miércoles, 30 de noviembre de 2011

ADVENIMIENTO


Tiempo de adviento (Mc.13.33-37)
Joel de Jesús Núñez Flautes

Hoy los cristianos católicos comenzamos un nuevo año litúrgico y lo hacemos con el tiempo del adviento, que es tiempo de esperanza, de vigilancia en la fe y en la oración. Es el tiempo que nos prepara a celebrar la Navidad; es decir, festejar el nacimiento del Mesías y Redentor de la humanidad; el Dios con nosotros. Desde la fe los católicos celebramos el acontecimiento de la primera venida de Dios al mundo y al mismo tiempo estamos atentos a esas continuas venidas de Cristo; a esos advientos personales, familiares, eclesiales y sociales de cada jornada, del día a día de nuestra historia. Pero sobre todo, el adviento nos abre a la esperanza de saber que Jesús al final de los tiempos se manifestará totalmente a la humanidad; decimos que regresará al final de la historia para juzgar a vivos y muertos y queremos expresar que se mostrará tal cual es, resucitado, glorioso; ya que todos los días está con nosotros, pero al final le contemplaremos cara a cara.

En este nuevo año litúrgico, ciclo B, comenzamos a leer y meditar el evangelio de Marcos, es el evangelio más antiguo, el más corto, el que nos presenta a Jesús más humano y al final nos hace descubrir su divinidad, su mesianismo. En este primer domingo de adviento se lee "la parábola del portero", donde se hace hincapié en la actitud de vigilancia cristiana, tanto a nivel eclesial, como personal, en este tiempo que va desde la primera venida de Jesús al mundo hasta su retorno o manifestación gloriosa al final. Insistentemente el evangelio de hoy dice "estén despiertos y vigilantes". El cristiano necesita tener una vigilancia activa y constante; porque no sabemos cuando regresa el Dueño de la casa. Ahora bien, la vigilancia del cristiano necesita ser sin angustias, sin neurosis, sin fanatismos, sin miedos como si se tratara de una película de terror o que Dios es un ser de la angustia o la desesperación. La vigilancia debe ser activa, constante y al mismo tiempo serena, confiada.

¿En qué consiste la vigilancia cristiana? Como el cristiano sabe que lo que espera y a quien espera es a su Dios y creador, a su Mesías y Salvador, al Dios amor que se nos ha manifestado en Cristo Jesús, entonces la espera no es en la ansiedad o miedo, sino en la alegría, en el gozo de saber que Dios viene a nuestro encuentro y esa espera se fundamenta en la fe, en la esperanza y en el amor. Estar vigilantes y despiertos en nuestra amistad y creencia en Dios; en saber esperar en sus promesas de paz, de felicidad, de vida eterna junto a Él y vivir en el amor que es el distintivo del cristiano y la esencia de la vida; porque hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y Dios es amor y quien vive en Dios y ha nacido de Dios necesita vivir y debe vivir en el amor que le da sentido a toda la existencia. Así debe vigilar y estar atento el cristiano en sus actitudes de cada día, en sus pensamientos, palabras y obras. Si bien estamos todos los días tentados por el odio, los malos deseos, los pensamientos negativos de todo tipo, las malas actuaciones que denigran y ofenden a los demás y a nosotros mismos, conversaciones o palabras que incitan al odio, a la venganza, la mentira, la vanidad, el desprecio y la división; el cristiano debe estar atento para que su vida sea vivida al estilo de Dios, rompiendo el círculo o el espiral de odios, venganzas y las faltas de fe, esperanza y amor que se perciben en la sociedad.

El cristiano, que se sabe también humano, necesita estar preparado desde adentro de su corazón, de su intimidad; por tanto, estar despiertos y vigilantes significa también un llamado constante a la conversión, a quitar de mi vida aquellas cosas que desdicen de mí ser discípulo de Cristo, hombre o mujer de fe. No se puede ser sólo cristiano de nombre o de título, sino de convicciones y acciones concretas; al estilo de Jesús, nuestro Maestro y Señor. Jesús no sólo habló, o sólo dijo que creía en el Padre, sino que con su obrar constante lo demostró.

Toda la vida cristiana debe ser vigilancia y oración, un continuo esperar, un constante adviento que nos abre a la fe en Nuestro Señor Jesucristo. Orar es dialogar constantemente con Dios, nuestro mejor amigo, es ponernos delante de Él con transparencia y humildad, con verdad y confianza.

IDA Y RETORNO: Hoy bendecimos la corona de adviento con cuatro velas que simbolizan esos cuatro domingos que nos preparan a la Navidad, que abramos nuestro corazón al Redentor que todos los días viene a nuestro encuentro. Feliz Adviento para todos.

Hoy, aunque prevalece el domingo, Día del Señor, celebramos la advocación de Nuestra Señora de La Medalla Milagrosa o La Milagrosa, como cariñosamente llamamos a nuestra Madre La Virgen María. Que Ella nos bendiga y alcance de su Hijo Jesús los milagros que tanto necesitamos, como en las bodas de Caná.

Ilustrac. Carlos Cruz Diez

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