viernes, 23 de septiembre de 2011

PUNTOMÓVIL


Puntofijismo televisivo
Luis Barragán


Pública y privada, la televisión venezolana fue objeto de una consistente y duradera crítica que, más allá de la libertad como afanoso concepto, actualizaba los recursos que permitían ejercerla. De hacer caso al discurso topográfico, las interpelaciones y propuestas no sólo provenían de la izquierda, sino – valga la paradoja – de una derecha igualmente responsable, contribuyendo al centro creador.

Alto funcionario del primer gobierno de Caldera, Alfredo Tarre Murzi propició un debate en torno a tan fundamental medio, coincidiendo con los años Renny Ottolina, su más cabal expresión. Antonio Pasquali, persevera en posturas esenciales que, una vez, formidablemente abanicó con Ludovico Silva (Summa, Caracas, nr. 4 de 04/70), y, otra, junto a Arturo Uslar Pietri, ventiló en la comisión de Medios del Congreso de la República, hacia 1987.

Quizá hoy inimaginable, una rápida muestra nos permite constatar la sostenida preocupación. Inevitable debate en la prensa caraqueña, a favor y en contra – principalmente – de la televisión comercial, hallamos las más diversas posturas de redacción (Qué Pasa, 29/02 y 22/08/64), o de Carlos Rangel (Momento, nr. 575 del 23/07/67), Onésimo Herrera (Momento, 727 del 21/06/70), Luis Buitrago Segura (Vea y Lea, 89 del 17/03/71), Jaime Correa (Momento, 791 del 12/09/71), Alfredo Tarre Murzi (Momento, 27/01/74), Jorge Olavarría (Resumen, 30 del 02/06, 31 del 09/06, y 33 del 23/06/74), José Ignacio Cabrujas (El Nacional, 10/11/84), Julio Carrillo (La Religión, 09/08/86), Bruno Scheuren (El Nacional, 26/08/86), Jesús María Aguirre (El Nacional, 25/03/90).

El solo planteamiento de Olavarría al principiar los setenta, por ejemplo, hecho en los estudios de televisión y en el medio impreso, provocando la suspensión de un afamado programa de entrevistas por la propia planta que le generó una contraproducente polémica, desautoriza moralmente al chavezato, cuyas críticas poco o nada abonan a la tradición de una izquierda que le es extraña, por cierto. Planteamiento que, señalado como de derecha, destruye toda veleidad maniquea, pero que también nos avisa de otra confusión.

Puede asegurarse que el chavismo-chavezato, confiscó la crítica del puntofijismo que, al agotarse el acuerdo (y sus parámetros), fundamentalmente provino de los sectores liberales a juzgar – otro ejemplo – por los artículos que publicara el extinto Economía Hoy, o títulos como los que entregaran a la imprenta María Sol Pérez Schael u Omar Astorga. Confiscación que se hizo adulteración y manipulación interesada, al igual que el contradiscurso relacionado con los medios audiovisuales, públicos y mercantiles. Empero, valga añadir tres agravantes.

Por una parte, ahora, la oferta televisiva del gobierno nacional es peor a la que fue objeto reiterado de la crítica. De coloración leninista, yendo de la desenfadada escolarización ideológica hasta la grosera como irreplicable estigmatización de los adversarios, rindiendo un enfermizo culto a la personalidad presidencial, convierte a toda emisora pública en sucursal del principal partido de gobierno.

Por otra, en desleal competencia con los medios privados, (auto) censurados y perseguidos, procura copar todos los espacios de una sociedad susceptible de la más grosera simplificación, según el canon. De teñidura gramsciana, la pretendida hegemonía cultural tiene por único fundamento la conservación del poder con el desarrollo de los principios, valores e intereses inmediatos que les son inherentes, apenas pretextados por las consignas.

Finalmente, la otra paradoja, confiando en la participación como elemento desintegrador de la sociedad, versionada por el poder establecido, le resta sobriedad y credibilidad al debate público, institucional y compartido. Por ello, luce impensable el reclamo exitoso de una sostenida discusión global de los problemas, quedando lejos el tratamiento de las materias más específicas, como – a guisa de ilustración – la pertinente interrogación de los – por entonces – candidatos presidenciales y la cultura que se hizo en el Papel Literario de El Nacional de Caracas, entre junio y julio de 1978: Luis Herrera Campíns, Héctor Mujica, José Vicente Rangel, Diego Arria o Américo Martín, excusándose Luis Piñerúa Ordaz. Valga subrayar, de todas las corrientes ideológicas.

De modo que, para darle una denominación, hubo una televisión puntofijista muy distinta a la supuesta alternativa de reemplazo. Nos ubica en uno de los más variados desafíos que asomará la transición democrática, cierta y moralmente autorizados para superarla.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=803128
http://www.noticierodigital.com/2011/09/puntofijismo-televisivo/

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