese día se sentía "desmoronado, derrotado", pensaba que había "puesto la torta del siglo", que se había rendido y encima había llamado a todos sus compañeros a rendirse. Pero, sin embargo, ese mismo día, también tuvo un triunfo mediático, un instante que, a la postre, impulsaría su futura carrera política. El 4-F es, en realidad, un día de rating, de hechizo televisivo. Tal vez, sería mejor que la comisión presidencial hablara más bien de la conmemoración del vigésimo aniversario del lanzamiento mediático de Hugo Chávez.

Eso sería mucho más honesto, más justo. ¡Dos décadas de trayectoria! ¡Vamos todos al Poliedro! ¡Con la participación de grandes artistas nacionales internacionales, Hugo Chávez repetirá su famoso éxito de hace veinte años! Porque la pretensión heroica sobra. Porque la épica guerrera está de más. Como en la mayoría de las intentonas, el golpe de Estado del 92 también tuvo mucho de cobardía y de deslealtad. No es un secreto. El mismo Chávez se lo dijo a Marta Harnecker: la mayoría de los soldados que participaron en el golpe "no sabían nada", fueron llevados bajo engaño. Los utilizaron para conspirar contra el Estado, los hicieron arriesgar sus vidas sin decirles de qué se trataba. Murieron 35.

Que no vengan a hablar de revolución, de verdad y de conciencia. Que no nos digan que este es el "Día de la Dignidad". Que asuman su historia, su militarismo, el mismo golpe que por otras vías están llevando a cabo. Tan sólo eso y por ahora.

SISTEMA NERVIOSO


EL NACIONAL - Lunes 23 de Enero de 2012 Cultura/4
la individual del lunes
Barbara Brändli. El legado
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ


Negado al obituario ­casi siempre escrito al fragor de la noticia­, se empezó la pesquisa de algunas imágenes de la fotógrafa venezolana de origen suizo Barbara Brändli para "armar" esta Individual del Lunes, la primera que se dedica a un artista post mórtem.

Brändli falleció el 27 de diciembre. Pero difícilmente se puede hablar de un final cuando para los venezolanos del presente y del futuro queda un legado visual incomparable. Su legado.

Desde que la fotógrafa llegó a Venezuela, en 1959, se dio a la ardua y muchas veces solitaria tarea de hallar en lo que la rodeaba, en lo que captaban sus ojos, la identidad de un país que la acogió y para el que no cesó de registrar lo que hay más allá de lo aparente, de un paisaje humano que, en principio, le resultó ajeno, pero al que luego se abrió, con humildad y con respeto, para devolvernos la imagen inconfundible del conocimiento.

Ella ya no está físicamente, pero sus instantáneas ­siempre que se conserven y se difundan­ seguirán mostrando lo que, a veces, la mayoría no ve. Para Brändli, el oficio por el que recibió en 2004 el Premio Nacional de Fotografía era una especie de viaje espiritual, una manera de conectarse sensiblemente con el sujeto de su arte.

"Lo mío en la fotografía es el gesto humano, la cara, lo que hace la gente, hacer ver algo que, a lo mejor, cualquier persona que pasa por ese mismo sitio no ve o no siente", decía convencida de que es posible mirar más allá de lo obvio, de lo tangible, para acceder a territorios de trascendencia.

Allí están sus libros: Los hijos de la luna, Sistema nervioso, Así, con las manos... Testimonios de un trabajo incansable con el que Brändli se acercó a las comunidades indígenas del sur del país, los ye’kuana, los yanomami, los maquiritares, los pemones, no con la visión europeísta de la inteligencia superior en pleno descubrimiento de culturas salvajes, sino con la extraordinaria humanidad de quien acepta que hay otras formas de vincularse con el universo, tan válidas y genuinas como la del visitante de las grandes ciudades. Un aporte arqueológico que condujo a muchos venezolanos a reconocerse en la cosmogonía del indio.

Caracas también copó el interés de la fotógrafa que se inició en el ballet clásico y hasta fungió de modelo antes de comprender que el mundo es demasiado grande como para conformarse solamente con lucir bella ante una cámara.

De esta cuidad que a diario nos devora con su caos, Brändli dejó imágenes llenas de humor, contrastantes, casi surrealistas, pero sobre todo producto de una mirada limpia, desprejuiciada, amorosa, crítica, deslumbrada...

Barbara Brändli no se merecía una cuartilla y media de obituario. Dio mucho para que solamente nos limitáramos a inventariar su lugar y fecha de nacimiento, sus estudios, sus exposiciones y sus libros. Lo que mejor la definió son sus imágenes, el legado.

lunes, 16 de enero de 2012

QUEDARSE


San Juan, 1: 33-42:


En su homilía del domingo 15 de los corrientes, el Padre Roberto Martialay (SJ) se refirió a la necesidad del recuento personal, de la patria, del mundo. Volver a la historia. El Antiguo Testamento se propone contar los orígenes del mundo fundado en el conocimiento rudimentario de entonces, enfatizando su origen divino: siete días, según los judíos. En su Evangelio, Juan se esmeró en hacer la historia de la Iglesia: en principio fue el Verbo (corrigiendo aquello del cielo y la tierra como principio); al segundo día, bautismo de Jesús que equivale al Génesis y la separación de las aguas; al tercero, encontramos a Jesús en su vida adulta, se encuentra con el Bautista dando por hecho el bautismo. Primer título: Cordero de Dios.

Yendo al fondo de nuestro ser, siempre dice Jesús: ¿Qué buscan de mí? Hay motivos fundamentales: buscar empleo, hacer familia, quizá algo de dinero, etc., pero la pregunta va al fondo de nuestro ser.

¿Dónde vives?, le preguntan a Jesús. No hay detalles de lo que sería una arqueología devota: no explicó Juan si vivía en una tienda de campaña, en una cueva, u otro lugar. Lo que importa es que se quedaron con Él: sentido del compromiso cristiano. Cronológicamente, Andrés evangelizó a Pedro, la roca (comienzo del pontificado). Siempre hay un intermediario.

Nivel personal del comienzo de la fe. Indispensable el encuentro personal con Jesús. El Padre Martialay hizo alusión a sus comienzos, aún antes de entrar a la Orden. Tercer día de la creación: los árboles se multiplican, según las semillas. Los discípulos y seguidores. Todos somos mensajeros de la fe.


NOTA LB:

Importa hacer el seguimiento de las lecturas en lo posible. Siempre hay aspectos que nos tocan en lo personal, e - incluso - interesantes asomos teológicos. Desafortundamente, resulta escaso el tiempo para internarse en una discusión siempre necesaria, aunque interesa - por lo menos - ventilar un mensaje proveniente del Evangelio, aún sin ser creyentes o practicantes regulares. Por lo general, hay una confrontación con la cultura hoy dominante: por ejemplo, San Pablo (1Co, 6:13-15, 17-20), afirma que el cuerpo no es para fornicar. Algo que choca contra una conquista de la modernidad, como es el placer sexual. Entonces, ¿cómo asumirlo?, ¿una conqista válida?, ¿necesitamos de una reinterpretación creadora? Todavía suscitando la reflexión, puede quizá no haberla con otras aseveraciones como la predicada por un sacerdote sobre la virginidad (EWTN), el domingo 15. Entre otras cosas, argumentaba que el hombre la quiere para el "estreno" y, de no ser así, quedaría con la sospecha de la infidelidad y el posterior adulterio. Nos parece una exageración, pero también podemos referirnos hipotéticamente a criterios que son anacrónicos. En todo caso, entre ocupaciones y ocupaciones, tratamos de temas que pueden asumirse en la comunidad eclesiástica con libertad, algo que no suele ocurrir, camino a la perfección de una cristiandad que - posiblemente - tiene ante sí el signo de los tiempos, de este tiempo (o, inadvertidamente, el ritornello de viejos casos). Puede concluirse, que la asunción del compromiso cristiano es algo demasiado serio en comparación con aquellos que van a Misa e, incluso, no van por comodidad y hasta miedo. Sobran las interpelaciones.

Ilustración: Pieza de Ferreiro Badía

COLETILLA


De la emboscada simbólica
Luis Barragán


Lunes, 16 de enero de 2012


Maximizado el proceso político, parece (SIC) lógico que, cualesquiera de las dos opciones concurrentes, convertiertan los comicios presidenciales en una suerte de plebiscito a favor de una asamblea constituyente. La corrección de la Carta de 1999, necesaria en muchos aspectos, conducirá a un replanteamiento extremo que pretenderá un signo definitivo, independientemente del porcentaje que obtenga la fórmula ganadora.

Tal replanteamiento, en una sociedad también artificialmente polarizada, promete la generación de conflictos de consecuencias impredecibles. Sobre todo, cuando tarde o temprano descubramos la falsificación de las propuestas en boga.

Por ejemplo, el llamado Poder Popular para la construcción de un Estado Comunal. Poco importa que sea harto evidente el carácter antidemocrático del circuito comunalista que el oficialismo promueve, o la propulsión del clientelismo prebendario que impondrá la interesada distribución de los recursos públicos, reivindicando a las juntas parroquiales reemplazadas e integradas por aquellos que fueron elegidos a través de la votación directa, universal y secreta de la ciudadanía, por no citar la perversión de los mecanismos que sustituyeron al FIDES.

La maquinaria propagandística y publicitaria del Estado secuestrado, tiende a convertir a las juntas comunales (y los efectos que traerá en el reordenamiento territorial), en una demanda ciertamente incomprensible de constitucionalización, por más que contradiga los supuestos democráticos y participativos que dijo defender un día el constituyente. Tamaña legitimidad, forzada por la manipulación polarizadora, es una demostración adicional de la profunda violencia simbólica que padecemos los venezolanos, exhibiendo como sana y eficaz una alternativa que es la de un malintencionado retroceso de las instituciones republicanas.

El régimen está prefabricando la otra ilusión que jamás resistirá la prueba de las realidades, aunque probablemente se hará tarde para el arrepentimiento de sus propios y sectarios seguidores. Tratamos de una emboscada política más que dará alcance a justos y pecadores, porque todos – absolutamente todos – sufriremos las consecuencias.

Coletilla: No fue rendición de cuentas la de Chávez Frías, ni debate las distintas intervenciones de los parlamentarios. Una cosa y la otra siguen pendientes, obviando el espectáculo en el que se afana el oficialismo.

Fuente: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/7868716.asp

Ilustración: Banksy

COSAS DE LA ECOLOGÍA GRIS


Bonapartismo virtual
Luis Barragán


Hay retraso en el ejercicio de la infopolítica en Venezuela, tal como se manifiesta en otros ámbitos digitales. Y es que los yerros del quehacer partidista en el mundo real, tendiendo a la desinstitucionalización fuertemente inducida por el régimen, forzosamente los recoge el virtual.

Aceptemos que poco ayuda la administración de justicia para el desarrollo de las redes, impotentes frente a la desactualización frecuente o la información equívoca de sendos websites gubernamentales, escolares y hasta de los ocupados por la comercialización de fármacos. No reportamos responsabilidad civil alguna al contaminar – victimizados - los equipos por seguir un enlace hipertextual que omite toda advertencia de peligro, siendo impensable contratar una póliza al respecto.

La red supone un determinado orden público tecnológico que genera comunidades todavía deficientemente desarrolladas cuando tocamos el ámbito de las creencias políticas, ideológicas y hasta religiosas. Gran atril, apenas exponen contenidos que poco abonan a una cultura de la participación, integradora y constructiva, capaz de prolongarse y explicarse en el mundo real.

Las “páginas políticas” - versadas en los asuntos del poder - escasean, teniendo por único “intercambio” las descalificaciones personales y la comicidad de mal gusto. Abrir un lugar para la promoción y el debate partidistas, constituye una aventura a sabiendas que una campaña de inteligencia y contrainteligencia encuentra terreno fértil, aunque no tanto como el de las tribunas más conocidas de opinión.

Del morbo crónico pueden dar testimonio – precisamente – los portales noticiosos, cuyo prestigio también depende de un conveniente tratamiento de la data invasiva, a veces, administrándola de tal forma que no los hagan objeto de las amenazas gubernamentales ni de los atentados de enceguecidos partidarios del régimen. Por cierto, tribunas o portales que destacan frente a otras, colando la noción de un básico mercado virtual, por el sobrio y oportuno tratamiento de los sucesos, al igual que por la consistencia y profundidad de las interpretaciones que recoge y ventila.

Años atrás, en el extinto diario “El Globo” de Caracas, dedicamos algunos textos a la deforestación digital de los partidos que, en buena medida, podemos ratificar ahora. Y si bien es cierto que no la monopolizan, también lo es que no hay política trascendente, deseablemente seria y organizada, con ausencia de las entidades – recordemos – especializadas en el bien común.

Dudamos de las bondades de la infopolítica, acaso de su propia existencia, al constatar cierto bonapartismo que apunta a la gubernamentalización de los partidos en la red de redes, pues, aún fuera de la dirección del Estado, la oferta y preocupación reside en sus vicisitudes burocráticas o la simple exhibición de sus nóminas de conducción, acaso apostando por el sempiterno clientelismo; la política se explica por la suerte personal de la dirigencia, restándole validez a toda experiencia estable y compartida; hay omisión de los particulares problemas del medio, postergando – si fuere el caso – la defensa del infonauta frente al Estado que en mucho se vale de la desorganización de los usuarios de la red, legitimando sus faenas de control; se evidencia el abuso de los mensajes indeseados, acumulada una data personal que pudiera gozar de otro destino; las incursiones planificadas en otros y diferentes ámbitos tienen por característica el empleo de una retórica convencional, ilustrándonos sobre la crisis predominante de la palabra.

Existen estupendas manifestaciones cívicas en la red, al lado de otras que no lo son, completamente ajenas a los partidos que, por lo pronto, no cuentan con especialistas que vayan más allá del diseño y hospedaje del portal y que, además de intensificar la participación, contribuyan a la otra e innovadora dimensión de la cultura política: por ejemplo, revelan los estudios de opinión, el mayor interés de los jóvenes – navegadores por excelencia – en el relacionamiento social que en la adquisición de conocimientos en la infopista.

En última instancia, hablar de infopolítica equivale a un reconocimiento de las teorías politológicas adecuadas. No basta con citar y comparar las grandes cifras de generación de bytes o reseñar y asombrar con los alcances de los productos y servicios más recientes, si no reflexionamos en torno al impacto social y político real al que está condenado un mundo por más virtual que lo creamos. Por cierto, se dirá que – al realizarlas – las tesis sistémicas exponen su limitaciones en la red de redes.

Fotografía: Tiempos en los que no sospechábamos el desarrollo actual de la telemática. Hasta escasos años atrás, parecía una extraña oferta electoral la de dotar tecnológicamente a nuestras instituciones educativas. En la gráfica, reportaje de El Diario de Caracas, 21/03/86.

Fuentes:
http://www.noticierodigital.com/2012/01/bonapartismo-virtual/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=832512

¿CUÁN INDEMNES?


Del costo invisible de la crisis
Luis Barragán


Injustamente olvidado, el extraordinario psicólogo José Luis Vethencourt advirtió las consecuencias de la crisis que asomó sus fauces en la década de los ochenta. Por ejemplo, señalaba al también injustamente olvidado, el meritorio periodista Luis Buitrago Segura, el efecto devastador en los hogares venezolanos de acuerdo a cada estrato social, la pérdida de cohesión interna de la familia, el asalto a los supermercados para la única provisión de alimentos, el hurto de partes específicas de los vehículos, apuntando al paternalismo de Estado y la psicología rentista (El Nacional/Caracas, 21/08/86).

Probablemente, a muchos les pareció un texto más, archivable, entre las no pocas advertencias realizadas por entonces, incluyendo a la entidad política juvenil a la que pertenecimos, pero a la vuelta poco tiempo estalló la dinamita social acumulada. Lo peor es que, veinte y más años después, sigue acumulándose tras los bastidores del país que se auto-engaña, con un gobierno cínicamente maquillador de la realidad hecha de un ultrajante rentismo, cuyos (anti) valores llegan a lo indecible.

La reconstrucción ética de la república que se nos va de las manos, es una tarea impostergable. Y mal podemos hacer el llamado, desde las distintas instancias de la oposición, esmerándonos en el doble discurso de las oportunidades: no se trata de derrotar simple y electoralmente a Hugo Chávez, sino el de plantear una distinta y radical opción de sociedad convincentemente democrática, orientada pacíficamente a un modelo post-rentista de desarrollo, al que temen – es justo reconocerlo – también amplios sectores dirigentes que han hecho de su “viveza” o “avispamiento”, una credencial de abusos .

Hay un costo todavía invisible de la prolongadísima crisis que se refleja en los más diversos ámbitos, en la intimidad de las familias, gremios, partidos, vecinos, etc. Particularmente, la dramática incongruencia de estatus, convierte a la sobreviviente clase media en una apostadora tal como ocurrió hacia 1998; y los partidos que reclaman democracia hacia afuera, no la celebran hacia adentro: no es posible andar impunemente por la vida, como se creyó en tiempos lejanos con los remiendos incontables al atuendo que, un buen día, nos dejó desnudos.

Sabemos que un llamado semejante, no goza de buena fama. Ya cercanos a un período tan parecido al de 1936 o 1958, debemos meditar y rectificar en la oposición, pues, ya le es muy tarde al gobierno que nos estafó políticamente.

Fuente: http://www.medios24.com/p48313.html

POR UNA CULTURA ALTERNATIVA DE OPOSICIÓN


De la fulanización despersonalizadora
Luis Barragán


Escuela de inspiración cristiana, el personalismo comunitario sigue tocando a nuestras puertas. Distingue entre individuo y persona, siendo uno, la consagración de la soledad y el egoísmo, dato biológico y estadístico de importancia secundaria, negada una dimensión social a favor de sus intereses de supervivencia material; y la otra, que es ascenso de la individualidad, fundada en la relación con el otro y los otros, sobreabundante y deficiente, universo libre e independiente en comunión, inteligente, vocacional, solidaria, realizadora de los valores de una espiritualidad irrebatible: ésta, se explica mediante el compromiso responsable que es actividad autocreadora y comunicativa; y aquélla, como una gesta de la sobrevivencia que, a veces, luce aterradora.

El ejercicio predominante de la política venezolana, está fundada en el protagonismo de la individualidad que llega a los extremos de legitimar el culto a la personalidad presidencial, en un caso, o de promover otro culto de reemplazo exhibiendo aún las banderas democráticas. Términos como “persona”, “personalización” y “personalidad”, resultan harto equívocos al promocionar constantemente la mentalidad mesiánica y el oportunismo de cualquier ralea que le es inherente, negando el ascenso ciudadano de la participación integradora propia de la persona humana.

Una cultura alternativa de la oposición debe apuntar precisamente a ese ascenso, abandonada la vanidad estéril y – por siempre – efímera de aquellos que se creen el ombligo del liderazgo, enfatizados frecuentemente sus caprichos como si el resto de la humanidad fuese apenas testigo de la gratuita y suprema inspiración que los caracteriza. Está excesivamente fulanizada la actuación de una dirigencia que poco o nada hace por la reconstrucción y supeditación de y a las instituciones, pues, a guisa de ilustración, la curul edilicia o parlamentaria constituye un elemento de propiedad capaz de generar acciones o incurrir en omisiones con independencia del electorado y de los propios compañeros de partido o bancada, banalizada irremediablemente.

Los venezolanos opuestos al actual régimen, desean una trinchera de lucha de profunda y creadora colegiatura, susceptibles de una movilización responsable y consciente para defender el propio sufragio. La transición democrática la anhelan como una experiencia compartida y comprometida, bajo una dirección siempre circunstancial que no despersonalice al pueblo. Vale decir, que se convierta en reconocimiento y garantía de complementación, respeto, solidaridad real, libertad, fraternidad, afán creador e de incontestable testimonio ético.

En la “Revolución personalista y comunitaria”, Emmanuel Mounier apuntaba a los tres ejercicios esenciales en la formación de la persona que cobran una superior importancia en la coyuntura actual, así los maldigan los oficiantes del exceso pragmático: la meditación para la búsqueda de la vocación, el compromiso que es reconocimiento de su encarnación, y el despojamiento entendido como ”iniciación a la donación de sí y a la vida en otro”. Vale decir, motivada la reflexión, todos y cada uno debemos ocupar un sitial de lucha de acuerdo a nuestras aptitudes y posibilidades; comprometernos con una causa de imposible monopolio, pulverizada las vanidades de escena; y sabernos en una tarea de servicio social, compartido un mismo destino.

Trece años de un mismo gobierno, no se superan con el único desplazamiento de Chávez Frías de Miraflores. Ha sido profundo el daño quizá por aquello que Jean-Marie Domenach constataba al glosar al pensador de Grenoble: “La oscilación del individualismo burgués al gregarismo socialista, no es la revolución”. Por consiguiente, el esfuerzo que nos exigimos ha de ser inmenso, como la superación de las condiciones que hicieron posible la amarga experiencia.

Urgimos de realismo para hacer viable los sueños de otro orden social que nos remite a ese optimismo trágico que consiste en el debido reconocimiento de las dificultades requeridas de confianza, de una gigantesca confianza en nuestras posibilidades, porque el curso de la historia no es lineal y automático. Y, como lo asentara Mounier, en el ”Manifiesto al servicio del personalismo”: “Una acción no es válida y eficaz más que, si en principio, ha pasado por el rasero de la verdad que le da su sentido y de la situación histórica que le confiere su jerarquización al mismo tiempo que sus condiciones de realización”.

La victoria del 7 de Octubre está garantizada mientras que venzamos ese fulanismo del deterioro y la despersonalización. Significará la inauguración y construcción de una sociedad fundada en la dignidad de la persona humana, antídoto frentea toda tentación totalitaria.

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/10638-de-la-fulanizacion-despersonalizadora

TELEGRAMA


EL NACIONAL - Lunes 16 de Enero de 2012 Escenas/2
Diversos tipos
PALABRAS SOBRE PALABRAS
LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ

Es probable que, en parte, el encanto de G.K. Chesterton radique en su imperceptible tratamiento de la diversidad. También, en su inteligencia para comprender los tipos humanos: razones y afectos tanto como acciones y efectos. Se reúnen en Tipos diversos (Espuela de Plata, 2011) como insinuación de perfección.

Publicado en 1908, vuelve a estar con nosotros por ofrecimiento de la señalada editorial sevillana, la misma que viene presentando la obra toda del escritor inglés: sus libros sobre Browning, Chaucer y Blake, su novela El hombre que fue Jueves y sus ensayos y artículos: Enormes minucias, La cosa y otros artículos de fe, Peque- ña historia de Inglaterra y Ortodoxia. En Tipos diversos se ocupa al unísono y como si formaran el mismo sonido escritores (Byron, Pope, Scott, Carlyle, Stevenson, Rostand, Maeterlinck, Tennyson, Brontë y Browning, Ruskin y Morris) y figuras históricas (san Francisco, Carlos II, Savonarola, Victoria y Guillermo II).

Es útil ampliar algunas de estas páginas y seguir el hábil entramado que logra entre las mejores ideas y las mejores expresiones de ellas.

Unas, irrefutables; otras, inmejorables: "Puede ser más fácil tener ingenio que, en el sentido más audaz y perdurable de la palabra, tener verdadera imaginación. Pero resulta incomparablemente más fácil fingir tener imaginación que fingir tener ingenio". No le caben los elogios, pues sería al día de hoy un irrespeto. Sólo es posible venerarlo (Borges lo entiende como una de las figuras más simpáticas de la literatura).

La verdad de sus formulaciones escalda por poderosa: "¿De verdad hemos aprendido a pensar con más amplitud? ¿O tan sólo hemos aprendido a estirar nuestros pensamientos al tiempo que los adelgazamos?" (muy siglo XIX, vale para todo tiempo deteriorado).

Comprende la literatura y razona literariamente: "Stevenson representa esa concepción de que las ideas son los verdaderos acontecimientos, de que nuestras fantasías son nuestras auténticas aventuras. Pensar en una vaca con alas es esencialmente lo mismo que haber visto una".

Crítico, comprende el oficio y, por hacerlo, descree de algunos de sus oficiantes (veedores más que pensadores).

Ataca, como Wilde (y como Reyes, entre nosotros), el correccional policíaco: "El objeto de un crítico es descubrir la importancia de los hombres, no de sus crímenes". Biógrafo, se prosterna ante el género, pues "revela precisamente aquellos aspectos de un hombre que son irrelevantes". Conocedor de la poesía, la quiere lugar común, popular, democrática, ajena a la ciencia, dialectal y no intelectual; religiosa y ya.

Satírico, con el poder de la sátira aniquila el poder político de sus personajes. Al Káiser lo quiere poeta del telegrama: "No hay nadie que haya enviado un telegrama alguna vez sin sentirse como un dios". Con el poder de la sátira potencia el poder de sus personajes.

Quiere a Pope un profeta y satírico magnánimo: "Podría enfurecernos la calumnia, pero nunca la sátira; pues quien enfurece ante una calumnia enfurece por la mentira, pero quien enfurece ante una sátira enfurece por una verdad". Un escritor de hoy podría escribir un libro entero a partir de una sola de sus líneas. Es este el tamaño de su grandeza o la rotunda aceptación de nuestra pequeñez.

sábado, 14 de enero de 2012

CAZA DE CITAS

"Tal estado de las posiciones particulares y de grupo se advierte mejor en los mensajes privados de los insurgentes, pues descubren la traza de una urdimbre de pareceres que muchas veces es ignorada, o sólo vista con un prisma que suele registrar una casi uniformidad ideal en torno a los problemas de la época".

Elías Pino Iturrieta

("La mentalidad venezolana de la emancipación 1810-1812", Bid&Co. Editor, Caracas, 2007:230)

REPOSICIÓN


Meneses, actor de cine y TV
Luis Barragán

La Asamblea Nacional ha acostumbrado un reconocimiento especial y regular a determinadas figuras y acontecimientos históricos, aunque – sostenemos – la costumbre atenta contra la debida excepcionalidad de las fechas y eventos, corriendo el riesgo de la banalización. Agreguemos, la mayoría tiende a darle un sesgo político e ideológico contraproducente, tratándose de una instancia que ha de reflejar al país nacional, como tuvimos ocasión de manifestarlo expresamente al apoyar el acuerdo relacionado con César Rengifo, proponiendo simultáneamente una salutación cumpleañera a Simón Díaz, meses atrás.

Acercándonos al centenario del nacimiento de Guillermo Meneses, juzgamos conveniente plantear un proyecto de acuerdo alusivo, anexándolo a la solicitud de la palabra en la plenaria, con quince días de antelación. Tiempo suficiente para que nuestra bancada parlamentaria de oposición lo sopesara, al igual que – presumimos – la del gobierno que ya lo tenía, por lo menos, en la Secretaría de la cámara.

Tratándose de un hito en la vida cultural del país, mal podíamos confiscarlo o permitir que otros lo confiscaran de acuerdo a los inmediatos, inevitables y consabidos intereses políticos. Por ello, nos empeñamos en una exposición telegráfica y lacónica que, además, recogiera las rápidas observaciones que se hicieron en la lógica consulta previa de las bancadas, siendo eficazmente representados por Edgar Zambrano, a quien le tocó coordinar a la oposición en la sesión vespertina.

A modo de ilustración, originalmente propusimos la celebración de una sesión solemne para el 15 de Diciembre de 2011, teniendo por orador principal a José Balza, pero – alegaron – las dificultades para realizarla en el período navideño. Aceptándolo, mos pareció más importante que el homenaje se materializara en la edición de las Obras Completas de Meneses, cuya comisión editora quedara bajo la responsabilidad de la Comisión Permanente de Cultura, hoy presidida por Miguel Angel Rodríguez. Por lo demás, bastaba con enunciar la autoría de “Campeones”, inspiración de una telenovela exitosa, sin necesidad de decir e insistir que la transmitió Radio Caracas TV, cerrada por este gobierno.

Expuesto el Proyecto de Acuerdo (*) desde la Tribuna de Oradores, fue aprobado por unanimidad, apareciendo en la Gaceta Oficial del 16 de los corrientes (nr. 39.801). Sin embargo, ésta lo publicó con sendos errores que tuvimos oportunidad de observarlo al suscribir una nueva comunicación a la Secretaría, pues, dejó la consideración original de José Balza como uno de los críticos precursores de la justa valoración de la obra menesiana, que no planteamos nunca en la plenaria, aunque no mencionó el acuerdo de una sesión solemne para que hablase.

Al error aludido, sumamos el de considerar a Meneses como “uno de los actores de más exitosa incursión en la industria cinematográfica y televisiva nacional”, cuando exacta y originalmente colocamos: “uno de los autores”. Digamos que, tratándose de la literatura venezolana que – en última instancia – celebramos, un duendecillo ha hecho homenaje al gran escritor catalogándolo como el actor de cine y televisión que nunca fue: una curiosidad que convierte el ejemplar de la Gaceta Oficial, en un capítulo apócrifo de “El falso cuaderno de Narciso Espejo”.

Finalmente, importa hacerse la pregunta: ¿a quién le interesa Guillermo Meneses?. No es ociosa formularla, porque debería fundamentalmente motivar a la oposición democrática que lo llevó al estrado. Valga otra curiosidad: contrastando con los privados, hubo medios impresos y digitales del oficialismo que exaltó el acuerdo, mencionando – además - la condición opositora del parlamentario que lo planteó. Entonces, ¿qué ocurre?

La invocación de Meneses u otros venezolanos de tan meritoria trayectoria, debe inspirar una labor actualizadora de la vocación democrática en Venezuela, por duro e intenso que sea el debate. Hay una ineludible dimensión cultural de los esfuerzos orientados a reivindicar la libertad y la democracia, porque no las ganaremos en una rifa como, en el fondo, solemos creer: ¿una tarea inútil?.

(*) http://www.noticierodigital.com/2011/11/an-acuerda-unirse-a-celebracion-del-centenario-de-guillermo-meneses/

Fuente: http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=821035

CENTENARIO (I)

NACIONAL - Sábado 14 de Enero de 2012 Papel Literario/1
Centenario Guillermo Meneses 1911-1978
Otra vuelta de tuerca en relación a "La mano junto al muro"
El pasado 15 de diciembre se cumplieron 100 años del nacimiento de Guillermo Meneses, escritor y diplomático venezolano, autor de narraciones fundamentales de nuestra literatura como "La mano junto al muro", con la que ganó el Concurso de Cuentos de El Nacional en 1951, y "El falso cuaderno de Narciso Espejo", entre otras. Para recordar la enorme relevancia de su obra, un mes más tarde de su fecha centenaria, Papel Literario presenta a sus lectores un resumen de los textos leídos durante el encuentro que se celebró aquel día en la Universidad Central de Venezuela. Para homenajear al autor, la Coordinación de Estudios de Postgrado, la Maestría en Estudios Literarios y la Escuela de Letras organizaron el evento Meneses 2011, una jornada de reflexiones críticas sobre la obra del autor
JUDIT GERENDAS


Se ha escrito mucho sobre este brillante cuento de Guillermo Meneses, en el cual la duda se halla instalada en el centro mismo de la historia que se narra.

Gran parte de la crítica ha girado en torno al enigma que representan las evanescentes figuras masculinas que tienen papel primordial en el texto.

Yo también voy a referirme a ello, pero desde otro punto de vista, el cual me parece que se le ha escapado hasta ahora a la crítica que, en general, se ha estado preguntando de cuál hombre es que se está hablando en cada momento.

La publicación de "La mano junto al muro", en 1951, representa un corte de aguas fundamental en la narrativa venezolana: a partir de aquí sólo se podrá hablar de un antes y un después de este cuento.

Sólo en algunos momentos privilegiados se produce una ruptura tan radical como la que suscitó "La mano junto al muro".

En ese mismo año se presentan las primeras obras de Jesús Soto, Repeticiones y Desplazamiento, las cuales hasta en sus títulos se corresponden con el texto de "La mano...".

En 1955 se presentan los Coloritmos de Alejandro Otero y en 1959 la primera Fisiocromía de Carlos Cruz-Diez.

Es este el contexto en el que surge "La mano junto al muro", es a este momento estelar al que contribuye y del cual, a su vez, se alimenta.

Con todo ello se relaciona la cuestión de los personajes que pueden ser englobados bajo el término "el hombre", esa duda que permanentemente acompaña su identidad, el entrecruzarse del uno con el otro, los flashes que los caracterizan, ya que ninguno tiene historia, son meras imágenes de intensa presencia visual.

Son muchos los que hablan en el texto, todos hombres, intercambiables entre sí. Hablan de la mujer, su fugaz y momentáneo objeto del deseo: en el cuento todos hablan, menos ella, quien, sin embargo, tiene una importante presencia a través del frágil movimiento de sus dedos, que tamborilean sobre el muro, dedos que generan breves significantes: "aquí, aquí, no, no, no, adiós, adiós".

Pero si leemos con cuidado, tendremos que convenir en que la narración parte de ella. Meneses, con sabiduría de narrador, se ha situado dentro de su conciencia, que no es confusa ni es torpe, sino que, simplemente, es la conciencia de una mujer que es prostituta, cuya vida consiste en recibir a montones de hombres en un burdel.

A seres pasajeros e indeterminables, una larga serie de la que es imposible llevar la cuenta, por lo tanto para ella es irrelevante saber si eran dos o tres los marineros.

Entonces, cuando en el texto se dice "el hombre", es absolutamente coherente --y no producto del azar ni de una incertidumbre metafísica-- con el quehacer de la protagonista el que a veces todos parezcan uno sólo y otras se desdoblen en numerosos personajes.

Meneses es capaz de situarse en la perspectiva de la prostituta, sin compadecerla ni idealizarla ni juzgarla: haciéndonosla presente, a través de una técnica que nada le debe al realismo, pero sí a la visión cinematográfica y pictórica y, dentro de esta última, en particular, al cubismo y al cinetismo.

Los hombres, siluetas apenas, a veces intensamente iluminados por las luces, transformados en imágenes llameantes, se funden los unos con los otros; imágenes que en su esplendor de colores y en su movilidad cinética constituyen un brillante tour de force que logra verbalizar lo que en el cinetismo tiene índole visual.

El cinetismo, que es un arte óptico, juega con la luz y con el movimiento, así como con la apelación al espectador, que puede interactuar con estas obras, no sólo contemplarlas.

Se considera fundador de esta tendencia a Víctor Vasarely, artista francés de origen húngaro.

Pero entre sus principales creadores se destacan, con obras sumamente originales, tres artistas venezolanos: Jesús Soto, Alejandro Otero y Carlos CruzDiez. En mi opinión, la obra de ellos es el aporte más importante de Venezuela al mundo de la cultura universal.

La fragmentación de los múltiples hombres en "La mano..." remite también a la pintura cubista, que desintegra las formas y las ubica en el espacio en un orden que no es el que les corresponde en la realidad. La mujer, a su vez, está captada a través de una técnica cubista, que la hace ocupar un lugar en múltiples imágenes, que la expresan mejor que su corpórea unicidad detenida al lado del muro.

En el texto están representadas también imágenes que remiten a lo cinematográfico y a lo teatral. En un cierto sentido, la obra pone en escena una coreografía masculina, con personajes que vienen y van, hacen gestos y se desplazan en medio de humos azulados y un permanente juego de luces.

En el centro de esta magistral escenografía se despliega la tragedia, una historia de celos, un drama de soplo shakespeariano que gira en torno al único personaje quieto, la mujer con su mano sobre el muro.

Un hecho banal, cotidiano, se transforma, mediante la poderosa fuerza narrativa del texto, en un acontecer grandioso y universal.

La mujer está ahí, con sus dedos tamborileando cinéticamente sobre el muro, desde donde se ve el espejo, con sus imágenes geométricas oscilando sobre su superficie. Hay una correspondencia entre muro y espejo, ya que ambas son superficies, una rugosa y otra lisa, sobre las cuales se escriben historias, aquellas que se muerden la cola, como la que estamos leyendo, el cuento de Guillermo Meneses.

La sugestiva y móvil presencia de la mano se contrapone a la dureza de la piedra del muro.

Parte de toda esta historia la percibimos también desde las imágenes que refleja el espejo, titilar visual que contribuye a generar la duda. El aletear del espejo se corresponde con el golpear de los dedos de la mujer sobre el muro. En algún momento ella misma se hunde en el espejo, transformándose así en su propia imagen. El espejo resulta una vía para el saber y, simultánea y contradictoriamente, para la confusión, ya que, siendo él mismo oscilante, por colgar de una cuerda, da entrada a la multiplicidad de las versiones. Sin embargo, termina por mostrar un sólo camino: el que lleva hacia la muerte.

El espejo que refleja a la mujer es el espacio privilegiado en el que se instala el relato.

Ahí funda el narrador sus dudas y sus interrogantes, para desestabilizar a la narración misma, problematizando de esta manera la escritura, que reitera de múltiples maneras la ambigüedad ficcionalizada, en la perfección que marca a este cuento, en el que el enunciado y la enunciación llevan a su más alta expresión su concertada correspondencia.

El final del texto adquiere la tonalidad de una sinfonía, en contrapunto con el comienzo, con lo cual de nuevo enunciado y enunciación se corresponden: el cuento, en su registro temático, habla de una historia que se muerde la cola, y su estructura, en rítmica correspondencia, materializa esa historia, tal como una sinfonía que se cierra, con variaciones y entradas de motivos que van enriqueciendo la partitura, de la misma manera como comenzó, ella también mordiéndose la cola.

Luego ya sólo queda el enfrentarse a la realidad, a la muerte pura y simple. Ante el espejo, la mujer está al borde de ese misterio, intentando comprender presencias y ausencias, lo que está ahí reflejado y lo que ha quedado fuera del cuadro.

Frente a la fragilidad con la que se ha estado asociando su mano, surge la mano del otro, la que trae la muerte. A partir de su presencia, que parece ofrecer un blanco cigarrillo encendido, pero que sujeta un puñal, el texto gira de nuevo y se produce una inesperada variante: la mujer alza la mano --primera y única vez el sustantivo va acompañado de un verbo, connotando una acción-- e inicia un gesto. El final de gran tragedia del cuento mantiene el carácter cinético y de alta poesía.

La muerte ya se ha instalado y, en un giro definitivo, todo movimiento se detiene: "La mano de la mujer estaba quieta junto al muro, sobre el pozo de su propia sangre" (p. 175). La gran variante de la frase final --del fraseo musical-- es de índole gramatical: la preposición sobre, que ha acompañado permanentemente al sustantivo mano a lo largo de todo el cuento, en cuanto a su ubicación espacial en relación al muro, en la última frase del cuento es sustituida --cuando se instala la muerte-- por el adverbio junto, en magnífica señalización alusiva e indirecta de la tragedia que ha tenido lugar: ya la mano no tamborilea sobre el muro, está inerte junto a él, en su propio charco de sangre. La fugacidad del tiempo se ha cumplido, la inmovilidad ha sustituido al leve temblor y se produce el gran desenlace dramático, todo ello concentrado en apenas dos partículas verbales, las cuales irradian con su significado el final del drama, así como el final de la sinfonía, que concluye con el silencio que se corresponde con la quietud de la mano.

CENTENARIO (II)


EL NACIONAL - Sábado 14 de Enero de 2012 Papel Literario/2
Centenario Guillermo Meneses 1911-1978
Crónica de crónicas: El Libro de Caracas
Hacer la crónica de los acontecimientos que ve y lee, de las cosas escuchadas y percibidas por los otros en el poblado que será la ciudad, es su propósito
MARÍA JOSEFINA BARAJAS

La gran tarea de escribir el libro le fue encomendada a Guillermo Meneses por el Concejo Municipal del Distrito Federal, en el año 1965. El motivo, conmemorar con este los cuatrocientos años de la ciudad de Caracas en 1967. Se le pidió al escritor que su redacción resultara una "crónica general de la vida" de la ciudad, capaz de dar "cuenta de su acervo histórico cultural en todos sus aspectos". En ese 1967 apareció la edición y, como bien lo merecía el momento, el Libro de Caracas, de Guillermo Meneses, resultó de lujo. La segunda edición de ese texto realizada por Fundarte, tres décadas más tarde, tuvo el claro cometido de convertirse en una publicación masiva, conmemorativa de la Semana de Caracas del año 1995. En esta otra ocasión, el tiraje se hizo a solicitud de la Alcaldía de Caracas.

El título de las dos ediciones de ese libro, nacido crónica, se presta hoy con soltura para el juego de autoría. Es a un mismo tiempo un texto de la ciudad y de su cronista. Es el texto de Caracas, del mismo modo que lo es de Meneses. Ambos comparten la autoría de El libro. Con esa misma obra, nombrar a uno es nombrar al otro. Y basta abrirlo para encontrar marcas de ese juego de pertenencia replicado en los registros y voces que reúne. La voz que lo narra, y es escritura, junta con deleite voces y escritos de la gente de la ciudad. Nos cuenta: lo que habla Juan de Pimentel en su libro de historia de Caracas; las cosas que ha escrito José de Oviedo y Baños en el suyo; las discusiones de sus cabildos (civil y eclesiásticos) registradas en sus actas; las narraciones de Humboldt; las voces del teatro; el mármol rasgado con cincel en memoria de José María España; lo que dice "la leyenda escrita por Arístides Rojas sobre el caso de aquellas reuniones en la cercanía de Chacao", amenizadas con el aroma y la degustación del café. Todas esas voces y escritos, y otras muchas se juntan en el homenaje a Caracas encomendado a Meneses. Pero su voz no es de ventrílocuo, el narrador no finge provenir de lejos ni imita los timbres de voz de los otros ni los sonidos generales de la ciudad. Su voz es una más entre las otras de Caracas y, justo como quiere serlo, resulta también un (co)lector de las relaciones caraqueñas semejante a todo aquel lector que se acerque a su texto. A todo aquel sujeto deseoso de conocer y ensamblar relatos de esa ciudad capital.

El vocerío crece conforme se avanza en la lectura del Libro. El narrador está presente la mayor parte del tiempo.

Unas veces nos hace escuchar con cuidado lo que dicen esos otros --algo de eso oímos hace un momento-- o nos pide mirar con detenimiento sus imágenes, cuadros y gestos.

En este último caso está la imagen de la Virgen de la Soledad venerada en San Francisco por los caraqueños; las escenas de religión creadas por Francisco José de Lerna; "la pintura nimbada de inocencia y de sagacidad" del 19 de abril de 1810 compuesta por Juan Lovera, que todos recordamos; "el gesto de los que se acercan a sus labios la taza de porcelana donde viene el trago negro y oloroso".

Otras veces, nombra aquello que ellos esquivan, les critica de manera abierta, les hace preguntas, se identifica con ellos y sus ideas, define sus cosas, los caracteriza, evalúa las circunstancias y, sobre todo, relaciona los acontecimientos de la ciudad temporalmente, encontrando en ciertos instantes una explicación anticipada a sucesos o ideas que más adelante tendrán su hora. A veces, también, se ve en la necesidad de dar una vuelta atrás para explicarse. Hacer la crónica de los acontecimientos que ve y lee, de las cosas escuchadas y percibidas por los otros en el poblado que será la ciudad, es su propósito. El libro parece un cuaderno de historias e imágenes, de voces y escritos de la ciudad, delimitado por años o por días, caligrafiado amorosamente por la mano de ese narrador. El lomo del libro de mediano grosor no le hace honor al álbum de crónicas escritas, sonoras, pictóricas e imaginarias de enormes dimensiones que reúne.

Hasta ríos y tierras están citados como textos en el Libro de Caracas de Meneses.

Su trazado parte de una verdad incontrovertible para todos los habitantes de ese lugar centenario, visto una vez por Francisco Fajardo, y para el mismo espacio que es la Caracas mirada hoy por todos nosotros. Una verdad resistente a los desgastes por uso, al tiempo y a prácticamente todo, maravilla en el inicio del Libro. Se trata de la presencia del cerro. El narrador modela esa certeza natural de este modo: "El cerro era llamado por los indios Guaraira-Repano y era, así podemos insinuarlo, como la gran verdad de esta tierra donde la gente morena se desperdigaba entre los árboles". Desentendida de cualquier mito de origen, esta verdad al comienzo de la crónica consolida un doble inicio. El del libro y el de Caracas. La palabra (de esta crónica que nombra y relata), el cerro de los indios y la ciudad se articulan con ese doblez. Las voces y textos trenzados por el narrador continuarán su trazado de historia múltiple en las páginas siguientes, hasta llegar a los días del propio centenario de la ciudad. Límites y guías le vendrán dados a esa historia compleja por otras verdades incontrovertibles de Caracas: los cuerpos de agua de la ciudad (los ríos Guaire, Caroata y Catuche, por ejemplo), su brisa y su mar al otro lado del cerro, a veces rojizo, a veces violeta. El Libro también ofrecerá las dudas, miedos, satisfacciones, desencantos y saberes de sus habitantes.

Nos dirá: "Frente al monte violeta, el hombre de la espada, el que está fundando la ciudad, siente en la boca el frescor de una sonrisa". "El hombre de la espada sonríe y se tiende a descansar mientras mira la mole del Guararaira-Repano donde se va oscureciendo el color de violeta sobre el cielo pálido del atardecer". Caracas, entonces, se nos presenta, propiamente, como nuestro amplio lugar común: imaginario y material.


Meneses y Selene
Al releer a Meneses en su centenario, advierto la reiterada presencia del simbolismo lunar en toda su gama de posibilidades semióticas, en especial en relación con lo femenino y la pulsión erótica
CARLOS PACHECO

Reina del cielo, redonda representación de la fecundidad femenina, de lo cíclico y recurrente; mutante testigo del paso del tiempo, araña tejedora del destino humano, imagen de la impermanencia, la transformación y el renacimiento, la luna es uno de los símbolos más complejos y ricos del repertorio mítico, esotérico, astrológico y arquetipal.

Seductora consorte (o hermana) y contraparte del sol (oro, fuego), es fría y pálida porque su brillo es luz refleja (plata, agua). Se la vincula con la interioridad del ser, la sensibilidad, lo psíquico, lo onírico, lo imaginario, lo oculto, lo inconsciente.

Periódico influjo en las mareas, tanto del mar como de las mujeres, se dice que desencadena en su plenitud el instinto, el deseo sexual e inclinaciones violentas y perversas como la licantropía, la violación o el incesto.

Ya me había atraído esta constelación simbólica en el cuento titulado justamente "Luna", uno de los relatos menesianos más logrados por su profunda exploración del mundo psíquico del pescador Nicolás Malavé y su ansiedad sexual, que rompe con una tradición narrativa que se habría limitado a describir su apariencia y conducta, hasta diluir casi su presencia en el paisaje. Al releer a Meneses en su centenario, advierto la reiterada presencia del simbolismo lunar en toda su gama de posibilidades semióticas, en especial en relación con lo femenino y la pulsión erótica. Destaca justamente en los relatos que en una práctica --también innovadora para la época-atienden a los impulsos del instinto y sus consecuencias ("Borrachera", "La mano junto al muro") y, con mayor presencia del símbolo lunar, "La mujer, el as de oros y la luna" y "Adolescencia".

En "La mujer...", publicado por única vez en el volumen homónimo de 1948 y por ello menos conocido, esta presencia, casi obsesiva desde el título, se vincula sin duda con la pasión por Belén, su único personaje femenino, codiciada por dos hombres de desigual condición social y económica que se enfrentan, más allá de los naipes, cuando ella prefiere al sortario pescador por sobre el despectivo funcionario.

Desde las primeras líneas, la latente violencia pasional se evidencia a través de eficientes y osadas metáforas, como: "La luna se quebraba en los charcos sembrando el callejón de cuchilladas".

"Adolescencia" narra la iniciación sexual de un "niño bien", en colisión con las restricciones moralistas de su educación religiosa y el tratamiento de la luna adquiere mayor dramatismo cuando el quinceañero protagonista registra la ubicuidad de lo erótico en la naturaleza: "Alrededor suyo y dentro de sí lo apretaban brutales deseos [...] que tenían por objeto el mundo, todo lo cambiante y dulce, todo lo suave y sabroso, todo lo fervoroso y voluble [...]: la ebullición vital, la fuerza de la rosa y el torrente, de las pleamares y de las lunas llenas, de los mediodías luminosos y calientes y de las frías noches enlunadas".

El adolescente participa así de una suerte de ritual dominado por el plenilunio que lo conduce a una experiencia sexual con Mariana, la criada negra, en un nuevo caso de esa curiosa fusión de opuestos frecuente en Meneses: virgen-prostituta, como en "La mano junto al muro" o madre-amante, como en "Luna", donde la hermana cuida con maternal solicitud del "enlunado" Nicolás, luego de frustrado el incesto.

En este último cuento la estructura simbólica es aún más compleja. Apenas puedo esbozar aquí lo más patente de ese tratamiento artísticamente tan logrado. En las páginas iniciales sorprende por ejemplo cómo se reiteran y refuerzan las imágenes asociadas con la esfericidad. Establecida desde el título por la escueta presencia del disco lunar en el cielo de la página, la circularidad encuentra eco inmediato en la primera línea con la abrupta alusión a la boca del indio Malavé, mostrada en dramático primer plano. Su silbido de "tres pequeñas notas", más visual que auditivo inicialmente, cae al agua, disturba su calma sólo aparente y produce --en renovado efecto de circularidad-- la impresión de unos "anillos de oro". Un rápido zoom back abre la toma hasta la panorámica del personaje íngrimo en su bote en el centro de una bahía.

Si otro aporte menesiano es el diseño del paisaje como apoyo a la exploración de los procesos psíquicos, la luna a menudo preside ese paisaje, desplegando la gama de sus significaciones: "Nicolás Malavé miró hacia delante. El paisaje, de espalda al mar, parecía sencillo, claro de ingenuidad, pero, al mirarlo atentamente, se sentía vivir en él el impulso ardiente de la luna tempranera, invadiendo con frialdad persistente el aire suave [...] Todavía es atardecer en el cielo y ya hay plata de luna en el soplo de la brisa. Nicolás Malavé vuelve los ojos hacia la casa; sobre los ladrillos del zaguán la luna acuesta el fulgor azulado de su luz que marca en el suelo la negra silueta romántica del pescador. Nicolás Malavé mira hacia el cielo; entre las ramas del cocal cercano, revienta --redonda y desnuda-- la extraña flor llameante, fría, blanca, que quema la infinita serenidad del cielo. Nicolás Malavé se estremece; en la profunda noche de su instinto arde también una llama de plata y frío".

En este pasaje, verdaderamente crucial y de alta intensidad lírica, la luna, a la vez fría y quemante, es sentida por el pescador como energía misteriosa y potente que vibra en sus entrañas, exacerbando su ansiedad. La percepción de los acontecimientos, antes ajena e impersonal, aparece ahora sólidamente plantada en el protagonista. Se establece una clara identidad entre el astro y lo femenino: "redonda y desnuda", esa lunamujer es a la vez atractiva y atemorizante. El oxímoron de la oración final, especie de síntesis de todo el cuento, expresa magníficamente el conflicto interior. Se comprende así por qué conviven las pulsiones opuestas y surge en Nicolás el "miedo verde" cuando va advirtiendo que su objeto de deseo es su propia hermana Blanca (identificada con la luna como "extraña flor llameante", "desnuda, redonda, quieta"), y siente que ya nada logrará detenerlo cuando ambos se encuentran "en el patio, bañados de luna, altos sobre el mundo, rodeados de estrellas, hundidos en luna, rozados por la seda celeste." Un habilidoso empleo de la ambigüedad permite que en cierta forma haya y no haya un clímax cuando Blanca lo rechaza y él entra en un estado límite.

Así, muy a su manera, confluye Meneses con las innovadoras búsquedas de sus contemporáneos Gustavo Díaz Solís y Antonio Márquez Salas en la utilización del paisaje y el mundo natural como valioso vehículo para la exploración de los misterios de la psique, cuando, en no pocos de sus cuentos (y también de sus novelas), la poderosa constelación simbólica del astro nocturno le brinda un recurso de excepcional productividad semiótica.

Fotografía: Dimas Ibarra

CENTENARIO (III)

EL NACIONAL - Sábado 14 de Enero de 2012 Papel Literario/3
Centenario Guillermo Meneses 1911-1978
Tormenta en el mar de "La balandra"
El cuento de Meneses se llevó al cine en 1949
PAUSIDES GONZÁLEZ


La historia de la recepción de "La balandra Isabel llegó esta tarde" está hecha de diversos episodios: desde el mismo año de su publicación, en 1934, el cuento fue reseñado y comentado con amplitud; fue publicado en distintas antologías extranjeras a partir del año 1942; pisó las tablas del teatro en 1943 así como en 1959 (cuando se cumplían 25 años de ser publicado); se hizo una versión radial en 1947 y se llevó al cine en 1949 (la película fue estrenada al año siguiente).

A esa variada trayectoria de "La balandra", tan presente hoy en nosotros como tan viva en 1934, habría que agregar un episodio más, el menos conocido a pesar del escándalo que produjo en el ámbito literario del país a finales del año 1938, justo cuando estaba por aparecer la segunda edición de este cuento. Me refiero al plagio --un término que en la actualidad tiene diversas acepciones-- de que fue objeto "La balandra `Isabel’ llegó esta tarde", de Guillermo Meneses, en ese año de 1938.

Lo acontecido podría resumirse de la siguiente manera: un día, a finales de ese año, llegó a la redacción de la revista Élite, tal vez por canje, el número 98 de una revista argentina llamada Leoplán (revista que ya es todo un mito en la hemerografía popular de ese país) el cual traía un cuento titulado "El gualicho". Este había resultado ganador del concurso de cuentos camperos (cuentos sobre el mundo de la pampa) que la revista había promocionado durante aquel año. El trabajo de inmediato despertó todas las alarmas por su similitud con el cuento "La balandra `Isabel’ llegó esta tarde". Como se sabe, en aquél entonces, y para el colmo de males del autor de "El gualicho" (autor cuyo nombre aquí no mencionaré), el redactor en jefe de Élite no era otro que Meneses. Y se dio entonces el fin de semana literario con seguridad más candente del año a mediados de aquel noviembre cuando primero Élite, que salía los sábados, y luego la página literaria de El Universal, "Arte y Letras", que salía los domingos, a cargo de Pascual Venegas Filardo, denunciaron lo que ellos vieron como una "sinvergüenzura".

En Élite apareció en el número 684, el correspondiente al sábado 12 de noviembre, sin firma, y bajo el título de "Piratería literaria", una amplia nota sobre el caso; reproducía la página de la revista Leoplán donde aparecía el inicio del cuento; y asimismo daba como "prueba" del caso a lo largo de cuatro columnas una comparación entre uno y otro cuento. La nota de "Arte y Letras", aparecida el domingo 13 de noviembre, fue más escueta pero no menos violenta. Informaba sobre el hallazgo en su sección "Rutas e itinerararios", y prometía dar todos los detalles en la semana próxima. Para entonces, y advertidos de que ya Élite había sido lo suficientemente amplia, la nota prometida por "Arte y Letras" en su edición del 20 de noviembre sólo se limitó a dar nombres, arreciando el ataque con aguda ironía.

Después de esta última nota, el tema comenzó a olvidarse.

Que yo sepa, Meneses jamás se refirió a ello, por lo menos no de manera pública en algún escrito. En lo privado tal asunto se prolongó un poco más. Uno de los que reaccionó de manera más indignada fue el poeta Luis Fernando Álvarez, ya que, según lo explica en una carta al gran novelista cubano Enrique Labrador Ruiz (amigo también de Meneses), fue él quien le hizo llegar "La balandra", junto con otros libros, al autor de "El gualicho". Al parecer ese escritor argentino tuvo en su momento una intensa correspondencia con distintos creadores latinoamericanos, Álvarez entre ellos, a quien llegó por intermediación de Alberto Arvelo Torrealba y Jacinto Fombona Pachano.

En varios de los intercambios epistolares que sostuvieron Álvarez y Labrador Ruiz (quien también mantuvo en su momento alguna correspondencia con el autor de "El gualicho"), el tema de este plagio ocupó más de una línea de airadas proporciones. Cito a continuación el fragmento de la carta donde Álvarez informa lo sucedido a Labrador Ruiz. La carta es del 15 de noviembre de 1938 (dos días después de ese fin de semana al que aludí hace un momento): "¿I qué le parece la lindeza de (...); aquel señor que sospecho he recomendado a usted una vez? Cultivé su amistad, y hasta llegué a enviarle algunos libros.

De ésto hace tal vez dos años. Entre los libros estaba "La balandra Isabel llegó esta tarde", de nuestro compañero, excelente cuentista, Guillermo Meneses. Pues el joven (...) tuvo el tupé de copiarse íntegra la obra, enviarla a Buenos Aires a un concurso, y obtener un premio. ¿Qué tal? Aquí han formado una alharaca los periódicos y con razón. El cuento (...) aparece en un "Leoplán", revista argentina, y tiene un título que no recuerdo. Estas cosas deben saberse, pues así se desbroza un poco el matorral literario de América, llena de hojarascas y macacos".

Labrador Ruiz, cuyo carácter dicen era de los duros, llegó a escribir, según palabras del poeta Álvarez, un artículo "feroz" contra el autor del cuento campero. Después el caso cayó en el completo olvido. Se hizo la completa calma. Meneses, como ya he dicho, da la impresión de que nunca se refirió a ello (¿habrá escrito él mismo aquella nota de Élite?). En los apuntes que dejó en sus cuadernos nunca trató el tema, ni cuando habló acerca de "La balandra", ni siquiera cuando tocó tópicos sobre la "falsificación" en el comercio del arte y la literatura. En todo caso, qué más pudo haberle interesado sobre eso que le sucedió a su "balandra", cuando con ello de seguro ya estaba empezando a tramar calladamente esa otra época en su obra, repleta de disfraces, espejos y otros artificios lúdicos de la invención, como lo fueron las novelas El falso cuaderno de Narciso Espejo (1952) y La misa de Arlequín (1962).

He llegado a imaginar que todo este Meneses, tan distinto al de "La balandra", pudo haberse gestado a raíz de aquel episodio de finales de 1938. Que su destino creativo pudo haber girado, para bien, con aquel accidente literario que le tocó vivir desde muy cerca, devolviendo la falsificación al terreno de la originalidad creadora, si se me permite este pleonasmo. Pero más allá de cualquier especulación lo cierto es que no queda todo dicho en relación con este tema.

Quien llegue a estudiar las cartas --estén donde estén-- que Meneses mantuvo con Labrador Ruiz o se interne más a fondo (y con suerte) en nuestros archivos nacionales, podrá terminar una historia que de lejos parece pura novelería.


EL NACIONAL - Sábado 14 de Enero de 2012 Papel Literario/3
"Luna" es un relato de características cinematográfi cas, con picados, contrapicados y panorámicas; con acercamientos repentinos a detalles del personaje
REBECA PINEDA BURGOS

El cuento "Luna" (1938) de Guillermo Meneses, texto relegado en comparación a otros que integran los Diez cuentos (1968), tiene interesantes relaciones con algunos relatos considerados "maestros" de la década posterior --aquella en la que se definen propuestas renovadoras y nuevas técnicas de lenguaje. En principio, sugiero que en todos ellos hay una especial manifestación del pánico.

"Luna" es un relato de características cinematográficas, con picados, contrapicados y panorámicas; con acercamientos repentinos a detalles del personaje y en el que, a pesar de la insistente descripción de los elementos naturales, centros de la obra, los breves silencios no sólo se ajustan a la noche de la costa de un pueblo solitario, sino que dejan entrever el espíritu del indio Malavé, quien será invadido por una gigantesca pulsión sexual hacia su hermana.

La primera escena es muy elocuente respecto de esa intensidad que late en el personaje, en soledad, descubierto en panorámica: pescando en medio de un mar tranquilo. Luego, al no poder conciliar el sueño, el indio merodea en la noche solitaria, y entonces Meneses vierte el silencio en un terror inesperado: "sobre la quieta bahía se extiende un silencioso y profundo temor, un miedo apagado que subraya en murmullos el lento movimiento del agua entre los troncones delgados de los mangles" (p. 73). Insistirá en esta percepción del paisaje, que en principio parece concebida por ese narrador omnisciente que se anticipa a la catástrofe y que por ello puede percibir la turbación en la naturaleza, en lo que rodea al indio. El "temor" que parece librar la naturaleza en reposo se traslada al personaje, brota de él. La fuerza con la que se percibe ahora está "sólidamente plantada" en el protagonista, como afirma Carlos Pacheco (2001) en su análisis del relato.

Para Burroughs el pánico es "ese saber repentino e intolerable que nos dice que todo está vivo" (1995). La naturaleza, en efecto, comienza a manifestarse, pero todo resulta como la mirada de un pájaro: fragmentada, el sonido oblicuo, de manera que siempre haya espacio para el silencio, para escuchar el latido de lo que nos rodea.

Ahora bien, si la angustia es un miedo indeterminado, ¿qué puede la huida? Allí el papel de la luna es relevante. No sólo por lo femenino, por lo sexual, esto me parece un poco obvio, sino por el efecto de "acecho". Con la angustia, el ente se vuelve inestable, se vuelve vértigo, pero la luna es estática, la percibimos estática. Y si todo está vivo, todo palpita, la luna, al acechar, tiene una vitalidad muy evidente. Es luna que el narrador nos nombra con más y más intensidad a medida que avanza el cuento, a tono con esa interioridad del personaje que se va manifestando como un aluvión.

La angustia se encuentra también en relación con la espera. Al principio del relato el indio aguarda a que los peces piquen (con el silbido de tres notas tan antiguas como su repentino deseo), y se describe una escena estoica, detenida. El final del cuento es completamente distinto. Luego de la angustia, el indio llega finalmente a su casa y es presa de este arrebato sexual. Y se sabe enfermo, poseído. Hasta que finalmente cae rendido, como despojado de un demonio.

Silencio y pánico, vértigo, sonidos y figuras fragmentadas.

Un espejo roto. Parece ser esto algo característico en varios escritores considerados por la crítica herederos de los logros menesianos. Décadas, las del cuarenta y cincuenta, que se liberan de la anterior imposición tradicional y despuntan con fervor y energía la búsqueda de otras posibilidades, al decir de Liscano (1973). Este "hombre-bestia" recuerda entonces a "El hombre y su verde caballo" (1947) de Antonio Márquez Salas. Las coincidencias son interesantes: el indio Genaro, al igual que el indio Malavé, se dirige en picada a la catástrofe. Claro que aquí no se trata de una prohibición sagrada como el incesto, sino de una pierna amputada que se infecta y le causa la muerte. No por esto el cuento será menos alegórico, al contrario: manifiesta un lirismo exacerbado. También es muy cinematográfico, y presenta esta narrativa gráfica como arte secuencial al estilo del cómic que también tiene "Luna": "Apoyando la muleta sobre la tierra encharcada, avanza el indio Genaro por el rojo camino del río. La muleta se hunde, profunda, en el fango. El sol húmedo de la mañana, el esfuerzo que hace por sacar la muleta del barro mantienen su rostro goteando espeso sudor" (2006 [1947]: 521).

Durante buena parte del relato el indio de Márquez Salas atraviesa un largo camino árido para llegar a casa. Da la sensación de que somos espectadores-buitres observando en aéreo, planeando en círculos a lo que será carroña. Como en "Luna", los sonidos serán enumerados a modo de fragmentos, para que nuevamente el silencio anuncie simbólicamente la catástrofe: "Un gallo despierta la noche y corta las sombras con un canto ronco, desesperado. Los niños tosen, encogidos sobre los cueros, y la mujer se echa en la tierra apelmazada y parda, doblegada por el cansancio. El indio comienza a sentir cómo las ratas le están oliendo su pobre pierna gangrenada, cómo roen el hueso tumefacto, cómo escarban en su carne y chillan en la sombra" (p. 528).

Gustavo Díaz Solís es de igual modo un maestro del relato lírico. Como los cuentos que he mencionado, tiene una impecable descripción visual a modo de introducción, que puede verse en su relato "Arco secreto" (1947): "La habitación estaría a oscuras si no fuera por esas verdes cuchillas de luz que agita el viento nocturno [...]. Ahora de costado toma un cigarrillo. La luz de la cerilla hace oscurísima la habitación" (2006 [1947]: 539). En la oración "en el silencio parecen abolidas las cosas de afuera", se pone de manifiesto nuevamente ese personaje que, junto a sus fantasmas, es acogido por el silencio que es al mismo tiempo pánico, y que, recuerdo las palabras de Burroughs, lo hace todo más vivo. En este cuento, además, se reflexiona sobre esta potencia del silencio; resulta en un ejercicio similar al de la metaficción y el hecho creador.

Pueden hacerse unas cuantas relaciones más, de modo breve. Revelador es el relato de breve extensión (como toda su obra) de Rivas Mijares "El murado", de 1949, en el que otra vez se alude a la soledad ("la soledad oscurecida de los ojos" (2006 [1949]: 515), le llama él). Yo agregaría los relatos de Oscar Guaramato, en los que también la naturaleza es descrita con acentuado lirismo, o los de Alfredo Armas Alfonzo. Todos ellos parecen, en efecto, consolidar las propuestas que nos presenta Meneses incluso en relatos poco conocidos como "Luna".

El indio Malavé silba tres notas. Silba, come, duerme, se agita. Habla poco, reflexiona mucho menos. El deseo de incesto sólo parece incrementar esa intensidad que estaba aplacada. Y pues claro, de eso va el tabú: de la prohibición de algo que puede gestarse en condiciones naturales. En los personajes de los "herederos menesianos" esas tres notas parecen manifestarse igualmente al inicio de los relatos: el hombre en silencio como un mar tranquilo al que le llegará la tormenta.

Creo que es una potencialidad mucho más compleja de representar que la que está acompañada en tono reflexivo. Esa determinada tensión "casi" indeterminable en palabras.


EL NACIONAL - Sábado 14 de Enero de 2012 Papel Literario/4
Centenario Guillermo Meneses 1911-1978
De reyes y disfraces: el otro social en la escritura de Meneses
El asesino, el ladrón, la prostituta o, simplemente, el miserable que transita las calles de una ciudad que lo expulsa de su centro y lo posterga, son las fi guras que estructuran los planteamientos de este escritor, interesado en penetrar la intimidad de la pobreza urbana
FLORENCE MONTERO

La oscuridad, la noche, el mundo de la prostitución, de la miseria, caracterizan, desde 1934, año en que se publican "La balandra Isabel llegó esta tarde" y Canción de negros, gran parte de la escritura de Guillermo Meneses. La vida miserable del excluido, será representada de manera recurrente en novelas y cuentos publicados en los primeros años de su producción.

Pero más allá de la representación directamente centrada en la carencia material, Meneses profundiza en la subjetividad del desposeído.

La inversión ética a partir de la cual se dibuja la mentalidad de los personajes que viven al margen de la ley, permite observarlos como sujetos representativos de un escenario en el que la internalización del fracaso como única posibilidad de vida, es compensada por la satisfacción de los bajos instintos, por el riesgo que implica vivir fuera de la norma, infringirla hasta alcanzar, a través de sucesivas transgresiones, un minuto de gloria en el que se apuesta la vida.

El asesino, el ladrón, la prostituta o, simplemente, el miserable que transita las calles de una ciudad que lo expulsa de su centro y lo posterga, son las figuras que estructuran los planteamientos de este escritor, interesado en penetrar la intimidad de la pobreza urbana.

Desde sus inicios, la obra de Meneses traza sus conexiones internas, sus vínculos, y se muestra como un todo en el que se expresan transformaciones, enmiendas, parodias, búsquedas reiteradas. Si bien es cierto que en los primeros textos del autor domina la preocupación por la trágica situación social de los marginados, esa preocupación inicial coexiste con la indagación profunda en el mundo íntimo del hombre escindido y acorralado por sus propios temores, por su fragilidad, por la incertidumbre que hace de la vida un tránsito azaroso y efímero. El protagonista de aquel "Juan del cine" (1930), publicado en la edición del quinto aniversario de Élite (N°261), la revista fundada por Juan de Guruceaga en septiembre de 1925, no está tan alejado de Narciso Espejo ni de Américo Arlequín. Máscaras, conflictos del yo, dualidades, fracturas existenciales que exponen la tragedia del hombre moderno, dejan su huella en el espacio de esta escritura que, además, reflexiona sobre sus propios alcances, sobre su eficacia y su precariedad.

La posición inicial de Meneses muestra intensas modificaciones en el transcurso de su vida productiva. La presencia de lo venezolano, la idea de nación, la visión de los sectores populares, la imagen del mundo sórdido de la miseria expresada como íntima soledad humana, dan paso a la puesta en escena del proceso de escritura, a la exploración del yo en sus distintas facetas, a la idea del fracaso como eterno huésped del hombre fragmentado. Espejos, laberintos, palimpsestos --recordemos, por ejemplo, las enmiendas o tachaduras de El falso cuaderno de Narciso Espejo y el conjunto de documentos yuxtapuestos que lo conforman-- serán el centro de una literatura que muestra y reconoce su naturaleza ficticia. El pensamiento de Meneses se va transformando paulatinamente, aunque nunca rompe con esas búsquedas iniciales, que están esbozadas en sus primeras publicaciones. De allí que al revisar su producción encontremos que las distancias entre sus posturas constituyen más bien reformulaciones de las ideas iniciales, siempre revisadas por un escritor en permanente ejercicio.

Muchos de los personajes de Meneses son desplazados que experimentan el aniquilamiento de sus formas de vida y se ven obligados a transitar por un país donde se impone el vértigo del auge petrolero, los signos de la modernización nacional.

En Canción de negros, los distintos grupos que forman parte de la historia narrativa --campesinos, presos, obreros-se conjugan para delinear la imagen de una sociedad con marcados rasgos de deterioro, expuestos fundamentalmente a través de personajes que funcionan como signos de la degradación que se atribuye, desde el plano enunciativo, a la sociedad venezolana de los años treinta.

La representación de la ciudad en esta novela se concreta a partir de imágenes que proyectan la "deshumanización" del entorno urbano, delineado sobre la angustia, la vida atropellada y la violencia. Asimismo, es interesante observar que los personajes no son constantes y muchos desaparecen en el transcurso de la historia, después de cumplir un breve rol. La figura del protagonista, que hasta ese momento había sido fundamental en la novela venezolana, comienza a diluirse. Si bien Julián Ponce está presente en la mayoría de las secuencias, no podemos decir que su propia anécdota es el eje central de la historia, porque esta última apunta hacia el planteamiento de una realidad común a un grupo y no pretende señalar situaciones estrictamente individuales. En efecto, es la imagen colectiva de los marginados y, sobre todo, la figura del negro como pieza clave de ese mundo, la que cumple una función protagónica.

La fuerza de la sugerencia, tan valorada por los vanguardistas, es relevante en Canción de negros. El discurso no es explicativo ni abunda en el desarrollo de los hechos descritos. Las situaciones son apenas plasmadas a través de imágenes que se deslizan en una prosa llena de elementos poéticos.

En textos como "Borrachera" (fechado por el autor en 1936), o la novela Campeones (1939), la pérdida de la armonía interior desaparece al romperse el vínculo con el espacio primigenio, con la naturaleza virginal del origen. Los protagonistas de Campeones, figuras vitales en el espacio de "La Playita", se muestran agobiados, posteriormente, por una realidad que los constriñe, que los relega a un mundo hostil. La estructura social en la que se desenvuelven parece imponerse ante sus frágiles voluntades, marcadas por las carencias y estructuradas sobre elementos culturales que desde siglos han permanecido al margen del poder. Meneses maneja en esta novela cierto determinismo que desde el principio coloca a los personajes en un camino signado por la fatalidad. Parecen desconocer el código de la modernización, traducido en la vida urbana. Resultan, a fin de cuentas, falsos campeones, en su mayoría arrastrados por el fracaso y la degradación.

En varias narraciones de Guillermo Meneses, la prostituta será la imagen femenina en la que se centrará la atención de la propuesta ficcional. "La balandra Isabel llegó esta tarde" (1934) y "La mano junto al muro" (1951),enfocan sus respectivas historias a partir de esta figura, compleja, ambivalente y cargada de símbolos, dentro del universo menesiano.

Uno de los rasgos más llamativos de la estética de este autor es esa intención de mostrar un espacio particular, observado por la persistente mirada de un narrador que expone el drama, la tragedia cotidiana del excluido, sus carencias y, en muchos casos, sus transgresiones al orden social, sin destacar en el discurso criterios moralizantes. Ese distanciamiento que logra alcanzar Meneses en algunos textos, le permite sumergirse en la oscuridad, en la bestialidad del sujeto que, en medio de su angustia, es seducido por el poder irracional del instinto.

"Alias el rey" es uno de los cuentos que modela con gran efectividad la figura de ese otro social que inquieta al escritor y lo conduce a la exploración de territorios periféricos. Rodeado de la suciedad del barranco, perseguido por el olor pestilente de las aguas que circundan su vecindario, Juan de Dios, el protagonista, sueña con instancias inalcanzables, en las que el brillo de las telas lujosas ilumina la morada del mismo Dios. Pero ese "cielo del catecismo", contemplado desde las profundidades de la quebrada como oposición reivindicadora del caos cotidiano, se presenta desde el principio como instancia negada al personaje. La frase "yo soy el rey" expresa la inconformidad y el malestar de quien sufre la carencia de una identidad definida (apenas tiene noticias del padre a través de la mujer que lo introduce en el robo); su origen es confuso y elusivo, oscuro como las profundidades del barranco donde construye su utopía existencial. Desea emular las hazañas delincuenciales del padre desconocido, situarse --como él-en el envés del poder social, para saquearlo y burlar su fuerza, para desacralizarlo y vencerlo. Es lo visceral, la rabia feroz, la energía que determina sus acciones. Juan, asediado por sus deseos y por sus propios temores, asume la máscara del poder y se erige en figura suprema de la escena, para pagar con su vida el minuto de gloria, el placer de reafirmarse como rey de la oscuridad. Su más alta expresión de fortaleza (aniquilar al personaje que para él simboliza el poder inalcanzable, matar a un policía) implica su propio acabamiento, su muerte. El rito de iniciación concluye con el sacrificio, con la inmolación de Juan de Dios, acribillado a balazos en el fango oscuro de la quebrada, verdadero espacio de su reino.

Del mismo modo, en "La cantata del rey Miguel" (1961) --incluida luego en La misa de Arlequín (1962)-Meneses carnavaliza la imagen del poder al recrear la farsa del esclavo, rey paródico que fugazmente interviene el orden y lo subvierte, aun cuando su investidura está hecha "de la materia de los sueños".

Los sucesivos rituales que observamos en la escritura de Meneses, la ceremonia de la transformación que intenta superar el íntimo convencimiento del fracaso, apuntan hacia la creación de ese otro social como representación de una subjetividad en conflicto, que se refugia en la reinvención permanente, en la máscara, en el anhelo de grandeza, en el juego a ser "el rey del mundo", para ocultar la nada abismal en la que transcurre la vida degradada de los personajes.