martes, 14 de junio de 2011

POR CIERTO, CASTORIADIS (1)


EL NACIONAL - LUNES 30 DE MARZO DE 2009 NACIÓN/11
Libros: Cornelius Castoriadis
NELSON RIVERA

Tomó el micrófono y citó a Octavio Paz, a quien tenía a su lado: "Comencé a escribir, operación silenciosa entre todas, frente y contra el ruido de las disputas y peleas de nuestro siglo. Escribí y escribo porque concibo la literatura como un diálogo con el mundo, con el lector y conmigo mismo ­y el diálogo es lo contrario del ruido que nos niega y del silencio que nos ignora­.

Siempre he pensado que el poeta no es sólo el que habla sino también el que oye". Esto ocurrió en Aix-en-Provence, en junio de 1988. Además de Castoriadis, compartían la mesa Octavio Paz, Jorge Semprún y Carlos Barral, quienes habían sido convocados a debatir sobre El escritor y la democracia.

Castoriadis convierte la cita de Paz en la rendija que le permite abrir el campo de su reflexión. Dice: Transcurrimos en la superficie, en la trivialidad de las preocupaciones o del entretenimiento.

Obviamos, desconocemos el abismo, el caos, el sin fondo en el que vivimos. Mientras la religión oculta lo abismal (para volver conmensurable, domesticable el a-sentido de todo sentido), la literatura rechaza esta ocultación (Pablo de Tarso, por ejemplo, no tiene vínculo alguno con el diálogo; no le interesa escuchar a otros hombres; su misión consiste en transmitir una exhortación, que se escucha o no se escucha). Castoriadis (1922-1997) hace una afirmación que cabría pensar y discutir: que la escritura de los libros sagrados no depende del diálogo con el mundo.

¿No son acaso las interpretaciones o exégesis de los libros sagrados formas de un diálogo hondo y descarnado? El escritor devela, rompe el velo de la existencia instituida y constituida para hacer aparecer el caos. Puesto que la forma artística es a la vez la forma del caos, ella se comporta como paso y abertura hacia el abismo, es decir, experiencia crítica "que apunta a la reforma del entendimiento humano, a la reforma del ser humano, a la reforma de la captación del mundo por parte del hombre, a la destrucción de la rígida red de significaciones establecidas que nos esconden las cosas y nos esconden a nosotros mismos, a la fluidificación del sentido".

Si el verdadero poeta puede adoptarse como una figura de la condición democrática, lo es porque la democracia es el régimen de la reflexividad, de la crítica y la discusión. Si la poesía tiene la facultad de salvar, ello se debe a que ella escucha y hace hablar a lo que se oculta. Esto es lo que hace distinto al poeta del profeta o del sacerdote. Es lo que sugiere Paz cuando asocia la figura del poeta a la revelación de lo que está presente en el mundo (Ventana al caos. Fondo de Cultura Económica. Argentina, 2008).

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