miércoles, 30 de noviembre de 2011

ACADÉMICO


EL NACIONAL - Lunes 28 de Noviembre de 2011 Cultura/3
El foro del lunes
EDGARDO MONDOLFI GUDAT Ocupa la silla marcada con la letra "J" de la Academia Nacional de la Historia
El investigador es ahora miembro de una institución que considera "la voz opinante sobre los usos y los abusos que se ha hecho de la historia venezolana en épocas recientes"
«Manejar la historia desde el poder es una tentación equivocada»
MICHELLE ROCHE R.

Edgardo Mondolfi Gudat es el miembro más reciente de la Academia Nacional de la Historia. Desde el jueves, cuando leyó su discurso de incorporación, el investigador ocupa la silla marcada con la letra "J" de la prestigiosa institución en la que una vez trabajó como miembro de su dirección de publicaciones.

Debido justamente a la familiaridad que tiene con los libros del organismo, quisiera trabajar sus proyectos editoriales. Uno de sus aportes a la institución, señala, podría ser la búsqueda de patrocinio para mejorar los canales de distribución de sus publicaciones.

También le gustaría promover coediciones y financiamientos alternos por los limitados presupuestos de estos tiempos.

"La Academia es la voz opinante sobre los usos y los abusos que se ha hecho de la historia en épocas recientes", enfatiza el profesor de la Escuela de Estudios Liberales y de la maestría de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Metropolitana: "Uno confía en la serenidad, la experiencia y el valor de los juicios de quienes desde esa institución opinan alertando sobre los riesgos que suponen estos caminos y tentaciones que llevan a interpretaciones unívocas o erradas de la historia, así como descontextualizaciones graves u omisiones sensibles a la hora de comprender los procesos históricos venezolanos. Esto queda demostrado en la actitud activa que ha tenido para pronunciarse a través de comunicados a la opinión pública".

Entre los libros que ha publicado se encuentran Fantasmas del Norte/Miradas al Sur (Fundación para la Cultura Urbana, 2004), Miranda en ocho contiendas (Fundación Bigott, 2005), Bajo la mirada peregrina (Fundarte, 1999) y Mudar derrotas (Editorial Comala, 1996). La Academia editó El águila y el león (el presidente Benjamín Harrison y la controversia de límites entre Venezuela y Gran Bretaña) y General de armas tomar: la actividad conspirativa del general Eleazar López Contreras durante el Trienio 1945-1948.

"Manejar la historia desde el poder es una tentación equivocada porque es una disciplina diversa, contradictoria y plural", señala Mondolfi Gudat, quien teme que los tintes autoritarios del régimen actual terminen por convertir el pasado en una validación de su discurso presente.

La otra historia. Mondolfi Gudat ha dedicado la mayor parte de sus estudios al proceso de Independencia desde la perspectiva de las relaciones con el mundo británico. Sobre ese tema versó su discurso de incorporación a la Academia, que se refirió a la polémica sobre la Independencia de Venezuela entre el periodista sevillano residenciado en Inglaterra José María Blanco y Crespo ­que una vez instalado en la isla europea comenzó a hacerse llamar Joseph Blanco White­ y Fray Servando Teresa de Mier.

Según el discurso, el primero era partidario del gradualismo y de una especie de mancomunidad española, mientras que el segundo abogaba por la ruptura radical con el imperio. El valor que el historiador observa en el estudio de esta diatriba es el análisis de la multiplicidad de alternativas políticas a la guerra de emancipación y la evidencia de la discusión intelectual que suscitaba en el extranjero el proceso político venezolano.

--¿Cuál es el valor de estudiar en estos momentos el proceso emancipador desde la perspectiva de sus relaciones con Inglaterra? --Si algo enriquece la comprensión que podamos tener del desarrollo de la Independencia son las fuentes ajenas a Venezuela. El acervo documental británico ofrece distintas miradas sobre el tema de la Independencia. Revisar los informes que escribían los gobernadores de las islas del Caribe durante la Guerra de Independencia sobre del estado de la contienda en tierra firme es una rica fuente para ver precisamente lo que la historiografía oficial ha tratado de silenciar y que se refiere a las contradicciones, debilidades y precariedades de aquella causa insurgente. Es decir, dentro del enaltecimiento de la epopeya de la Independencia, esta fuente primaria, en su mayoría de gran valor fuera del país, permite una mirada sobre, por ejemplo, las divisiones entre los mandos insurgentes.

--Pero, ¿por qué justamente prefiere tomar como referencia la cultura inglesa? --Por dos razones. La primera es de vecindario y se refiere a que buena parte del Caribe estuvo dominado por la presencia de las autoridades británicas. Pero además está la capacidad diplomática y de comunicaciones que tenía el Gobierno británico en comparación con otros gobiernos de la época. No hay duda de que la intensidad, la frecuencia, la variedad y la abundancia del material informativo que se generaba en las islas británicas en relación con tierra firme hace pensar que su poder contaba con una efectiva red de comunicación con sus dominios del Caribe.

--¿También tendría que ver con que el modelo político de la isla europea fue ejemplo para los revolucionarios venezolanos? --Sí. Allí se interrelacionan varias cosas. En primer lugar está el deseo de buscar el apoyo de Inglaterra para la causa independentista. Pero, además, en Londres se asentó un grupo de intelectuales iberoamericanos. Es la primera experiencia de una comunidad hispanoamericana en el exilio que debate sobre la coyuntura de entonces.

--¿Cuál fue el principal aporte que hicieron los británicos a la Guerra de Independencia de Venezuela? --Desde 1817, Inglaterra había permitido el cambio en la estrategia militar de Simón Bolívar. Si el Gobierno británico tenía unas complejas, sensibles y particulares razones para conservar sus alianzas políticas con el Gobierno español, sus proveedores de armas y los reclutadores de efectivos voluntarios podían hacer negocios con los insurgentes. De eso justamente se trata mi libro El lado oscuro de una epopeya.

Fotografía: Williams Marrero

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