lunes, 1 de agosto de 2011

¿CAJAS FELICES?


De la cultura del presupuesto público (y viceversa)
Luis Barragán


Monopolizada la divisa petrolera por el Estado, teóricamente el debate parlamentario ha de suscitar el interés y el seguimiento de todo el país para intentar materializar las grandes y postergadas demandas sociales. No obstante, en ese ardid permanente en el que se ha convertido la gobernabilidad, a pesar de las lesiones infringidas a la legitimidad y a la eficacia que la hacen posible, hay más de oscuridad y resignación que claridad y vehemente reclamo.

Más allá de la burda aplicación de la mayoría oficialista, distintos sectores de la sociedad no logran hacer de sus exigencias una matriz competitiva de opinión, porque – de un lado – la complejidad técnico-administrativa del asunto no lo permite con la rapidez y soltura aconsejable, y – por el otro – es el propio gobierno nacional el que tiende a imponer los temas sustanciales, como la propia y confesa insinceridad del ejercicio fiscal.

Idealmente, le corresponde a toda la sociedad polemizar sobre la distribución de los ingresos – ordinarios y extraordinarios - petroleros y de los tributos directos e indirectos con los que, puntual e impostergablemente, cumple, aunque – sin dudas - ello lo facilita el criterio expuesto por unas u otras voces autorizadas. Al respecto, revisando la vieja prensa, observamos una mayor abundancia de posiciones y cierta altura del debate público en décadas anteriores (por ejemplo, los estupendos trabajos que publicó la revista “Resumen” de Caracas), muy distantes de lo que ahora publican los medios virtuales e impresos.

Desde ya, importa que la civilidad organizada preste atención a sus aspiraciones para el año venidero, encuentre fórmulas para plantear y lidiar con ellas de cara a los inmensos recursos que pertenecen – es necesario acentuarlo – a todos. Los partidos políticos y las organizaciones intermedias de la sociedad civil, urgentemente deben difundir todo lo que está previsto en la vigente Constitución de la República en el campo presupuestario, articulando el clamor popular por los recursos que no llegan gracias a la demagogia y estafa de las políticas públicas que no son tales, actualizando así el gigantesco problemario que nos aqueja.

Debemos reivindicar y transitar una cultura presupuestaria que, desde ya, requiere del sereno estudio de los recursos disponibles y de su adecuada presupuestación, dada la innegable desconfianza que inspira el propósito oficial. La misma complejidad y – acaso – relativa inexperiencia, impide el planteamiento de un proyecto de ley alterno, quizá siendo innecesario el extenso trabajo que comporta ante sus probables y flacos resultados, pero sectorialmente, organizada la sociedad con firmeza, pueden escenificarse sendas manifestaciones cívicas y presiones institucionales para intentar desplazar u obstruir las ambiciones de los clanes gubernamentales, fieramente respaldadas por los grandes contratistas que autorizan a una peligrosa, sedienta y habilidosa boliburguesía, cuya existencia es incontestable a la luz del socialismo rentista que sintetiza la naturaleza del régimen.

A guisa de ilustración, el sector cultura que, por definición, es de mayores dimensiones, - involucramientos, realizaciones y necesidades - fuera del Estado, ha de afrontar el trabajo de organizar sus peticiones y contabilizarlas, parejo a una conceptualización y propuesta alternativa de políticas, que se haga también un hito para el momento de debatir el presupuesto de 2012. Obviamente, es una tarea difícil y ciclópea, pero indispensable a los fines de una pedagogía política que disponga de las herramientas parlamentarias y las cuestionen si lo desean.

Recientemente, a propósito de una jornada de reflexión sobre las ofertas culturales del aún incógnito candidato unitario de la oposición, nos permitimos sugerir la tarea. Hay tiempo para trabajar el presupuesto cultural del año entrante, identificar necesidades y hallar recursos aún cuando el gobierno nacional los diga escasos en sus prontuarios, pero – sobre todo – buscar la coyuntura y condiciones para que una demanda social, por lo menos, tenga éxito que lo es todavía aún cuando – desenmascarado – el gobierno nacional niegue el dinero.

Fuente:
http://www.medios24.com/p38223.html
Fotografía: LB, obra de José Campos Biscardi, Caurimare, Caracas (07/11)

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