lunes, 18 de abril de 2011

(A) CERCAMIENTO


EL NACIONAL - Lunes 18 de Abril de 2011 Cultura/3
El foro del lunes
ÓSCAR LUCIEN El cineasta es miembro fundador de la ONG Ciudadanía Activa
El autor de Cerco rojo a la libertad de expresión (La Hoja del Norte, 2011) señala la importancia de consolidar el registro del pasado y evitar que los medios de comunicación caigan en la autocensura
«Vivimos en un eterno comienzo y eso dificulta la sedimentación de una memoria"»
MICHELLE ROCHE R.

Impulsado por su preocupación ante los padecimientos de la prensa independiente en la coyuntura política polarizada y violenta que ha caracterizado el país en la última década, el sociólogo, cineasta e investigador de la comunicación social Óscar Lucien publicó Cerco rojo a la libertad de expresión (Editorial La Hoja del Norte, 2011).

El libro es un estudio pormenorizado de los abusos contra la libertad de pensamiento en Venezuela. El ámbito del análisis comienza el mismo día en que Hugo Chávez asumió la Presidencia de la República, el día 2 de febrero de 1999, sobre una "moribunda Constitución", y se extiende hasta el año 2010.

Los temas expuestos incluyen un breve registro histórico del concepto de libertad de expresión en Venezuela, la delimitación de sus aspectos jurídicos y un catálogo de las agresiones directas e indirectas a los medios de comunicación, así como a los periodistas en el cumplimiento de su trabajo; sin dejar por fuera el irrespeto al marco legal internacional en la materia.

"El libro también tiene que ver con uno de los objetivos más importantes que persigue la organización no gubernamental a la que pertenezco, Ciudadanía Activa. La asociación fue creada en el marco del 11 de abril de 2002, bajo el lema `Prohibido olvidar’, con el objeto de mantener viva la memoria ahora que hay un desierto de los espacios de opinión en los medios audiovisuales y radioeléctricos. El problema es que han ocurrido muchas cosas y las dinámicas han cambiado muchas veces", explica Lucien. Ante estos hechos, que otros ven como aislados, el investigador denuncia un plan sistemático de acoso a la libertad de expresión.

Una de las conclusiones a las que el investigador llegó en Cerco rojo es tan simple y a la vez tan utópica en el panorama venezolano actual que abisma: "El ejercicio del periodismo requiere de un comunicador consciente de su responsabilidad de intermediación entre los acontecimientos y los ciudadanos. Sin tutela del Gobierno ni de corporación mediática alguna".

­¿Es el pueblo venezolano de memoria corta o tiene esa aparente miopía que ver con que están ocurriendo muchas cosas graves a la vez y pocos o nadie se ocupa de sistematizar los hechos para articular las soluciones? ­La nuestra es una cultura un poco perversa de la tabula rasa en la que todo siempre comienza de cero. En Venezuela es difícil configurar en la tradición, y eso puede verse en cualquier forma de las artes de nuestro país. Vivimos en un eterno comienzo y eso dificulta la sedimentación de una memoria como tal. A pesar de que éste es un país que tiene todos los gadgets de la modernidad, no tenemos el pensamiento de la modernidad y tenemos problemas con la civilidad; en este país la gente no sabe ni siquiera cruzar por el rayado. Tenemos un problema grueso con la definición de la ciudadanía. Si a esto le sumamos el de los medios de comunicación y el debilitamiento de los partidos políticos, no hay mecanismos para que la ciudadanía pueda ejercer sus derechos políticos.

­¿Cuál es el papel crucial de los medios frente a una ciudadanía mermada? ­De intermediación, lo que no quiere decir que los medios no tengan una posición política como tal, pero tiene que haber una clara distinción entre lo que es la línea editorial de un medio de comunicación y los compromisos de su cobertura informativa, que tiene que ser consecuente con la diversidad de opiniones políticas en el país.

­¿Cree que en la coyuntura política actual los medios no cumplen ese papel? ­Les resulta difícil cumplirlo, porque están amenazados.

Aquí se trata de sustituir un ecosistema en el que los medios cooperan con el ejercicio de la democracia y de la ciudadanía por un modelo totalitario, frente al cual los medios están obligados a defenderse. Los pocos medios que quedan en Venezuela están ahora ocupados en la defensa de un modelo político que para poder existir plantea su destrucción. Esto es parte de un plan, no es algo causal: en Venezuela se pretende imponer un modelo político contra la expresión de la voluntad popular de los venezolanos, porque después del referéndum se aplicó una Ley Habilitante que va en la dirección de la reforma que la gente rechazó con sus votos.

­¿Le parece que es una posibilidad el cierre de los medios privados? ­Durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez había medios privados, pero también había una persecución sistemática de quienes se oponían al discurso oficial y eso mismo ocurre ahora.

Aquí pueden dejar que algunos medios existan, pero cerraron RCTV y ahora vendrá el turno de Globovisión. Dejan el canal privado Venevisión, pero porque ha cedido para ser favorable al sistema.

Si uno analiza su programación se da cuenta de que no hay pauta crítica y puede verse la publicidad oficial; es Disneylandia frente a la realidad que estamos viviendo.

Entonces, a efectos de un análisis dirán que hay libertad de expresión, pero en qué términos. Eso, además, tiene una contradicción de fondo, porque el modelo de consumismo que transmite ese canal, desde el punto de vista ideológico, contradice un socialismo que va para la ruina.

­¿Cómo se ha ido montando el cerco a la libertad de expresión y cómo puede revertirse ese proceso? ­Es un plan sistemático y ya existe en Venezuela el dispositivo legal para silenciar a los medios y que está en marcha: la Ley de Telecomunicaciones y la reforma de ésta, que viene por allí. Ahora, esto es en el caso de los medios radioeléctricos, que permiten con mayor facilidad ese tipo de presión porque el Estado administra el espacio radioeléctrico. De hecho, así es como vendieron en el exterior el caso RCTV, dijeron que al canal se le había vencido la licencia. En el caso de los medios impresos está el problema de la falta de papel, el de la merma en la pauta publicitaria y la demanda que afrontan El Nacional y Tal Cual por unas fotos que sacaron en primera página.

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