martes, 12 de julio de 2011

INFERNALES


EL NACIONAL - Lunes 11 de Julio de 2011 Opinión/7
Libros: Denise Affonco
NELSON RIVERA

Con cuál tecla de esta máquina. Con cuál palabra, palabra que quedará suspendida, sola, en la pantalla durante mi vacilación. Con qué frase dar comienzo, decir algo, así no sea más que palabra-titubeo, palabra-alarma, palabra-escándalo.

No importa si ya se ha leído a Primo Levi, Robert Antelme, Elie Wiesel, Georges Hyvernaud, Jean Améry, Victor Frankl, Varlam Shalámov, David Rousset, Eugenia Ginzburg, Charlotte Delbo, Imre Kertész, Paul Steinberg o Solzhenitsyn: nada nos prepara de modo suficiente para lo atroz. Único, intransferible, en los límites de lo indecible: cada relato se dirige a nuestra intuición y también a nuestra impotencia. En ello radica la urgencia del libro testimonio: en hacer visible que totalitarismo y genocidio están allí, próximos y latentes, en la zona oscura de la condición humana.

Aunque nació en Phnom Penh, Camboya, su padre era francés y su madre vietnamita. Una mujer pobre, parte de una familia pobre. Denise Affonco sentía alguna aprehensión por el avance militar de los jemeres rojos, pero el optimismo de su esposo, de nacionalidad china y comunista, neutralizaba sus temores. Hasta que la violencia de los jemeres rojos ocupó la ciudad y comenzó el viaje al infierno comunista.

Tratemos de imaginar a esta mujer, en las selvas de Camboya entre 1975 y 1979: Jennie, su hija de 9 años de edad, muere de hambre. Su esposo, asesinado.

Durante 4 años se alimentó de cucarachas, sapos, ratas, escorpiones y otros insectos. Caminaba descalza por orden del poder.

Llega a pesar 30 kilos. Sobrevive a pesar de los trabajos forzados a los que es sometida. Muy rápido llega el instante en el cual ella y lo que queda de su familia no tienen nada. Nada. Absolutamente nada propio. Copiaré aquí los diez mandamientos del Angkar (Partido Comunista de Camboya) que le eran leídos a los detenidos en los campos de concentración: 1. Todos serán reformados por el trabajo. 2. No robarán. 3. Dirán siempre la verdad al partido. 4.Obedecerán al partido en toda ocasión. 5. Se prohíbe expresar sentimientos. 6. Está prohibido sentir nostalgia del pasado. 7. Se prohíbe castigar a los niños, que a partir de ahora son propiedad del partido. 8. Los niños serán educados por el partido. 9. Nadie se quejará jamás de nada. 10. El que cometa una acción contraria a las órdenes del partido, hará una autocrítica en público durante las reuniones de adoctrinamiento, que son obligatorias.

He leído El infierno de los jemeres rojos (Libros del Asteroide, España, 2010) con la garganta agarrotada.

Vulnerado, entristecido, asqueado por lo que ya sabemos: que la capacidad de los hombres de hacer el mal a otros no tiene límites. Que toda utopía es, a fin de cuentas, un caldo de la muerte. Que hay en nosotros una fragilidad capaz de convertirnos en sujetos y objetos de lo totalitario.

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