martes, 27 de diciembre de 2011

REDENTORES

EL NACIONAL - Lunes 26 de Diciembre de 2011 Escenas/3
El foro del lunes
ENRIQUE KRAUZE El autor mexicano espera presentar su más reciente libro en Caracas antes de las elecciones
«El redentorismo es radicalmente contrario a la práctica democrática»
El historiador dedica un capítulo de Redentores: ideas y poder en América Latina a Hugo Chávez. Se declara preocupado por la crisis política venezolana y aboga por el fortalecimiento del Poder Legislativo y el Judicial
MICHELLE ROCHE R.

En su más reciente libro, Redentores: ideas y poder en América Latina (Debate México, 2011), el historiador Enrique Krauze analiza, en 517 páginas, las ideas que construyeron el presente de la región a través de las biografías de los personajes que fueron sus mejores representantes. Se trata de 11 hombres y 1 mujer que vivieron con pasión el poder y las diversas revoluciones de la historia de los últimos 2 siglos.

En el prefacio, el autor de El poder y el delirio (Alfa, 2008) advierte que la alusión religiosa en el título no es casual.

Con la palabra "redentores" el autor nacido en Ciudad de México en 1947 subraya cómo el trasfondo católico ha demarcado la realidad política de Latinoamérica.

El ensayo comienza con capítulos sobre cuatro hombres llamados José: el cubano Martí, el uruguayo Rodó, el mexicano Vasconcelos y el peruano Mariátegui. Los define como "profetas" porque perfilan la vocación de las revoluciones que se sucedieron en sus países desde el siglo XX.

Enfatiza, además, que el fenómeno de los caudillos y redentores políticos data del siglo XX, pues en el XIX se debatían entre tendencias conservadoras y liberales, entre la dictadura y la libertad.

"El liberalismo, por su esencia, no es redentorista ni va a presentarse como una religión o una ideología. Nadie va a ir a la calle a buscar 300.000 personas para que se manifiesten alrededor del liberalismo igual que hacen con el gran caudillo. El liberalismo es un temple, un estado de ánimo, una forma de dialogar. Lo propio de aquella época eran las dictaduras", señala Krauze, que recibirá en 2012 el Gran Premio Chapultepec concedido por la Sociedad Interamericana de Prensa por su "meritoria labor en defensa de la libertad de expresión y de los principios de la Declaración de Chapultepec".

Señala que las revoluciones ­la mexicana, la rusa, la china y la cubana, por ejemplo­ comenzaron en el siglo XX y como cada una se autoproclamaba como el renacimiento total de una sociedad, pronto se convirtieron en movimientos con contenido metafísico: "Esto es religión transferida a la política".

En el libro, traducido al inglés y reseñado en The New York Times Review of Books, Krauze habla también de tres premios Nobel de Literatura: Octavio Paz, (1990), Mario Vargas Llosa (2010) y Gabriel García Márquez (1982). Además, incluye dos capítulos sobre figuras políticas que nunca llegaron a la Presidencia, como Eva Perón y el Che Guevara, a los que agrupa en "Íconos revolucionarios", y el Subcomandante Marcos y Samuel Ruiz, en "Religión y rebelión".

A Hugo Chávez le dedica un capítulo especial, el que cierra el libro y que titula "El caudillo posmoderno".

--Los perfiles que usted escribe en Redentores señalan la relación entre la religiosidad y la política, ¿qué tiene que ver la herencia católica española en Latinoamérica con esa necesidad de asumir la política como una religión? --Esa es la pregunta. Hay una impregnación religiosa en casi todas estas figuras históricas, pues ellos se sintieron revolucionarios y se crearon una imagen de personas que podían no sólo liberar, sino salvar a los demás. Por eso el título del libro. El Che Guevara, por ejemplo, quería redimir a un pueblo y hablaba como lo hizo san Pablo siglos antes. Es decir, sin ser religioso compartía esas categorías, pues las premisas cristianas son la corriente subterránea de nuestras sociedades, en las que la propensión a la veneración de la personalidad y el fanatismo ideológico hacen un cocktail muy peligroso al que llamo redentorismo.

--¿El catolicismo hace que los caudillos sean tan característicos de las formas de autoritarismo de esta zona? --Aunque la tierra latinoamericana es fértil en estos fenómenos por la tradición católica y la veneración al caudillo, los ejemplos más terribles de la historia han sido en Europa.

El pueblo alemán, el más culto de Europa, entregó su conciencia, su vida y su destino a un redentor cuya doctrina extrema era el nacionalismo ario que prodigó el culto de la personalidad como ningún otro.

Aunque también están los ejemplos de Lenin, Stalin, Mao y hasta Castro. En el siglo XXI está también la caricatura de todos ellos, que se llama Hugo Chávez.

--¿Qué es lo que le parece tan interesante del caso de Chávez como para cerrar el libro con un capítulo dedicado a él? --El redentorismo es radicalmente contrario a la práctica democrática y se refiere al momento cuando un sector del pueblo abdica de su responsabilidad para ponerla en manos de una persona. Esa película la vimos varias veces en el siglo XX: en Alemania, en Rusia, en China y en Cuba, con resultados terribles. Me preocupó tanto ver esto en Venezuela que fui allá a pasar largas temporadas y con las entrevistas que hice entonces escribí El poder y el delirio (Alfa, 2008).

Soy un intruso en la historia venezolana, pero me metí porque quise entender ese fenómeno que es Chávez. Me dolió ver lo que pasa en el país: la discordia pública, el desgarramiento de la familia venezolana. Es terrible ver al conductor de La Hojilla, Mario Silva, calificar de traidores a todos los que no piensen como Chávez e insultarlos con absoluta impunidad. Este capítulo es básicamente el resumen de El poder y el delirio, con varios cambios y algún enfoque distinto.

--¿Cuáles son las instituciones que necesitan fortalecerse para evitar el fenómeno de los caudillos? --Para empezar, las instituciones probadas en la historia democrática: el Poder Legislativo y el Judicial. Hay que defender, a como dé lugar, el espacio de los medios de comunicación modernos. Además debemos defender la banca independiente y autónoma, la Fiscalía y el Poder Electoral, pero entiendo muy bien que ustedes lo tienen muy difícil porque ha habido un secuestro de todo eso. Me impresiona que en Venezuela, con tan breve historia democrática de dos o tres generaciones, se defienda este sistema, lo que quiere decir que el legado de Rómulo Betancourt y de otros líderes democráticos del pasado, como Rafael Caldera, sí se arraigó en el país.

--Tomando en cuenta la perspectiva de otros procesos en Latinoamérica, ¿cómo cree que será, si la hay próximamente, una transición en Venezuela? --Sin alternancia de poder cualquier intento de restituir la democracia es imposible. Además, lo primero debe ser una propuesta de reconciliación nacional. La restitución de las instituciones tiene que ser sobre la base del crecimiento económico y atraer de nuevo la confianza de los inversionistas, pero con un programa de vocación social que sea muy profundo. Además hay que tener en cuenta las campañas sociales que desarrolló Chávez: es prioritario que, de surgir un nuevo gobierno, éste emprenda la labor de sembrar el petróleo, como decía Arturo Uslar Pietri.

--Dentro del perfil del caudillo redentor que hace en su libro, ¿qué papel cree que está llamada a desempeñar la enfermedad de Chávez? --Un redentor no cree que es mortal, Chávez se ha victimizado con la enfermedad. Hace muy bien la oposición en mantener el respeto y la distancia de este tema, para no entrar en el juego paranoico de que pueda señalarlos como buitres que esperan a que muera. No me cabe duda de que está en un período de negación, pero sabe que está o estuvo enfermo. Creo que es posible que estalle emocionalmente, precisamente por esa lucha interna que debe estar librando entre la negación y la conciencia íntima de su mal.

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