domingo, 3 de julio de 2011

DATEADOR RECONOCIDO


EL NACIONAL - Domingo 03 de Julio de 2011 Opinión/9
Bocaranda, el único vocero
MILAGROS SOCORRO

La coincidencia podría ser semilla para un guión cinematográfico. Exactamente la misma semana en la que se celebra el Día del Periodista en Venezuela, la sociedad se ve absolutamente restringida en su derecho a la información acerca de un asunto tan crucial como la salud del Presidente (más, en un régimen personalista, donde el hiperlíder concentra hasta las decisiones más insignificantes), los altos funcionarios del Gobierno enmudecen, las conjeturas se multiplican, no hay un solo dato que contribuya a esclarecer la situación... excepto los aportados por Nelson Bocaranda, quien parece haber emplazado un informante invisible junto al lecho del enfermo.

El contraste es asombroso.

Mientras Bocaranda parece informado por el propio Chávez acerca de las intervenciones a las que ha sido sometido, la identidad de los médicos tratantes e, incluso, sus propias reacciones a los progresivos tratamientos y revelaciones, los subordinados del convaleciente han demostrado manejar muy poca información.

Cierto es que buena parte del bloqueo informativo se debe a la tradición de secreto propia de los regímenes totalitarios; y es un hecho que la política informativa, en este caso, ha sido confiscada por los cubanos, quienes deciden las versiones a difundir. El ministro de Información de Venezuela, conocido como Rizarra por sus jubilosos desahogos ante las espeluznantes cifras de violencia cosechadas por el régimen que sirve, ha sido ninguneado totalmente por el aparato de propaganda de Fidel Castro. Mientras Nelson Bocaranda se comunica con miembros del personal médico y paramédico con mayor acceso al enfermo, el humillado Rizarra se limita a abrir el sobre donde le llegan las instrucciones y los videos grabados en La Habana. Entre Bocaranda y el de las carcajadas de meretriz, uno es maestro de periodistas y el otro es funcionario del peor equipo de gobierno que ha tenido el país en toda su historia.

Por su parte, Elías Jaua, cuya única pericia comprobada es ser vicepresidente de Chávez, puesto que jamás se le ha conocido otro talento o habilidad, se permitió insultar la inteligencia de los venezolanos diciendo que las imágenes donde aparecen Fidel Castro y su pupilo con las cabezas juntas sobre un periódico (esa especie de fe de vida que los técnicos han demostrado que puede ser muy fácil de trucar) "ratifican la veracidad de la vocería gubernamental ofrecida hasta ahora sobre la franca recuperación del comandante Chávez". De qué "vocería gubernamental" estaría hablando Jaua, experto, eso sí, en dar empellones a periodistas mientras a él lo rodea un séquito de guardaespaldas... si el único parte periódico que hemos recibido es el aportado por Bocaranda, en sus despachos de El Universal y de Runrunes, el espacio digital que dirige.

El inepto funcionariado no ha pasado de declarar una obviedad que nadie ha puesto en duda: "Él tiene derecho de recuperarse y tomarse el tiempo necesario para ello". Son palabras de Jaua y de Rodrigo Cabezas, por ejemplo.

Salen con esa babosada en vez de cumplir con su deber, expresado con nitidez en la Constitución Nacional, que los obliga a responder, oportuna y verazmente, las solicitudes de informaciones presentadas por la ciudadanía.

Las fotografías y los sospechosos videos fletados desde Villa Marista tienen el objetivo "de contrarrestar la ola de rumores y la campaña mediática internacional sobre la salud del Presidente", alega Jaua, como si ese deslave de especulación no lo hubieran atizado ellos mismos con su nervioso balbuceo y, mucho más, con esa competencia para llamar la atención de Chávez, ahora que, según se concluye de lo reporteado por Nelson Bocaranda, va a presentar limitaciones derivadas de su vulnerable condición física y tendrá que repartir porciones de poder.

El indicio más prominente de que la dolencia de Chávez es seria lo ha dado él mismo al dejarse ganar por su decaimiento anímico, que lo ha mantenido alejado de los micrófonos a los que es adicto.

Y en segundo lugar, lo han aportado sus "colaboradores", quienes muy rápidamente empezaron a lanzar tarascadas a ver qué rasguñan de una hegemonía que, según ellos mismos dejan ver con sus torpezas, se está sumiendo en un vacío.

Uno y otros han ­hemos­ recibido lecciones de Nelson Bocaranda, quien esta semana ha hecho su tarea con tesón y acuciosidad dignas de encomio y emulación.

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