lunes, 5 de diciembre de 2011

LETRA E ILUSTRACIÓN INFANTES


EL NACIONAL - SÁBADO 03 DE DICIEMBRE DE 2011 PAPEL LITERARIO/2
UNA CONVERSACIÓN CON REBECCA DAUTREMER
"Intento ser el contrapunto del autor para desafiar al lector"
En junio de este año la revista Peonza, dedicada a la literatura infantil y juvenil, publicó una extensa entrevista que Javier Sobrino le hizo a la ilustradora francesa Rebecca Dautremer. Reproducimos para los lectores de Papel Literario la deliciosa conversación entre la creadora de hermosos álbumes y un amante de ellos
ENTREVISTA
JAVIER SOBRINO

¿Cómo fue su infancia cerca de Los Alpes? ¿Existe algún momento de aquella época que intente rescatar a través de sus ilustraciones? Nací el 20 de agosto de 1971 en Gap, región que pertenece a los Altos Alpes, muy cerca de Italia. Mis padres eran muy jóvenes y tuve una infancia un poco bohemia. Tengo recuerdos maravillosos. Cuando tenía 4 años mi papá nos llevó a Drôme, una región muy salvaje en el sur de Francia, para criar ovejas y cabras y hacer queso. Eran los años setenta y la ideología del "retorno a la naturaleza" estaba en boga.

Comencé la escuela muy tarde, cuando mis papás volvieron para el "valle", cosa que no me gustó mucho. Tal vez sea por eso que durante bastante tiempo fui muy tímida y un poco salvaje. No tenía muchos amigos. La idea de grupo siempre fue algo que me incomodó un poco. Incluso ahora, cuando las cosas cambiaron, me siento bien en mi trabajo, que implica una vida bastante solitaria.

Mis recuerdos son de una infancia muy feliz, llena de fantasía, con padres muy abiertos que me mimaban, algo que me influenció mas tarde. Mi papá se convirtió en carpintero; y hasta hoy continúa haciendo trabajos manuales y ejerciendo el oficio con pasión. Entró en conflicto con su familia, que desde el inicio desaprobó su estilo de vida. Por eso, mis papás siempre estuvieron de acuerdo con mis elecciones y siempre apoyaron mi pasión, el dibujo, que practiqué desde muy joven.

No utilizo mis memorias de infancia directamente en mi trabajo, pero mi infancia y mi educación me permitieron desarrollar mi imaginario y mi capacidad de soñar cosas.

¿Se puede decir que era una apasionada por los libros en aquellos años? Tuve la infancia que yo quería. Recuerdo muchos buenos momentos con mis hermanos, escuchando a mi mamá o a mi abuela contando historias. Leía de todo un poco y no importaba mucho qué. Yo contaba historias para mí misma, pasaba mucho tiempo soñando e imaginando fuera de los libros. No era propiamente una apasionada de ellos.

Estudió Artes Decorativas en París. ¿Qué significó para usted la editorial Gautier-Languereau? ¿Qué cree que vieron en sus ilustraciones? Fui estudiante de Artes decorativas en París durante cuatro años, pero en el curso de Artes Gráficas. En aquella época (y probablemente ahora también) la ilustración no era valorizada y no tuve el coraje de inscribirme en ese curso.

Me gustaba el diseño gráfico, pero la ilustración me atrapó; tuve mucha suerte.

Por intermedio de un amigo profesor me presenté en Gautier-Languereau, que me encomendó trabajos cuando yo era una estudiante. Ellos creyeron en mí y me orientaron hasta que me volví "suficientemente" competente.

Les debo mucho a ellos. No pensaba trabajar allí, pero el azar y la suerte me llevaron a Gautier-Languereau, donde fui bien acogida.

La pintura y el cine son dos influencias que usted reconoce.

Vermeer es uno de los pintores que más aprecia. ¿Qué valora en su trabajo? Es verdad. El cine y, de modo general, la imagen fotográfica, me fascinan y me inspiran. Pienso siempre como si tuviera una cámara fotográfica cuando hago una ilustración. Busco un encuadre, un punto de vista, un ángulo, la profundidad de campo, inclusive un tiempo de exposición. Cuando me faltan ideas le echo una mirada a algún libro de fotografía y siempre encuentro una pista.

Sobre la pintura, me siento más a gusto con las obras de los pintores del los siglos XVI o XVII. Amo sus retratos, fotografías de la época, sus personajes congelados en una pose sobre un fondo neutro.

preocupo más por el valor del color que por el tono.

Por otro lado, uso muy poco el valor sugestivo del color.

En muchos de sus libros predominan los tonos rojos. ¿Qué le ofrece ese color que otros no? Por un lado es facilidad y, por otro, un habito mío usar ese color que da mucha luz y con el que me siento bien. Tengo la impresión de que el rojo es el color por excelencia. Pero lucho contra mis hábitos y actualmente me esfuerzo por explorar otras armonías.

Sobre la relación entre imágenes y texto, ¿qué momentos de un texto escoge para ilustrar? ¿Qué valora especialmente en una historia? Con mis ilustraciones intento construir una historia que no sea redundante con el texto. No hay necesidad de parafrasearlo o describirlo palabra por palabra. Intento proponer otro punto de vista sobre la aventura, capturar al lector en un camino paralelo que va enriquecer su lectura y le abrirá otras puertas. Hacerle tomar caminos sinuosos o que lo lleven incluso a dejar la lectura y volver nuevamente a ella más tarde.

Ser el contrapunto del autor para desafiar al lector, para intrigarlo. Me gusta ilustrar un detalle insignificante del texto, llamar la atención sobre un personaje secundario, sorprender al lector para que no se canse.

Los protagonistas de muchos de sus libros, Cyrano, Elvis o Princesas, escritos por usted o por su marido Tai-Marc Le Thanh, son personajes conocidos.

¿Qué le atrae de esos personajes? ¿Su popularidad, sus historias? Ilustrar historias conocidas es todo un desafío, porque tenemos que estar a la altura de todo lo que fue hecho antes, algo que también puede ser una ventaja. Esos personajes existen en el imaginario colectivo y sus nombres son evocadores. Leer un título como Cyrano ya ¡es todo planeamiento! Es algo muy tentador enfrentarlo. Muchas imágenes vienen a mi mente cuando comienzo a trabajar un personaje como Elvis o Pulgarcito. Tantas que es necesario ordenarlas y sacarles lo mejor.

¿Qué es lo que más le atrae en los cuentos populares ilustrados por usted, como Nasrudín o Babayaga? Cuando era niña adoraba la historia de Babayaga. Recuerdo el libro, las ilustraciones y a mi mamá leyendo la historia. Me llamaba la atención la crueldad del personaje y la violencia de la persecución.

Fue una historia que me dejó una impresión muy fuerte, un sentimiento de miedo y alivio cuando todo acaba bien. Quedé feliz reviviendo esa historia y sus emociones, imaginando mi propia versión. Sin embargo, cuando comencé a trabajar en Nasrudín no conocía el personaje y, confieso, no tenía ningún apego a él.

Su mundo creativo generalmente se sitúa en el pasado. ¿Por qué volver a mirar hacia atrás? ¿Qué busca con eso? Temo estar contaminada por la moda retro, vintage. Es verdad que el pasado hace soñar. Lo cotidiano es muy cercano y más duro --mejor un país distante que la esquina de nuestra calle, la grama siempre crece más verde del otro lado... Pero no me ciño a un pasado muy preciso, me gusta mezclar referencias.

No dudo en dibujar una toma eléctrica en la pared detrás de un personaje con ropas medievales. Nada me obliga.

Los vestidos largos, las formas amplias, los sombreros y accesorios divertidos me parecen mucho más agradables y poéticos que unos jeans ajustados y una camiseta. Es así que me siento.

Muchos de sus personajes, siendo de razas diferentes, tienen fisonomías muy semejantes, especialmente los ojos. ¿Por qué los dibuja con esa amplitud y grandeza? ¿Por qué los ojos son tan importantes? ¿Es por una cuestión estética o por lo que significa ver? No lo sé explicar. Hay muchas cosas en mi trabajo que están allí porque, simplemente, no sé hacerlas de otra forma. Sin duda me gustaría cambiar las fisonomías de un personaje a otro, pero no puedo. Todos los ilustradores tienen tics y manías de las que no se pueden desprender. Y así es que se crea un estilo. Intento, desde hace algún tiempo, cambiar mis personajes, identificándolos más profundamente, ¡pero es muy difícil!

Hable sobre la belleza. ¿Qué significa? ¿Cómo busca o alcanza la belleza en sus ilustraciones? ¡Oh là là! Trabajo verdaderamente con feeling. Esta entrevista me obliga a teorizar sobre mi propio trabajo, pues cuando estoy en medio de él no pienso mucho y me dejo llevar por mis sensaciones.

Me fijo en mí, honestamente, y en mis emociones. Después intento plasmarlas en el papel, tanto como puedo. No controlo la emoción del lector, quedo feliz si él queda removido, pero no sé muy bien por qué.

¿Qué le fascina de su trabajo como ilustradora? ¿Qué cualidades son necesarias a la hora de realizar su trabajo? Todos los días repito para mí misma que tengo una increíble oportunidad de poder vivir de mi pasión. No vacilo en comenzar a trabajar. Las vacaciones largas me cansan y no acostumbro a tomarlas mucho. Verdaderamente, no tengo la impresión de estar trabajando. Sin embargo, sé que para llegar a un trabajo de calidad son necesarias horas y horas investigando sobre la mesa. Todo está por hacer. Siempre se busca progresar, no hay duda. No vale la pena distraerse por una pequeña victoria o por un trabajo con algo de éxito.

Procuro sorprenderme cada día, hacerlo mejor que ayer.

No es fácil.

¿Qué lugares, momentos o situaciones la inspiran y generan ideas para su trabajo? Honestamente, cualquier lugar, cualquier momento me pueden inspirar. Y muchas veces no son aquellos considerados "inspiradores". Ante lugares bonitos o bellos paisajes siempre me pregunto: ¿Ah, este escenario me va a llenar de ideas?, pero no es necesariamente cierto. Los encuadres magníficos son al final un poco fríos; en un contexto común y anodino hay que descubrir el rinconcito de la belleza, el pequeño rayo de luz que ilumina todo lo feo de su entorno. Esto es lo más excitante.

¿Cómo evalúa el hecho de hacer libros para niños? ¿Es una alegría, un desafío, una responsabilidad? No pienso específicamente en los niños cuando trabajo, pienso en personas de todas las edades. De hecho, muchos de mis libros son comprados por adultos. Hasta ahora no sentí el peso de la responsabilidad, no he tenido encargos delicados. Este año estoy ilustrando la Biblia, que Phillipe Lechermeier cuenta a su modo, y siento que tengo que hacer elecciones, asumir responsabilidades, ¡sí! Pero es emocionante.

Ternura, miedo, admiración, curiosidad son algunas de las palabras que nacen después de ver sus libros. ¿Qué le gustaría que sintieran sus lectores? Todo lo que ustedes dicen me parece más que suficiente. Sueño, evasión, sentir un poco de emoción para sentirse vivo.


Con mis ilustraciones intento construir una historia que no sea redundante con el texto. No hay necesidad de parafrasearlo o describirlo palabra por palabra

¿Qué sentimientos le producen los encuentros con pequeños lectores en escuelas y bibliotecas o con futuros ilustradores? El trabajo de ilustrador es muy solitario, algo que combina conmigo. Pero hace bien salir del atelier para encontrarse con los "otros". Adoro reencontrarme con mis amigos en los salones literarios; autores e ilustradores con los que compartir experiencias y dificultades. Con los niños toco tierra, algo que me permite comentar su percepción sobre mi trabajo, a veces realmente fuera de lugar. Las discusiones con los niños hacen pensar en todo; es muy emocionante y reconfortante ver que el libro existe en carne y hueso a los ojos de esos lectores. En general, vuelvo exhausta de los talleres, pero muy reconfortada.

Los encuentros con estudiantes también me permiten repensar el trabajo.

Ellos me obligan a analizar las cosas, a cuestionarme e intentar responder, algo que me permite trabajar mejor después. Trato de aplicar los consejos que le doy a los alumnos más jóvenes cuando vuelvo a mi atelier. Pero, la verdad no tengo tanta experiencia aún.

¿Cómo se siente después del éxito que han alcanzado algunos de sus libros en Francia, Inglaterra y España? Es verdad que en España es el país donde mi libros han tenido más éxito después de Francia. No lo sé explicar, pero estoy feliz.

Italia es muy receptiva también, Europa en general. Pero no es verdad que los ingleses conocen bien mi trabajo; el mercado en lengua inglesa es muy cerrado, mucho; sólo fui editada en los Estados Unidos por primera vez este año.

¡Increíble! Intento no dormirme en los laureles del éxito, aunque me de confianza y me permita encontrar las puerta abiertas de los editores y, por tanto, vivir confortablemente de mi trabajo y poder escoger mis proyectos. ¡Y eso no tiene precio!

¿Qué proyectos le gustaría hacer en un futuro? Terminé Alicia, ¡uf! Salió en Francia en noviembre (2010) y en España en la primavera de este año. La Biblia, que estoy haciendo ahora, es un trabajo enorme, decenas de ilustraciones, que probablemente me tomará dos años. Después voy a ilustrar, por primera vez, una novela para adultos, Seda, un texto de Alessandro Baricco. Estoy muy contenta con esa nueva experiencia.

También estoy trabajando en un filme animado con Thanh Le Tai-Marc, donde nuestro álbum Elvis es el punto de partida. Es un trabajo también a largo plazo. Después hay miles de cosas que podría intentar: ilustrar una historia policial, hacer un cómic, iniciar un stop-motion (un corto foto a foto), etc., etc.

Merci beaucoup, Reb.

Pienso siempre como si tuviera una cámara fotográfica cuando hago una ilustración. Busco un encuadre, un punto de vista, un ángulo, la profundidad de campo, inclusive un tiempo de exposición

La pintura flamenca me dice mucho y Vermeer --con su luz y sus colores naturales-- parece que atrapa la vida en sus cuadros y les da otra existencia. También me gusta Brueghel y sus criaturas fantásticas, increíblemente modernas. Vi a Velásquez, por primera vez, recientemente en el Museo del Prado y me emocioné mucho.

Fotografiar es capturar momentos de la realidad y hacer ilustraciones es capturar momentos de una historia. ¿Cómo la fotografía influenció su trabajo como ilustradora? Creo que ya respondí en parte, pero puedo decir que practiqué mucho en un laboratorio fotográfico cuando estudié Artes. En el comienzo de mi carrera soñaba con ser fotógrafa. Había comprado algún material y un amigo fotógrafo me contrataba de vez en cuando. Iba a su estudio y fui aprendiendo; admiraba mucho su manera de trabajar. Pero no tenía la certeza de haber evolucionado en ese ambiente de la fotografía, que me parecía más difícil que el de la ilustración y el de la edición. De todas maneras, continúo de vez en cuando haciendo una imagen como me gustaría que fuera si tuviera una cámara.

Intento encontrar las texturas difusas y suaves del grano fotográfico.



Intento tener una visión general del libro, saber exactamente el tono y el estilo que tendrá, encontrar el hilo donde agarrar la historia

El proceso previo a la ilustración de un texto es muy importante. ¿Cómo hace la documentación y la planificación de un álbum ilustrado? Creo que de manera muy tradicional. Necesito de algún tiempo para "digerir" el texto, especialmente el universo o el ambiente en el que se desarrolla. Pienso mucho en qué voy hacer antes de agarrar un lápiz.

Sé cuantos meses me lleva para avanzar con cada libro y el tiempo suficiente que necesito para imaginar y soñar con las imágenes que voy a pintar. Intento tener una visión general del libro, saber exactamente el tono y el estilo que tendrá, encontrar el hilo donde agarrar la historia.

Buscar el mejor "ángulo de ataque", el más personal, que haga que mi libro tenga alguna novedad. Intento no apegarme a mi primera idea, no ir directo a lo obvio. No es fácil.

Si el tema lo exige, investigo. Pero eso no siempre es necesario. Nunca me atengo mucho a los detalles reales. Si en algún momento me baso en una investigación, siempre hay un momento posterior en que la dejo de lado para remodelar la imagen a mi modo. A continuación hago un storyboard, o sea, el recorrido de todas las páginas del libro para definir el ritmo. Nada es más necesario que saber por lo menos el contenido de cada página antes de comenzar la primera.

Normalmente usa guache, y de vez en cuando óleo, para darle color a sus imágenes. ¿Cómo valora el color? ¿Es simplemente decorativo o tiene que ver con el argumento? Sólo uso guache. El guache es un material muy opaco y acostumbro a dar un poco de brillo a mis diseños cuando los termino, esto me permite dar un poco de contraste a mis colores; nada más. Para mí, el color es luz. Y claro que también es decorativo, pero no debería. Mi escogencia de un color se hace por el contraste o por la luz que él trae.

(Nota Agradecemos a Jorge Sobrino y a Rebecca Dautremer por permitirnos la publicación de esta entrevista)

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