domingo, 21 de agosto de 2011

SEÑAS DE IDENTIDAD


NOTITARDE, Valencia, 21 de Agosto de 2011
"¿Quién dicen ustedes que soy yo?" (Mt. 16, 13-20)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

El texto evangélico que leemos hoy nos presenta un momento central de todo el evangelio de Mateo, ya que el tema que le interesa desarrollar al evangelista es el eclesial, dejar ver cómo surgió y se desarrolló la Iglesia que Cristo fundó, y precisamente, el pasaje que hoy se nos presenta nos habla de unos elementos importantes y fundamentales de la vida de la Comunidad cristiana primitiva.
El evangelio que hoy leemos tiene tres partes: 1. Lo que dice la gente sobre Jesús. Cristo pregunta a sus amigos más íntimos "¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?". La respuesta la dan al unísono los apóstoles, afirmando que la gente lo ve como un gran profeta, como Juan Bautista, Elías, Jeremías. Se nota que la fama de Jesús y la admiración por su persona iban creciendo; la gente era capaz de ver los signos que transmitía y lo reconocían no como un simple hombre. 2. La confesión de fe de Pedro en nombre de los demás apóstoles. La segunda pregunta que hace Jesús va dirigida directamente a sus apóstoles: "y ustedes ¿quién dicen que soy yo?".
La respuesta ya no es al unísono, guardan silencio y es Pedro, el mayor, el más atrevido, el que destaca como líder en el grupo que va a responder a la pregunta: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". No es una simple respuesta, es una profesión de fe en la persona de Jesús. Lo está reconociendo en nombre propio y en nombre de sus hermanos como Dios y Salvador. Esta será otra de las ocasiones donde resalta la figura de Pedro, ya antes, cuando Jesús caminaba sobre las aguas también fue protagonista junto con Él al subir a la barca y así seguirá destacando en el evangelio de Mateo, como en Los Hechos de los Apóstoles y esto para mostrar la intención de Jesús de dejar una cabeza visible, signo de unidad y de gobierno pastoral en su Iglesia, 3. El primado de Pedro o distinción especial (por la tarea que le tocará desempeñar), que a su vez es la identidad nueva del Apóstol por parte del Señor y el mandato que Jesús les hace de no revelar a nadie que Él es el Mesías.
Jesús le cambia el nombre a Simón, ahora lo llama Pedro, que significa "piedra" y por eso le dice que sobre él que ahora es piedra edificará su Iglesia, tendrá junto con los demás apóstoles el poder de atar y desatar en la tierra y esto se hará cumplir desde el cielo. En la Biblia cambiar el nombre a alguien significa entregar una responsabilidad, como sucederá de nuevo con Pedro después de la Resurrección del Señor, con la triple pregunta que le hará Jesús "¿me amas más que estos?" y responderá Pedro que sí, "apacienta mis ovejas", le dice Jesús y lo llama Simón, como para restablecer de nuevo su misión de Pedro, de cabeza visible de su Iglesia (Jn. 21,15-19). Es el poder sobrenatural que ahora Cristo deja a su Iglesia; Comunidad de creyentes, el Nuevo Israel que ahora apacienta Pedro y sus sucesores, que sin dejar de ser humanos, pecadores, tendrán la autoridad del mismo Jesús para anunciar a todos los pueblos la Buena Noticia del Reino de Dios y ni el poder del infierno podrá contra la Iglesia de Cristo. Jesucristo es la piedra angular de la Iglesia (Hch. 2,11), pero Él ha querido delegar su función y convertir también en piedra fundamental a Pedro, roca visible de la Iglesia de Cristo, como Él mismo dice, "sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Las llaves de las que habla el Señor simbolizan el poder delegado, la autoridad que en nombre de Cristo debe ejercer y el "atar y desatar" es la autoridad para discernir y señalar cual es el camino correcto, la doctrina segura, el juicio.
Hoy los hombres de nuestro tiempo tienen una opinión sobre Cristo, otros no lo conocen y otros andan buscando un mesías o se van detrás de doctrinas llamativas, nuevas y/o extrañas. Es aquí donde la tarea y misión de los cristianos es necesaria y urgente, que junto a los legítimos pastores de la Iglesia, el Papa (Sucesor de Pedro), los obispos y sacerdotes, debemos presentar al mundo la persona de Cristo, su rostro auténtico como Dios y Hombre verdadero, como Mesías y Salvador, como el Camino, la Verdad y la Vida, como Aquel que da sentido a la existencia y está vivo, resucitado y acompaña a la Iglesia hasta el fin del mundo (Mt.28,20). Esta Iglesia santa por su fundador, que la anima y sostiene y pecadora por nosotros los humanos. Es el Pueblo de los discípulos de Cristo, llamados a la santidad, a la vida eterna y feliz.
IDA Y RETORNO: Hoy es la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud cristiana católica que se celebra en Madrid, presidida por el Papa. De Venezuela están participando más de cinco mil jóvenes, de Valencia hay más de cien jóvenes participando con algunos sacerdotes de nuestro presbiterio; también tres seminaristas de nuestra Arquidiócesis están presentes. Pidamos a Dios que venga un renacer de vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales a partir de este encuentro mundial de jóvenes y que ellos sepan arraigar sus vidas en Cristo que es el Camino, la Verdad y la Vida para todo ser humano.

Ilustración: Laura Hernández

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