lunes, 14 de noviembre de 2011

PEDAGOGIA, ALHARACA, EPICA, PROCESIÓN



Epica y pedagogía
Luis Barragán

Frecuentemente, en casa debemos tomar decisiones de trascendencia en la que no caben algunas incidencias, impresiones y gestos circunstanciales, comprometido el futuro de la prole. De una inadvertida complejidad, ejercen suficiente peso aquellos factores inaplazables y sobrevenidos que dibujan una situación de sincero y radical carácter estratégico para el o la jefe del hogar.

La percepción que predomina sobre los partidos, incluyendo obviamente a los de la oposición, simplifica groseramente las decisiones que les cabe adoptar. Y, paradójicamente, divorciándolos de su carácter político, llegamos a creerlas de una naturaleza completamente moral como no la tienen siquiera las de la casa u hogar.

Equivocada o acertada, los partidos de oposición hicieron la correspondiente nominación para las consabidas primarias y, aunque haya duda sobre su vida institucional, existe un mínimo de colegiación que fuerza a sopesar todos los factores de origen nacional, regional y municipal en competencia, propios y ajenos. De modo que, por más egoístas que se presuman, transidos de los más viles intereses que de antemano no se suponen en otros ámbitos del quehacer social, hay un sentido de responsabilidad que reconocer por la propia garantía que concede el debate interno. Empero, es otro el señalamiento que debemos hacer.

Hay una historia épica pendiente que compromete a los partidos, ensanchando los retos. Y, así como es necesario reconocer la presencia de sus cuadros en aquellos escenarios donde el ciudadano común no se atrevió, afrontando los peligros cuando amainaron las recordadas, grandes y memorables movilizaciones de calle, también importa hacerlo con su participación en la que será una dramática demanda de reconocimiento de los resultados electorales del 7 de Octubre.

No tratamos del desarrollo de unos comicios democráticos dentro de toda la normalidad que tuvieron, por lo menos, antes del ascenso al poder de Chávez Frías. Hay un evidente ventajismo gubernamental que se agigantará en los próximos meses, incluyendo las armas que no ha querido recoger al evitar la definitiva discusión y aprobación de la ley respectiva, por lo que no parece fácil el reconocimiento de una derrota por la ahora privilegiada dirección del Estado.

En consecuencia, la campaña electoral de la oposición irá más allá de la prédica publicitaria, instando a la movilización y organización de la ciudadanía para defender la propia juridicidad del proceso y la extrema transparencia de los resultados. Así, el candidato presidencial de la oposición, quiéralo o no, protagonizará una gesta real en reclamo de la vigencia absoluta de la Constitución de la República, y, lejos del chantaje de una guerra civil como la que alegará el chavezato desesperado, la Fuerza Armada Nacional cumplirá con el dictamen popular, pues, está al servicio de toda la Nación.

El votante militar observa y sopesa los procesos de selección de los candidatos presidenciales de 2012, valorando la natural complejidad, firmeza y sobriedad que la oposición protagoniza, conjugadas las dimensiones éticas y políticas, con la libre manifestación de sus fortalezas y debilidades, aciertos y miserias, frente al PSUV adedado y silenciado por quien lo preside, como lo hace con la jefatura del Estado, del gobierno, de la hacienda pública, de la política exterior y paremos de contar. Este, un partido subordinado y presupuestario, represado y castigado por la versión de un socialismo que ya fracasó en otras latitudes, dista de la historia, experiencia y vivencia de los partidos de oposición que recuperan su institucionalidad, aunque lentamente, dispuestos a concursar en unas primarias que le demandan claridad ideológica y programática, estructura y organización, y – sobre todo - que un vivo e irreemplazable elenco y talento humano que hace ese liderazgo auténtico y múltiple que se da en todo el ámbito local, municipal, regional y nacional.

La selección del candidato unitario y democrático de la oposición, hacia Febrero de 2012, contrasta con el autonombramiento de Chávez Frías, así intente remendar el asunto con una mera y ulterior formalidad. Hay una pedagogía y una épica opositoras que no puede ni podrá siquitrillar el poder establecido, y el Comandante – Presidente muy bien lo sabe.

PROCESION Y ALHARACA

Por boca del presidente de la República o el de Indepabis, la inseguridad personal o la inflación pertenecen al campo de las sensaciones o de las percepciones. Vale decir, constituyen una vulgar ilusión psicológica que nada le debe a las realidades vividas, sentidas o padecidas.

El abultamiento de cadáveres en una morgue o el alto costo de la canasta básica, por la inaudita maldad de la oposición, destilan un espejismo que no guarda correspondencia con los inmensos esfuerzos del gobierno nacional que, al militarizar las calles o afrontar a los empresarios privados, ha resuelto los problemas. Patética demostración del engaño, fue la orden cumplida de organizar un piquete de sindicalistas del oficialismo para protestar en la sede de Fedecámaras a los especuladores y aprovechadores del dólar cadiveño, culpables del desastre inflacionario y el desabastecimiento.

Todo indica que la pobreza en alza, inflamada por las muertes violentas o las de hambre, jugará un papel estelar en la campaña electoral. Manipulación estadística mediante, el gobierno nacional ofrecerá una versión idílica de la crisis social, abultando su tardío desempeño gracias al espectáculo consecutivo de inauguraciones de supuestos complejos habitacionales o de mercados populares que entusiasmará a los apurados contratistas e impulsará a la burocracia importadora con aguinaldos prolongados, desplegando las fuerzas militares y policiales a lo largo de las más vistosas avenidas, aunque menos riesgosas que el laberinto sufrido de las extensas áreas marginales.

De acuerdo a los insignes publicistas del oficialismo, la pobreza no será una realidad de la que el gobierno nacional es el principal responsable, sino una promesa para ensanchar el clientelismo populista que el dólar petrolero ha de autorizar. Sobre todo, calculado a $ 50,oo el barril presupuestario, lo que permitirá un estupendo diferencial para la atención selectiva y la conformación de una base electoral capaz de transarse por unos mendrugos, cobrando de nuevo actualidad aquello del que “parte y reparte, le toca la mejor parte”.

El pasado bipartidista y el capitalismo se erigen como un extraordinario pretexto para evadir responsabilidades, a la espera de un definitivo candidato presidencial de la unidad opositora que será objeto de una intensa campaña de descalificación, incluso, moral. Conferida una identidad apenas transitoria y comicial, el pobre gozará de una representación interesada como si fuese beneficiario absoluto de la gestión oficial y que ha de defenderse del malvado opositor que no sólo le va a quitar lo que tiene, sino – otra vez – querrá asesinar a su gran benefactor. No obstante, la procesión va por dentro.

La gigantesca y adinerada maquinaria propagandística del chavezato temeroso, trabaja – precisa e incansablemente - por la generación de esas sensaciones o percepciones que intentará dar otra versión de las realidades. Una promesa por siempre incumplida de protagonismo, el del pueblo pobre, la dice suficiente, aunque – esa es la procesión – la muerte violenta de un ser querido e inocente en las calles inseguras y la falta de alimentos en casa, sin techo ni empleo, ya no soporta una capa adicional de maquillaje.

La alharaca gubernamental, afincada sobre la inmensa pobrecía que de nuevo recreará, necesita una respuesta acertada del liderazgo opositor. Obviamente, estableciendo las inevitables responsabilidades de la crisis, pero también abriendo las puertas de un proyecto alternativo que permita superar la pobreza por un acreditado, profundo y convincente compromiso social, capaz de deshacer esa bastarda ilusión, sensación, percepción, o – en definitiva – engaño que es y será el único empeño que le queda al gobierno sobreviviente.

Un compromiso muy firme, no sólo de los partidos políticos. La sociedad civil ciertamente organizada, debe asumirlo completamente dibujando un porvenir balanceado, porque – es necesario decirlo – por sus acciones u omisiones también expone una importante cuota de responsabilidad en lo que ha ocurrido y tendrá que ocurrir.

En días pasados, releímos de nuevo un magnífico y viejo ensayo de Mikel de Viana (SJ), intitulado “La universidad y los retos de la conciencia moderna” (*), advirtiendo la yuxtaposición de saberes particulares, perspectivas y sentido de superación en la institución, con medios y fines suficientemente perfilados. Y es que la universidad, como el resto de las entidades que no pueden desprenderse y explicarse a través del Estado, están comprometidas con la libertad y el servicio, por lo que – refiere el autor - deben experimentar de alguna manera la vida de los pobres, contrarrestando – glosamos – esas tentaciones de los profesionales o de los aspirantes a serlo.

Frente a la alharaca gubernamental, yendo por dentro la procesión social, únicamente cabe el compromiso y sólo de él se desprenderá un mensaje eficaz y solvente en las faenas electorales. Hay que aceptarlo, 2012 no puede convertirse en una feria de vanidades de la oposición, porque ya basta con la del régimen.

(*) En: AA.VV. (1993) “El hombre. Retos, dimensiones y trascendencia”, UCAB, Caracas.

Fuente: http://www.medios24.com/p45645.html
Ilustración: Karla Burns

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