miércoles, 22 de junio de 2011

FIADORES


EL NACIONAL - MARTES 21 DE JUNIO DE 2011 ESCENAS/2
Esto es lo que hay
Artes visuales
Veinte años...
LORENA GONZÁLEZ

Entre las paradojas y conflictos más importantes que el objeto artístico mantiene desde los inicios de la modernidad, es tal vez el mercado del arte uno de sus amantes más generosos y desconcertantes. La FIA es uno de los referentes nacionales que con mayor ahínco hemos visto en medio de estos avatares de la vida moderna, superando con gran maestría contextos en desacuerdo, crisis estacionarias y debilidades institucionales. Hoy, es un referente indiscutible para el desarrollo de las artes en el país, consolidando este año una edición en la que actores tradicionales participaron junto con nuevos recintos expositivos, fortaleciendo un interesante tejido de tendencias: desde ese preámbulo conmovedor en el que el visitante respiró la transformación sensorial de la Cámara de Cromo- saturación que el maestro Cruz-Diez diseñó para este evento, hasta los pasos en ese adentro zigzagueante en el que 33 galerías mostraron sus investigaciones y propuestas.

El protagonista fue la obra sobre papel. En este norte caminaron las ofertas de los tres nuevos participantes que imprimieron un acento progresivo y renovador.

La galería La Cuadra con los espacios cromáticos en choque de Víctor Lucena y los controversiales fenómenos que despuntan en los collages de Alexander Gerdel; El Anexo con los testimonios críticos de la obra de Juan José Olavarría y las escaramuzas entre fotografía y contexto de Lisa Blackmore.

Y, por supuesto, una de las revelaciones más decisivas de la feria: la curaduría que desde la Galería 39 nos confrontó con un inquietante recorrido por el arte conceptual venezolano de los años setenta y ochenta en la obra original de artistas como Pedro Terán, Marco Antonio Ettedgui, Claudio Perna, Roberto Obregón y Diego Barboza, entre otros.

A estos acertados esfuerzos se les sumaron las adecuadas investigaciones de los espacios institucionales, en los que también el papel fue la estrategia principal: la Fundación Cisneros con la exhibición de arriesgados creadores como José Joaquín Figueroa y Luis Simón Molina-Pantin y la Colección Mercantil con el proyecto que desde hace varios años lleva junto con el TAGA para la conexión del impulso creativo con la obra gráfica. Allí destacaron los cuestionamientos urbanos de Federico Ovalles, los cromatismos desplazados de Cipriano Martínez y los simulacros visuales de Luis Poleo. Otras novedades sorprendieron por su delicadeza formal y discursiva, en este grupo resalta la más reciente producción fotográfica de Ana María Yánez exhibida por la Canal Gallery de Panamá, el detritus reveroniano redimensionado en la obra de Alberto Asprino que mostró Templarios, las transposiciones cuerpo-espacio en la fotografía de Cecilia Paredes desde la galería Artepuy y la producción desconocida que en Okio nos reveló las geometrías profundas de Waleska Belisario.

Tal vez una de las necesidades más apremiantes que demanda el deterioro actual de nuestro país sea el ejercicio de la constancia, el respeto por las instituciones y por la labor del otro, junto a la conciencia del significado real de la actividad cultural como una forma de vida.

La convivencia de criterios dispares, la existencia de perspectivas que no son unívocas, la preservación de las particularidades en movimiento frente a los lineamientos de lo múltiple, son algunas de las aristas que componen las dinámicas de un desempeño real de la democracia. Los veinte años de la Feria Iberoamericana de Arte en la ciudad de Caracas resultaron para nuestro contexto actual un logro invalorable. Con una dedicación más allá de cualquier impedimento, esta iniciativa es un verdadero ejemplo de fortaleza, canal múltiple de resonancias que desde el arte nos recuerdan que en algunas zonas de esta debilitada cartografía todavía existe un país que preserva, valora y construye.

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